Por Alejandro Radchik
La democracia, definida como aquel poder que se le confiere al pueblo para elegir a sus gobernantes, se ha convertido en un valor de nuestra época, ya que pretende asentar y a su vez contrarrestar los postulados de la Revolución Francesa -igualdad, libertad, fraternidad- que tantas vidas costó.
El encanto que cobija la democracia es la intención de proteger a la humanidad de los horrores que traen consejo las dictaduras. Sin embargo la contraposición democracia- dictadura ha ensombrecido las tentaciones de poder de tal manera, que la democracia se convierte en un sistema de gobierno desequilibrado como lo son las autocracias. En éstas, el candidato se aprovecha de las necesidades de los electores mal informados; sabiendo que el pueblo tiene hambre, el candidato promete terminar con la desproporcionada distribución de la riqueza y satisfacer sus necesidades económicas a sabiendas de que eso es imposible para el país. Dicha promesa alimenta el populismo; el pueblo es engañado y una vez electo, el sistema ganador se convierte en dictadura.
El psicoanálisis nos enseña a descubrir las verdades ocultas que se han tenido que esconder justamente para pretender que podemos lidiar con el conflicto. Si seguimos los preceptos del psicoanálisis que nos ha enseñado a leer entre líneas, nos percataremos que mantener el valor de la democracia ha tenido un costo muy alto.
El Premio Nobel de literatura, Mario Vargas Llosa, se refería al PRI como “la dictadura perfecta”.
Ante lo que se está viviendo en el México actual, resulta censurable pretender que dicho sistema político pueda calificarse como democrático. El mantener oculto un hecho en la parte consciente del aparato mental conlleva un costo económico y una sintomatología psíquica.
En una confrontación que tuvo Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, con el ahora excandidato Jeb Bush, éste último le pidió al primero que se disculpara con su esposa, a quien golpearon como resultado de los ataques de Trump contra los mexicanos; éste respondió con otro insulto. ¿Vale la pena hacer tanto teatro para intimidar a los opositores? ¿Cuál es el propósito de que en esta obra mediática, Trump desprestigie su imagen pública? ¿A beneficio de qué? ¿Podría ser que el autor de este artículo esté malinterpretando los hechos y que esta interpretación psicoanalítica derive de la angustia de que Trump, quien proyecta una personalidad psicótica, llegue al poder?
Ya entrando en el terreno de las especulaciones, hemos sido testigos que en nuestro país se navega con la bandera de la democracia; por tal motivo, el gobernador de Monterrey , el Bronco, obtuvo el poder sin pertencer a ningún partido oficial. Él prometió que acabaría con la corrupción del estado, lo cual no convenía a los políticos; sin embargo, estos toleraron su nombramiento para mantener el estandarte de la democracia. No mucho tiempo después de su ascenso, el 10 de febrero de 2016, ocurrió la tragedia en el penal de Topo Chico, en el cual, 49 internos perdieron la vida tras una riña. Somos testigos de que este incidente sangriento ha servido para poner en ridículo al gobernador.
Lo anterior no tiene como fin defender la imagen del Bronco ni pormenorizar la ineficiencia que pudo haber contribuido a la tragedia. En lo que sí hay que pensar es en la especulación; la posibilidad de que esta masacre pudiera haber sido fabricada convenientemente para ridiculizar la figura de este gobernador con el fin de destituirlo de su cargo y así justificar el nombre de la democracia. Recordemos lo que se especuló a raíz de la muerte de Manuel Clouthier: ¿habrá sido provocado el accidente que terminó con su vida?
 
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