Violencia Colectiva

Autor: Ingrid Arcos

 

La histeria colectiva es un fenómeno o enfermedad psicosocial que comprende la manifestación de los mismo  o similares síntomas por más de una persona, siendo esta su característica principal.

La etiología de esta conducta patología comprende diferentes causas.

  1. Violencia Colectiva
  2. Enfermedad colectiva (Histeria colectiva)
  3. Visón de milagros religiosos

 

Violencia Colectiva

Seguramente las manifestaciones de violencia colectiva (tumultos, disturbios, linchamientos…) son los fenómenos que más nos impactan, tal vez por el grado de violencia, por los catastróficos efectos que pueden tener y sobre todo por lo inexplicable que nos resulta comprender que multitudes que un minuto paseaban tranquilamente por la calle, de repente estallan en tumultos violentos.

 

La violencia colectiva se puede definir como: el uso de la violencia como instrumento por parte de personas que se identifican a sí mismas como miembros de un grupo —ya sea transitorio o con una identidad más permanente— contra otro grupo o conjunto de individuos, para lograr objetivos políticos, económicos o sociales.

 

Factores de Riesgo

Los factores de riesgo de conflictos violentos se dividen de la siguiente manera:

 

  • Factores políticos:

La ausencia de procesos democráticos;

El acceso desigual al poder.

 

  • Factores económicos:

La distribución excesivamente desigual de los recursos;

El acceso desigual a los recursos;

 

  • Factores sociales y de la comunidad:

La desigualdad entre grupos;

La instigación al fanatismo de los grupos, aprovechando características étnicas, nacionales o religiosas;

 

Muchos de estos factores de riesgo pueden ser identificados antes de que se produzca la violencia colectiva abierta.

 

Para entender mejor el porqué y el cómo de tales fenómenos habría que mencionar algunas de las características de las masas tales como la sugestión, el contagio, la desindividualización y  la credulidad.

 

Desindividualización: Ocurren en situaciones de grupo que favorecen el anonimato y dirigen la atención lejos del individuo, es decir, existen ciertas situaciones grupales que hacen más probable que las personas abandonen las restricciones y pierdan su sentido de responsabilidad individual. El sujeto se hace indistinguible de su medio ambiente más inmediato (los demás miembros del grupo) y, en consecuencia, su conducta se transforma.

 

Le Bon defendía que los sujetos que se juntan en masa resultan anónimos y pierden su personalidad consciente, de forma que quedan sumergidos en la masa. En esa situación aflora su inconsciente primitivo que provoca comportamientos irracionales y destructivos. El individuo queda, por tanto, extinguido en la masa.

Según Myers (1995), los factores que intervienen en la desindividualización son los siguientes:

  1. Tamaño del grupo Los grupos poseen el poder no sólo de activar a sus miembros, sino también de hacerlos identificables. De hecho, una de las características fundamentales de todo grupo es que sus miembros se identifican como miembros del grupo. Cuanto más grande sea éste, más perderán sus integrantes su autoconciencia individual y más dispuestos estarán a actuar como miembros del grupo que como individuos, de tal forma que las multitudes sirven a quienes en ellas participan con capucha para ocultar sus rostros individuales: sólo existe el rostro de la propia multitud. Con ello, los individuos que participan en grupos, y más cuanto mayor sea éste, hacen cosas que no harían si actuaran como individuos.
  2.  Anonimato físico En muchas situaciones reales en las que los miembros de un grupo agresor llevan elementos físicos que aumentan su anonimato como máscaras, el anonimato incrementa muy seria y hasta dramáticamente sus conductas violentas.
  3. Autoconciencia Ser anónimo lo hace a uno ser menos autoconsciente y más sensible a las claves presentes en la situación, sean negativas o positivas. Es decir, el anonimato desata nuestros impulsos, que no siempre son negativos ni crueles, y nos hace más sensibles a las claves sociales de la situación.

 

Le Bon mencionó que el comportamiento colectivo no ocurre debido a la pérdida de identidad personal, sino que es más bien el reflejo de una identidad social que conforman una masa. La masa, lo mismo que cualquier otro grupo se forma en base a una identidad social compartida. Esta identificación social constituye una condición necesaria y suficiente para la influencia social, de forma que los miembros de la masa buscan normas estereotípicas que definen la pertenencia a la categoría y conforman su conducta a ella. La base de la homogeneidad conductual que se observa en el comportamiento de las masas parte de la identificación social común, de forma que solamente aquellos miembros que se han identificado con la categoría relevante estarán sujetos a la influencia de la masa. Según este planteamiento, la desindividualización considerada como inmersión se explica de forma muy diferente a como lo han hecho otras teorías, ya que lo que ocurre no es una pérdida de identidad, sino un cambio de atención de la respuesta individual a la del grupo, de forma que aumenta la saliencia de la identidad social y la adhesión a las normas.

 

Contagio

Rebolloso (1994) define el contagio como “la difusión del afecto o de la conducta de un participante de una multitud a otro integrante de la misma”.

 

Le Bon habló ya del contagió de las masas. Las personas, en la masa, se convierten en seres automáticos “a los que la voluntad ya no puede guiar”. La dinámica de las masas vendría dada, según estas ideas de Le Bon, por el juego de las tres características que el encuentra en las masas: su irritabilidad, su movilidad y su impulsividad. La explicación de Le Bon se encuentra hoy día superada.

 

Para Munné (1994), los fenómenos de masa parten del doble hecho de la interacción y de la polarización que se producen en las personas que forman una masa. La polarización es el hecho de dirigir varias personas su atención, y, en su caso, centrar su interés hacia algo o alguien al mismo tiempo, permaneciendo de este modo a la expectativa, y encontrándose, entre sí, como “sincronizadas” o en una misma “sintonía”.

Algunos rechazan explicar la conducta de las masas a través del contagio colectivo. Y se alega que en la masa no todos se comportan exactamente igual. Pero el que haya o pueda haber indecisos o rezagados sólo indica que el contagio no es automático y que junto a él, también influyen otros factores en la dinámica de la masa.

 

Sugestibilidad

El contagio colectivo produce un estado de sugestibilidad colectiva, es decir, una acusada tendencia a la sugestión. La atención de cada uno queda absorbida por un objeto, suceso o persona, quedando inhibidos, transitoriamente y más o menos según el tipo de fenómeno, los aspectos racionales y conscientes de la persona. La masa es así muy fácilmente impresionable.

 

Esta sugestibilidad está relacionada con la heterogeneidad de la masa. Debido a las diferencias morales e intelectuales existentes entre los participantes del fenómeno, la sugestibilidad opera sobre los instintos y las pulsiones, que son algo común a todos ellos. De ahí, el escaso nivel intelectual, la simpleza lógica y la tendencia irracional que, en general, peculiariza a las masas.

 

En la masa, la gente puede llegar a comportarse de una forma que nunca haría ni aceptaría estando solo cada sujeto. Interviene en ello lo que ha sido llamado por Allport “ilusión de universalidad”, es decir, el hecho de creer uno que determinada conducta es defendible o justificable por la que ejecutan los demás.

 

Credulidad

La credulidad se identifica con la masa y, al igual que ella, se deja influir con toda facilidad. Como carece de sentido crítico, las cosas más absurdas le parecen verosímiles. Ahora bien, si las masas son emotivas es porque son más afectivas que racionales. El pensamiento se desenvuelve en imágenes y deja libre el curso de la imaginación sin que intervenga la razón para controlar los productos de la fantasía y verificar si se ajustan o no a la realidad.

Esta intensificación de los afectos en el hombre integrado en la masa es también, la característica del ser primitivo y del niño, según autores. La multitud, exaltada emocionalmente, jamás abriga la menor duda acerca de lo que cree. Además, se ha podido comprobar que en el hombre masificado pueden coexistir las ideas más opuestas y que, por más que sean contradictorias, desde el punto de vista lógico, no dan ocasión a conflictos internos. Este fenómeno se observa también en ciertas agrupaciones extremistas en las que se hermanan las tendencias más opuestas. Por ejemplo, suelo ser frecuente que se predique la paz a la vez que se recurre a medios violentos para lograrla.

 

A continuación desarrollaremos distintas manifestaciones de violencia colectiva.

6.1. Disturbios callejeros

Le Bon dijo que «el individuo dentro de la masa pierde absolutamente su yo, su identidad, y se convierte en algo radicalmente diferente. Incluso la masa desocializaría a sus miembros, de una forma temporal pero profunda, convirtiéndolos en hombres primitivos. De ahí que cualquier persona, incluso la más pacífica y sensible, puede convertirse dentro de la masa en un salvaje». Pero su teoría no parece totalmente satisfactoria.

 

Otras teorías más serias y modernas son las de Turner y Killian (1987) y la de Reicher. Turner y Killian afirma que los tumultos o disturbios son procesos dinámicos que no surgen, como creía Le Bon, por generación espontánea, por la mera reunión de un gran número de personas en una multitud, sino a través de diferentes etapas que ellos concretan en estas cuatro aunque no todos los desórdenes colectivos pasan por el tercero:

  1. Inicio o Evento precipitador. Un gesto o evento del adversario puede ser visto por la comunidad presumiblemente agraviada como una evidencia concreta de la injusticia a que se ve sometida, lo que provoca su hostilidad o su rabia que con frecuencia desatan en violencia. Normalmente se distorsiona por rumores que lo hacen más grave de lo que en realidad es. Atrae a un gran número de personas guiadas por la curiosidad, el rumor, la vecindad…
  2. Confrontación. Después del hecho instigador muchas personas empiezan a merodear por la escena. Los potenciales promotores del disturbio comienzan a articular la rabia acumulada en la masas y se disputan sugerencias de cursos de acción violentos. Otros líderes de la comunidad sugieren la disolución de la multitud y el estudio del problema con más calma. Aparecen las fuerzas del orden y tratan de romper el pulular y el crescendo en las informaciones agresivas que circulan en la masa. Intentan que esta se disperse. En ese momento es clave la conducta de las fuerzas policiales que podrían elevar la temperatura de la confrontación. La respuesta de las autoridades civiles es también crucial.
  3. Confrontación violenta. Una vez roto el diálogo social se produce un salto cualitativo que lleva a esta violencia en la calle. La hostilidad hacia otros grupos y personas es la característica principal.
  4. Disolución. Se intentan determinadas estrategias de interrupción de la violencia colectiva, como la separación o el aislamiento de los individuos implicados en la precipitación del incidente antes de que la masa haya comenzado a tener una unidad sustancial. Otra estrategia es la interrupción de la comunicación dividiendo la masa en unidades más pequeñas. No se debe permitir a los miembros de la multitud que descubran cuántas personas son de su misma opinión. Si es posible, las fuerzas antidisturbios intentan la separación de los líderes del resto de la masa. Otras veces, se procura distraer la atención de la masa de su punto focal. Finalmente se previene la extensión y refuerzo de la masa mediante su aislamiento físico.

 

No obstante esta teoría de Turner y Killian explica el cómo de los disturbios pero no el porqué, además sigue siendo un poco simplista, aunque no tanto como la de Le Bon.

 

Mucho más compleja es la teoría de Reicher. En efecto, visto desde fuera, y sin analizarlo mucho, un tumulto es algo caótico como decía Le Bon, y las personas pacíficas se vuelven salvajes dentro de una masa. Sin embargo, si profundizamos más, como hizo Reicher (1989, 1990), veremos que los procesos que se desencadenan de los disturbios callejeros sí tienen sentido, significado y hasta finalidad. Reicher basa sus investigaciones en la teoría de la identidad social de Tajfel y Turner, que pretende especificar la forma precisa de estructuración social de la cognición humana.

 

Según la teoría de la identidad social, en ciertas circunstancias los miembros de un grupo no actúan según sus características individuales, sino según su autopercepción como miembros de ese grupo, es decir, según su identidad social ¿puede ello aplicarse a la conducta colectiva? Pues Reicher dice que la masa no puede equipararse sin más a otros grupos, ya que los fenómenos de masas no se ajustan a una rutina, sino que están marcados por un elevado grado de novedad y ambigüedad.

 

Los individuos no se preocupan de crear una identidad nueva, sino de determinar la significación situacional de una categoría ya existente. Como conclusión a la teoría de la identidad social diremos que según Le Bon el individuo dentro de la masa se vuelve salvaje porque la masa lo desindividualiza y lo desocializa, quitándole la capa de civilización que la sociedad había formado en él. Pero este enfoque plantea dos problemas según Reicher:

  1. Primero, la desindividualización ignora el contexto de la conducta y no distingue entre anonimato en grupo y anonimato en aislamiento. Hay evidencia de que los individuos que están desindividualizados en los grupos no siempre se comportan de modo antisocial, sino que se adhieren a las normas del grupo.
  2. Segundo, los miembros de la masa resultan anónimos sólo con respecto a los extraños y no con respecto a algunos miembros de la masa; cuando un individuo se encuentra inmerso en una muchedumbre, no es que pierda su identidad, sino que su conducta será dirigida sobre todo por su identidad social. Así, es sólo el miembro de la masa, actuando en términos de la construcción social e histórica que es la identidad social, quien constituye el auténtico sujeto de la historia. De ahí que las masas posean un sentido histórico y social, y los disturbios en que se implican constituyen sus formas de manifestarse y de actuar social e históricamente cuando desde el poder los grupos dominantes no les conceden otras vías de expresión.

 

 El linchamiento

Las noticias que tenemos sobre linchamientos nos llevan hasta la antigüedad, aunque actualmente tengamos más conciencia de tales casos gracias a los medios de comunicación.

 

El linchamiento consiste en una acción colectiva de carácter privado e ilegal, de gran despliegue de violencia física, que eventualmente culmina con la muerte de la víctima. Es una acción que se emprende en respuesta a actos o conductas reales de la víctima o imputados a ella, quien se encuentra en inferioridad numérica abrumadora frente a los linchadores.

J.E. Cutleer, en su obra Lynch-Law (1905) considera que la mejor versión del origen de la palabra, linchar, proviene de un coronel llamado Charles Lynch (Virginia s. XVIII) que en 1789  organizó y ordenó, a ciudadanos destacados de su región, la ejecución de una banda de conservadores Tory [1] (tories) sin dar lugar a juicio. Puesto que el tribunal más cercano se encontraba a trescientos kilómetros de distancia, por tal motivo fue necesaria esta autoridad local. Esta acción fue conocida como “Lynch Law”, o la “Ley de Lynch”. De ahí proviene el término  “Linchar” o “linchamiento”.

El linchamiento se convirtió en método sanguinario para tener a raya a las poblaciones afroamericanas, es decir, se empezó a utilizar como instrumento de control racial. Pero, según otros autores, como Téllez Aguilera, en la actualidad el linchamiento también cumple otras funciones:

  1. El linchamiento es la respuesta punitiva a un grupo delincuente. Pero ¿qué se considera un grupo delincuente? Para que un grupo pase a considerarse delincuente depende muchas veces de quien lo cataloga más que de quien es catalogado. Así se explican muchas agresiones que sufren los afroamericanos, los hispanos en EEUU.
  2. El linchamiento como medio para realizar fines económicos egoístas. La competición socieconómica en muchas comunidades entre diferentes grupos puede desencadenar el deseo del dominante de impedir que el de bajo estatus progrese y se equipare. Mucha violencia contra minorías y población marginal tiene como causa el deseo de apropiación de sus bienes económicos.
  3. El linchamiento como agresión desplazada. El linchamiento tiene su antecedente en una frustración. Quizá por ello sea por lo que el linchamiento es más frecuente en comunidades con un alto nivel de frustración como consecuencia de recesiones económicas, de normas sociales rígidas y puritanas…al no poder dirigir la agresión contra las fuentes frustradoras, se produce el desplazamiento hacia algún chivo expiatorio, habitualmente inocente e indefenso.
  4. El papel que desempeña el rumor: Se describe tres fases en el desarrollo del rumor:

1ª fase: el ruido; el origen del rumor

 

2ª fase: amplia propagación de la noticia

 

3ª fase: metástasis (gobierno involucrado con delincuencia)

 

Intervienen en los linchamientos una multiplicidad de factores culturales, institucionales y socioeconómicos. Sin perjuicio de esa diversidad es posible identificar como trasfondo de ella dos factores recurrentes.

  1. Fuerte vulnerabilidad socioeconómica; la mayoría de los linchamientos tiene lugar en escenarios de marcada pobreza y precariedad social.
  2. Ineficiencia en el desempeño de las instituciones estatales encargadas de garantizar el monopolio de la coacción física; ya sea por limitaciones en el efectivo control institucional de su territorialidad, sea porque el ejercicio institucional de ese monopolio estatal es juzgado ilegitimo por determinados grupos de población.

El linchamiento aparece ante quienes lo cometen como una forma normal de reparación de agresión. La rápida recuperación de ritmo usual de vida en las comunidades, barrios, etc. tras la ejecución del linchamiento sugiere que éste no es visto por sus autores como algo excepcional o extracotidiano; forma parte del repertorio legítimo de respuestas a determinados hechos. No existe arrepentimiento o culpa en quienes linchan; más bien una sensación de deber cumplido.

En la gran mayoría de los casos quienes ejecutan el linchamiento están relacionados directamente con la víctima o víctimas del hecho imputado al linchado: Vecinos, amigos, parientes.

El empleo del propio cuerpo para ejecutar el linchamiento, o recurso de instrumentos elementales que pueden ser considerados proyecciones del cuerpo en cuanto su eficacia castigadora depende de la destreza personal o la fuerza física de quien los emplea (palos, machetes, piedras; en raras ocasiones uso de arma de fuego), contribuye a la imagen de ensañamiento y brutalidad característica del linchamiento. El recurso a la golpiza también indica la falta de distancia física entre los linchadores y su víctima y refuerza el sentido de justicia por mano propia que sus autores asignan al linchamiento, dotándolo de un significado literal. La golpiza refuerza una dimensión colectiva que favorece en el imaginario de los linchadores la idea de que es “la comunidad”, “la gente”, “los pueblos” quien comete el linchamiento, al mismo tiempo que diluye en la multitud el involucramiento y la responsabilidad individual.

Aunque el linchamiento se caracteriza por una fuerte dosis de espontaneidad; varios de los casos registrados muestran la existencia de un cierto ritualismo y algún tipo de deliberación previa. En un número importante de casos la muchedumbre fue convocada por las campanas de la iglesia del lugar, arengadas al efecto por líderes locales, o algún otro tipo de reunión para ejecutar la aprensión del supuesto delincuente y eventualmente el linchamiento.

El detonante del linchamiento es siempre algún acto cuya comisión se imputa a la víctima. Esta es acusada de haber cometido actos que violentan valores básicos del grupo al que los linchadores pertenecen: asesinatos, violaciones, robos, secuestros,  imprudencia vehicular. Se trata de conductas sancionadas por el derecho positivo, pero las deficiencias o complicidades de los organismos estatales de seguridad y justicia los rodean de un halo de impunidad que impulsa a la gente a hacerse cargo de las cosas por su propia cuenta.

La indefensión de la víctima es uno de los rasgos típicos del linchamiento. De los cuales, se mencionan los dos más importantes.

  1. Indefensión física, por el carácter tumultuario del operativo. La victima siempre resulta abrumadoramente superada por el número de sus victimarios directos o coadyuvantes.
  2. Indefensión moral: el linchamiento implica la descalificación absoluta de la víctima; el sospechoso es transformado automáticamente en culpable y pasible de castigo; la posibilidad de una regeneración es impensable.

 

Bibliografía:

  • La Violencia Colectiva. Capitulo 8. Informe mundial sobre la violencia y la salud. OMS 2000.
  • Baum, A., Fleming, I., Israel, A. Y O’Keeffe, M.K. (1992). Symptoms of chronic stress following a natural disaster and discovery of a human-made hazard.Environment and behavior. 24(3), 347-365.
  • Freud, S. (1974). Psicología de las masas. Obras completas Vol XVIII.Amorrortued
  • Gómez Jacinto, L. (1995). Masas, emergencias y desastres colectivos. En Gómez Jacinto, L. y Canto, J.M..Psicología social (pp. 229-250). Madrid: Pirámide.
  • Gómez Jacinto, L. y Canto, J.M. (1995). Psicología social. Madrid: Pirámide.
  • Jugiman, T. y Moumi, J. (1987). Development of a New evacuation method for emergencies: control of collective behaviour by emergent small groups.
  • Klinemberg, O. (1973). Psicología social. México: Fondo de cultura económica,
  • Munné, F. (1979). Grupos, masas y sociedades: introducción sistemática a la sociología general y especial. Barcelona: Ed. Hispano europea.
  • Ovejero, A. (1997). El individuo en la masa: Psicología del comportamiento colectivo. Oviedo: Ediciones Nobel.
  • Vilas, Carlos M. (2005) Linchamiento: Venganza, Castigo e Injusticia en Escenarios de Inseguridad. UAM


[1]Tory es el nombre con el que se denomina a quien pertenece o apoya al Partido Conservadoringlés. En un principio, tenía connotaciones despectivas ya que procede de la palabra irlandesathairide o tóraighe que significaba bandolero, asaltador de caminos.

 

IMAGEN: sxc / mdmason