Por: Mariana García Pimentel

Reflexionar sobre “la cura” en la psicoterapia es un proceso complejo que nos obliga a desenredar la palabra, en donde su origen, contexto y funcionalidad nos acercan a pensarla. Esto implica dividirla en varias esferas y la primera que debemos de tomar en cuenta es su origen etimológico. Winnicott (1970), en su libro El hogar, nuestro punto de partida, realiza una reflexión sobre la palabra cura: “las palabras son valiosas en ese sentido; tienen raíces etimologías, tienen una historia: como los seres humanos, a veces deben luchar para establecer y mantener su identidad.” Cada época tiene transformaciones y los humanos se modifican con el paso del tiempo. Esto pasa también con las palabras: están en constante cambio porque están sujetas a la realidad externa y la interpretación que las personas tienen respecto de ellas. Es por ello que, para comprender el significado y uso de una palabra se debe de considerar su origen histórico y los cambios que esta palabra ha tenido con el paso del tiempo.

La palabra cura nace de la práctica religiosa y médica, y su significado etimológico está relacionado con la palabra “cuidado”[1]: “’asistencia que se presta a un enfermo’ y antiguamente ‘cuidado’ Del lat. CURA ‘cuidado, solicitud’. Al ‘párroco’, 1330, se aplicó esta denominación por tener a su cargo la cura de almas o cuidado espiritual de sus feligreses.” Por otro lado, la Real Academia Española (2014) define la palabra curar de la siguiente forma; “del latín curare, cuidar, ocuparse de, “vigilar “,”sanar “,”administrar.” También incluye otras definiciones, un poco más descriptivas;” hacer que un enfermo o lesionado, o una parte de su cuerpo enferma o dañada recupere la salud, hacer que una lesión, dolencia, herida o enfermedad remita o desaparezca, hacer que una persona que sufre anímicamente se recobre, o hacer que ese sufrimiento desaparezca y remediar un mal.

La etimología de la palabra cura hace referencia a la función de brindar asistencia a un enfermo a través del cuidado médico, y a su vez, menciona un cuidado religioso y espiritual dirigido hacia el cuidado del alma de la persona. La relación entre la etimología y la definición de la palabra permite distinguir su uso frente a dos escenarios en específico: el curar la enfermedad física de forma médica y el curar el alma en un contexto religioso. También, la definición actual (2014) de la RAE hace referencia a la cura de la enfermedad psíquica.

Para definir la palabra cura, no se puede dejar a un lado el ámbito médico y religioso, y es por esta razón, que el intentar darle un significado que no esté condicionado por estos tres conceptos resulta complejo. No obstante, desde la perspectiva psicoterapéutica, esta palabra debe depender mucho más del ámbito médico y psíquico, ya que lo religioso se separa de su estudio para así poder llegar a conclusiones más científicas. Sin embargo, algunas personas ejercen lo psicoterapéutico desde el ámbito religioso o esotérico ya que la cura sigue ligada a ello por su origen histórico. En consecuencia, se llega a creer que las cartas astrales, el tarot, la lectura de cartas o las terapias de ángeles curan de una forma similar a la psicoterapia. Esta confusión, puede estar relacionada con el origen y el uso de la palabra en el pasado.

En cuanto a lo médico, es importante mencionar que la psicoterapia se apoya de la ciencia médica, pero existe una diferenciación concreta entre las dos que permitió que se comenzara a crear una ciencia independiente que se gestó en el siglo XIX. Sigmund Freud en su texto, Tratamiento psíquico, tratamiento del alma (1890) explica un poco como se empieza a gestar la psicoterapia como ente independiente de la medicina. Él describe como hay fenómenos físicos cuya intervención es imposible de reconocer para los doctores dado que no hay nada concreto (visible) que curar y Freud criticó esto de los médicos de su época; “a pesar de los progresos que ha hecho la medicina científica en sus métodos de indagación, ni en vida ni tras su muerte pueden hallarse los signos visibles y palpables del proceso patológico.” (Freud, 1890) Freud, en todos estos casos observaba que; “los signos patológicos están muy nítidamente bajo el influjo de irritaciones, emociones, preocupaciones, etc. Tanto que pueden desaparecer, dando sitio a un estado de plena salud y sin dejar secuelas, aunque hayan durado mucho tiempo.” Hay algo que influye en el cuerpo que no se puede tratar u operar con un bisturí pero que duele de la misma manera porque genera sufrimiento.

¿Qué se puede hacer con esta otra parte del ser humano? ¿Cómo se puede curar?

Esta separación y comprensión de la psicoterapia como una ciencia independiente de la medicina y la religión es difícil de hacer para los psicoterapeutas, así como para los pacientes. Muchos llegan con la idea de que los psicoterapeutas son médicos y que en unas cuantas consultas tendrán resultados o se les dará un medicamento que les quitará todos sus síntomas. Otros pacientes llegan con la idea de que los psicoterapeutas son sacerdotes, magos y chamanes y hacen preguntas como; “¿crees en las energías?” , “¿tú crees que mi signo zodiacal tiene algo que ver?” o “¿tú crees que rezándole a Dios se me quite la tristeza?”. Esta asociación que se hace de la palabra “cura”, con el ámbito médico y religioso tiene una explicación histórica, y se vincula con cómo la psicoterapia se ha considerado, recientemente, un estudio independiente de la medicina y de la religión.

Horacio Etchegoyen, (1988) ubica el nacimiento de la psicoterapia en el hipnotismo del siglo XIX. “La psicoterapia empieza a ser científica en Francia del siglo XIX cuando se desarrollan dos grandes escuelas sobre la sugestión, en Nancy con Liebeault y Bernheim y en la Salpetriere con Jean-Martin Charcot”. Por ende, la palabra cura, en el ámbito científico empezó a relacionarse con la cura psíquica hace apenas dos siglos. Por otro lado, Etchegoyen, plantea que “es mérito de Sigmund Freud llevar a la psicoterapia al nivel científico, con la introducción del psicoanálisis. Desde aquel momento, será psicoterapia un tratamiento dirigido a la psiquis, en un marco de relación interpersonal y con respaldo en una teoría científica de la personalidad.” (1988). Este cambio genera un paso hacia el conocimiento de la psique como un nuevo espacio en donde se puede curar con independencia del cuerpo.

A su vez, es relevante mencionar que en la actualidad la psicoterapia está íntimamente relacionada con la medicina, ya que hoy en día se sabe que hay patologías cuya cura depende tanto de lo médico como de lo psíquico. Un gran ejemplo de esto sería el trastorno maníaco depresivo, en donde el individuo puede necesitar de un medicamento que regule la neuroquímica para después tomar un tratamiento clínico. Esto se debe a que un paciente en estado maníaco o melancólico no puede sostenerse únicamente con un tratamiento puramente psicoterapéutico. No obstante, en el siglo pasado fue muy relevante separar estos dos campos para así desarrollar el estudio de la psicoterapia.

En la nota introductoria de Informe sobre mis estudios en París y Berlín de Sigmund Freud (1966); James Strachey, menciona lo siguiente; “el informe con que comienzan, apropiadamente, estas Obras completas es el relato de un hecho histórico —el desplazamiento del interés científico de Freud de la neurología a la psicología”. El viaje que hizo Freud a París en el siglo XIX deviene un evento clave para la psicoterapia y el psicoanálisis; “dando la espalda a la neurología (a un enfoque meramente médico) , se encaminaba hacia un nuevo camino; el estudio de la psique. Hasta es posible señalar la fecha precisa de ese cambio: fue a comienzos de diciembre de 1885, cuando dejó de trabajar en el laboratorio de patología de la Salpetriere.” (Strachey, 1955)

El origen de esta nueva ciencia implicó dificultades para Freud ya que debía probar que su tratamiento funcionaba para tratar o curar aquellos síntomas que no se podían remediar con los tratamientos meramente médicos de la época. El objetivo de la técnica que propone Freud era reducir el sufrimiento de los síntomas que aquejaban a los pacientes y el encontrar métodos que verdaderamente curan fueron, y siguen siendo en la actualidad, un desafío para los psicoterapeutas.

El primer método que utilizó Freud para curar, junto con Breuer, fue la hipnosis y la sugestión. En su texto Tratamiento psíquico, tratamiento del alma (1890) explica que el médico, cuando hipnotiza, utiliza la sugestión como herramienta terapéutica: “ el médico pone al enfermo en el estado hipnótico, le imparte la sugestión, modificada según las diversas circunstancias, de que no está́ enfermo, que tras despertar no registrará los signos de su dolencia; lo despierta después, y le es lícito abrigar la expectativa de que la sugestión habrá́ hecho lo suyo contra la enfermedad.” A su vez, es importante mencionar que en este texto Freud (1890) menciona que la medicina más antigua es el tratamiento anímico que iba encaminado con la sugestión; “los pueblos de la antigüedad apenas disponían de otro tratamiento que el psíquico; jamás dejaban de reforzar el efecto de pócimas y medidas terapéuticas mediante un enérgico tratamiento anímico.”

Tiempo después, con el caso de Anna, la paciente de Breuer y Freud aparece como parte del proceso la cura por el habla o talking cure: “Breuer dio así un paso decisivo al emplear la hipnosis no para que el paciente abandone sus síntomas o se encamine a conductas más sanas, sino para darle la oportunidad de hablar y recordar, base del método catártico; y el otro paso lo dará el mismo Freud cuando abandone el hipnotismo.” (Etchegoyen, 1988). A partir de aquí, Freud comienza a utilizar el método catártico como herramienta para curar al paciente.

La técnica psicoanalítica, según Etchegoyen tiene sus inicios en el momento en el que Freud abandona la hipnosis y crea una nueva técnica para llegar al origen del trauma. En vez de intentar que el paciente olvidará el trauma, comenzó a incitar a sus pacientes a recordar. Para Freud: “las cosas se olvidan cuando no se las quiere recordar, porque son dolorosas, feas y desagradables” (Etchegoyen, 1988). Para poder recordar habría que luchar en contra de la resistencia y para poder hacerle frente; “será dejar que el paciente hable, que hable libremente. Así, una nueva teoría, la teoría de la resistencia, lleva una nueva técnica, la asociación libre.” (Etchegoyen, 1988).

A partir de la asociación libre que hacían sus pacientes se descubre que el conflicto no está solamente entre el hecho de recordar y olvidar, también hay fuerzas instintivas y conflictos que van más allá y es aquí en donde Freud comienza a utilizar otra herramienta para curar: la interpretación. “Ahora es distinto, ahora hay que darle al individuo informes precisos sobre sí mismo y sobre lo que le pasa y él sin embargo ignora, para que pueda comprender su realidad psicológica: a esto le llamamos interpretar.” (Etchegoyen, 1988)

Freud en una conferencia que dio en Viena el 12 de diciembre de 1904, establece una diferencia entre psicoanálisis, el método catártico y las otras herramientas terapéuticas del momento ya que su teoría se basa en el modelo de Leonardo quien hace una metáfora sobre la diferencia de las artes plásticas que operan per vía di porre y per vía di levare. “La pintura cubre de colores la tela vacía y la sugestión, la persuasión y los otros métodos añaden algo que modifica la imagen de la personalidad; en cambio el psicoanálisis, así como la escultura, se saca lo que está de más para que surja la estatua que dormía en el mármol.” (Etchegoyen, 1988). Esta metáfora muestra cómo es que Freud pensaba y consideraba el método sugestivo como algo incompleto; el tapar con una plasta de pintura lo que hay detrás de todo lo que de verdad pulsa, duele e incómoda.

Es importante remarcar que Freud realizó su teoría en un contexto histórico y cultural específico, y la técnica que utilizaba para “curar” o mejorar el estado psíquico de sus pacientes estaba completamente influenciado por su entorno y por los padecimientos propios del siglo XIX. Hay patologías o conflictivas humanas cuyo momento histórico o cultural es irrelevante ya que siempre aparecen al ser inherentes a la condición humana, no obstante, hay otras patologías que son emblemáticas de cada época y que se presentan con mayor frecuencia e intensidad en un contexto específico. Así como las histéricas son representativas del siglo XIX; ¿cuáles serán para el siglo XXI?

Byung-Chul Han (2010) en su libro La sociedad del cansancio expone algunos conceptos que nos permiten comprender qué enfermedades presenta el siglo XXI. Las que menciona como principales son el cansancio, la positividad excesiva, la maximización del rendimiento, la soledad y el aumento del narcisismo en la persona. Además, presenta a un personaje emblemático del siglo XXI, el “el sujeto de rendimiento”, el cual hace se puede explicar con el mito de Prometeo:

[…]El mito de Prometeo puede interpretarse considerándolo una escena del aparato psíquico del sujeto de rendimiento contemporáneo, que se violenta a sí mismo, que está en guerra consigo mismo. En realidad, el sujeto de rendimiento, que se cree en libertad, se halla tan encadenado como Prometeo. El águila que devora a su hígado en constante crecimiento es su alter ego, con el cual está en guerra. Así visto, la relación de Prometeo y el águila, es una relación consigo mismos, una relación de autoexplotación. El dolor del hígado, que en sí es indoloro, es el cansancio. De esta manera, Prometeo, como sujeto de autoexplotación, se vuelve presa de un cansancio infinito. Es la figura originaria de la sociedad del cansancio.” (Han, 2010).

Han (2010), también, hace una diferenciación de la estructura social en la que se encontraba Freud cuando teorizaba y de la que se encuentra el ser humano en este momento. En el siglo XIX Freud se encontró con una sociedad meramente disciplinaria, en donde las prohibiciones y reglas que imponía la sociedad eran excesivamente estrictas y difíciles de romper. El psicoanálisis de Freud proviene de una sociedad represiva por lo que la mayor parte de su teorización se basa en la negatividad de las prohibiciones sociales. En cambio, en el siglo XXI, la sociedad es casi opuesta a la que estudió Freud. “La sociedad de hoy no es primariamente una sociedad disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento que cada vez se desembaraza más de la negatividad de las prohibiciones y los mandatos y se hace pasar por sociedad de la libertad.” (Han, 2010).

Una de las problemáticas más difíciles del siglo XXI es que el ser humano se ha vuelto una máquina que tiene como objetivo principal generar resultados económicos. Las personas se han vuelto máquinas de rendimiento cuyo único objetivo es un completo funcionamiento sin ninguna alteración. Esto provoca que el ser humano tenga un cansancio y agotamiento insaciable que el reposo no cura. (Byung-Chul Han, 2010). Al reflexionar sobre la experiencia clínica, se puede observar cómo uno de los síntomas más notables es un cansancio insoportable que no se logra sobrepasar y la solución a este cansancio es imposible de reconocer. Además, Byung- Chul Han expone que el efecto de este cansancio social y la solución que se le ha dado es el dopaje; en el trabajo, ámbito social e inclusivo en el psicológico el cual proviene de un espacio social que no permite descanso a sus ciudadanos.

El autor menciona, a su vez, que para poder llegar a ser una máquina de rendimiento y maximizar resultados internos y externos se debe de tener una idea de positividad en donde las frases; “todo se puede” y “tú puedes” se convierten es el combustible de esta máquina. Cuando el positivismo se enfrenta con la realidad de que no todo es posible, la decepción interna es tan grande que se cae y se destruye la imagen omnipotente y esto deprime al ser humano.

En las mentes actuales se encuentra la hipótesis siguiente “si le echas las suficientes ganas y trabajas lo suficiente lograras todo lo que te propongas”. Pero hay un precio que pagar y este precio lo describe Byung- Chul Han de la siguiente forma; “El exceso del aumento del rendimiento provoca el infarto del alma (2010).” Se infarta el alma en cuanto a que todo lo psíquico y lo interno pierde completa relevancia frente al mundo externo. No se nutre lo psíquico, se nutre lo externo y el humano se enfrenta a una sociedad superficial y solitaria. El ser máquinas de rendimiento provoca cansancio, pero uno específico; “el cansancio de la sociedad de rendimiento es un cansancio a solas” (Han, 2010).

Otro libro relevante de Byung- Chul (2020), La sociedad paliativa explica un poco más el fenómeno y la conflictiva que presenta el exceso de positividad. En el siglo XXI, se busca la liberación de la negatividad y lo que se desea es el ser feliz a toda costa. En la época de Freud, por otro lado, se presenta una psicología del sufrimiento a diferencia de la actualidad en donde la psicología es meramente positiva. Todo esto, ha generado que la cura en psicología se interprete como el lograr que los pacientes estén siempre felices y sintiéndose completamente bien; “la psicología obedece a este cambio de paradigma y pasa de la psicología negativa como “psicología del sufrimiento” a una “psicología positiva” que se ocupa del bienestar, la felicidad y el optimismo.” (Han, 2020). En la actualidad el estar mal, triste, ansioso o cansado es algo inaceptable, y por lo tanto, al psicólogo se le presenta un escenario sumamente complicado en donde la interpretación que hace el paciente sobre estar curado se traduce en sentirse feliz y optimista, sin cansancio alguno.

Otra diferencia importante que se plantea Byung- Chul Han respecto al sujeto en el siglo XIX y el del siglo XXI es la forma en que el OTRO funciona en su vida. En el sujeto del siglo XXI hay una falta de relación con el OTRO. Para el humano moderno la libertad y la voluntariedad son de suma importancia; “lo que más espera del trabajo es una ganancia en términos de placer. Tampoco actúa por mandato ajeno. Más bien se escucha sobre todo a sí mismo. Al fin y al cabo, tiene que ser empresario de sí mismo” (2010). El OTRO queda completamente relegado ya que hay demasiada energía enfocada en el sí mismo para poder competir y alcanzar ideales sociales inalcanzables ocasionando que se descuiden los vínculos.

En el siglo XXI el psicoterapeuta se encuentra con pacientes en completa soledad que tienen una necesidad de ser muy exitosos a edades muy tempranas, están cansados de tener que lograr las expectativas sociales actuales que la ideología del “tú puedes y todo se puede” se les ha prometido Esta ideología excesivamente positiva que nutre a las redes sociales y que está constantemente nutriendo la mente del humano del siglo XXI provoca que la perfección y el narcisismo se acentúan y que las personas se alejen.

El cansancio de ser máquinas aleja a los otros y ocasiona una necesidad interna de querer olvidar por completo lo que está pasando afuera y esto se puede notar en aquellas series de televisión en donde se presentan situaciones de vida irreales, de alguna manera perfectas a la que los humanos constantemente anhelan. Es una realidad que los pacientes llegan agotados y quieren que el psicólogo les quite los síntomas de la misma manera que lo hace un médico o chamán para que puedan regresar a ser máquinas de rendimiento y puedan proyectar (como en las redes sociales) que nada les pasa, que son exitosos, perfectos y que lo tienen todo.

Es importante agregar que el sufrimiento actual no solamente viene de la represión y las prohibiciones como en el siglo XIX y tampoco proviene únicamente del cansancio, soledad y positivismo excesivo que menciona Han en su texto. Evidentemente, hay muchos más conflictos en este siglo que no se elaboraron en el presente trabajo como lo es las crisis económicas, epidemias, altos índices de pobreza, migración, crisis climáticas, discriminación, inequidad de género etc., que también son importantes, y que se deberían de tomar en cuenta para poder acercarse más a esta cura que se busca en los pacientes.

A modo de conclusión es importante pensar en la palabra “cura” como una que tiene su origen en lo médico y religioso cuya identidad estuvo unida a estos dos ámbitos por varios siglos y que en la actualidad puede llegar a interpretarse únicamente desde esta mirada. Sin embargo, Sigmund Freud en el siglo XIX logró darle otro sentido y significado a esta palabra y es la cura de lo psíquico, para ello, realizó una teoría científica que permitió obtener muchas herramientas importantes para curar el sufrimiento humano. Este cambio de significado y sentido que le dio Freud a la palabra cura a desde lo psíquico, generó una nueva forma de pensar el sufrimiento humano y con ello la búsqueda de nuevas formas de curar.

Finalmente, se debe reflexionar sobre el concepto de la sociedad del cansancio de Byung- Chul Han ya que facilita la posibilidad de reconocer que la cura está sujeta también a un contexto y que este modifica su significado. En la época de Freud uno de los intentos de curar era disminuir la represión sexual propia de un contexto excesivamente prohibitivo. En la época actual los intentos de curar podrían ir dirigidos a disminuir la soledad, ser más realistas con las expectativas externas, lograr distinguir entre lo realista versus el positivismo narcisista de las redes sociales con lo realmente humano que siempre va a tener su parte imperfecta, el permitir el descanso, el estar con el OTRO, y el no poner todo el valor en el rendimiento y en la producción económica para así prevenir que el alma se infarte.

Bibliografía

  • Corominas, (1987). Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana (3.a ed.). Madrid: Editorial Gredos.
  • Etchegoyen, H. (1988). Los fundamentos de la técnica psicoanalítica. (2a. ed), Buenos Aires: Amorrortu
  • Freud, (1890) “Tratamiento psíquico (tratamiento del alma)” Obras completas Tomo: I Amorrortu editores. Buenos Aires & Madrid.
  • Han, -C.              H.    (2020).    La       sociedad       paliativa (1.a ed.). Herder. Recuperado de: https://es.scribd.com/read/563859915/La-sociedad-paliativa#
  • Han, -C. (2022). La sociedad del cansancio (3era ed.). Herder. Recuperado de https://es.scribd.com/book/563864738/La-sociedad-del-cansancio
  • Real Academia Española. (2014). Diccionario de la lengua española (23ª ed.).
  • Strachey, (1966) “ Nota introductoria en Informes sobre mis estudios en París y Berlín” Obras completas Tomo I Amorrortu editores: Buenos Aires & Madrid
  • Winnicott, W. (1970). El hogar nuestro punto de partida (6.a ed.). Buenos Aires: Paidós.
  • Foto: Matthias Zomer. Pexels.com

 

[1] Corominas, J. (1987). Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana (3.a ed.). Madrid: Editorial Gredos.