Colaboración de Paulina Anton para el portal Revistapharmanews.com.mx
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En todas las parejas se dan dinámicas que obedecen a la suma de dos personalidades, así como a dos historias de vida, que se amoldan, dando como resultado un modelo de interacción específico. Es importante que echemos un vistazo a nuestra relación para ver qué tipo de dinámica hemos establecido y si estamos satisfechos con ese modo de actuar.
Es común que muchas parejas caigan en modelos de interacción parentales; es decir, que un miembro de la pareja actúa como niño o niña, y el otro miembro toma la postura de papá o de mamá; en este caso, hablaremos del modelo: esposa (mamá) y esposo (hijo).
Acuérdate de que cuando hablamos de pareja hablamos de dos; es decir, si tu esposa es muy “controladora”, tú estás permitiendo que te controle, y viceversa, es por eso que vamos a hablar de las características de ambos para que se dé una relación de pareja mamá-hijo.
Normalmente, las mujeres “mamás” les gusta tener el control en casi todas las situaciones, son independientes, y les cuesta mucho trabajo delegar tareas y no suelen confiar en los demás fácilmente, mientras que a los hombres “hijos” se les dificulta tomar decisiones, por lo que prefieren que sea alguien más quien decida por ellos, son dependientes ya sea económica o emocionalmente, prefieren no ser el centro de atención, y consideran que las tareas que ellos hacen los demás también las pueden hacer, por lo que fácilmente delegan sus funciones, de tal forma que la responsabilidad no cae por completo en ellos.
Pero, ¿qué pasa cuando dos personas con estas características se juntan? Pues, aparentemente, cada una encontró el paraíso, ya que parecen dos piezas del rompecabezas que están diseñadas para embonar. ¿Cuál sería el problema, entonces? Déjame platicarte un ejemplo hipotético …:
Una esposa es muy cuidadosa al tender la cama, se fija en cada detalle e invierte 20 minutos al día en realizar dicha actividad. Un día el esposo decide darle una sorpresa a su esposa y tiende la cama. Cuando su esposa ve la cama, muy diferente a como ella lo habría hecho, no pudo más que demostrar su insatisfacción; a partir de ahí, el esposo dejó de hacer la cama, ya que lo que para él era una grata sorpresa, terminó siendo una decepción, y a partir de ahí la esposa hace la cama todos los días. Sin embargo, si decidimos ampliar nuestra historia, imagínate qué pasa lo mismo con los platos, el piso, la ropa, etc. Y estos son ejemplos cotidianos, pero imagínate a la hora de planear las vacaciones, o decidir a qué escuela van a ir los niños, etc. El esposo, para no disgustar a la esposa, se va a hacer a un lado, mientras que la esposa va a preferir hacerlo todo, para asegurarse de tomar las mejores decisiones y hacer las cosas lo mejor que ella puede.
Ahora imagínate esta relación después de 5 años; muy probablemente la esposa esté muy cansada de todas las labores de la casa y el rol de mamá que tiene que ejercer; ante ello, podría decir frases como: “yo tengo que hacer todo y nadie me ayuda”, mientras que el esposo podría decir: “mejor no ayudo, ya que cuando lo hago lo único que recibido son reclamos; además, parece que nada lo hago bien” …
Este tipo de dinámicas son muy nocivas ya que desgastan mucho la relación de pareja, y ambos acaban reclamándole al otro el rol que adquirió porque ninguna mujer quiere a un niño como su pareja y ningún hombre quiere a una mamá por esposa. Es importante tomar en cuenta que no somos niños, ni papás, sino hombres y mujeres en busca de una pareja, necesitamos ser maduros y crecer junto con nuestra pareja.
Si sentimos que tenemos una relación así, sería importante platicarlo en pareja, revisar qué tipo de actitudes debemos cambiar, y ser pacientes, ya que cambiar esquemas de comportamiento requiere mucha voluntad y mucho tiempo, y si sentimos que no avanzamos sería importante acudir con un especialista.