Colaboración de María Salamanca para el portal De10.com.mx
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El enseñar a los niños a comer de todo ha sido un reto para los padres de familia desde hace tiempo. Sabemos que los niños necesitan un mínimo requerimiento de nutrientes que deben obtener de manera natural por medio del consumo de frutas y verduras; sin embargo, hay ciertos alimentos que, simplemente, “se niegan a comer”, llegando a hacer del comedor una zona de batalla en la que alguien, eventualmente, tiene que ceder. A continuación algunas de las razones más frecuentes por las que los niños tienden a rechazar ciertos alimentos y algunos tips para superarlas y hacer de la hora de la comida un momento agradable.
1. Evita saturarlos de azúcar
El paladar de los niños, sin duda, se inclina por sabores dulces, por lo que al endulzar toda la comida y llenar su menú con alimentos prefabricados llenos de azúcar, saturamos su paladar y no les permitimos acostumbrarse al dulzor natural de las frutas e, incluso de algunas verduras como la zanahoria o el camote. Recuerda que las grandes compañías tienden a saturar con azúcar sus productos para hacerlos más duraderos pero esto también los hace adictivos, así que dentro de lo posible, inclínate por lo natural y reduce el consumo de cereales comerciales altos en azúcar y refrescos. No permitas que los pastelillos o dulces empaquetados se vuelvan parte del menú diario. En lugar de comer de postre dulces o pasteles, dales un plátano. También evita darles dinero diario para la tiendita, es mejor que lleven un lunch hecho en casa.
2. Dales agua natural
Aunque los niños prefieran los jugos o refrescos, éstos una vez más se encuentran saturados de azúcar y muy poco o nada de fibra, por lo que hay que reducir el consumo de jugo a un vaso pequeño por las mañanas y que sea natural. Los refrescos no sacian la sed ni proveen una hidratación adecuada, así que inclínate por aguas naturales sin azúcar añadido (en caso de que quieras endulzarlas inclínate, por la miel). Los niños bien hidratados no tienen hambre excesiva durante el día (recordemos que en muchas ocasiones los antojos surgen por deshidratación), por lo que un lunch saludable y moderado les será suficiente para tener energía en la escuela y evitará que se les antojen más cosas que les hagan comer en exceso y llegar sin hambre a la casa, que es otro factor por el que los niños no comen bien.
3. Juega en la cocina, conoce a tus hijos
Tanto los niños como los adultos podemos encontrar tediosa la comida si siempre comemos pollo y verduras hervidas. El jugar con los sabores en la cocina puede ayudar a que los niños se vayan acostumbrando a nuevos sabores, por ejemplo, si queremos que coman calabacitas podemos hacerlas rellenas para que adquieran los sabores de manera amable y rica. La cocina es una buena forma de conectar con otros, de descubrir lo que les gusta y de hacerles saber que estás presente. No importa si no eres tú quien cocina, ya que esto lo puedes comunicar a quien te ayude y así transmitir un interés y preocupación que tus hijos sin duda reconocerán.
4. No te dejes manipular
No podemos dejar de lado el factor psicológico que llega a situaciones extremas en donde los niños se niegan a comer casi todo. Los niños aprenden y reconocen aquellas cosas con las que pueden jugar para doblar los límites. Si bien esto es propio de los niños y es normal, también es propio de los padres hacerles ver que hay reglas que no están a discusión (ya que no es lo mismo que algún hijo no quiera comer zanahorias y prefiera las calabazas, a que nos digan que no quieren comer nada más que pastelillos). Muchos padres ceden y les dejan comer sólo dulces y, aunque podemos respetar ciertos gustos, habrá que ser firmes. Aunque nos duela o nos haga sentir mal (especialmente en el caso de padres que no pueden estar mucho tiempo en casa), el mejor consejo ante una manipulación extrema es dejar sin esa comida a los hijos, por ejemplo: “si no quieres comer lo que hay, tampoco puedes comer helado, y no habrá otra cosa hasta la hora de la cena ¿estás seguro que no quieres comer lo que hay?”, así, no tomamos el papel de malos y castigadores, sino que les hacemos ver que no caeremos en su juego y que el no comer es su decisión; verán que antes de la cena el hambre hará que busquen la comida que dejaron.
El hacer que los niños coman de todo requiere ser firmes pero también tener la flexibilidad de interesarse por lo que les gusta y conocerlos mejor. Tomar la salida fácil y dejar que se llenen de azúcar o que nos manipulen, tendrá repercusiones no sólo en su salud sino en su estilo de vida y en la relación que tienen con sus padres, ya que parte de la función parental es proveer de límites y cuidados, y de contenidos nutritivos que les hagan bien. Aprovecha la cocina como un medio para conocer a tus hijos y conectar con ellos, viendo la comida desde una perspectiva más simbólica donde lo que quieres dar es cariño y cuidado.