Elogio del riesgo

Autor: Anne Dufourmantelle

Editorial: Paradiso Editores

ISBN: 9786079671532

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Por Alejandro Cerda

La bandera roja en la playa de Pampelonne estaba a la alza. Los vientos mediterráneos golpeaban al municipio de Ramatuelle, un centro turístico de la Costa Azul, no muy lejos de Saint-Tropez. A lo lejos, a pocos metros de distancia, el mar sacudía con su oleaje la calma de un día de verano. El sol caía sobre los bañistas recostados en la playa francesa, mientras que una mujer se levanta repentinamente al ver en el horizonte a dos niños ahogarse en el mar.

“La vida es un riesgo inconsiderado que nosotros, lo vivos, corremos”. Así comienza el libro Elogio del riesgo, publicado por Paradiso editores en 2015. En un ensayo compuesto por cincuenta capítulos, Anne Dufourmantelle nos comparte distintas maneras de entender el riesgo. Más que estudiar el riesgo del lado de la muerte, como se suele analizar, ya que al correr un riesgo innecesario esto implica la posibilidad de terminar con nuestra vida, el punto final si es que no salimos exitosos de aquel riesgo tomado, el libro versa sobre el lado de la vida. ¿Cómo comprender el riesgo en tiempos donde se espera que todo sea calculado, que corramos con el más mínimo riesgo incitado para tomar una decisión? Los análisis de mercado, las crisis financieras, los discursos políticos, nos han conmovido (y convencido) de que es mejor no correr riesgos, de “vivir” una vida calculada a pesar de que al mismo tiempo esto signifique que quede sedada, carente de toda vitalidad a favor de no incurrir en riesgos innecesarios. Incluso en el amor el riesgo debe quedar eliminado.

Efectivamente, el riesgo abre un espacio desconocido. Al asumir que debemos dar un salto hacia adelante (¿o hacia atrás?), el riesgo ofrece justicia a su origen etimológico, palabra que aparece tardíamente en el siglo xvi en su forma francesa, risque. Derivado de riscare, que significa “correr hacia un peligro”, el riesgo es una condición inherente a la vida. Ya lo afirmaba la autora: “No puede haber vida sin riesgo”. No obstante, el riesgo también debe su raíz etimológica a otra alusión, aquella que expone un espacio. Así lo define Giddens: “La palabra riesgo […] se usaba para referirse a navegar en aguas desconocidas”.[1] En los siglos xvi y xvii, los exploradores occidentales zarpaban a viajes alrededor del mundo a través de mares desconocidos, siempre con el riesgo de que su nave se estrellara sobre un risco. Por lo tanto, el riesgo nos confronta no solo con un peligro sino también con una condición humana: la pérdida.

El riesgo es un momento de decisión, un kairós y no aion. Por más calculado que sea el riesgo, los mecanismos de poder confieren a que su vitalidad quede suprimida a un mínimo, tonalidad del cero. Pero, ¿qué es el amor sin tomar ese riesgo? Así lo comprueba este libro a lo largo de sus capítulos, tal como Orfeo asume el riesgo de regresar por Eurídice al inframundo, el riesgo implica asumir una posición subjetiva ante la pérdida. Dufourmantelle se empeña en desmantelar dichos mecanismos para hacernos ver que el riesgo nos confronta ante la pérdida, elemento fundacional para sabernos vivos. El riesgo es el tiempo del acontecimiento, apertura hacia lo desconocido, estación de la pérdida.

En una traducción elaborada por Simone Hazan, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Mexicana, y realizada junto con la autora, este libro demuestra cómo nuestra condición contemporánea nos orilla cada vez más a conservar una vida apacible, sin tomar riesgos, con el beneficio de la seguridad y la calma. Psicoanalista y filósofa de formación, Dufourmantelle no se suscribe a ningún tipo de escuela doctrinaria ni algún pensamiento dogmático, sino que abre la posibilidad de pensar la clínica, la teoría y la vida desde múltiples lecturas. “Arriesgar la vida” es saber que en cualquier momento la podemos perder, por lo tanto, si lo único que podemos arriesgar es la propia vida, entonces, ¿por qué alejarnos de ella con el fin de protegernos y vivir una vida insípida? Ya lo decía Marco Aurelio: “No hay que temer a la muerte, sino a no haber empezado nunca a vivir”.

Anne Dufourmantelle falleció un 21 de Julio del presente año en aquella playa de la Costa Azul debido a un paro cardiaco luego de entrar al mar y tratar de salvar a aquellos dos niños. Se sumergió en las olas mientras daba un clavado hacia la vida en aras de rescatar lo infantil. Lamentablemente, nunca logró salir con vida, sin embargo, sí podemos testificar que entró al mar llena de ella. Las noticias circularon por el mundo de la filósofa y psicoanalista que arriesgó su vida por el prójimo: un caso que ilustra cómo el riesgo siempre antecede a la decisión de perder y sabernos vivos, realmente vivos.

Elogio del riesgo (Paradiso editores, 2015) se puede solicitar a través de www.paradiso-editores.com o enviando un correo electrónico a editores@paradiso-editores.com. También se encuentra en librerías del país.

[1] Anthony Giddens, El mundo desbocado. México, Taurus, 2000, p. 34.

 

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