venetian-carnival-5-1436259Por: Selene Beltrán
“Todo lo que no ponemos en palabras el cuerpo lo manifiesta de otro modo”. (Sigmund Freud)
“Las cosas no se dicen, se hacen, porque al hacerlas se dicen solas”. (Woody Allen)
“Los buenos son los que se contentan con soñar lo que los malos efectúan realmente”. (Platón)
“El acto analítico es liberar la asociación, es decir, la palabra de lo que la constriñe, para que discurra libremente. Y entonces constatamos que la palabra liberada recupera recuerdos, pone en presente el pasado, y bosqueja un porvenir”. (Jacques Alain Miller)
 
El interés por estudiar este tema en particular surgió en mi pensamiento al regresar al consultorio y ver las “actuaciones” que algunos de mis pacientes presentaban después de un periodo vacacional.
Al investigar sobre “acting out” (actuación) me he llevado con grandes sorpresas y complejidades, siendo de las primeras y más importantes el significado y el uso de dicho termino. Sandler y Etchegoyen (citado en Gálvez, 2002) acuerdan en que es “el concepto del análisis que ha sufrido el mayor cambio de significados”. Lo que me hizo me preguntara si realmente lo que yo llame en algún momento “actuaciones” de verdad lo son.
 
A continuación intentaré hacer un corto recorrido por las diferentes definiciones y usos de diferentes autores, después tratare de explicar lo que para mí es una “actuación” y lo ejemplificare con dos viñetas clínicas.
 
Al discernir sobre las causas de la interrupción del análisis de Dora, Freud puntualiza la tendencia de ciertos pacientes a “poner en acción” (agieren traducido al inglés “acting out” y al español “actuación”) las pulsiones y fantasías despertadas en el análisis, en lugar de “recordar” las ocasiones reales o imaginarias en las cuales anteriormente se habían integrado o expresado. Este descubrimiento le permite no sólo salvar un escollo inesperado sino también consolidar la técnica al poder contar desde entonces con un valioso auxiliar del recuerdo.
 
En Recordar, Repetir y Elaborar (1914) Freud habla de la actuación en el tratamiento y dice: “Con la nueva técnica el curso del análisis se hace más complicado y trabajoso… podemos decir que el paciente no recuerda nada de lo que ha olvidado y reprimido, pero lo actúa. Él lo reproduce no como un recuerdo sino como una acción; lo repite sin saber por supuesto que lo está repitiendo…mientras el paciente está sometido al tratamiento no puede escaparse de esta compulsión a repetir, y acabamos por comprender que este fenómeno constituye su manera especial de recordar”(p.153).
 
Greenacre (1967), también visualiza la actuación como: “una forma especial de recordar, en la que la memoria de lo anterior es re-actuada en una forma más o menos organizada y apenas disfrazada. No es un recuerdo consciente visual o verbal, tampoco hay ninguna conciencia de que la actividad en cuestión está motivada por el recordar. El sujeto piensa que su conducta es apropiada, sin embargo al psicoanalista y a los amigos del paciente les parece como desproporcionada e inapropiada”.
 
Grinberg (1967) define la actuación como: “básicamente un proceso que se desarrolla en una relación de objeto. Es la repetición de una situación psíquica del pasado en el presente, con el propósito de dar actualidad al pasado ausente y no existente. La angustia de separación es un elemento significativo en la actuación”.
 
Laplanche & Pontalis (1993) designan el termino a acciones que presentan casi siempre un carácter impulsivo relativamente aislable en el curso de sus actividades, en contraste relativo con los sistemas de motivación habituales del individuo, y que adoptan a menudo una forma auto o heteroagresiva. En el surgimiento del acting out el psicoanalista ve la señal de la emergencia de lo reprimido. Cuando aparece en el curso de un análisis (ya sea durante la sesión o fuera de ella), el acting out debe comprenderse en su conexión con la transferencia y, a menudo, como una tentativa de desconocer radicalmente ésta.
 
Por su parte Greenson (1976) define a la actuación como: “una serie de acciones, bien organizada y cohesiva, que parece ser dirigida a un fin, conscientemente deseada y egosintónica y que resulta una acción de un recuerdo pasado. La acción es una repetición ligeramente disfrazada del pasado, pero el paciente no es capaz de recordar las cosas del pasado. Parece atento a actuar en lugar de recordar; es una defensa contra el recuerdo. En el curso del análisis, los pacientes (actuarán) sus reacciones transferenciales e vez de expresarlas de palabra y sentimiento” (p.259).
 
Existen muchas definiciones, sin embargo, coincido con lo que Rosalba Bueno & Avelino González (1978) cuando dicen que las definiciones tienen en común:
 
1) que es una forma de recordar;
2) que la actuación es resultado de motivaciones inconscientes;
3) que es sintónica al yo;
4) que es una respuesta resistencial a la transferencia;
5) que es una conducta organizada aún siendo impulsiva;
6) que proporciona al sujeto una descarga parcial de la angustia: a) por los
impulsos, o b) por la relación transferencial.
 
Para Gálvez (2002) se puede entender el concepto de actuación (acting out) desde una metapsicologia:
Desde el punto de vista descriptivo, de acuerdo al enfoque teórico que se use
 

  1. A) Se opone al recuerdo, al pensamiento y a la comunicación
  2. B) Ataca al encuadre
  3. C) Ataca la alianza terapéutica

 
Desde el punto de vista económico y topográfico es un movimiento regresivo que conduce del pensamiento al acto.
 
Desde el punto de vista genético, según diversas teorías, se explica por
 

  1. A) Mala relación con el pecho, envidia primaria,
  2. B) Dificultades en el proceso de individuación.

 
Desde el punto de vista técnico es una forma de transferencia que busca desconocer la relación transferencial.
 
La importancia de la transferencia como “factor imprescindible y necesario” queda bien precisada; se debe a que constituye la más completa reproducción posible: “toda una serie de sucesos psíquicos anteriores cobra de nuevo vida, pero no ya como pasado, sino como relación actual con la persona del médico” (Freud 1905 Fragmento de análisis de un caso de histeria citado por Lancelle, 1974).
 
Este mismo autor plantea que esta innovación, creó dos grandes problemas. Uno de índole técnico y práctico, dado por la posición peculiar del médico. Siendo, a la vez que observador, objeto de “las transferencias” con la natural repercusión subjetiva que ello le apareja, debe mantener una necesaria objetividad frente al paciente y frente a sus propias reacciones.
 
El otro problema estriba en determinar cuándo las características y las condiciones bajo las cuales se operan las “repeticiones” (acciones) permiten su reversión en integración y elaboración y cuándo no.
 
Desde que hay “repeticiones útiles” la antinomia “recordar-repetir” ya no sirve para establecer la naturaleza del “acting out”, ni para aclarar sus diferencias con el “revivir en la transferencia”. La elaboración freudiana trajo por resultado que la oposición “recordar- repetir”, a través de una síntesis, desembocara en otra oposición entre: a) el “revivir en la transferencia” y b) la “derivación hacia la motilidad” (Lancelle, 1974).
 
En esta última se pone en escena una determinada situación inconsciente proveniente del pasado que, al acaparar todo el comportamiento, hace peligrar la prosecución del tratamiento y las conveniencias mismas del sujeto.
 
Ahora bien, del mismo modo como Freud lo enunciara, en la actualidad sigue siendo una preocupación de todo psicoanalista el “mantener en el terreno psíquico todos los impulsos que el paciente quisiera derivar hacia la motilidad”. Dichas repeticiones, siendo propiamente “acciones”, poco tienen que ver con la actuación (acting out) y requieren ser distinguidas de ellas.
 
Al respecto Avelino González (1978) hace una clasificación de las actuaciones en “normales” y “patológicas”. La actuación normal es una conducta en la que aún cuando participen motivaciones inconscientes y relaciones de objeto infantiles, prevalecerán motivaciones inconscientes relacionadas con eventos y desafíos actuales y conflictos de adaptación más bien reales que infantiles. Asimismo la meta de la acción será limitada y se expresará básicamente por medios adecuados y socialmente aceptable.
 
La actuación patológica es una conducta resultado de motivaciones inconscientes, basadas en elementos conflictivos de las relaciones de objeto arcaicas y persecutorias. La expresión de esta conducta será básicamente por medios no adecuados personal ni socialmente. Dentro de las actuaciones patológicas incluyó la conducta del paciente borderline del sociópata y las perversiones.
 
Lancelle (1974) coincide en que hay que diferenciarlas y dice: En la vida real naturalmente todo paciente tiene conductas o lleva a cabo acciones en las que es posible descubrir la influencia de las fantasías despertadas en el análisis sean estas acciones de índole resistencial, adaptativa o tentativas de dominio del Yo. Su posterior rescate en la verbalización, aporta elementos valiosos para el análisis. Mientras se mantenga inalterado el “significado mismo de estar en análisis”, la conducta global del paciente permanece en “terreno psíquico”, esto es, ofreciendo las mejores posibilidades para que el analista pueda unir y hacer unir el pasado con el presente, la fantasía con la realidad, lo externo con lo interno, las versiones anteriores con las experiencias actuales.
 
En cambio hay otras en las que los fenómenos de transferencia se producen con características tales que la relación con el analista pierde su significación terapéutica o es utilizada para la prosecución de algún otro propósito, el cual fundamenta y organiza la actitud del paciente y es distinto de la curación. En estas circunstancias, si la identificación proyectiva es intensa, según el paciente el psicoanalista es un sujeto que quiere usufructuar su función para la obtención de otros fines, lo cual no hace sino intensificar la distorsión en dirección a la cual lo llevan sus fantasías inconscientes. El paciente “analiza” entonces al médico para detectar las supuestas segundas intenciones, que son las que precisa descubrir a través de la proyección para dar coherencia objetiva a su postura (Lancelle, 1974).
 
Así, el argumento puesto en acción se realimenta con lo proyectado. En cambio de la gratificación simbólica que es dable obtener en la transferencia, se manifiesta una necesidad perentoria de satisfacción real, manifiestamente adversa a la naturaleza del tratamiento, el cual le causa una privación intolerable. Por eso hay siempre una transgresión de las reglas analíticas.
 
El término “derivación hacia la motilidad” no puede ser literalmente entendido sino proveniente del modelo del arco reflejo, el cual ilustra que el psiquismo queda libre de la excitación descargada hacia el exterior a través de una conducta específica y organizada que es el acting out. Como conducta que es, implica un conjunto de operaciones (percepción, pensamientos, verbalización, gestos, movimientos) adecuadas a un fin. Dada la dirección puramente exterior de esa descarga, el acting out no puede procurar modificaciones internas, ni experiencia, ni aprendizaje. En el acting out, para evitar el incremento displaciente e intolerable de las cargas psíquicas, se corta la posibilidad de esa remisión con una acción tendiente a convertir todo en actual y exterior para poder entonces obrar directamente.
 
Nunca faltan en un acting out estos dos pasos, aunque el primero no sea más que preparatorio del segundo:
 
1) no puede prescindir del corte de esa remisión que caracteriza la situación analítica, el cual puede llevarse a cabo de un modo drástico y sorpresivo o en forma solapada. Es el descripto como “ataque al encuadre”, habitualmente llevado a cabo mediante racionalizaciones. Tal es el caso de Dora que fundamenta su decisión en “no querer esperar más tiempo la curación”. A veces la racionalización (el motivo consciente del enfermo) es mantenida en secreto y el paciente da una explicación de lisa mala fe.
 
2) Una vez cumplida la primera parte tiene lugar la segunda, una real dramatización egosintónica de la situación inconsciente, en la que el sujeto es arrastrado por el argumento: puesto en acción y en la que la realidad inmediata es considerada como la única en juego, cuando no es más que el escenario en el que se despliega, con visos de actualidad, la situación del pasado. Al revés de lo que el paciente cree, la evaluación de la realidad es más precaria que nunca por cuanto es la representante exterior de su subjetividad. Su evaluación se hace al solo efecto de llevar a cabo una rígida racionalización de la conducta. En verdad, el sujeto no es más que un ignorante protagonista de sus representaciones o sus fantasías inconscientes. Constituye una experiencia corriente esa sensación de “estar en pose” que suelen dar los pacientes cuando están “actuando” (Lancelle, 1974).
 
El acting out está enraizado, como dice Grinberg, en experiencias de separación y de pérdidas reales o fantaseadas. Ahora bien, si oportunamente estas experiencias hubieran podido ser íntegramente reconocidas y aceptadas el Yo se habría adecuado a las nuevas situaciones y, dentro de sus posibilidades, habría influido sobre éstas para que devinieran más propicias. En ese caso se habrían determinado duelos que al ser paulatinamente elaborados hubiesen redundado en pos del desarrollo del sujeto.
 
Hay, entonces, “acciones” convenientes y necesarias para el tratamiento: repetir y revivir en la transferencia, y acciones perjudiciales que se debe tratar de evitar y de las cuales es preciso proteger al paciente. No parece tampoco atendible diferenciarlas sólo por el lugar donde se llevan a cabo, dentro o fuera del consultorio.
Se trata de un acto que aparece en lugar de la comunicación, el pensamiento y el recuerdo. Posee una intención (inconsciente) que es ir contra la tarea convenida y acordada. Esta tarea es alcanzar el insight. El acting out como una manifestación del proceso primario, ya sea ocupando una función defensiva o como un medio de comunicación de los estados primitivos de la mente cuya comprensión logrará alcanzar al insight y la elaboración.
 
Miller (1968), en su trabajo “Actuación Transferencial o Acting Out” sostiene que “el niño, a medida que madura, reduce su actividad motriz porque obtiene insight y sentido de la realidad. Para restringir la actividad motora, el individuo aprovecha el desarrollo de la ideación. La actuación, a veces, funcionaría simplemente como la repetición de una etapa del desarrollo ontogenético en la que el inconsciente solamente tendría al acto como única forma de expresión”.
 
Algunas veces solamente la capacidad de contener, de recibir y asimilar los impulsos ya constituye, de por sí, el valor de una interpretación verbal que podrá ser completada cuando aparezca la oportunidad para tal efecto. Quizás sea algo parecido a lo que puede hacer una madre tranquila cuando toma en sus brazos al bebé que tiene una crisis de desesperación, efecto de algún mal interno y desconocido que le aqueja.
 
Los orígenes de la actuación están sin duda, en las etapas más tempranas del desarrollo del sujeto. El niño va aprendiendo palabras conforme las va asociando con actos específicos, actitudes y sentimientos. La unión de palabras con cosas es una función vital del yo, y conforme madura el yo las conexiones se hacen más complicadas.
 
Cuando los mensajes repetitivos transmiten que la acción y no la palabra es el elemento “real” en la comunicación, el yo puede no llegar a invertir la energía usual para hacer las modificaciones para investir la palaba correspondiente con una carga afectiva adecuada. En vez de la palabra, la acción se catectiza más y la reproducción de la acción se convierte en la forma más significativa de identificarse y relacionarse con el objeto.
 
Se considera principalmente una fijación oral con intolerancia a la frustración, con una motilidad constitucionalmente acentuada y la presencia de traumas tempranos graves que provocan una actuación repetitiva.
 
Se enfatiza una tendencia a la dramatización y la creencia inconsciente de las virtudes mágicas de la acción. Las capacidades de verbalizar o pensar en términos verbales están obstaculizadas y por tanto hay una incapacidad para organizar y controlar las emociones.
 
Los individuos actuadores permiten que la experiencia pasada domine su percepción de los estímulos actuales afectados. La función defensiva de la actuación consiste en hacer que ciertas formas de la conducta sigan siendo egosintónicas con la ayuda de la negación y la represión.
 
Hay una falta de fusión en distintos núcleos yoicos. (Las acciones de un momento no tienen relación con las de otro). Hay una deficiencia en la función sintética del yo. El yo es débil y no puede controlar los impulsos. Hay falla de la prueba de la realidad. Hay una sobrecarga de la acción que adquiere connotaciones mágicas y significado simbólico subjetivo.
 
Las principales técnicas para el manejo terapéutico de la actuación son: la interpretación, que está limitada, ya que sólo es útil con aquellos pacientes con un yo razonable e integrado.
 
El reforzamiento del yo y de la autocrítica es necesario en el tratamiento de pacientes actuadores. Es necesario hacer ver al paciente que tiene una predisposición a actuar y que es una de las formas en las que mitiga la angustia.
 
La prohibición es poco recomendable pues puede traer consecuencias adversas a la relación terapéutica.
 
Conclusiones

  • La tendencia a la actuación es característica universal del individuo y adquiere particular importancia durante el proceso psicoanalítico en virtud de la cercanía de la relación entre analista y analizado y la interpretación sistemática de las resistencias del paciente a conocerse mejor. No es privativa del psicoanálisis, ni tampoco de los neuróticos; lo importante es tratar de entender qué mensaje está dando el neurótico, el sociópata o el borderline; el cuál es la finalidad defensiva y su motivación inconsciente expresada a través de la actuación.

 

  • Considero que es un medio de comunicación que el analizado utiliza para expresarnos algo que para él es aun indescifrable. La compleja y diversa forma de comportamiento del acting out nos indica que el manejo terapéutico de este fenómeno obviamente variará mucho en cada tipo de paciente.

 

  • Finalmente, es necesario recalcar que el individuo que realiza un acting out muestra en demasía sus debilidades de yo; una carencia de fusión del núcleo yoico, deficiencias en la función sintética, pobreza del control de impulsos, una tolerancia a la frustración casi nula, complejidad ante la prueba de realidad, una incapacidad para lograr y sostener una constancia con el objeto, y muy poca capacidad para la sublimación y la neutralización. Todas estas últimas características resultan de suma importancia para el tratamiento, interpretación y la posible remisión de un paciente propenso a cometer acting out.

 

  • Una actuación puede manifestar por medio de una postura, un movimiento, un gesto, una mímica…Pero toda mímica, todo movimiento o todo gesto, no son necesariamente una actuación. Dicho de otra manera, la actuación se refiere efectivamente a acciones concretas particulares, pero siempre que construyamos tras sus especies concretas, un proceso latente, cuyo modelo poseemos.

 

Bibliografía

 

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