Psicoanálisis a distancia, cámara o no cámara
Autor: Matilde Matuk
Piedad ha sido una paciente que me ha presentado muchos retos durante su tratamiento; aunque ya había tenido pacientes a distancia, ninguno había estado en una situación donde no le fuera suficiente la llamada telefónica. El objetivo de este trabajo es compartir mi experiencia a modo de mejorar y conocer con mayor precisión los retos de esta técnica.
Ricardo Carlino comenta que el encuadre del psicoanálisis a distancia depende mucho del analista, dice que hay que considerar el tipo de paciente y también lo que el analista esté dispuesto a hacer con esta técnica. También menciona que la experiencia es un elemento importante para poder llevar a cabo este tipo específico de técnica psicoanalítica, ya que hay que poner mayor atención a detalles del habla que en un psicoanálisis común.
Piedad al respecto de lo que comenta el autor mencionado anteriormente, fue un gran reto ya que aunque yo no estuviera dispuesta a incluir la cámara en el desarrollo del este tratamiento, la paciente lo necesitaba debido a su falta de individuación.
Me vi en la necesidad de incluirla ya que la falta de esta, estaba generando en la paciente una situación persecutoria donde el juicio y prueba de realidad estaban en constante desafío; El no verme pero sí escucharme, la hacían cuestionarse si eso no era una simple alucinación, por lo que el tratamiento le generaba más angustia, en vez de sentirse contenida.
Al escuchar la historia de la paciente en cuestión, entendí que los retos a lograr eran cuestiones muy arcaicas, una problemática de confianza versus desconfianza básica que propone Erikson, una mujer que no tenía la certeza interna de un objeto seguro, observando como la introyección y proyección eran mecanismos hipertrofiados, y que la llamada sin cámara hacía más fácil la proyección de objetos persecutorios sin lograr establecer un vínculo seguro, que le permitiera abrir situaciones que la pusieran en vulnerabilidad.
Al entender esto, propuse una modificación del encuadre en la cual habría que introducir la cámara para que a través de mi presencia, confirmara la suya. Mahler comenta que la base para la “imagen corporal” es fundamentada con las acciones que la madre lleva a cabo diariamente (alimentación, percibir al bebé, la percepción de la distancia y la recepción del contacto). Esto trajo consigo un gran cambio en la forma de actuar de Piedad en las sesiones, dejó de atacar el vínculo y comenzó a observarme esperando en mí una reacción a su discurso.
Confirmando mi hipótesis de que la vista para Piedad era una forma de comprobarse que existía a través de mis ojos.
Esta paciente me ha hecho analizar mucho esta técnica. Primero que nada me hizo cuestionar si el hecho de haber buscado alguien fuera de su ciudad de residencia era parte de la sintomatología que presentaba, aunque al investigar me encontré con la sorpresa de que efectivamente no hay psicoanalistas, si consideré que había otro tipo de psicólogos que pudieron haber funcionado pero que la paciente no “podía” con tanta cercanía, por lo que escogió alguien lejos de donde reside. Este punto es importante comentarlo ya que es una forma de hacer hincapié en que si en un psicoanálisis clásico no creemos en las coincidencias, en un psicoanálisis a distancia menos.
El segundo punto importante considero que es la patología del paciente, un paciente muy regresivo necesita contención tanto psíquica como física, el consultorio junto con el analista funcionan como continente, por lo que habrá que pensar si solo un elemento (el analista) presente le será suficiente al paciente para sentirse contenido.
Aunque el inicio de tratamiento de Piedad fue muy complicado, y que en otras circunstancias la hubiera referido con alguien que residiera en el mismo lugar que ella, puedo aseverar, después de un año y medio de tratamiento, que el hecho de incluir la vista al encuadre, hizo que se presentara la posibilidad de crear un vínculo y analizar elementos que si hubiéramos vivido en la misma ciudad, muy probablemente hubieran tardado mucho más en presentarse.
Imagen: Morguefile/Alvimann