Profesión: Identificación o Reparación
Autor: Nayelli Montiel
Los adolescentes buscan asesoramiento para resolver sus problemas de vocación.
Huarte San Juan en 1575 propone establecer una distinción entre los “ingenios” humanos y en función de ello brindar un aporte significativo para el asesoramiento u orientación vocacional. Este autor menciona que los distintos “ingenios” se heredaban, los padres eran los encargados de detectar cual era la “naturaleza” de sus hijos y en función de ello contribuir a su formación y prever desajustes sociales, pues entendía que para lograr un equilibrio social era necesario que cada uno llevara a cabo la tarea según su “naturaleza”.
Los supuestos de Huarte San Juan quien escribió examen de los ingenios, mencionaba que nadie pondría en duda la existencia de algo llamado “vocación”, que no sería en absoluto algo innato, sino más bien adquirido.
El examen de los ingenios en el año de 1575 sugiere que las personas están más preparadas para ciertas tareas que para otras. El ajuste social puede establecerse si se pone al hombre correcto en el lugar correcto. Otro supuesto es que si se observan diferencias entre las personas, es preciso aconsejarles que se ocupen de tareas diferentes. Pero el mayor error de estos supuestos consiste en entender al hombre como un objeto de observación, diagnóstico, estudio y orientación para el especialista.
Es a partir de aquí cuando surge la orientación vocacional como una dimensión de ética. La ética surge del hecho de que, al considerar al hombre como sujeto de elecciones, se considera que la elección del futuro es algo que le pertenece a cada individuo y que ningún profesional, por capacitado que esté tiene derecho a expropiar.
También se crea la falsa idea de que la orientación vocacional, es simplemente una cuestión de test, mediciones y pronósticos más o menos “objetivos”.
Lord Kalvin decía que “cuando no podemos medir nuestro conocimiento tiene un carácter pobre y poco satisfactorio”.
Cuando un adolescente va a consulta, en forma implícita (y a veces en forma explicita) plantea que busca algo que lo haga feliz. Nunca llega a buscar solo el nombre de una carrera, lo que va a buscar es algo que tiene que ver con la realización personal, la felicidad, la alegría de vivir, etc.
Un adolescente estará determinado de acuerdo a la relación con el contacto que haya tenido con la institución educativa de la que proviene. Si habla de ingresar a la universidad tendremos que tener en cuenta las características de esa institución a la cual se dirige.
Se piensa que los hijos están determinados de antemano según la posición social de sus padres, o, según la sociedad con la economía planificada o no planificada.
El contexto social influye en cuanto a los sistemas de gratificación que la gente puede encontrar en su tarea o profesión. Por ejemplo, los chavos se plantean “me gusta tal cosa, pero no me quiero morir de hambre”, otros quieren elegir una carrera como trabajo y otros como hobby. La elección siempre tiene que ver con los otros (reales o fantaseados). El futuro nunca es pensado en abstracto. Se tienen que examinar las relaciones con aquellos otros con los cuales se establecen relaciones primarias y esos otros con los cuales se mantiene una relación secundaria, ya que esto determinará en mucho la elección del adolescente “quiere ser como tal persona real o fantaseada que tiene tales posibilidades o atributos y que supuestamente los posee en virtud del rol ocupacional que ejerce”.
¿Qué hacer, quién ser?
Los problemas del adolescente al elegir una carrera están enfocados en el “realizarse” “llegar a ser” vinculándose con sus objetos.
En el vínculo que el adolescente establece con el futuro, existen aspectos manifiestos y no manifiestos que no necesariamente son latentes, es decir, inconscientes reprimidos. Los vínculos pueden ser actuales, pasados y potenciales.
Sabemos que en la mayoría de los casos, quien elije es un adolescente, y a esta edad se experimentan grandes cambios, pasando por un periodo de crisis, transición, adaptación y ajuste.
Si el papá de un adolescente es abogado, y el hijo quiere estudiar derecho, podemos suponer que se ha identificado con el padre, porque se ha identificado con ese aspecto del padre que es la ocupación y no con otros. Pero pudo haber elegido la misma carrera que el padre sin que sea una identificación, esta identificación entendida como una forma de superar un conflicto y una contradicción.
La identificación así como la identidad personal tienen que entenderse como la continua interaccion entre factores internos y externos a la persona.
La identidad ocupacional se ha gestado sobre la base de las relaciones con los otros:
a) Ideal del yo
Las relaciones gratificantes o frustrantes con parientes, amigos, otros con las que el niño se identifica consciente o inconscientemente, tienden a pautar el tipo de relación con el mundo adulto en términos ocupacionales.
El “yo quisiera ser…” de los niños es un “yo quiero ser como….que posee tales virtudes y que ha establecido tal relación con uno”. El ideal del yo en términos ocupacionales se establecerá en términos de relaciones, cargadas afectivamente con personas que ejecutan roles ocupacionales.
b) Identificaciones con el grupo familiar
Podemos dividirla en dos aspectos:
- la percepción valorativa que tiene el grupo familiar acerca de las ocupaciones en función de los sistemas peculiares de valor-actitud.
- La propia problemática vocacional de los miembros de la familia.
La familia constituye el grupo de pertenencia y de referencia es fundamental y es por ello que los valores de ese grupo constituyen los anclajes significativos en la orientación del adolescente, ya que si la familia funciona como grupo de referencia positiva o referencia negativa, determinará el tipo de elección de la carrera.
Las satisfacciones o insatisfacciones de los padres y de otros familiares significativos en función de sus respectivos ideales del yo, y las vivencias de las mismas, son importantes para la influencia que desde chico recibe un adolescente en su hogar.
c) Identificaciones con el grupo de pares
La pertenencia al grupo de pares es algo adquirido y que en ocasiones define. El “seguir juntos” es muy importante ya que determinará posiblemente imágenes profesionales distorsionadas.
La cultura de pares es más cercana e imperativa, porque funciona principalmente sobre la sensación de pertenencia o exclusión del grupo. A veces, son más las cargas para un adolescente que los valores familiares.
Todo adolescente que plantea una contradicción sobre los valores del grupo familiar y los valores del grupo de pares, nos habla de una disociación de su propia identidad, de identificaciones con los grupos que él no puede integrar.
La crisis de identidad en la adolescencia
La crisis tiene que ver con la desestructuración y reestructuración de la personalidad. Todo adolescente en una persona en crisis en la medida en que está desestructurando y reestructurando tanto su mundo interno como sus relaciones con el mundo externo.
Una de nuestras tareas como analistas será ser un contenedor de la crisis y no actuar en la urgencia del paciente por su necesidad de superarla y que llega depositándonosla.
Según el modo en que las personas se aproximen al ideal del yo, determinará el monto de su autoestima.
Schilder (1958) habla de un espacio del yo y un espacio del ello; el primero es regulado por el proceso secundario y el segundo por el primario.
Una de las funciones yoicas es la interpretación de la realidad : tiene que ver con la discriminación entre yo y no yo; otra función está en relación con el sentido de la realidad: la realidad no tiene sentido para un adolescente cuando no puede encontrar coherencia en sus acciones ubicándolas en tiempo espacio y otros, cuando esto no esta, nos enfrentamos a un fracaso del sentido de realidad; otra de las funciones está constituida por las defensas: que son mecanismos protectores según Bohoslavsky de la desestructuración de la personalidad y operan cuando el yo anticipa los conflictos mediante la percepción de señales de alarma. En el adolescente esta función yoica de anticipación y protección frente a peligros que anticipa, no tiene la misma plasticidad que en la persona adulta sana; las relaciones de objeto el yo establece el vínculo con los objetos, en cuanto a la elección de carrera, es importante por las conductas narcisistas, las conductas simbióticas y las conductas ligadas a la elaboración de los duelos; funciones autónomas Hartmann (1961) plantea la necesidad de destacar que el Yo no surge de un conflicto entre el ello y la realidad, ni es la defensa su única función; la síntesis, la integración, la homeostasis, etc, la manera en como se resuelve esta reedicion de la situación edípica dependerá de la calidad y la manera en que se puedan catectizar nuevos objetos del mundo externo.
Arminda Aberasturi (1966) plantea que toda la dinámica de la adolescencia, normal o conflictuada, tiene que ver con la elaboración de tres duelos básicos: el duelo por los padres, el duelo por el cuerpo infantil y el duelo por las formas infantiles de relación.
Una característica de la adolescencia tiene que ver con el logro de la identidad. Erikson (1959) la define como la confianza en que la igualdad y la continuidad interna coincidan con la igualdad y la continuidad del significado que tiene para los otros y para sí mismo.
Identidad relacionada con la elección de la profesión u ocupación, puede haber una contradicción entre quien se quiere ser y quien se permite ser. Todas las dudas respecto a “quien se quiere ser” son identificaciones que no han sido integradas todavía. Cuando las identificaciones se integran y pierden el carácter defensivo o protector original, el adolescente ha alcanzado su identidad ocupacional.
Para lograr la elaboración de esta situación la sociedad concede un tiempo a sus miembros que Erikson llama moratoria psicosocial. En esta moratoria las tareas fundamentales de un adolescente sin la discriminación, la selección y la elección de identificaciones.
“el problema de la elección vocacional en un adolescente esta vinculado a todo lo que tiene que dejar y de las consecuencias fantaseadas ante el abandono de los objetos que desecha”.
Desarrollo de la identidad ocupacional
Ch. Bühler habla de la vinculación de los individuos con las ocupaciones pasan por cinco etapas:
- Crecimiento. El crecimiento de la vocación se extiende hasta los 14 años según Super (1962), donde predominan las fantasías, los intereses, las capacidades. Entre los 4 y 10 años, la vocación está determinada por la fantasía, que expresa necesidades básicas del niño. El interés pasa a primer plano entre los 11 y 12 años, ya no se habla de necesidades sino de gustos.
Los intereses dejan su lugar a las capacidades entre los 13 y 14 años. Las habilidades que el reconoce en sí mismo son una función del entrenamiento escolar.
- Exploración. Entre los 15 y 24 años. El autoconcepto no esta centrado solamente en las identificaciones, sino predominantemente en los roles. Aquí suelen aparecer crisis vocacionales, según como se haya elaborado la elección de carrera, el profesional graduado se relacionará con su campo de trabajo.
- Establecimiento. Se extiende entre los 25 y 44 años y tiene dos momentos. El primero de ensayo supone el cambio de áreas, en cuanto a la elección de campos de trabajo dentro de una misma profesión; y estabilización donde es puramente creativo desde el punto de vista personal y reparatorio para el retiro y luego para el final del retiro.
Un esquema:
- Elección fantaseada
- Tentativa de elección
- Elección realista
Vocación y reparación
Wender postula que las vocaciones expresan respuestas del yo frente a “llamados” internos, llamados de objetos internos dañados que piden, reclaman, exigen, imponen, siguieren, etc. ser reparados por el yo.
La elección de carrera mostraría la elección de un objeto interno a ser reparado. Es decir, que la carrera sería la resultante de una respuesta del yo a un objeto dañado.
Este concepto desde el punto de vista descriptivo se refiere a conductas que expresan el deseo y la capacidad del sujeto a recrear un objeto bueno, externo e interno, destruido” Hanna Segal.
Posiblemente la reparación sea una manifestación del instinto de vida, porque la reparación pone límite a la destrucción que es una manifestación del instinto de muerte.
Cuando se habla de un objeto bueno destruido, aclarando que si el objeto bueno es objeto de destrucción eso se debe a que, además de ser amado, es odiado. De donde surge, como conclusión, que el vinculo con el mismo el ambivalente.
La reparación nunca es total, pero en la fantasía puede serlo, porque una reparación parcial o total, una restitución integra del objeto que en la fantasía dañado se considera y corresponde a una fantasía omnipotente (por lo que sería una seudoreparacion).
Para que estos procesos, derivados de deseos y de la capacidad re recrear, debe ponerse un yo capas de:
- Aceptar la realidad
- Tolerar el dolor
- Hacerse responsable de su odio respecto al objeto que simultáneamente era amado
- Realizar conductas en la fantasía y en la realidad que intenten reconstruir ese objeto dañado,
Un yo “fuerte”, capaz de realizar conductas reparatorias y que al reparar en la fantasía y en la realidad, se hace aun mas fuerte porque restaura al objeto interno bueno, dañado en la fantasía que lo protege de objetos internos malos.
Para reparar auténticamente es necesario reconocer la culpa y en una reparación maniaca la culpa es negada. Mediante el desprecio se niegan los aspectos buenos del objeto, mediante el triunfo se niega la perdida del objeto y los sentimientos de abandono por parte de este; y finalmente, mediante el control se niega la autonomía del objeto.
En la fantasía se esta controlando la autonomía del objeto (papá) capaz de aprobar o desaprobar la elección de la carrera.
Otras cualidades o modalidades de la reparación: una reparación compulsiva, cuando la culpa persecutoria suscitada por la destrucción del objeto en la fantasía es tal, que impone al Yo actividades sumamente exigentes. El yo funciona de un modo hipermoral, rígido, autoritario realizando conductas que, en lugar de reparar a los objetos en la fantasía, los dañan cada vez más y que restringen la autonomía del sujeto.
La reparación melancólica implica matices autodestructivos, como si la única manera de reparar al objeto fuera destruyéndose uno mismo, al atacarse y eventualmente destruirse el Yo, se esta atacando al objeto con el que el yo se ha identificado, en lugar de repararlo.
Hay que tener en cuenta con qué se repara y a la manera de quien se repara. Al decir con que me refiero a los objetos e instrumentos. Será cualquier objeto externo y al decir la manera de quien es a los procesos de identificación y sus resultantes.
La carrera que se elige sería, el depositario externo del objeto interno que pide ser reparado. Y la relación, el vínculo con la carrera (objeto externo) estará determinada por la modalidad de la reparación implícita en relación con el objeto interno dañado.
Elección y duelo
El que elige, por lo tanto, no esta eligiendo sólo una carrera. Esta eligiendo con qué trabajar. Al elegir, se está fijando con quien deja de ser, esta eligiendo dejar de ser adolescente, dejar de ser otro profesional. En la medida en la que se elige, deja; y este es otro motivo para decir que la elección ocupacional, como cualquier otra conducta, supone conflictos y maneras de afrontarlos y resolverlos.
Se dejan objetos y formas de ser. Por eso siempre la elección de carrera supone elaborar duelos.
Según Lucy Wolf (1965), los duelos se realizan sobre todo sobre cuatro situaciones:
- Duelo por la escuela secuandaria
- Duelo por el paraíso perdido de la niñez
- Duelo por la imagen ideal de los padres
- Duelo por las fantasías omnipotentes
El adolescente debe elaborar duelos por objetos que deja y duelos por el self: otros proyectos, otras carreras, sus compañeros, etc.
Un duelo bien elaborado (Grinberg) supone que se pueden tolerar los sentimientos de culpa frente al objeto y frente a sí mismo, experimentados en toda separación.
El predominio de la culpa en cuanto a la elección profesional puede ser el responsable de varias conductas, por ejemplo: el miedo de elegir lo que gusta por sentir que ello implica un abandono de las expectativas que sobre él se han puesto los padres (simbólicamente, un ataque a los padres y el miedo consiguiente de ser atacado por ellos). Esto puede manifestarse en reproches a los padres que frenan y obstaculizan, cuando en realidad no sucede esto.
Esto puede determinar “patologías frente al éxito”, por ejemplo; bloqueos intelectuales frente a la tarea concreta de estudiar o frente a la elección. Estas son formas de autoboicot basadas en la culpa “por crecer” que, puede representar la culpa persecutoria frente a los padres de la adolescencia, al self infantil, a los compañeros, a los profesores que se dejan, etc.
Grinberg aclara que una auténtica reparación debe darse previamente sobre el self; sólo así habrá una autentica reparación de objetos.
Un joven puede sentir culpa por el hecho de que los padres le den permiso para elegir, ya que puede sentirlo no como algo natural sino como algo robado, expropiado.
El adolescente que elige y que acepta crecer, en cierto modo “destruye”, desestrcutura al grupo familiar, puesto que esta dando un salto hacia la separación del grupo familiar, lo cual supone una reestructuración enorme. Esto es suficiente para sentirse culpable. Por lo que el adolescente que elige se siente siempre frente a un conflicto de dependencia-independencia.