Brenda Durán 

De pronto el autocuidado es un término que pareciera estar presente en muchos discursos. Velandia (2009) lo define como una función indispensable para la vida y un acto individual al adquirir autonomía. Para Guirao (2003) es una conducta aprendida que se refleja en acciones para cuidarse e influir en factores que regulen el funcionamiento y desarrollo interno. Antes de pensar de lleno el autocuidado, me gustaría detenerme en el término del “Cuidado de sí” y sus antecedentes filosóficos, sin que por incluir este último término en el recorrido, los considere sinónimos.

Atencio (2018) plantea en su tesis sobre el cuidado de sí diferentes antecedentes filosóficos, uno de ellos es dentro del pensamiento griego, que se orientaba hacia el “conócete a ti mismo” como una vía para buscar la verdad. Sin embargo, diferentes filósofos y escuelas filosóficas han planteado diferentes vías y acciones como prácticas del cuidado de sí. El cristianismo, tiene también su propia visión, como lo refieren  Hernández & Toro (2017) Esta doctrina, se opuso a las prácticas de cuidado de sí, ya que eran contrarias a una los ideales de abandono, entrega y servicio de quien busca el bien del prójimo antes que el propio. Para Foucault en palabras de Atencio (2018) “El arte de la existencia se encuentra dominado por el principio de que hay que cuidar de uno mismo”. 

Es importante hacer mención de ellas. Por ejemplo para Bravo (2021) quien las ha estudiado desde diferentes filósofos, se sitúan como un antecedente del psicoanálisis y parte importante de su genealogía desde la filosofía. En su ponencia Bravo (2021) propone que el psicoanálisis podría ubicarse como una práctica de cuidado de sí, ya que implica la búsqueda de vivir de otra manera, pero lo diferencia de otras prácticas filosóficas porque el psicoanálisis reconoce los obstáculos que los seres humanos tenemos ante el cuidado.

¿Cuáles son estos obstáculos? Freud en Más Allá del principio del placer (2017) Estipula que”En el alma existe una fuerte tendencia al placer, pero ciertas otras fuerzas o constelaciones la contrarían, de suerte que el resultado final no siempre puede corresponder a la tendencia del placer” Por lo tanto, hay fuerzas que se oponen al cuidado de sí y a las prácticas alrededor de éste. Existen fuerzas como la represión que se opone al “Conócete a ti mismo” y en palabras de Freud (2017) “La compulsión a la repetición aparece más originaria, más elemental, más pulsional que el principio de placer que ella destrona. Esto plantea un dilema porque los seres humanos no siempre podemos buscar la auto conservación, no siempre podemos emprender una búsqueda por la verdad, tampoco podemos siempre dejar nuestro cuidado por buscar el bien del otro, como lo plantea la doctrina cristiana. No podemos dominar el arte de la existencia. Freud en el Malestar en la Cultura (2017) asevera que “Es preciso contar con el hecho de que en todos los seres humanos están presentes unas tendencias destructivas” Por si fuera poco, al ser seres sociales, estamos expuestos al malestar porque el roce con el otro tiene el potencial de ser a  veces caricia y a veces lastimoso. 

En la actualidad, dentro del campo de la salud, incluso en el campo laboral se habla de autocuidado. El campo de la salud mental cada vez cobra mayor importancia, muchos países promueven políticas públicas con relación a esta, los medios de comunicación abren espacios para discutir problemáticas, otros campos buscan trabajar de manera multidisciplinaria, se habla de prevención, de atención y el término autocuidado pareciera estar en el epicentro. 

Por supuesto que desde la visión de los derechos humanos también se enuncia constantemente y se entreteje con lo político al haberse convertido en la consigna de muchos grupos que han sido históricamente oprimidos.  Desde la perspectiva de género se lanza una convocatoria a “Asumir valores hacia la construcción de un ser para sí, centrarse en la propia vida…La ética del autocuidado va ganando un espacio en la salud y la sexualidad de las mujeres” (Arango, 2007)

 El manual de la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas (2021) Propone el autocuidado como vía para generar espacios psicosociales que construyan alternativas para mitigar los efectos físicos y emocionales en las activistas. En estas prácticas se contemplan el acompañamiento, la intervención clínica y promover identificar emociones, así como formar redes de apoyo. Es importante resaltar cómo estas propuestas de autocuidado no se orientan hacia lo individual, sino que se respaldan en el sostén del grupo. Ante un estado que es incapaz de responder ante la violencia de género y que permite la impunidad ante el abuso y los feminicidios, se tejen espacios entre grupos que permiten el cuidado. 

No obstante, también se enuncian otros discursos sobre el autocuidado que poco tienen que ver con las propuestas anteriormente mencionadas pero pretenden servirse ellas. Me quiero referir a los discursos orientados hacia el bienestar.

 Garriga sostiene que  “Hay un emergente mercado del cuidado que se confabula con los sentimientos omniscientes de invulnerabilidad- la cultura de que se puede comprar seguridad” (Garriga i Setó, 2014) De pronto el autocuidado se ha vuelto un imperativo, un mandato que se manifiesta allí entre las frases en redes sociales, la rutina del skincare y el jugo detox. El autocuidado ahora también está presente en los retos para ejercitarse, retos para mejorar la convivencia en pareja, manuales para identificar una relación tóxica, mascarillas y vitaminas, entre el vibrar alto y el vibrar bonito y los succionadores de clítoris; porque si Freud habló de la sexualidad más allá de lo biológico y lo moral, el mercado habla de sexualidad desde ahí, hoy para el mercado, es una práctica de cuidado, como muchas otras que hacen de cada persona en palabras de Roudinesco “Un ser anónimo, perteneciente a una totalidad orgánica. Inmerso en una masa donde cada uno es la imagen de un clon” (Roudinesco, 2018) 

La salud mental como producto, se entremezcla con todo este discurso. Aunque es de celebrarse que poco a poco se le de mayor importancia a lo mental y según el Wall Street Journal “Las generaciones más jóvenes buscan con frecuencia espacios psicoterapéuticos, estos consideran ir a terapia como una acción de autocuidado junto con el yoga y el Botox preventivo” (Drexler, 2019). Muchos de estos discursos se plantean como un blindaje ante el malestar, podcasts de moda que invitan a ir a terapia como solución a toda problemática y más allá de pretender un encuentro con un otro con quién preguntarse, se busca un terapeuta o coach que ofrezca respuestas, guía y tareas. No se busca un espacio, se busca un producto.

Existen terapeutas que se ponen en esa posición que me remite a la película animada Shrek 2 (2004) En la que un Hada Madrina reparte su tarjeta de presentación bajo el eslogan de “La felicidad al alcance de una lágrima” En redes sociales abundan las cuentas sobre salud mental que comparten a modo de pedagogía lo que es o no es el amor, las razones por las que una ex pareja contacta, razones por las que el sufrimiento es culpa de la falta de amor propio, los peligros de depender del otro y por supuesto infinidad de bailes en Tik Tok o Reels  con  consejos y explicaciones que aplican a todos los casos, a todas las personas, a todos sus vínculos, a todos los conflictos y que por lo tanto anulan al sujeto. Se fomenta la viralización de discursos persecutorios, ya que cualquier malestar puede ser atribuido a una falta de autocuidado. 

Dessal (2015) al respecto sostiene que es “Una Manifestación de la crueldad que ejerce el Superyó contemporáneo” En la época del querer es poder, en la que cada quien tiene por lo que trabaja, el bienestar no es la excepción. Bajo esta lógica el autocuidado es algo que se siempre se puede y debe no sólo aprender sino ejercer. ¿Cuál es el la postura del psicoanálisis ante este discurso? ¿Acaso es la de pretender separar la práctica de ocupar el mismo lugar que las prácticas que pertenecen al mercado del autocuidado? ¿Será un intento desesperado por separarse de la chía, los cuarzos y Sciclo? La postura del psicoanálisis no tiene que ver con atacar o adoptar este discurso sino con que como lo señala Dessal “La demanda de autocuidado es irrealizable” (Dessal, 2015)

 ¿Cómo se puede pensar el autocuidado desde el Psicoanálisis? Me lleva a pensar en un fragmento de Piedra de Sol de Octavio Paz:

“¿La vida, cuándo fue de veras nuestra?,

¿cuándo somos de veras lo que somos?,

bien mirado no somos, nunca somos

a solas sino vértigo y vacío,

muecas en el espejo, horror y vómito,

nunca la vida es nuestra, es de los otros”. (Paz, 1998)

Según los planteamientos Winnicotianos revisados por Sainz (2017) El individuo no es independiente de forma absoluta. El problema fundamental del triunfo del narcisismo es la eliminación de los vínculos afectivos y de las necesidades de dependencia que permiten el reconocimiento de las limitantes como sujeto”

De ahí que  bajo la revisión de Sainz (2017) Winnicott hablara de que “El bebé no existe” Ya que no es posible existir en un principio sin el cuidado de otro y es gracias a esta figura de cuidado que el sujeto se puede integrar. El cuidador va dando sentido al bebé y cuando todas estas funciones se cumplen puede entonces incorporarse como función propia del niño. 

Según Zirlinger (2002) dentro de Winnicott existen “Concepciones de la cura como cuidado, pero no para abastecer necesidades reales, sino suministrar a través del cumplimiento del encuadre”. El analista no se pone en la posición de un cuidador pero ofrece un espacio cuidado, lo que puede ofrecer es  presencia escucha, mirada y palabra que son contrarias al discurso de autocuidado, el analista se pregunta junto con el analizando, es incapaz de ofrecer garantías, no sabe en cuántas sesiones se acomoda la vida, vamos no sabe ni acomodarla, no vende seguros de gastos libidinales, blindajes contra el dolor, desconoce de antídotos contra el malestar, no conoce ni ofrece la vía para vivir en total independencia, ni tiene un plan detox que pueda extraer toda agresión de los vínculos, tampoco ha desarrollado un método altamente efectivo para transitar de manera exitosa un duelo. Zirlinger (2002) enfatiza que “El analista ocupa el lugar de partero socrático, siendo posibilitador y no dador de saber”

En la relación analítica Dessal (2015) destaca que “La fuerza reside en la intimidad del acto de la palabra y la escucha, en el arte de hacerse objeto para la transferencia del sujeto, en la suspensión del juicio crítico, moral o pedagógico, en la desidentificación de los significantes del amo, el maestro, el director de conciencia o el sanador de almas” Correrse de esa posición y del discurso de lograr un completo autocuidado no es tarea fácil. Zirlinger (2002) postula que como analistas “Nos enfrenta con una herida que no sólo debemos tolerar sino poder ver en ella un estímulo productor de nuevos conocimientos. Todo el dispositivo se coloca al servicio de la creación, la ocurrencia y la emergencia del genuino deseo”.

En tiempos en que cualquier infortunio, dolor, desacuerdo y falla puede ser ubicado como una falta de cuidado, el psicoanálisis es un riesgo. Dufourmantelle (2015) se preguntó “¿Y si el riesgo supusiera una cierta forma de estar en el mundo? Correr el riesgo de no morir plantea la pregunta de qué nos hace vivos” 

Resulta interesante que muchas aportaciones alrededor del autocuidado provienen de la práctica de la enfermería que al ser una profesión de cuidado que ante los estragos y desgaste, buscó formas de mitigar el desgaste y promover funciones que permitieran preservar la salud de los practicantes. El psicoanálisis plantea para el analista, como expresa Zirlinger (2002) El aceptar la transferencia, sostener la paradoja, adaptarse a las necesidades de dependencia, contener la regresión, tolerar la no integración, lo insensato, la no comunicación y aceptar el ser usado y olvidado” El analista se presta . Por supuesto que para tolerar esto y no adoptar una posición masoquista , también cuenta con su propio espacio para pensarse, cuenta o ha contado con su propio análisis, cuenta con la supervisión y sus interrogantes y por suerte, no cuenta nunca con absoluta certeza.

Desde el punto de vista de Atencio (2018) y Bravo (2021) iniciar un análisis, comprometerse con él es una práctica de cuidado de sí. Este planteamiento es muy diferente del autocuidado en el discurso persecutorio de los medios de comunicación y las redes sociales. El psicoanálisis ,citando a Dessal (2015) “Ofrece al sujeto un lugar donde la obra de su vida encuentre una forma ética de ser interrogada” En una sociedad que reclama demasiada precaución y certezas, el psicoanálisis, mientras siga vivo, se seguirá haciendo preguntas. No hay “auto” en el psicoanálisis y como analizanda y como analista en formación es un alivio, aquí no hay auto, aquí toca de a dos. “Y es a veces en el entre-dos de esta exploración que guían dos protagonistas en la penumbra del consultorio de un analista, que el horizonte puede abrirse, jamás ahí donde creemos” (Dufourmantelle, 2020).

Bibliografía

  • Arango, Y. (2007). Autocuidado, género y desarrollo humano: hacia una dimensión ética de la salud de las mujeres. La Manzana de la Discordia.
  • Atencio, A., 2018. El cuidado de sí desde la ética del psicoanálisis. Doctorado. Universidad Complutense de Madrid.
  • Bravo E., 2021 El cuidado de sí como genealogía del Psicoanálisis.
  • Dessal, G. (2015). Freud y el Malestar en la Cultura del Siglo XXI: Las Nuevas Sombras. El porvenir de un Malestar, Vol. XXXVII, 9-28.
  • Drexler, P., 2019. Millennials Are the Therapy Generation. [online] WSJ. Available at: <https://www.wsj.com/articles/millennials-are-the-therapy-generation-11551452286> [Accessed 10 February 2021].
  • Dufourmantelle, A. (2015). Elogio del riesgo. México: Paraíso.
  • Dufourmantelle, A. (2020). En caso de Amor. México: Paraíso Editores.
  • Freud, S. (2017). Más allá del principio del placer (Vol. XVIII). Buenos Aires-Madrid: Amorrortu.
  • Garriga i Setó, C. (2014). La bondad y la ética del cuidado en la subjetividad femenina. Implicaciones del DSM-V para la sexualidad de las mujeres. Revista Internacional de Psicoanálisis.
  • Guirao-Goris., J. A. (2003). La agencia de autocuidados. Una perspectiva desde la complejidad. Educare21(2).
  • Hernández, S. B., & Toro, J. I. (2017). Foucault y el cuidado de sí mismo: una posibilidad para la gestión humana. Revista Espacios, 28(53), 35-49.
  • Paz, O. (1998). Piedra de Sol. Ciudad de México: Clío.
  • Reddesalud.org. 2021. Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Carible. [online] Available at: <https://www.reddesalud.org/es/autocuidado-feminista#close> [Accessed 20 February 2021].
  • Roudinesco, E. (2018). ¿Por qué el psicoanálisis? Ciudad de México: Paidós.
  • Saínz, F. (2017). Winnicott y la perspectiva relacional. Barcelona: Herder.
  • Shrek 2. 2004. [film] Estados Unidos: Andrew Adamson.
  • Velandria Arias, A. &. (2009). Confiabilidad de la escala “Apreciación de la agencia de autocuidado” (ASA), segunda versión en español, adaptada para población colombiana. Avances en Enfermería, 1(27), 38-47.
  • Zirlinger, S. (2002). Una visión sintética sobre los aportes de D. Winnicott a la idea de la cura. Revista Internacional de Psicoanálisis Aperturas.