Por: Mina Shterenberg
El formarse como psicoanalista es una tarea compleja, implica un buen análisis personal, supervisión de casos y seminarios teóricos: el famoso modelo Eitingon. Sin embargo es importante aumentar lo que Stefano Bolgnini comentó en el congreso de la IPA en Boston, que un cuarto pilar para nuestra formación sería el intercambio con otros colegas. Todos estos pilares son esenciales para poder tener un mejor trabajo con los pacientes, una mejor comprensión de su mundo interno y una menor actuación del nuestro.
Es por lo anterior que este trabajo pretende dar una pequeña perspectiva de cómo la identificación proyectiva juega un papel esencial en la contratransferencia. Empezaré por definir los términos de identificación proyectiva y contratransferencia para después poder dar algunos ejemplos cotidianos de estos fenómenos en el consultorio.
Primero que nada, este concepto fue introducido por Melanie Klein (1946), en su escrito de “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides”. Ahí es donde explica cómo “cuando la proyección deriva del impulso a dañar o controlar a la madre, el niño siente a ésta como un perseguidor”. Es decir, a diferencia de la proyección, donde únicamente se “ponen afuera” partes del yo, en la identificación proyectiva tenemos a otra persona que responde a esta proyección. Sin embargo, es importante lo que aclara Klein, que “no son sólo las partes malas del yo las que se expulsan y proyectan, sino también las partes buenas del yo”. Para ella, este mecanismo influye en la relaciones objetales y para integrar el yo de las personas. De acuerdo a lo anterior, es que la identificación proyectiva es esencial para relacionarse con la madre y posteriormente con otras personas (incluido el analista). Sin embargo, aunque la identificación proyectiva está presente todo el tiempo y en todas las personas, en este trabajo pretendo únicamente abordar la que los pacientes utilizan en el consultorio y que los analistas nos damos cuenta a través de la contratransferencia.
Aunque Melanie Klein fue la primera en trabajar este concepto, diversos psicoanalistas se han visto interesados en el estudio de éste. Por ejemplo, Bion aporta los conceptos de elementos beta (experiencias sensoriales primitivas que se evacuan por medio de la identificación proyectiva), elementos alfa (son los que por medio de la función alfa, la madre transforma a los elementos beta) y función de reverie (función que hace la madre para poder contener las identificaciones proyectivas que hace el bebé). De acuerdo a lo que plantea Bion, si pensamos en el consultorio, los elementos beta serían identificaciones proyectivas del paciente y la función de revería la haría el psicoanalista para entender estos elementos bizarros y poder regresárselos al paciente de modo que los entienda y no se queden únicamente en sensaciones.
Rosenbaum (2008) dice que Ragazzoni comenta que “el uso más frecuente dado en la literatura al término es como sinónimo de “proyectar dentro del objeto”. Esto centraría el proceso en la ya aludida acción de dirigir al cuerpo materno fantasías “expulsivas” disociadas de las concomitantes fantasías orales”. En el caso de la contratransferencia, esto se ve cuando hay veces que el analista tiene sensaciones que le parecen ajenas y se ve movido a actuar o hablar de un modo que no es lo habitual para él. De acuerdo a Bion, “se necesita tener cierta perspicacia para poder discernir cómo el paciente lo llevó a esa situación”.
Por su parte, Fano (2007) escribe acerca del concepto de identificación proyectiva en la obra de Meltzer. Él habla acerca de la identificación proyectiva masiva como un “mecanismo de defensa al que se acude con el fin de evitar la ansiedad de separación. Partes masivas del self son proyectadas en el objeto y de esta forma se confunden con él”.
Sánchez (2010) menciona que “en los últimos años, los analistas kleinianos vienen hablando de la identificación proyectiva como un mecanismo central en la contratransferencia”.
En un artículo reciente sobre este concepto, Díaz- Benjumea (2013) comenta que “Ogden (1982, 2012) dio una imagen inclusiva que yo utilizaré aquí para elaborar mi propia clasificación, sostuvo que podía referirse a: 1) librarse de partes del self que se rechazan, 2) un modo de comunicación, 3) un tipo de relación de objeto, y 4) un modo de ayudar a otra persona a elaborar y hacer asimilables sus propios estados mentales, sea por la madre o por el analista”. De acuerdo a lo que Ogden aporta en el número 2, es decir, un modo de comunicación, yo agregaría que es un modo de comunicación inconsciente, ya que las personas y los pacientes en la terapia no están conscientes de la proyección de estos elementos beta.
Estos son sólo unos cuantos autores que abordan este tema, es importante mencionar que unos se centran en la identificación proyectiva como principio de la empatía mientras que a otros les interesa el uso patológica de ésta.
Después de hacer este breve recorrido por este concepto, ahora toca hablar de la contratransferencia. Racker (1960) habla acerca del actuar del analista que no es la interpretación. Esto se refiera al “impulso del analista de actuar según el papel que el analizado, en una parte de su personalidad (generalmente inconsciente), desea que el analista realice”. Este autor también nos dice que como analistas no debemos de actuar esto cuando sentimos una angustia de hacerlo. Es decir, como analistas tenemos que estar bien analizados para conocer nuestro mundo interno y poder detectar cuando sentimos que el paciente nos está poniendo a actuar.
Sánchez (2010) comenta que en 1948 Racker “liga la respuesta del analista a la identificación proyectiva y la considera el proceso normal de la contratransferencia pues es a través de ella como el paciente consigue que el analista se identifique con el objeto con el que el paciente le identifica”. Gracias a esto es que podemos saber cómo el paciente se relaciona con las personas a su alrededor y con sus figuras primarias. Por ejemplo, si se comporta de forma demandante con nosotros es probable que así sea con sus padres.
García (2000) en su trabajo escribe que “Money-Kyrle concuerda con Racker al señalar que el conflicto contratransferencial del analista no sólo proviene de su propio inconsciente sino también de lo que el paciente le proyecta. El analizado no sólo es responsable de la contratransferencia del analista, sino que también padece sus efectos”. Esto puede suceder en casos de que el analista tenga una actuación de la identificación proyectiva.
Por su parte, Kernberg (2001) comenta que existen dos enfoques: el clásico y el totalístico. Por su parte el enfoque clásico es aquel donde se considera a la contratransferencia como “la reacción inconsciente del analista ante la transferencia del paciente”. Mientras que el totalístico considera que la contratransferencia abarca la totalidad de la respuesta emocional del analista ante el paciente en la situación terapéutica”. De acuerdo a lo anterior, el segundo enfoque es una “definición más amplia”. Por lo que en este trabajo se entenderá a la contratransferencia como esta segunda perspectiva.
Además, “el enfoque totalístico de la contratransferencia concibe la situación analítica como un proceso de interacción en el cual el pasado y el presente de los dos participantes, así como sus mutuas reacciones ante su pasado y su presente, se fusionan en una única posición emocional que los abarca a ambos”. (Kernberg, 2001). Es así como nuestro consultorio es un microcosmos de lo que pasa afuera, y a partir del análisis de la transferencia y contratransferencia es que ayudamos a que el paciente se conozca mejor, haga consciente lo inconsciente y en consecuencia mejore su calidad de vida.
A continuación, se plantean algunos ejemplos que suelen ser comunes en la práctica clínica. Algunos han sucedido en mi consultorio y otros son del intercambio con colegas.
Un ejemplo que puede llegar a suceder en el consultorio es cuando pacientes mujeres que conscientemente no quieren embarazarse (debido a que consideran que no es el momento adecuado, no tienen pareja estable, o están frente a un reto importante de sus vidas donde consideran que la llegada de un niño entorpecería sus logros), “olvidan” utilizar algún método anticonceptivo y se embarazan. Suele suceder que al relatar esto en su sesión y la ambivalencia al respecto proyecten su parte de querer abortar al analista, ya que para ellos resulta amenazante aceptar que no quieren tener al bebé, y que el/ la analista sienta deseos de decirle: aborta. En este caso también es importante que las creencias personales del analista no interfieran en su escucha, ya que este suele ser un tema donde se tienen muchos prejuicios. En caso de que esto suceda es importante primero que nada que el analista se haga consciente de lo que está sintiendo contratransferencialmente y en lugar de decirle qué hacer a la paciente, le puede regresar que pareciera que está poniendo en el analista la decisión de que aborte. Sin embargo, tomando en cuenta que cada analista es diferente, habrá a otros que les quieran dar ganas de decirle a esta paciente que tenga al bebé.
Otro ejemplo sería con pacientes que abusan de sustancias, ya sea alcohol o drogas, y que en sesión platican cómo se ponen en riesgo (ya sea manejando bajo la influencia de éstas, peleándose en la calle). En este caso estarían proyectando una parte de autocuidado en el analista, como para que sea éste quien le diga que debería de cuidarse. Esto sucede debido a que el paciente no puede cuidarse ni puede hacerse responsable de sí mismo, y por eso lo proyecta a su analista en la transferencia. Aquí, es importante no caer en una postura superyoica ya que únicamente va a generar que el paciente viva al analista de forma persecutoria. Valdría la pena poder interpretarle al paciente lo que está haciendo y para qué.
Por otro lado, suele suceder con algunos pacientes homosexuales que éstos proyecten su propia homofobia al analista, y que el analista llegue a sentir rechazo hacia el paciente. Nuevamente, esto sucede que ya la que persona no está pudiendo tolerar algo, por lo que de manera inconsciente se lo deposita a otra persona para que esta lo actúe.
Como último ejemplo, suele suceder con los pacientes niños en el consultorio que hay veces que algún juguete se les rompe y proyectan en el analista que ellos todo lo pueden y se lo dan para que el lo arregle, y el analista se identifica con eso y cree que realmente es así de grandioso. En este caso es importante no “creerse” esta omnipotencia ya que muchas veces como analistas solemos conectar aspectos narcisistas propios con estas proyecciones.
A manera de conclusión, la contratransferencia es un importante instrumento diagnóstico que nos ayuda a ver el grado de regresión del paciente (Kernberg 2001) y por otro lado, el uso que hace el paciente de la identificación proyectiva también. Entre mayor sea el uso de ésta se puede hablar de un mayor grade de regresión del paciente. A medida que podamos entender mejor nuestras reacciones contratransferenciales y poder interpretarle al paciente lo que hace inconscientemente, mejor será nuestro trabajo clínico y el paciente tendrá mejor oportunidad de conocerse y entender el por qué y para qué de sus acciones y palabras. En la medida que trabajemos con pacientes más regresivos será mayor la necesidad de una supervisión para estos casos, ya que cuando la identificación proyectiva se hace de forma masiva y tan regresiva, se conecta con aspectos primitivos de nuestra mente que luego son difíciles de detectar. Y por último, retomando el cuarto pilar que menciona Bolognini, en la manera que tengamos más intercambio con colegas, tanto en eventos científicos, congresos o de forma más informal, es que podemos enriquecer nuestra práctica y tener la oportunidad de que colegas nos reflejen sus opiniones con respecto a nuestro trabajo. También es importante no olvidar que cada analista tiene su propio mundo interno y sus propias vivencias que lo hacen único, por lo que algunas identificaciones proyectivas no afecten de igual manera a todos los analistas. por o ﷽﷽﷽﷽s casos. e de forma masiva y tan regresiva, se conecta con aspectos primitivos de nuestra mente que luego son difransf
Bibliografía
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- Bion, W.R. (1957). Attacks on linking. International Journal of Psychoanalysis, 40, 308-315.
- Díaz- Benjumea, M. (2013). La identificación proyectiva. Actualización desde una perspectiva relacional. Octubre 4, 2015, de Clínica e investigación relacional. Revista electrónica de psicoterapia. Sitio web:
- http://www.psicoterapiarelacional.es/Portals/0/eJournalCeIR/V7N1_2013/11_Diaz-Benjumea_La%20identificaci%C2%A2n%20proyectiva_CeIR_V7N1.pdf
- Fano, S. (2007). Introducción a la obra de Donald Meltzer. México: Scripta.
- García, L. (2000) Algunas observaciones sobre la dinámica de la contraidentificación proyectiva. Trabajo presentado ante la Comisión de enseñanza, programa científico y ética de la Sociedad Psicoanalítica de México.
- Kernberg, O. (2001). Desórdenes fronterizos y narcisismo patológico. España: Paidós.
- Klein, M. (1946) Notas sobre algunos mecanismos esquizoides. Argentina: Aguilar.
- Racker, H. (1960) Estudios sobre técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós.
- Rosenbaum, P. (2008). Identificación proyectiva: una investigación teórica del concepto a partir de “Notas sobre algunos mecanismos esquizoides” [Regazzoni, G., 2007]. Septiembre 14, 2015, de Aperturas psicoanalíticas. Revista internacional de psicoanálisis. Sitio web: http://www.aperturas.org/articulos.php?id=529&a=Identificacion-proyectiva-una-investigacion-teorica-del-concepto-a-partir-de-Notas-sobre-algunos-mecanismos-esquizoides-[Regazzoni-G-2007]
- Sánchez, I. (2010). Proyección, Identificación. Identificación Proyectiva. Joseph Sandler, 1989. Septiembre 14, 2015, de Aperturas psicoanalíticas. Revista internacional de psicoanálisis. Sitio web: http://www.aperturas.org/articulos.php?id=662&a=Proyeccion-Identificacion-Identificacion-Proyectiva-Joseph-Sandler-1989
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