social-media-icons_1057-4794Por: Jessica Álvarez
Segundo receso de un día escolar cotidiano a nivel secundaria. Los alumnos se acercan a su tutora para platicarle sobre la nueva moda en las redes sociales, ella atenta escucha.
Relato de los alumnos: “Se trata de una moda que copiamos de otro colegio pero ahora ya somos expertos en ella y de verdad no va a creer que todos entran en el juego; bueno todos menos Paola, ya sabe ella siempre quiere ser la rechazada”, “¿Sabe qué es snapchat?, bueno pues en esa aplicación surgió todo”.
La tutora con incertidumbre de lo que está apunto de saber, los observa y escucha atentamente su relato.
“Bueno pues básicamente todos en la secundaria tenemos un número con el cual somos identificados en snapchat, de lo que se trata es que primero las niñas se toman una foto en ropa interior o sin brasier y la suben pero sin mostrar su cara, solo muestran su cuerpo. Automáticamente nos la mandan a los que estamos dentro del juego (niños y niñas) y nosotros la calificamos pero no es con un número sino que la foto que más junte screenshots (capturas de pantalla) es la que gana”.
En ese momento; al yo ser la tutora, únicamente los escuché y estuve ahí para que pudieran depositar la evidente angustia que ese “juego” les generaba, minutos después se subieron al salón y los observé tomando sus tablets de manera individual y sumergiéndose en un mundo virtual del cual; desde ese momento, me quedó claro que no estaba ni cerca de conocer “su realidad” cibernética.
Durante las siguientes semanas de lo acontecido, fue un tema que estuve reflexionando y comencé a leer al respecto por lo que me di cuenta que dicha problemática se ha convertido en un fenómeno social, pero lo más relevante es que se ha vuelto un problema actual en los adolescentes que involucra, sentido de pertenencia, socialización y “realidad virtual” pero sobre todo un tema de construcción de la identidad a través de las redes sociales.
Este trabajo tiene como objetivo responder las siguientes interrogantes: ¿Cuál es el uso actual de las redes sociales en los adolescentes?, ¿Qué impacto puede causar en el establecimiento de su identidad? y ¿Por qué está ocurriendo esto hoy en día?
Sin dejar a un lado que el adolescente se encuentra en una crisis de crecimiento, que se acompaña de duelos, contradicciones y confusiones ya que “el adolescente es en gran parte un ser humano que rompe sus conexiones con el mundo exterior, pero no porque esté enfermo, sino porque una de las manifestaciones de sus crisis de crecimiento es el alejamiento del mundo para refugiarse en un mundo interno que es seguro y conocido”. (Aberastury, 1980). Pero cuando existe un alejamiento del mundo exterior para refugiarse en un mundo virtual, es cuando nos detenemos a pensar hasta qué punto se trata de un desarrollo normal de reto de vida. Es así como nos encontramos frente a un cuestionamiento que tiene una línea sumamente delgada entre lo “normal” y patológico.
Cabe señalar que no es la finalidad satanizar ni alarmar el uso de dichas redes, ya que como considera el vicepresidente de Investigación de la Asociación Mexicana de Internet (Amipci), Sergio Carrera “Las redes sociales son el principal motivo de entrada a internet y es un factor que bien usado puede ser favorable”, pero en este trabajo me enfocaré en las problemáticas psíquicas que puede generar dicho fenómeno.
Una red social es una página web en la que los internautas intercambian información personal y contenidos multimedia de modo que crean una comunidad de amigos virtual e interactiva.
Durante el segundo trimestre de 2016, el número de usuarios de redes sociales creció 18.9 por ciento respecto al mismo periodo de un año antes, así lo reveló la firma de análisis The Competitive Intelligence Unit (The CIU).
De acuerdo con el informe de The CIU, al trimestre concluido en junio pasado existían en México 64.5 millones de internautas suscritos a alguna red social.
De acuerdo a un estudio que recién publica ComScore, el tiempo promedio es de 8.6 horas diarias de uso por persona. El estudio arroja que la franja de usuarios con el uso más intensivo de las redes sociales se encuentra en los llamados millennials, pues dos de cada tres usuarios de redes sociales se encuentra en el rango de los 11 a los 24 años, lo cual indica que varios de estos usuarios, modifican y aumentan su edad para poder ingresar a este mundo.
“La vida social de los jóvenes hoy se mueve entre dos esferas: la virtual (on line), en los vínculos que los chicos establecen en el ciberespacio y la real (off line) en el mundo de sus relaciones cara a cara. Los adolescentes entran y salen de ambos universos permanentemente, sin distinguir; algunos de ellos, sus fronteras de manera explícita”. (Morduchowicz, 2016).
Estas transformaciones tecnológicas –junto a los cambios sociales y culturales que las acompañaron- han sin duda afectado directamente la manera en que los adolescentes construyen su identidad. Porque en cada texto, imagen o video que suben a la red, se preguntan quiénes son y ensayan perfiles diferentes a los que asumen en la vida real.
Como menciona la comunicóloga Roxana Morduchowicz, en la actualidad los jóvenes prefieren la soledad de su cuarto en compañía de la computadora antes que el diálogo personal en el mundo real. Se asegura incluso que Internet ha sustituido lo que se llama “sociabilidad directa”, es decir, el encuentro cara a cara.
En la misma línea, Victoria Cané, médica psicoanalista indica: La niñez acaba antes por cuestiones como la doble escolaridad, las exigencias curriculares, la imposibilidad de jugar libremente y de relacionarse con el amigo íntimo, pues la cantidad de amigos en las redes sociales reemplaza la calidad emocional. Así mismo, se pierde parte de ese tiempo ocioso que permite navegar en el interior de la mente de cada uno y que es un espacio para pensar los pensamientos y sentir los sentimientos, antes de hacer o decir. Esa situación dificulta tolerar y procesar las emociones de tristeza, incertidumbre, hostilidad, entre otras y todo lo que les sucede es evacuado y vomitado inmediatamente. Y al ser vomitado, nunca será digerido.
En el libro “The Adolescent Society”, Coleman encuentra por investigación empírica, que el periodo de transición entre la niñez y la edad adulta se ha convertido en una pequeña subcultura de teen-agers cuyos intereses y actitudes están muy alejados del conocimiento del adulto. Por lo tanto, esta subcultura adolescente ha creado su propio lenguaje y su propio sistema, con grupos cerrados y estrechamente entretejidos. Lo anterior se observa claramente en la pregunta que me hicieron los alumnos “Sabe qué es snapchat”, dándome a entender la lejanía de “mundos” que perciben entre el de ellos y el mío.
Me parece que este planteamiento no necesariamente es un fenómeno actual sin embargo, la problemática radica en que cada vez los adultos se encuentran más inmersos en su propio mundo lleno de exigencias sociales, estrés económico y laboral, así como la adaptación a un mundo moderno, en el cual; en algunos casos, no se detienen a mirar al “otro – adolescente” y ambos crean un mundo paralelo que no es compartido. Como menciona Aberastury “el problema radica en una sociedad difícil, incomprensiva, hostil e inexorable”.
Lo anterior, dando la sensación al adolescente de tener que refugiarse en un mundo en donde buscan encontrar vínculos afectivos, ya que como menciona Peter Blos, existe una urgente necesidad de hacer cosas “por divertirse” para escapar de la soledad afectiva y a pesar de que en la adolescencia existe la búsqueda de estar a solas en un “espléndido aislamiento”, me resulta relevante destacar que en base a mi observación dicho aislamiento suele orillarlos a construir un mundo en las redes sociales, en el cual, se sientan “vistos” por el otro, esto con la esperanza de poder; en base a la aprobación y pertenencia, construir su propia identidad. Esto sin dejar a un lado que “la búsqueda de identidad es un largo proceso que ocupa gran parte de su energía y es la consecuencia de la pérdida de la identidad infantil que se produce cuando comienzan los cambios corporales. (Aberastury, 1980).
Como recomienda el autor Cané, los adolescentes necesitan de alguien que los acompañe a dilucidar y entender la complejidad del mundo en el que vivimos en lo más interno. Pero al no contar con “ese alguien” ya que se encuentra inmerso en su propios retos de vida, la psicóloga Nur Abdel- Masih, señala que hoy en día en algunos jóvenes están desdibujados los vínculos identitarios de sostén: familias, comunidades y grupos de pertenencia naturales por lo que se refugian en este mundo virtual y se difuminan en el mismo.
Coincido con el autor Rolf Muus cuando menciona que esta sociedad adolescente mantiene pocos hilos de comunicación y conexión con la sociedad adulta exterior.
Del mismo modo, al observar la interacción que los adolescentes tienen en internet y en especial con las redes, me parece importante mencionar que el autor Erikson considera que las relaciones amorosas tempranas e íntimas entre adolescentes son “el intento de hallarse a uno mismo a través de los ojos de otra persona” pero con ésta pérdida de la interacción con los pares de manera física y real, me parece que estos “ojos de otra persona”, se han convertido en “ojos, a través de la pantalla de otro”, que no necesariamente existe. Esto lo señalo ya que muchos de ellos crean diversos perfiles de Facebook falsos, lo que genera que puedan presentar confusión y difusión de la propia identidad.
Aberastury considera que el adolescente se presenta como varios personajes ante diferentes personas del mundo externo y que las fluctuaciones de identidad se experimentan también en los cambios bruscos de apariencia, en las notables variaciones producidas en pocas horas por el uso de diferentes vestimentas, alteraciones de su afectividad, comportamiento, etc. Frente a este planteamiento me detengo a señalar que considero que lo que ocurre actualmente es que estos personajes son presentados en diferentes perfiles y aislados del mundo externo, lo que puede traer como consecuencia una difusión de la identidad al ingresar al mundo real.
Por último retomaré el ejemplo que relaté al principio de este texto, basándome en la siguiente frase “Bueno pues básicamente todos tenemos un número con el cual somos identificados en snapchat”. Aquí se observa claramente la pérdida de la identidad como individuo que presenta cada integrante del “juego”, ya que renuncian a ser “Fátima, Fabiana, Natalia, Mariana, etc” y pasan a ser un número con el cual, se exponen, cosificándose por medio de la dinámica virtual y generando angustia y estados de despersonalización.
Me gustaría agregar que las redes sociales, pueden privar al adolecente de la importante experiencia que consiste en establecer su propia identidad. Lo cual hoy en día me resulta de suma importancia abordar ya que “si la identidad del yo no se restablece satisfactoriamente en esta etapa, existe el riesgo de que el papel que ha de desempeñar como individuo se le parezca difuso, cosa que pondría en peligro el desarrollo ulterior del yo. Cuando esto se basa en una profunda duda previa en torno a la propia identidad sexual, no son nada raros los incidentes delictuosos y psicóticos”. (Erikson, 1950). El riesgo aquí, puede ser que el adolescente ha aprendido únicamente a relacionarse en un espacio virtual con personas virtuales, sintiéndose abandonado e ignorado por figuras significativas reales y aislándose del mundo exterior.
Por lo que cuando la misma sociedad le exija al adolescente la convivencia en un mundo real, él no será capaz de contar con una integración total, adaptación social ni la intimidad del amor sexual y afectivo, por lo que no podrá establecer su identidad y necesitará como menciona el autor Stone, “muletas emocionales”.
Para concluir destacaré que considero relevante en el proceso analítico con adolescentes, explorar sobre cómo se desenvuelven en el mundo virtual y ahondar en los aspectos antes mencionados con respecto a las redes sociales y a la interacción que tiene en las distintas esferas de vida, la offline (mundo exterior-real) y la online (ciberespacio) ya que de esta manera; a través del tratamiento analítico, logren conectar su mundo interior con el mundo exterior.
Bibliografía

  • Aberastury, A., Knobel, M. (1980). La adolescencia normal. Buenos Aires: Editorial Paidós.
  • Blos, P. (1979). La transición adolescente. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Coleman, J.S. (1961). The Adolescent Society. New York: The Free Press of Glencoe.
  • Erikson, E.H. (1946). “The problem of ego identity”, Amer. J. Psychoanal. , vol., 4, págs. 56-121.
  • Erickson, E. H. (1977). Identidad, Juventus y crisis. Buenos Aires: Paidós.
  • Erickson, E. H. (1950). Childhood and Society. New York: W.W. Norton.
  • Erickson, E. H. (1959). “Identity and the Life Cycle: Selected Papers”, Psychological Issues Monograph Series. New York: W.W. Norton.
  • Freud, A. (1985) Psicoanálisis del Desarrollo del Niño y el Adolescente. Barcelona España: Paidós.
  • Stone, L. J. y Church, J. (1957). Childhood and Adolescence. New York: Random House.
  • Muus, R. E. (1995). Teorías de la adolescencia. México: Paidós.
  • Winicott, D.W. (1979). Escritos de pediatría y psicoanálisis. Realidad y juego. Barcelona: Gedisa.
  • Winicott, D.W. (1993). Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. Paidós

 
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