Regina Peón

“Necesitamos un padre que nos muestre el camino hacia un mundo de relaciones pensables” (J.D. Nasio)

Hace más de cien años nació una doctrina científica llamada psicoanálisis, la cuál busca explicar el funcionamiento de la psique. Así mismo, propone un sistema de curación con el fin de ayudar al individuo a aminorar su sufrimiento. 

Gracias al talento de Freud hoy existe la posibilidad de disminuir la angustia a través del método de la asociación libre y nos abre las puertas para poder comprender cómo funciona la relación entre los seres humanos y su ambiente. Como es sabido, el recién nacido inicia su vida con lo que le brindan sus padres, pero no nace con un yo, el yo del niño se va a formar a partir del yo del otro. Es decir, las experiencias del individuo van a depender de los progenitores y son las más tempranas, las definitivas para la formación del carácter. Cuando una vivencia temprana es hiperintensa va a dejar una huella, es decir, va a marcar el aparato psíquico, ya sea una vivencia hiperintensa de dolor o de satisfacción. Estas marcas crean contenidos psíquicos pero sin significado pues aún no se desarrolla el lenguaje, es más adelante en el encuentro con el azar cuando está evoca y hace nexo con la marca. En el proyecto de psicología, Freud explica cómo la intensidad de una vivencia se queda grabada en las neuronas y marca el aparato psíquico, pues la memoria es lo inconsciente. 

Con todo lo que implica su función, tanto empírica como sensorial, no cabe duda de que la madre es de vital importancia en el desarrollo del niño, sin embargo, la diferencia va a estar dada por el padre y es importante hablar sobre la figura paterna como un pilar fundamental en la participación de la crianza de los hijos desde las primeras etapas del desarrollo. En este trabajo pretendo centrarme en la influencia del padre en el desarrollo psicosexual de la niña y cómo esta relación puede afectar en sus futuras relaciones de pareja. Ya que considero que, para sentirse amada, poder tener una pareja, una familia y ser madre, necesita un padre que le haya enseñado a amar.  

De igual manera, busco explorar el concepto de idealización, pues considero que la díada padre-hija puede dar lugar a la creación del mecanismo de la idealización como una defensa hipertrofiada (es decir utilizado en demasía) ya que se juegan conflictos edípicos no resueltos tanto en el padre como en la hija, afectando así la genitalidad de esta. La idea de este trabajo surgió a raíz de mi interés por entender el motivo de consulta de pacientes mujeres que refieren no poder mantener una relación de pareja. Terminaré justificando con viñetas clínicas lo que he podido observar en mis pacientes. 

En un trabajo de investigación se obtuvo como resultado que el varón mexicano tiene idealizada a la mujer en lo que se refiere a sus funciones biológicas y su capacidad de procrear (Bueno, Gaitán 2013). La idealización al encubrir montantes importantes de agresión condiciona que el hombre se resista a aceptar los cambios de rol femeninos que implican una mayor individualidad de está. Las mujeres permiten que continúe esta modalidad de relación y en su calidad de “idealizadas” aceptan continuar con los mecanismos tradicionales aprendidos en la infancia. A pesar de los cambios sociales que se han logrado a través de movimientos feministas en cuanto al rol de la mujer sigue existiendo en las familias mexicanas una dinámica tradicional en la cuál la participación del padre sigue siendo limitada en las actividades familiares y en ocasiones permanece distante.

 Los hijos al no convivir con su padre no lo conocen pues éste pasa la mayor parte del tiempo trabajando, por lo que para los hijos se vuelve más una imagen fantaseada que una persona real. La madre, en su angustia de resolver el conflicto de sentirse devaluada ante los ojos de su marido por no poder cumplir las expectativas, desplaza la agresión que siente a su hija, transmitiendo el mensaje de que el padre a pesar de no estar presente es él quien posee todo lo bueno. Se culpa a ella misma de ser una mala madre pues lucha con la idea de ser la mamá perfecta y dar amor en todo momento situación que es imposible de alcanzar. Lo ideal sería que el padre al igual que la madre se muestre como objeto de amor, que sea capaz de amar y ser amado, de brindar aprobación, protección, guía y afecto. Así mismo, que sea un modelo de identificación por su admiración. 

Si solo se ve una imagen superficial del padre, no se logra integrar como un objeto total, se queda en la imaginación una percepción distorsionada de lo que es en realidad la figura paterna. Platón menciona en el banquete que sabemos muy poco sobre una cosa si nuestro conocimiento se limita a las sombras o a las imágenes de la cosa o, lo que, es más, a su apariencia superficial (Platón, 172 a- 223 d). En el desarrollo normal la niña idealiza a su padre sin embargo cuando hay una fijación en esta etapa del desarrollo la niña llega a la vida adulta sin haber superado la decepción de que el padre no es perfecto y lo engrandece quedándose ella imposibilitada de encontrar un hombre tan ideal como lo es el suyo. Al colocar en él padre todas las cualidades que existen, la hija se queda con una sensación de desvalimiento, de pequeñez. 

Si pensamos en la teoría de los primeros años de vida del niño, la relación que se desarrolla durante el primer año es de afecto y de confianza. Se busca lograr que el niño esté seguro de que el objeto va a satisfacer sus necesidades. Se desarrolla una relación de dependencia y el bebé se da cuenta que hay otro y así se siente seguro. Podemos pensar que esto es un trabajo realizado por la madre, no obstante, la misma teoría menciona que para poder ser sujeto, para devenir a la cultura, se necesita de un padre que imponga el límite. Green, menciona que no hay razón alguna para considerar que en este momento el padre no existe. En el segundo año el bebé se da cuenta de que existe otro y se comienza  a dar una siguiente forma de relación, se relaciona con la función paterna e integra el mundo externo. No creo que se deba de esperar a que el niño sea capaz de concebir a un tercero para que pueda ser influido por la presencia de fantasías referidas al padre en el pensamiento de la madre. El tercer elemento, el padre, es simbólico y es indispensable desde etapas pre edípicas para enviarle a la niña (o niño) un mensaje de seguridad o cómo diría Erickson, de confianza básica. En el Tercer año de vida, el Niño se identifica con el objeto, se da cuenta de que los objetos se relacionan entre ellos y que no solo lo hacen con él. Se entera de que puede ser excluido, de la prohibicion del incesto y tiene el reto de resolver el conflicto edípico. Es en esta etapa del desarrollo, la etapa fálica, en donde se crea el conflicto ya que no puede aceptar la falta, no puede asumirse derrotada ante la lucha edípica con la madre. 

La mujer soluciona el complejo de Edipo según Freud, identificándose con su madre principalmente, para poder ser como ella y poder encontrar un hombre como su papá. No obstante, la realidad es que se integran un buffet de identificaciones. Así, en lugar de identificarse con partes de su madre y también con partes de su padre como lo sería por ejemplo la capacidad de trabajar y producir, recurre al mecanismo de la idealización al padre con el fin de mantenerse en una posición infantil. Cuando el padre se mantiene distante no deja la oportunidad para que la niña compare entre el objeto real y el objeto fantaseado y su falta es vivida como un rechazo que destruye su autoestima. 

Ahora bien, me gustaría explicar lo que significa la idealización. Según el diccionario psicoanalítico, la idealización es un proceso psíquico en el cual se llevan a la perfección las cualidades y el valor del objeto. La identificación con el objeto idealizado contribuye a la formación y al enriquecimiento de las instancias llamadas ideales de la persona (yo ideal, ideal del yo). Para  Melanie Klein, la idealización como defensa, constituye las pulsiones destructoras, el pecho bueno es el que está dotado de todas las cualidades, mientras que el pecho malo contiene los rasgos persecutorios (Laplanche y Pontalis, 2004). Se puede decir entonces que la idealización implica agresión y destrucción y que la grandeza del objeto exige que uno se haga pequeñito, no debemos de olvidar que el destino de los ideales es llevar a cabo la más radical renuncia a lo pulsional, incluida la renuncia a las satisfacciones narcisistas.

Si se coloca en el otro todo lo grandioso, ¿con que se queda el yo? Dime cuanto te defiendes de algo y te diré cuánto es tu deseo. La hiperintensidad de la defensa, en este caso de la idealización, denota la hiperintensidad del deseo de la mujer de quedarse para siempre idealizando a un padre que en su mente es perfecto olvidándose de sus propias cualidades. 

Es de gran importancia mencionar que Freud recurrió a tres mitos para explicar la función del padre. Edipo, (1896), Tótem, (1913) y Moises (1930-33). 

En cuanto al mito de Edipo, a grandes rasgos,  consiste en eleiminar al objeto del mismo sexo para quedarse con el del sexo opuesto. En Tótem y Tabú Freud postula que el padre de la obra primitiva, es el padre totémico que devora a sus hijos es omnipotente, sin límites y sin prohibición. 

El padre devora al hijo en dos sentidos: 

  1. Porque hay una alienación en donde el yo del niño se forma a partir del yo de otro, el deseo siempre es del otro. 
  2. Este otro devorador del yo es el dolor, por medio de la proyección se pone afuera del yo lo amenazante. Es el dolor lo que amenaza al yo con ser devorado y aniquilado. Por proyección del dolor surge el fantasma sádico, que amenaza con el aniquilamiento.

Por último Moisés representa al padre como ley, tiene que ver con lo simbólico. 

Según Freud, se tiene que matar al padre en lo simbólico, es la castración el acto donde se da muerte a la omnipotencia psíquica, es un acto en donde se da muerte al todo posible, al estado de indiferenciación, para poder dar lugar a uno más; esa es la cultura. A lo que se refiere la castración es a aceptar la renuncia de algo de uno mismo para desarrollar la relación con el otro. 

A continuación, quiero presentarles dos viñetas clínicas, ambas pacientes son muy diferentes entre sí, sin embargo, son un claro ejemplo de la idealización del padre. 

 La primera paciente tiene 23 años. Llega a análisis después de haber terminado una relación, dijo estar muy preocupada, pues siente que se va a quedar sola para toda la vida. “Ya me vi, siendo viejita con 5 gatos”. Después de varios meses de haber iniciado el tratamiento, las sesiones comenzaron a girar en torno al gran amor que sentía por un profesor de la universidad. Un día me dijo: “Hay una parte mía realista que se que si se me lanza me dejaría de gustar, mejor que se quede en que es perfecto, yo se que lo tengo idealizado, pero hay otra parte de mi que piensa que me ama y que nos vamos a casar y tener hijos”. 

Esto es un claro ejemplo del desplazamiento de la idealización del padre hacia su profesor. De igual forma, existe ambivalencia entre por un lado llevar a cabo el acto de cometer el incesto, pero por el otro, la seguridad de que eso no puede ocurrir pues le dejaría de gustar. La mejor solución para lo inconsciente es dejar al padre en su lugar de perfección, pero está decisión claramente inconsciente trae consigo la consecuencia de que al tener el padre todo lo grandioso, ningún otro hombre podrá ser igual de perfecto que él, entonces si no se consigue por ningún lado un hombre así de ideal, entonces lo que pasa es que la paciente se tortura pensado que algo malo hay en ella. En palabras de la paciente: “es como si tuviera un hechizo imposible de romper, algo tengo, tal vez soy muy aburrida, tal vez soy tonta, no sé qué sea, pero es como si sintiera que los hombres me ven como poquita cosa”. 

Actualmente tiene novio pero duda de querer estar con él ya que este la rechaza, no llegó a su graduación ni a su fiesta de cumpleaños y a decir de la paciente esto demuestra que no la quiere. 

La segunda paciente, de 28 años, acude a tratamiento un mes antes de su boda. Refiere tener dudas si se debería de casar o no. Su futuro esposo fue su profesor en la universidad y es mayor que ella por 15 años. A decir de la paciente su pareja es de nivel socioeconómico muy bajo. Refiere sentirse culpable de que el dinero sea una de las principales razones de sus dudas. “Me siento muy culpable, yo estoy acostumbrada a tener un papá que me de todo, bueno, se que, aunque me case mi papá me va a seguir dando dinero, eso me mantiene tranquila”. La paciente decide casarse y abandona el tratamiento días después de su boda. Dos meses después, regresa sintiéndose frustrada, enojada y harta de su esposo. En una pelea, ella le reclama a él que él no sea como su padre, que no le de dinero suficiente para poder ir a comer con sus amigas a restaurantes caros, que no tenga dinero para comprarle un coche, etc. le pide el divorcio sintiéndose segura de que él jamás podrá satisfacer su necesidad tal y como lo hace su papá. El esposo le contesta diciéndole que se va a arrepentir que piense bien las cosas pues sabe que lo que le dice no es en realidad lo que ella quiere. En esta ocasión se reconciliaron y la paciente “dice” que desea que su relación de pareja funcione. 

Refiere sentirse como si fuera una niña chiquita caprichosa que sabe como manipular a los hombres para que terminen dándole lo que ella necesita. Su madre le dice que sea paciente, que le de amor a su esposo, que confíe en él pues es ese el papel que les corresponde a las mujeres. La paciente sufre porque siente que divorciarse es un fracaso y se siente sometida a un esposo que la devalúa, que no la valora y la agrede constantemente diciéndole que es una malcriada, consentida, insoportable, entre otras. La paciente pone el conflicto principal de su relación en el tema de que él no tiene dinero, sin embargo, el problema está en lo poco que él la valora. Desde mi punto de vista, se casó con él para no devaluar a su padre y mantenerlo idealizado, como el hombre perfecto. 

¿Qué es el amor? Para Freud es, por suerte, una locura breve. Seguro que lo es, sin embargo, el amor no es la única razón por la cuál decidimos estar o no con una pareja. Existen muchas otras cosas importantes a tomar en cuenta en la elección de pareja. Cuando le pregunto a mi paciente las razones por las cuales decidió elegir a él como pareja, responde: porque lo amo. 

Si una mujer sobreestima la figura paterna, reflejo de la idealización de que es objeto la propia niña por parte de su padre, engendra un circuito narcisista imperecedero y si el orgullo es la prima de la renuncia a cambio de ser “grande”, la búsqueda de la grandeza exige que uno se haga pequeñito. Desde mi punto de vista, cuando no se solucionan los conflictos edípicos tanto del padre como de la hija, la niña hace un pacto inconsciente en el cuál las emociones, la fidelidad infantil, el inconsciente no se equivoca y las fuerzas eróticas permanecen dirigidas hacia su padre y no puede admitir hombre alguno pues terminaría traicionando a través de la imaginación se elaboran fantasías primarias con un yo bueno y un otro persecutor. La realidad es desengaño, implica sufrimiento y dolor admitir que un padre está ausente, es por esto por lo que la hija crea en la fantasía una imagen distinta a lo que es su padre en realidad. Como dijo Winnicott, la mente crea y encuentra simultáneamente los objetos. 

Habiendo mencionado lo anterior me gustaría hacer referencia a la novela de Geijerstam citada por Avelino González: (1917), la cual menciona que no existe hombre maduro, que haya encontrado una solución no neurótica a sus propios conflictos edípicos y alcanzado una relación matrimonial satisfactoria para brindarle a su hija un amor desexualizado en etapas cruciales. Brindar a una niña amor sexualizado por parte del padre es una experiencia que dejará una marca en el aparato psíquico y en un futuro, la huella mnémica evocará y cobrará sentido lo más probable con el tipo de pareja que elija. Si las figuras paternas aúnan el mensaje de conductas seductoras, no le será posible desligar sus impulsos instintivos de estos (González, 1991). Debido a estos mensajes que la niña recibirá por parte de su padre, no le quedará otra solución que idealizarlo para mantenerse junto a él y así, buscará parejas que sean menos que el padre con el fin de mantener al padre idealizado y no devaluarlo. Sin embargo, dicha decisión (claramente inconsciente) trae consecuencias psíquicas pues la relación con su pareja siempre será de insatisfacción y se sentirá culpable. 

No es solamente aceptar la castración y aceptarnos como seres en falta, sino la forma en que el sujeto resuelve el conflicto de renunciar a partes de él mismo para relacionarse con alguien que también renunció a algo para formar la familia. La Salud Mental se alcanza cuando el individuo se entiende como uno más dentro del ambiente social cuando logra reconocerse que es simplemente un sujeto más y que no es ni más ni menos que el de al lado.  Esto es lo que tratamos de alcanzar en nuestra práctica clínica. Es muy complicado, sin embargo considero que nos toca a nosotros como analistas en formación escuchar de donde viene el sufrimiento para que a través de las asociaciones del paciente podamos explorar y después interpretar la agresión y el enojo que encubre la idealización. De igual manera, nos corresponde reinventar teorías psicoanalíticas contemporáneas que vayan más allá de la envidia de pene, del complejo de edipo, etc. términos que a mi modo de ver, debemos de aprender pues nos sirven como guía en el comportamiento de la psique humana pero en realidad nos dicen poco del funcionamiento de cada persona en específico, lo más importante es escuchar y entender lo que cada paciente necesita. En mi práctica clínica me he encontrado a muchas mujeres que sufren por no poder mantener relaciones de pareja adultas por lo que considero que en esta reinvención busquemos siempre la manera de brindar las herramientas para que los pacientes se conozcan y en la medida en la que entiendan su propia historia puedan asumirse como sujetos castrados, que no tienen que estar con una pareja perfecta ya que nadie, ni siquiera su propio padre al que tanto aman, es perfecto. 

Así mismo, propongo repensar la teoría psicoanalítica y salir del consultorio para transmitir nuestros conocimientos teóricos a los padres de familia para que a través de conferencias y pláticas psicoeducativas puedan acompañar a sus hijos en su desarrollo y eliminar los estigmas que tanto llevan impregnados en nuestra cultura para promover que también los padres son esenciales en la crianza de los hijos. 

“Porque alguien me escucha y quiere descubrir el enigma de mis malestares, estos malestares cobrarán un sentido en mi historia; tal vez así podrán desaparecer alguna vez…” (J.D. Nasio)

Bibliografía

  • Green, A. (1986). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Amorrortu editores. 
  • González A. (1980). El complejo de edipo en la niña. Gradiva no. 2 vol. 1 23-27.
  • Gaitán, A y Cobar, A. (Comp) (2011). Obras completas de Avelino González.  Padres e hijas: la importancia del “paternaje” en el desarrollo psicosexual en la niña. Págs 425-447. 
  • Radchik, A. (1990). De los estudios sobre la histeria al diagnóstico psicoanalítico contemporáneo. Gradiva vol. IV No. 1. 
  • González A. (1991). Imagos paternas en la elección de patología. Gradiva vol. V No. 1. 
  • Green, A. (1986). Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Amorrortu editores. 
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  • Radchik, A. (1990). De los estudios sobre la histeria al diagnóstico psicoanalítico contemporáneo. Gradiva vol. IV No. 1. 
  • González A. (1991). Imagos paternas en la elección de patología. Gradiva vol. V No. 1.