skin-5-1486886Por: Rocío Valencia
La obra de Didier Anzieu a diferencia de Melanie Klein, quién deja fuera toda experiencia corporal en su teoría, pone énfasis en la piel tanto del orden de lo orgánico como de lo imaginario. Primacía la piel sobre cualquier otro sistema perceptual del organismo por su estructura y sus funciones, señala que la piel es el órgano perceptual más vital del organismo ya que podemos vivir ciegos, sordos, privados de gusto e incluso del olfato, pero sin la mayor parte de la piel no nos sería posible sobrevivir.
Anzieu conceptualiza a la piel como un sistema de protección de la individualidad, de separación con el mundo, de intermediario, de transicionalidad; e Incluso considera que la incorporación del objeto a través de la piel es previo a la incorporación del objeto a través de la boca, ya que la boca sirve tanto para tocar los objetos -en un primer momento el pecho de la madre-, así como para la incorporación del alimento, contribuyendo ambas funciones al sentido de identidad e individualidad del sujeto, en éste sentido la piel va más allá puesto que no se limita únicamente a la cavidad bucal.
El niño adquiere la percepción de su piel a través de las experiencias táctiles con el cuerpo de su madre, experiencias que van constituyendo a la formación de una frontera, un límite entre lo interno y lo externo dentro del marco de una relación aseguradora de apego con ella, forjando una confianza básica que le garantice la integridad de su envoltura corporal.
 
La construcción de una imagen de la piel como superficie, membrana, envoltura, caparazón, armadura, evoca a la imagen de un saco que contiene y retiene en su interior lo bueno y lo pleno de la lactancia, de los cuidados maternos, del baño, de las palabras cálidas que se van acumulado en él; es un continente de los contenidos psíquicos a partir de su experiencia con el cuerpo. Además, también se presenta como una barrera que protege de las agresiones que provienen de los demás seres y objetos. Por tanto, la piel es un lugar y un medio primario de comunicación con el otro, de establecimiento de relaciones significantes, es una superficie de inscripción de las huellas que estos dejan.
 
El contacto corporal entre la madre y el bebé es un factor crucial tanto para el desarrollo afectivo, como cognitivo y social para todo ser humano, y es independiente de la alimentación. La teoría del apego de J. Bowlby, reforzada por las investigaciones de H. Harlow; la etapa de la simbiosis de Margaret Malher, el holding y el handling de Winnicott, el concepto sobre la depresión anaclítica de René Spitz, sólo por mencionar algunos, subrayan la importancia de estos primeros contactos. Spitz y Balint por ejemplo, evocan la idea de cavidad externa y señalan que éstas actividades de contacto y succión conducen progresivamente a la diferenciación de lo animado e inanimado, del adentro y del afuera, de un volumen que le aportan las experiencias de un continente. Un continente psíquico tal y como lo conceptualiza Bion.
 
Para Anzieu (1985) la piel representa ésta primera forma de unión fusional con la madre, en la cual ambos comparten la misma piel que los envuelve en una unidad. Señala que en un primer momento el psiquismo del recién nacido niega el nacimiento, por lo que prevalece una fantasía intrauterina expresada por su deseo del retorno al seno materno -del narcisismo primario-. En éste primer momento la piel pertenece tanto al niño como a la madre, aunque presupone una asimetría que anuncia su futura separación y el acceso del niño a la autonomía. Si se desarrolla una envoltura externa adecuada mediante un maternaje que se ajuste a las necesidades del bebé, dejando un espacio disponible al desarrollo de una envoltura interna en la superficie del cuerpo del bebé, entonces se podrá producir una separación adecuada, confirmando la individualidad del bebé. De otra forma, se producirán fallas y la separación se vivirá como un desgarramiento de una piel común, básicamente sobre la vertiente narcisista.
 
Las envolturas autísticas por ejemplo, se producen debido a la fijación de la fantasía intrauterina y el fracaso del acceso a la “fantasía” de una piel común, por lo que el yo se protege con una envoltura autística y se retira dentro de un sistema cerrado, como un caparazón o cascarón de un huevo que no se abre. En cambio, el reconocimiento de que cada uno tiene su propia piel y su propio yo, y si las angustias llegan a ser dominadas, el niño adquiere un yo-piel que le es propio y se convierte en una envoltura psíquica continente de los contenidos psíquicos, es decir de un aparato para pensar los pensamientos tal y como lo conceptualiza Bion; un entorno maternante que se convierte en el mundo interior de los pensamientos, de las imágenes y de los afectos.
 
El concepto del yo piel es una metáfora, donde Anzieu hace una homología entre la función de la piel y todo el aparato psíquico, menciona que así como la piel cumple una función de sostenimiento, de continente del esqueleto y de los músculos, el yo-piel cumple la función del mantenimiento del psiquismo. En términos de Winnicott la función psíquica se desarrolla por la interiorización del holding materno, es decir, la forma en la que la madre sostiene el cuerpo del bebé y la función de continente del yo-piel se obtiene por el handling materno, es decir por las sensaciones que se despiertan por los cuidados que le procura la madre a su hijo. Es importante enfatizar que el yo-piel solamente es continente si tiene pulsiones que contener.
 
El yo-piel se ofrece entonces como receptáculo para ser depositario de las sensaciones-imágenes-afectos del bebé, neutralizadas y conservadas. Y como continente responde a la ensoñación materna, a la identificación proyectiva, al ejercicio de la función alfa que elabora, transforma y restituye al interesado sus sensaciones-imágenes-afectos ya representables de un entorno maternante, que se convierten en el mundo interior de los pensamientos, las imágenes y los afectos (Anzieu, 1985).
De acuerdo con ésta teoría, las patologías se derivan del trastorno en la relación continente-contenido. Por ejemplo, si la envoltura externa se adhiere demasiado a la piel del niño, el niño es ahogado e invadido por los yo del entorno, en cambio si la envoltura externa es demasiado laxa, el yo carece de consistencia; de esta manera la sobrecarga o carencia del maternaje contribuyen a las deficiencias de la formación de estas envolturas psíquicas. En el caso de la despersonalización por ejemplo, la envoltura externa está ligada a la imagen de una envoltura porosa –el yo-piel colador-, donde la angustia -primaria según Bion- se produce por el temor de tener un interior que se vacía; en éste caso prevalece la sensación de un derrame de la sustancia vital por los agujeros, la angustia no es de fragmentación sino de vaciamiento, la cual es bastante bien metaforizada por algunos pacientes que se describen como un huevo con la cáscara agujereada vaciándose de sus contenidos. Este tipo de individuos presentan serias dificultades para conservar pensamientos y recuerdos.
 
VIÑETA CLÍNICA 
A continuación bosquejaré la función del yo-piel y el yo-colador de Didier Anzieu en el caso de una mujer de 30 años con una organización fronteriza de la personalidad a nivel psicótico.
La paciente se presentó a consulta con profundos sentimientos de vacío, se mostraba espectadora de su propia vida, escindida, ajena ante una realidad dolorosa. Me llamó considerablemente la atención la discrepancia entre su apariencia física de una mujer alta, robusta, fuerte, de facciones gruesas, con un vestir varonil en contraste con su voz chillante y aniñada que relataba su trágica historia. Fue entonces cuando comenzó a narrar “tal cual como sí se tratara de un cuento infantil, comenzando el día en que nació”. Habló de que habían sido víctimas de abuso sexual su hermano y ella por parte de un tío materno, cuando ella apenas contaba con 5 años de edad, seguido a decir de ella, por el abuso sexual por parte de su hermano durante 8 años más, quien era 5 años mayor.
También habló de lo triste, enojada y sola que se sentía, ya que recientemente había terminado su relación de pareja, su novia se había dado cuenta de la infidelidad de la paciente, motivo por el cual decidió dar por terminada la relación. Finalmente, platicó de la tristeza y la envidia que le producía el ver que su hermano si había podido tener una familia y ella no.
El padre de la paciente los abandonó cuando ella apenas contaba con 2 años de edad, por lo que no tiene ningún recuerdo de éste durante la infancia, debido a esto la madre tuvo que trabajar como empleada doméstica la mayor parte del tiempo, dejaba a sus hijos encerrados en el cuarto donde vivían, sin baño y con pequeña estufa: vivían en condiciones muy precarias dormían todos juntos en la misma cama y la paciente en medio de ambos hasta los 13 años. Su madre era una mujer de pueblo con tradiciones muy arraigadas, trabajadora, enérgica, fría, golpeadora, impulsiva, ausente e incapaz de dar una caricia, un abrazo o un beso a sus hijos. La paciente la describía como una madre sobreprotectora, los encerraba para que estuvieran “seguros”, iba por ellos a la escuela, a la cual por cierto llegaba hasta 1 hora y media tarde, les daba de comer y regresaba al trabajo. Mencionó que fue amamantada hasta el año de edad; que de pequeña fue una niña enfermiza, frecuentemente padecía de infecciones en vías respiratorias e incluso estuvo a punto de morir a los 2 o 4 años de edad de bronquitis, motivo por el cual la madre la llenaba de vitaminas y jarabes.
La sobreprotección de la madre evidentemente encubría la agresión hacia la paciente, la asfixiaba con vitaminas y jarabes, iba tarde por ella a la escuela dejándola hasta hora y media esperándola en la calle, a merced de cualquiera, pero eso sí, la encerraba en el cuarto con su hermano para que estuvieran seguros de que nada malo les pasara, e incluso en una ocasión estuvieron a punto de perder la vida quemados cuando se presentó un incendio en la vecindad en la que vivían y tuvieron que salir por una ventana con ayuda de los bomberos.
La paciente se sentía profundamente apegada a su madre, decía que no le importaba lo que ella dijera o hiciera, que ella siempre la iba a querer mucho y nunca la iba a dejar, incluso iba a verla a diario aunque frecuentemente se sentía rechazada por ésta, recordó que de pequeña en una ocasión su madre le dijo “ojalá que te mueras”, debido a que la paciente no encontraba sus calcetas para irse a la escuela.
La madre se presenta como una figura escindida, una figura de dependencia y terriblemente hostil. Una madre con grandes deficiencias para poder contener los afectos y angustias de la paciente, se mostraba hostil e incluso expresó sus fantasías filicidas, era incapaz de proporcionar un maternaje suficientemente bueno, donde los afectos estuvieran neutralizados para su futura metabolización en contenidos beta. Situación por la cual no se pudo desarrollar un yo-piel continente, como del que hablaba Anzieu; éstas fallas denotaban la presencia de un yo-piel colador; en donde el contenido mal contenido, se convierte en continente que continente mal, una superficie porosa incapaz de contener. Dicha dificultad para contener los afectos primarios demasiado violentos (desamparo, terror, odio) se convierten en un lugar vacío, generando grandes cargas angustia por este vacío interior, motivo por el cual acude la paciente a consulta.
Anzieu describía la fantasía masoquista de la madre cruel, en la cual la madre únicamente hace el simulacro de dar su piel al niño, como si fuera un regalo envenenado y cuya intención consistiera en recuperar el yo-piel singular del niño, arrancándoselo dolorosamente para restablecer la fantasía de una piel común con él, con la dependencia que esto implica, con el amor reencontrado a costa de la independencia perdida y como contrapartida de las heridas psíquicas que se han conferido (Anzieu, D. 1985). Pero dicha herida no se limita a la periferia, es la estructura del conjunto del Yo-piel la que se encuentra alterada, produciendo trastornos en la distinción entre lo que viene del mundo interno y lo que viene del mundo externo, de ahí que la paciente se presente como una espectadora desinteresada por su propia vida, pero con la realidad suficiente para no convertirse en psicótica.
Por otro lado, el contacto físico al que estaba expuesta la paciente al momento de dormir todos juntos, al ser bañada por su madre hasta los 11 años, produjo una fuerte erotización de su piel hasta tal punto, que no pudo contenerse más y terminó por desbordarse en una excitación sexual con su hermano, situación que aún no estaba en condiciones de comprender, ni de satisfacer. Anzieu mencionaba que la prohibición de tocar zonas sensibles al placer, contribuye al establecimiento de una frontera entre el yo y el ello, protegiendo al niño contra la desmesura de la excitación y el desencadenamiento de la pulsión; así mismo la formación de la frontera entre el yo y el superyó, protege con la prohibición al incesto. En el caso de la paciente éstos límites no estaban bien definidos debido a la falla en la formación del yo-piel, del yo-no yo, de lo interno y lo externo, por lo que fueron transgredidos produciendo la patología.
Otra vía en la que se producía el contacto físico era a través de los golpes, tanto de su hermano como de su madre, quién la golpeaba con la mano o con lo primero que tuviera a su alcance, un cable, un fuete, un gancho, etc. Los golpes que recibía, el dolor que le producían de alguna manera contribuían a la formación de un límite, de una frontera, de una diferenciación con el cuerpo del otro aunque de una forma trastornada. Se presentaba una erotización de su piel de una forma masoquista a través del dolor, la cual tenían una doble función, el placer mismo que le producían y el recibir el castigo por sus deseos de fusiónales con su madre y el incesto consumado con su hermano. Podemos entender entonces que su piel fungía como receptáculo de una excitación sexual que se desbordaba, una excitación sexual que no le era posible contener. Durante el tratamiento tuvo un sueño en el que estaba teniendo un encuentro sexual con una chica, durante el sueño le acariciaba la entrepierna a la chica cuando en realidad le estaba acariciando la pierna a su madre, al momento despierta y quita la mano de la pierna a su madre con gran ansiedad.
La paciente sólo conocía dos formas de acercamiento con los demás, a través de contacto físico y los frotamientos que se daban al momento de dormir, las relaciones sexuales con su hermano y los baños que le procuraba su madre y por los golpes que le daban ambos. Situación que le generó una gran confusión entre lo libidinal y lo genital, el placer y el dolor.
La paciente siempre fue una niña solitaria, sin amigos, introvertida, tímida y retraída. Vivía sola desde los 18 años, trabajaba como vendedora ambulante y daba clases de regularización a niños de primaria, no fue hasta los 29 años que tomó un taller de metales, cuando descubrió la gran creatividad y facilidad que tenía en el manejo de éstos, incluso ganó el premio nacional de artesanías.
Desde entonces ha realizado numerosas esculturas de metal, a través de las cuales muestra sus contenidos psíquicos, sus carencias, sus deseos, sus miedos. A través del hierro forjado, láminas y alambres retorcidos re-crea su mundo interno, elaborando, reconstruyendo y dando vida a sus deseos. Sus obras son el medio a través del cual halla un renovado contacto con el mundo de los objetos, su camino de regreso a la realidad.
Pero la elección del material no es fortuito, el metal un material que se caracteriza por su frialdad, resistencia, maleabilidad, ductilidad y capacidad de conducción. Propiedades que muestran su mundo interno y la forma de relacionarse con los demás; su dificultad y su incapacidad para vincularse con el otro y tener intimidad.
La creación de una escultura de metal requiere de un largo proceso creativo, primero la representación mental de la escultura a realizar, posteriormente la elección del material (varillas, láminas, alambres, clavos, etc.), seguido de numerosos cortes, de la exposición al fuego, el amartillado, el enfriamiento, el ensamblaje, la soldadura y finalmente el acabado y pulido de la pieza. El relacionarse con el metal le resultaba más fácil a la paciente que relacionarse con las personas, le genera menos angustia ya que de alguna forma la mantiene distante de los demás, inmersa en un trabajo duro y solitario.
El manejo de los metales, requiere de altas temperaturas para hacerlo maleable, flexible y poderle dar una forma. En la historia de la paciente las altas temperaturas, el fuego se vinculan directamente con la excitación sexual que teñía la relación con su hermano, así como su consumación con el incesto. Entre las esculturas que hacía, unas de sus favoritas era “su bebé” como ella lo llamaba, una cabeza de metal de un bebé reproducida con medidas exactas de un recién nacido; unas chambritas y zapatitos de bebé tejidos con alambre. La cabeza del bebé manifestaba su deseo de ser madre, siendo el bebé el producto de la relación incestuosa con su hermano; pero a la vez “su bebé” también la representaba a ella misma.
La escultura del bebé muestra de una forma talentosa, creativa, bella pero también grotesca la representación del yo-piel de Anzieu, en ella se percibe de forma clara la falta de límites y la incertidumbre sobre las fronteras, las fallas en la construcción de su yo-piel. La cabeza se encuentra dividida en cuatro partes, las cuales muestran cuatro planos diferentes, en el primer cuarto se muestra plácidamente la carita de un bebé durmiendo, en el siguiente cuarto se produce un desgarre de la piel del bebé por lo que se percibe solamente la musculatura y los tendones de esa parte de la cara; en otro cuarto más, está representado únicamente por las venas y las arterias y finalmente, en el último solo se puede apreciar el cráneo del bebé.
La escultura del bebé nos conduce al mundo interno de la paciente, de una figura inacabada, que muestra a eros con la imagen del bebé plácidamente dormido y tánatos representado por el cráneo del bebé, ambos mezclados en la configuración de un nuevo ser. Su escultura la conecta con lo creativo de la vida pero también con sus angustias de muerte. La construcción de las chambritas de metal, pesadas, frías y llenas de hoyos también muestran las fallas el maternaje para la construcción del yo-piel de la paciente, la falta de cariño, calor y calidez que nunca recibió. Su envoltura psíquica presenta deficiencias, que se encuentra llena de agujeros por lo que se muestra incapaz de contener los contenidos, reproduce el yo-piel colador de Anzieu.
Finalmente, las fallas de la función de continente del yo-piel, donde no se tienen límites claros y no está delimitada la frontera entre el adentro y el afuera, son materializados por las innumerables cicatrices de quemaduras y cortadas producidas por el manejo del metal en la piel de la paciente. La función de continente se restablece por la instauración repetitiva de una envoltura de sufrimiento con raíces profundas en el maltrato y los golpes que recibía tanto de parte de su madre y su hermano.
 
 
Bibliografía

  • Didier, Anzieu, (1985). El yo-piel. Biblioteca nueva, Madrid, España.
  • Didier, Anzieu, (1995). EL PENSAR, del yo-piel al yo-pensante. Biblioteca nueva, Madrid, España.
  • Anzieu, G. Haag, S. Tisseron, G. Lavallée, M. Boubli, J. Lassegue. (1998). Los continentes del pensamiento. Ediciones de la flor, Buenos Aires, Argentina, Págs. 29-61.

 
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