La curiosidad y su relación con lo enigmático: alusión a un caso clínico.
Autora: Amapola Garduño.
La curiosidad es una cualidad intrínseca del ser humano. La avidez de conocimiento, la búsqueda de la verdad y el afán por apoderarnos de lo desconocido son cualidades que nos constituyen como criaturas pensantes. Nuestra curiosidad resulta inagotable puesto que nuestro apetito de saber nunca se encuentra del todo satisfecho, ya que lo enigmático y lo desconocido se nos presentan como realidades ineluctables.
Freud aludió a diferentes manifestaciones de la pulsión sexual en una de sus obras más importantes: “Tres ensayos sobre una teoría sexual”, escrita en 1905. Mencionó la pulsión de tocar, la pulsión canibalística, la pulsión de saber, la pulsión de la crueldad, la pulsión de exhibir, la pulsión de oler y la pulsión de ver; todo este conjunto de pulsiones se encuentran dentro de lo que el fundador del psicoanálisis denominó como “pulsiones de apoderamiento”. De acuerdo con Larrauri G. (2017), “el apoderamiento es la fuente de la llamada pulsión de saber, ya que saber es una forma de apoderamiento en donde se reúnen y entran en acción diferentes tipos de pulsiones” (pp. 25).
Sabemos que dentro del espectro del saber nunca obtenemos lo suficiente, lo que nos hace estar habitados de manera insoslayable por un malestar pulsional permanente. De igual forma, es posible que aquellos enigmas que reinan nuestro pensamiento descansen sobre la veta de lo prohibido; como si existiera dentro de nuestro enorme deseo de saber un intrínseco temor o como si hubiera algo en el mundo externo que debiera forzosamente mantenerse fuera de nuestro alcance, ya que apoderarnos de aquello resultaría una acción violenta y transgresora.
La curiosidad se encuentra con numerosos obstáculos; ya he dicho que por una parte anhelamos conocer, sin embargo, tememos apoderarnos de lo ominoso, aunque la posibilidad de aprehenderlo nos resulte fascinante. Un exceso de curiosidad resulta peligroso, por lo tanto, muchas veces el límite de nuestro pensamiento es fundado por la prohibición: siempre hay algo que no se debe conocer.
A modo de ejemplificar lo propuesto en este trabajo, expondré fragmentos de una sesión de psicoterapia psicoanalítica de mi paciente más joven: Leonel, quien actualmente tiene seis años de edad. Se observará cómo Leonel se encuentra invadido por múltiples cuestionamientos, concernientes sobre todo al nacimiento u origen de los niños y el papel que tienen los padres en las relaciones sexuales. Considero que mi pequeño paciente constantemente se enfrenta con lo enigmático, es decir, con aquel conocimiento que teme saber. Infiero que dichas dudas frustran a mi pequeño paciente, ya que en su deseo por apoderarse de lo prohibido sabe que existen algunas verdades cuya posesión atañe únicamente a sus padres.
SESIÓN ANALÍTICA:
L: ¡Hola!
A: ¡Hola Leo! pasa..
L: Te presento a mis juguetes de hoy: el es Max Steel, pantera negra, Goofy y este es un proyector muy padre. Te quiero enseñar algo, apaguemos la luz…
(proyecta sobre la pared la imagen de un carrito, me enseña cómo se hace grande y pequeño) A: ¡Woow! Que padre Leo.
L: Vamos a ponerlos a todos aquí, nos van a observar mientras jugamos, ya que Goofy es experto en caracoles. Hoy vamos a dibujar: ¡haremos el libro de los caracoles! Tú me ayudarás a escribir, porque yo aún no sé bien.
– Mira cuántos ojos, les vamos a dibujar pestañas, los ojos ven para muchos lados. (1, 2, 3, 4, 5, 6) son seis ojos y observan por detrás del telón.
A: ¿Qué verán esos ojos?
L: ¡Fuera de mi camino! ¡No lo podemos ver! Slopon y Ofórsago nos detienen. Nosotros miramos… ¡Fuera! ¡Fuera! ¡Ahhhhh!
A: El que mira lo dibujaste como un cerdo.
L. Sí.
A: Parece que Leo se siente sucio cuando observa lo prohibido.
L: Detrás del telón hay dientes… un diente normal y un colmillo, diente normal, colmillo, diente normal, colmillo… todos tienen braquets.
A: Oh! Entonces estamos viendo a mamá. Mamá tiene braquets.
L: Si, mi mamá tiene braquets.
A: Estamos mirando dentro de la boca de mamá para meternos y descubrir qué hay.
L: Aquí estamos los dos mirando, pero hay que taparnos para que no vean que somos nosotros. Amapola se convirtió en robot y allá está el monstruo de los tentáculos.
A: Mamá y papá están juntos y nosotros los observamos.
L: ¡El monstruo con dientes! Está viendo a Amapola y a Leo, Leo está desnudo.
A: Leo quiere ver a mamá desnuda, está desnudo con la mamá, pero el monstruo no lo deja.
L: Aquí Coco está viendo todo. Empieza el libro, este se llamará: “Los caracoles” ¡Acción!
L: Esto no debía ser visto señor con bigote. ¡Mal, muy mal! Mira te voy a enseñar. Esto no es prohibido (dibuja el letrero de estacionarse), esto si es prohibido (dibuja el letrero de no estacionare).
A: Me vas a enseñar lo que se puede ver y lo que no se puede ver.
L: Esto no: hace un garabato y lo tacha. Te enseñaré las palabras que ya se escribir: León, Leo, Coco. ¿Puedes escribir tu nombre?
(lo hago)
L: Ahora vamos a observar al caracol. Este caracol es hembra.
(nos dibuja sentados observando al caracol). El caracol se llama Estocolmo jajajajajaja
L: Te voy a enseñar el mecanismo del caracol. Tiene muchos bebés adentro, pero adivina que más jajajajaja tiene popó y gas, también aquí aparece una bacteria. Por este orificio salen los bebés y las popós.
A: Son bebés de caca. ¿Qué más encontraremos dentro del caracol? ¡Ha de haber muchas cosas más!
L: Yo te lo voy a enseñar.
A: Pero creo que Leo siente que va a ser castigado por ver cosas prohibidas.
L: Este es el caracol Fargátoro, por favor ayúdame a escribir, recuerda que aún no sé.
- Aquí está toda la caca afuera, con moscas y huele muy feo.
- En este caracol hay muchas cacas, bacterias y gases, aquí no podemos entrar.
- ¡Entendiste Max Steel: ¡fuera de aquí! ¡te vas a quedar encerrado en el cajón por echarme tus pedos! ¡Aquí te voy a encerrar, mientras yo juego con Amapola!
A: ¡Claro! Max Steel se siente ahora furioso como Leo, cuando sus papás lo dejan fuera. Max Steel se quedó allá encerrado y como está enojado, nos avienta sus pedos y sus cacas. Max Steel es Leo castigado.
L: Siguiente hoja.
- Este es el caracol “come humanos”. Tiene muchos bebés adentro, también un tesoro. Es un caracol hembra. Aquí no hay caca.
A: Es como el cuerpo de mamá, creemos que está lleno de bebés. ¿Por qué come- humanos?
L: No lo sé, solamente se llama así.
A: A lo mejor piensas que lo que se comió Mamá se convirtió en bebés.
L: No, los bebés aparecen en la panza de las mamás, no se los comen. Cuando les abren la panza sale el bebé.
A: Lo que no entiendes es cómo llegó el bebé a la panza de mamá.
L: Vamos a seguir viendo.
- Este caracol también es hembra. Por este ojo salen los bebés y por acá abajo sale la pipí. Tiene tres pestañas porque es mujer.
A: Ese ojo es la vagina de la mamá caracol. Parece que mira con la vagina.
L: Tiene un diente filoso acá abajo pero no sabe cómo usarlo. Te voy a explicar varias cosas y necesito que pongas atención. Este es su aparato digestivo, hay caca, gases y también bebés. De este lado están los bebés hembra y del otro están los machos. Por aquí deben de salir los bebés (hace un hoyo negro). Por acá debe salir la caca. Acá hay más gases y moscas. Esos bebés ya quieren nacer.
A: Genial, ya separaste los bebés de la caca. Descubriste que hay dos orificios, por uno sale la caca y por el otro salen los bebés.
L: Van a nacer por el ojo- vagina. También por ese hoyo negro que no sé que sea. Continuemos.
A: A quien no encuentro por ningún lado es a papá. ¿Hay caracol macho?
L: Si, ahorita vamos a llegar a eso, debes de ser paciente.
L: El caracol Pedorrón guarda a los bebés y los protege de su popó. Todos esos bebés son machos y más adentro están las hembras. También le gusta que le digan el Himalaya. Siguiente.
A: ¿Entonces el Pedorrón es papá?
L: Si, te voy a explicar más cosas interesantes. Esta hembra tiene bebés sin popó. Por acá sale la pipí. Por el tracto intestinal salen los bebés pero sin popó. Este es un pedazo de caracol macho.
A: Es el pene del caracol.
L: Si, es el pene del caracol y a lado está el caracol hembra.
A: Entonces ya me estás explicando cómo se hacen los caracoles bebés. L: Los bebés llegan a la panza de la mamá.
L: Llegamos al macho. Este caracol tiene un pene en su interior, arriba están los ojos con pelos, digo, pestañas.
A: Mamá y papá están juntos, el pene se encuentra dentro de la mamá caracol.
L: Así es.
A: Eso es lo que tanto quiere ver Leo. Pero también siente que será castigado por eso, entonces encerramos a Max Steel.
L: ¡Max Steel pedorro, no te voy a sacar hasta que acabe la sesión con Amapola, ¿entendiste?!
L: Aquí apenas se van a formar unos bebés, pero aún son células. Este caracol es muy grande, mide 300 por 200. Ahora te voy a dictar los pasos de todo el proceso que revisamos hoy.
A: Ok, maestro.
L:
- Entra forcelana.
- Se convierte en firselana a través del proceso digestivo
- Se convierte en forzolana, esto es, lo que hace pipí, es una pipí que hace que el caracol no se enferme. La forzolana no se puede romper.
- Siguiente.
L: Como verás este caracol es macho. Tiene pocas popós, un pecho, mucha agua que no se puede romper, es gigante y no come humanos.
A: Es el pene del caracol macho.
L: Medirá 150.
Llegamos al final. Este caracol tiene muchos pechos con los que alimenta a los bebés. Aquí adentro están los ninjas, recuerda que yo soy un ninja. De este lado está la caca mala y del otro está la pipí que es buena para los ninjas. Este caracol es una hembra silvestre. Conoce a este otro caracol y tienen bebés, creo que tienen 19 bebés.
A: Son como papá y mamá, tu sientes que cuando se combinan pueden tener muchos bebés buenos, pero cuando se combinan y se pelean sale mucha caca.
L: No, la caca entra.
A: Claro, como cuando se pelearon caracol y puerco espín afuera del consultorio, lo que hicimos fue aventar figuras de fomi que eran cacas.
L: Si me acuerdo…
A: Continuamos con la historia la próxima sesión.
L: OK.
Espero que este fragmento de una sesión analítica esclarezca algunas de las propuestas de mi trabajo. Este escrito trata sobre la tendencia curiosa del ser humano, pero sobre todo versa sobre aquel conocimiento oculto y de difícil acceso. Quizá dicha parte desconocida y el deseo por descubrirla movilice nuestra capacidad de pensar y promueva la creatividad, sin embargo, al mismo tiempo, considero que la parte inasible del conocimiento numerosas veces mantiene el tinte de lo ilícito y, por lo tanto, apoderarse de dicho conocimiento oculto tiene como consecuencia un inminente castigo.
Propongo que el lector piense a mi paciente como un pequeño investigador, ávido de conocimiento, quien constantemente se ve frustrado al toparse con enigmas para él irresolubles y quien, como muchos investigadores, en ocasiones se ve obligado a renunciar a una parte del saber, entendiendo que existen ciertas fracciones del conocimiento que le resultan prohibidas, ya que pertenecen de manera exclusiva a sus padres y aunque múltiples dudas merodean su pensamiento, la amenaza ante la posesión de lo prohibido es tan grande que la opción en algunas ocasiones consiste en renunciar a una parte del saber.
A través de la sesión analítica antes expuesta, se puede observar que la pulsión de saber en Leonel se encuentra vivamente manifiesta. A mi pequeño paciente le intriga en demasía conocer que es lo que contiene el interior del cuerpo de su madre, ya que el nacimiento de los niños es algo que en estos momentos ocupa mucho su pensamiento. Por otra parte, infiero que mi paciente anhela ver a su madre desnuda y conocer los misterios de su sexo, lo cual lo hace enfrentarse con un conocimiento ominoso y al mismo tiempo fascinante, que lo aterra y lo excita al mismo tiempo.
Es interesante la equiparación que mi paciente realiza del objeto parcial ojo con el objeto parcial vagina, en su fantasía la vagina de la madre es penetradora y al mismo tiempo puede ser penetrada. Leonel anhela apoderarse de los misterios de la vagina de su madre pero teme que debido a esa acción transgresora pueda ser castrado por la madre misma o por sus figuras superyoicas, lo cual no solamente equivale en su fantasía a la pérdida de su pene, sino también a un tipo de castración epistémica.
Con relación a lo anterior, es importante señalar lo mencionado por Larrauri G. (2017), quien destaca que la pulsión de saber es extraída de la pulsión de ver. Concuerdo con el autor y lo ratifico en el caso de mi paciente, ya que podemos pensar que Leonel anhela ver el coito entre los padres, lo cual es expresado vivamente en la actividad lúdica. Entonces, la pulsión de ver precede o es intrínseca a la pulsión de saber, lo cual se relaciona con lo señalado por Freud (1908): “la curiosidad sexual y el apetito por saber se encuentran íntimamente relacionados”.
No obstante, como lo mencioné anteriormente, el ánimo por conocer se enfrenta con amenazas y prohibiciones, obstaculizando la actividad curiosa. Ver la escena primaria de los padres para Leonel es un acto transgresor, lo cual lo convierte en su fantasía en un criminal que amerita ser castigado, con lo cual se observa claramente la actividad del Superyó. Recordemos cómo Leonel castigó al personaje Max Steel encerrándolo en un cajón cuando se le interpretó su deseo de observar el coito entre los padres; ya que la escena primaria se presenta como algo oculto e invisible ante la mirada de Leonel.
Por otra parte, como se observó en la sesión anteriormente presentada, el pequeño realiza diversas hipótesis sobre lo que contiene el cuerpo de su madre figurado como “el caracol”. Sabe que en el interior de dicho cuerpo, tal y como lo expuso Melanie Klein, existen muchos objetos buenos y deseados como los pechos nutricios, los penes buenos, bebés y otros tesoros, de los que mi paciente desea apoderarse.
Sin embargo, Leonel supone que dentro de ese cuerpo misterioso también habitan heces, gases, bacterias, orina venenosa, etcétera; es decir, objetos malos que, en su fantasía, lo pueden atacar como consecuencia de la investigación simbólica del interior del cuerpo materno, es decir, la actividad de la pulsión epistemofílica de la que nos habló Melanie Klein. Así, Leonel sabe que su padre es el único que puede gozar de los tesoros que contiene el cuerpo de su madre y se siente furioso cuando él se mantiene fuera de escena, es por ello que, como consecuencia de la envidia que siente ante el coito entre los padres, Leonel los ataca en su fantasía con sus heces y gases.
Como se dijo anteriormente, el conocimiento de la vagina se muestra como una gran duda que avasalla el pensamiento de Leonel, ya que sabe que dicho órgano se encuentra oculto ante su mirada, infiero que el niño desea ver con fascinación la vagina de su madre, órgano del cual, de acuerdo con las deducciones de mi paciente, salen los niños. Empero, al mismo tiempo el placer escoptofílico evidente en mi paciente se asocia con un acto temido.
Se observa cómo el gran misterio de ver, sin duda se encuentra intrínsecamente relacionado con descubrir la otredad, es decir, descifrar el enigma de lo femenino. Dicho deseo, invadido por la pulsión de ver los genitales femeninos configura parte de las fantasías onanistas de mi pequeño paciente; ya que como mencionó Freud en 1927 (citado en Larrauri G. 2017), en su texto titulado “Fetichismo”: “La impresión óptica sigue siendo el camino más frecuente por el cual se despierta la excitación libidinosa” (Larrauri G. 2017, pp. 26).
Por otra parte, considero que es importante hacer alusión al placer exhibicionista que también es manifiesto en Leonel durante las sesiones analíticas, quien, como lo expresa en dos de sus dibujos, desea estar desnudo frente a mí. Existe un placer intrínseco en ver, pero también, sin duda, en ser visto. Considero que el acto escópico y por lo tanto la actividad del pensamiento no podría existir sin la existencia del otro. Es interesante observar cómo a lo largo de la sesión analítica el paciente piensa conmigo, me muestra sus contenidos, sus dudas y sus ansiedades más profundas; ya que el pensamiento únicamente se construye, como Sócrates lo mencionó, a través de un diálogo con el otro.
Sin embargo, quisiera enfatizar en las amenazas resultantes de la actividad curiosa, ya que aunque estas son fácilmente observables en el análisis de niños, considero que lo amenazante de la actividad curiosa se presenta en grados diferentes en todos nosotros. En casos severos, sabemos que una inhibición grave en la actividad curiosa no solamente merma el intelecto, sino también las relaciones de objeto.
Considero que Leonel no es un caso grave, sin embargo, durante las sesiones que he tenido con él, frecuentemente se pone de manifiesto su temor de ser visto así como de ver muñecas o hadas en mi consultorio. Mi paciente me pide que esconda dichos juguetes femeninos cuando él está conmigo, lo cual pone de manifiesto el temor y la fascinación que tiene mi pequeño paciente ante el cuerpo de su madre. El hada, en este caso, podría representar dicha madre poseedora de poderes mágicos, dueña de todas las verdades, contenedora de tesoros y objetos anhelados. Al mismo tiempo, el temor ante el hada me hace pensar en el miedo ante la posesión de dichos conocimientos y verdades ocultos en el interior del cuerpo materno.
Uno de los temores manifiestos durante la sesión analítica, es el miedo de que la madre caracol lo devore cuando el niño indaga en su interior. Los dientes y los colmillos de la madre que Leonel dibuja después de hacer manifiesto su placer escoptofílico, me hacen pensar en la amenaza de la castración, no solamente referida como la pérdida del pene, sino como un tipo de castración epistémica, en donde la ansiedad principal consiste en perder una parte del “aparato para pensar” (en términos de Bion) al cometer un acto violatorio.
Es interesante observar cómo la amenaza de castración no se presenta únicamente como un castigo ante la prohibición del incesto, sino que también se hace manifiesta ante la posibilidad de conocer y explorar algo que se considera prohibido ante la mirada de los padres, como figuras superyoicas. Leonel se encuentra invadido por un gran monto de excitación sexual, en donde la pulsión de ver, entre otras, busca ser satisfecha. En este sentido, la actividad del pene se equipara con la actividad del ojo (Larrauri G. 2017), ya que durante el estadio fálico, por el que transita mi paciente, la pulsión de ver se encuentra bajo la primacía de la línea edípica: el niño busca penetrar el cuerpo de la madre con su mirada, pretende apoderarse aviesamente de los objetos mediante la acción de la pulsión de ver, la cual, como se mencionó anteriormente, se encuentra íntimamente relacionada con la pulsión de saber.
En este sentido, Freud también equiparó al falo con el ojo cuando habló sobre el mito de Edipo, quien se quitó los ojos como una forma de castración simbólica cuando supo que había cometido incesto y parricidio, es decir, quitarse los ojos fue el equivalente al castigo por haber cometido crímenes fálicos.
Lo inaprehensible del conocimiento protege al psiquismo de una acción violenta y transgresora. En términos edípicos, si el ojo posee una función fálica en donde es posible penetrar a través de la mirada, “no ver” y “no conocer” lo que se impone para lo inconsciente como prohibido protege al individuo de la génesis de la perversión (Larrauri G. 2017).
Considero que el incesto- gran crimen edípico- no solamente tiene que ver con la acción de poseer sexualmente a la madre o padre del sexo opuesto, sino que también cabe dentro de dicha prohibición el anhelo de mirar lo prohibido. Como castigo, símil de la castración fálica, ante dicha transgresión óptica se presenta la “castración epistémica”, ya que dentro de todo lo que se nos permite saber siempre habrá algo que nos resulte inasible conocer.
Lo anterior configura un retorno del deseo de apoderarnos de lo prohibido; es entonces cuando a través de la actividad epistémica buscamos satisfacer dicho deseo. Pese a que por obra de la compulsión a la repetición, nos enfrentamos con la frustración de no poseer en su totalidad el conocimiento, puesto que siempre se hará “visible” un terreno ominoso, prohibido y abstruso; así Leonel se enfrenta ante lo paradigmático del conocimiento de los genitales femeninos.
El presente escrito, sin duda se encuentra inacabado, puesto que como sabemos el conocimiento siempre es inagotable. Como dijo el profesor Carlino, cuando un investigación se presenta como concluida significa que el autor ha dejado de pensar. Sin embargo, enfatizo que lo que resalta el presente trabajo es la existencia de la peligrosidad de la pulsión de ver, puesta en escena en la conflictiva neurótica de algunos pacientes. Considero que el caso de Leonel ejemplifica muy bien la ilación entre el ver, la mirada y el castigo que expone Larrauri G. (2017) en su libro “Negatividades de lo escópico”, no obstante, yo añadiría que también existe una peligrosidad intrínseca en la pulsión de saber.
Bibliografía
- Larrauri G. (2017). Negatividades de lo escópico. Mirada, subjetividad y poder. Ciudad de México: Samsara.