Amapola Garduño
Este escrito ha surgido principalmente a partir de lo que he observado en la clínica durante mi ejercicio como psicoanalista. Mi intención es que a partir de esta reflexión pueda surgir una nueva línea de investigación y por lo tanto una manera complementaria de entender el sufrimiento de algunos pacientes. Les pido a los oyentes y lectores de mi trabajo una postura reflexiva pero sobre todo crítica ante lo que se expondrá a continuación.
Mientras realizaba la investigación de este trabajo me encontré con un tema que, a mi parecer, ha sido poco abordado, el cual esclareció sustancialmente lo que había estado observando con algunos analizandos, con quienes mi sensación era que las teorías clásicas psicoanalíticas estaban siendo insuficientes. Así, profundicé en la investigación de Hugo Bleichmar (2017) y otros autores que han continuado con su línea de pensamiento y descubrí un concepto acuñado por él: la “colonización emocional”.
En este escrito explicaré lo que Bleichmar entiende por esto, brindaré algunos ejemplos clínicos para aterrizar este fenómeno tan importante y poco estudiado, asimismo, daré mi opinión al respecto.
Hugo Bleichmar ha sido reconocido principalmente por sus estudios sobre el narcisismo y la depresión, empero, lo distintivo de este autor es sin duda la complejidad de su pensamiento y su forma tan original como abarcativa de entender la psicopatología. El autor construyó el enfoque denominado “Modular- Transformacional”, si bien, en este escrito no me centraré en explicarlo, resalto con mis palabras la tesis principal de dicho postulado: consiste en el examen minucioso de diferentes sistemas motivacionales, lo que conlleva al descentramiento de lo puramente intrapsíquico, es decir, se toman en cuenta dimensiones tanto psíquicas como intersubjetivas, lo que da lugar a diversas configuraciones psicopatológicas y caracterológicas (Bleichmar H. s/a). Es bajo esta mirada que el autor ha estudiado el fenómeno del narcisismo.
Me interesa resaltar a partir de la cita anterior que la línea de pensamiento de Bleichmar no solamente engloba el conocimiento de lo intra- psíquico, sino que también abarca lo vincular y contextual, así como la combinación de ambas dimensiones. Ahora bien, lo que me he preguntado es:
¿Cuáles son las consecuencias psíquicas generadoras de psicopatología en la persona que convive e interactúa con un individuo que padece de un trastorno narcisista de la personalidad?
Respondiendo a mi pregunta, una de las consecuencias psíquicas es el fenómeno de la colonización emocional y para entenderlo debemos observar no solamente lo pulsional e intrapsíquico del paciente si no el tipo de dolor mental que ocurre en la estructura intersubjetiva, es decir, en el vínculo con el objeto externo.
El énfasis de este trabajo no está en el estudio del trastorno narcisista, sino en las consecuencias psíquicas y el sufrimiento mental de la persona que está inmersa en una relación con una persona que adolece de narcisismo patológico, ya que esto constituye, sin lugar a dudas, un tipo de violencia mental.
Para entender este fenómeno, como psicoanalistas comúnmente nos planteamos preguntas como las siguientes: 1) ¿Cuáles son las motivaciones inconscientes del paciente para entablar una relación con una persona que ejerce sobre ella un tipo de violencia mental? 2) ¿Lo que narra el paciente tiene que ver con sus propias fantasías inconscientes y su deseo o es algo que ocurre en la realidad externa? 3) ¿Cuál es nuestro papel como psicoanalistas? 4) ¿Cómo ayudamos al paciente?
No obstante, este tipo de cuestionamientos a mi parecer subestiman en gran medida la realidad externa y deslegitiman la violencia psíquica que la persona puede estar
padeciendo, así que considero fundamental que como psicoanalistas no desvaloricemos que el paciente pueda estar siendo víctima de un tipo de violencia real ya que este es el primer paso para poder ayudar a una persona que ha sido colonizada emocionalmente. Antes de explicar más a fondo dicho síndrome, expondré una pequeña viñeta clínica.
Aldo: “necesito que me diga qué pensar, qué sentir y qué decir. Para eso le pagan. Lo que yo pienso es basura, es mierda, simplemente vale verga. Todo vale verga, yo valgo verga. A mi mamá solamente le interesa que haga cosas: Haz Aldo, haz, me vale verga el qué, pero haz… (diálogo interno) Un hijo es una inversión y le pagan para rescatar la inversión de mi madre”
En otros escritos he expuesto desde otra mirada el caso de mi paciente Aldo, joven de 21 años que padece esquizofrenia. Sin embargo, para los propósitos de este trabajo, quiero atraer su atención a la pérdida de subjetividad de este paciente, quien se siente altamente perseguido cuando se atreve a pensar por sí mismo en el análisis, cuando eso sucede, en sus palabras: “vienen las madrizas” porque “lo que él piensa y siente vale verga”. Aldo tiene el mandato superyoico de pensar y sentir lo que su madre le pide y todo lo que salga de dicha ecuación es castigado con la indiferencia de la madre.
Debido a que este escrito se enfoca en la patología que ocurre en el vínculo con el objeto externo e interno, hago énfasis en que la madre de Aldo es una mujer con una incapacidad de reconocer a su hijo como un sujeto separado de ella, niega omnipotentemente que su hijo padece de una enfermedad mental grave y le ha exigido cumplir con las expectativas sociales de un chico “normal”. Se observa que la esquizofrenia en Aldo implica una profunda herida narcisista en la madre; quien ve en su hijo lo que ella espera obtener y por lo tanto niega su realidad psíquica además de su subjetividad.
De acuerdo con Bleichmar H. y Espeleta S. (2017) la colonización emocional es el proceso mediante el cual el sujeto comienza a pensar, sentir y actuar bajo la influencia de un otro – el colonizador- quien impone su subjetividad sin que el colonizado tenga conciencia de ello, por lo que vive su estado como si fuera propio y no inoculado por el otro.
Regresando a Aldo, en estos momentos del análisis puede reconocer que su pensamiento es anulado, sin embargo, ya hay conciencia de que tiene su propia subjetividad, misma que me comparte a través de videos, por ejemplo. No obstante, su sensación es que lo que proviene de él no tiene importancia, se dispersa en el espacio o no puede ser adecuadamente contenido y metabolizado- en palabras de Bion-.
Es importante colocar el acento en que el proceso de la colonización emocional es inconsciente, es decir, la persona no lo puede detectar (Bleichmar H., Espeleta S. 2017). Esto lo podemos observar como analistas en la poca reflexión que el paciente tiene sobre sus pensamientos y emociones, también es claro el estado de confusión, lo cual se observa en episodios donde el analizando no distingue si lo que está sintiendo y pensando viene de él o de un otro. Con frecuencia el analizando puede preguntarse si lo que está viviendo y sintiendo es real o fue imaginado, lo cual genera un tipo de ansiedad similar a la persona que vive una situación traumática.
El paciente obedece, sin percatarse de esto, al colonizador, el cual es internalizado como un objeto interno maligno, acata sus órdenes para evitar sentir culpa, vergüenza o experimentar castigos. La persona colonizada en lugar de pensar, comienza a ser pensada por sus pensamientos los cuales vienen de otro lugar y se ve invadido por reacciones emocionales automáticas; nuevamente no hay reflexión y tampoco cuestionamiento.
Es importante observar que, si bien, el fenómeno de la colonización emocional es implantada por un objeto externo culmina en un tipo de colonización interna, es decir: se internaliza el tipo de relación con el colonizador y es por esta razón que el sujeto no se percata de dicha dinámica (Bleichmar H. et al 2017). Infiero que el objeto colonizador interno ejerce una función superyoica no solamente de mandatos u órdenes sino también como regulador de la autoestima: Si piensas, sientes y haces lo que yo espero de ti recibirás un gozo similar al placer fusional de un estado narcisista, en cambio, si te atreves a ser diferente serás castigado gravemente.
Por otra parte, destaco que las consecuencias psíquicas de quien padece este síndrome disciernen en intensidad en el niño y el adulto. En el caso de mi paciente Aldo, deduzco que al haber sido colonizado por sus objetos primarios desde momentos tempranos de su vida, una de las consecuencias principales de esta patología vincular fue, sin duda, la psicosis: el Yo de Aldo tuvo que escindirse para poder sobrevivir, lo cual se observa en la literalidad propia de la esquizofrenia: un fragmento de su personalidad – personaje llamado Alan- funge como apéndice de su madre: habla, piensa y siente como ella; mientras que Aldo -otro de sus personajes- es quien se atreve a criticar la relación “especular” que Alan y su madre mantienen, sin embargo, cuando esto pasa, Aldo es castigado internamente a través de la expulsión o la eliminación de su ser.
Sin embargo, como Bleichmar H., et al (2017) destaca, la colonización emocional ocurre también en personas adultas, incluso en aquellas que poseen una estructura sólida de la personalidad, la pregunta es ¿Cómo es que son colonizadas personas con un Yo suficientemente fuerte?
En un intento por resolver esta pregunta y nuevamente poniendo el foco de la investigación en la estructura intersubjetiva, he observado que lo que sucede es la confluencia de dos narcisismos que se alimentan mutuamente, aunque una de las partes no padezca un trastorno narcisista de la personalidad. Como ya se ha dicho esto conlleva a la anulación de la subjetividad, es decir, cuando se es colonizado, la gratificación narcisista es tanta – por ambas partes- que es muy difícil abandonar este tipo de relaciones.
Explicando lo anterior, recordemos a Kohut H. (1971/1989), ya que sus aportaciones sobre el narcisismo serán de gran ayuda para entender mejor lo anteriormente mencionado. Dicho autor propone una línea del desarrollo para el narcisismo, podemos cuestionar la mirada evolutiva que engloba el pensamiento de Kohut, empero, una pieza fundamental de su pensamiento radica en que para una adecuada consolidación del Self es necesario un adecuado desarrollo en términos del narcisismo.
Discrepo con la mirada evolutiva que propone Kohut, aunque rescato los tres fenómenos transferenciales propios del narcisista que él describe con tanta claridad:
transferencia idealizadora, gemelar y especular. Aunque cada una de ellas tiene sus matices en términos descriptivos y Kohut las describe, nuevamente en términos de fases de desarrollo narcisista, algo que considero de suma importancia es cómo en la relación terapéutica se instala inevitablemente un tipo de vínculo fusional lo cual conlleva a una vivencia de placer narcisista no solamente por parte del paciente sino también por el analista.
En la misma línea, si pensamos que el paciente ha instalado un tipo de transferencia idealizadora, desde la contratransferencia se puede vivenciar también un placer narcisista generado a partir de la idealización que el mismo paciente genera, esto se llevaría a cabo mediante el mecanismo de identificación proyectiva. Así, si hablamos de transferencia especular, el disfrute narcisista estaría puesto desde la contratransferencia en el gozo del reflejo mutuo de un self grandioso u omnipotente. De igual manera, en la transferencia gemelar, la gratificación estaría en compartir semejanzas de grandiosidad del propio paciente, ya que aquí nuevamente el analista es vivido como una extensión del Self grandioso.
Realizo esta descripción con mis propias palabras porque aunque Kohut no aborda el fenómeno contra- transferencial tan profundamente como el transferencial; considero que uno no puede ser pensado sin el otro.
De la misma manera, considero que cualquier persona, con una patología grave o no, puede ser fácilmente colonizada emocionalmente por un otro con una falla narcisista debido a que en el vínculo con éstos, la persona vive y revive un placer narcisista, un gozo por lo fusional, una gratificación por ser idealizada y por vivir en una relación especular en donde la perfección se torna posible, los propios deseos son explicitados por el otro quien promete satisfacerlos, es decir, en pocas palabras: la persona se ve envuelta en una relación teñida de un placer narcisista similar a lo vivido en momentos primitivos de la vida. Para ejemplificar lo anterior, expondré brevemente otra viñeta clínica:
Danna es una mujer de 30 años, acudió a terapia psicoanalítica conmigo hace aproximadamente tres. Es una persona exitosa, trabajadora, con dones de liderazgo. Mantiene relaciones de objeto totales con sus familiares y amigos, es muy sociable y ha sido capaz de mantener relaciones significativas y duraderas a lo largo de su vida. Acudió conmigo sin padecer sintomatología neurótica, únicamente se ha mostrado a lo largo del análisis una marcada tendencia a la autocrítica propia de una caracterología obsesiva.
Hace aproximadamente un año Danna fue “abandonada” por su prometido, a partir de este suceso la paciente comenzó a presentar la sintomatología propia de la colonización emocional. Para llegar a este punto, primero abordaré de manera general las características del vínculo entre Danna y su prometido, a quien nombraré Mariano. Mariano y Danna se conocen en una reunión social, a los pocos días comenzaron una relación de noviazgo, situación inusual en la paciente, quien se ha caracterizado por ser precavida, racional y sensata antes de tomar cualquier decisión importante. En momentos iniciales de la relación Mariano invadió a la paciente con halagos, regalos y detalles, manifestándole ser la mujer más hermosa y exitosa, pero sobre todo la prospecta a la “esposa perfecta”.
Considero que en este momento comenzó un tipo de relación especular en donde la vivencia de Danna era descrita como estar viviendo una “relación de ensueño”. Mariano y Danna compartían un placer narcisista mutuo y la mujer era vivida como extensión del Self grandioso de Mariano.
Al poco tiempo de la relación de noviazgo, Mariano le propuso a Danna matrimonio, en estos momentos Danna no pudo reflexionar adecuadamente sobre dicha petición, sino que aceptó sin cuestionamientos las promesas de amor de su pareja. Sin embargo, en el análisis se comenzó a observar que cuando Danna intentaba estar en desacuerdo con su pareja, éste se angustiaba, se mostraba iracundo y criticaba a Danna por no ser agradecida por el amor que le daba. La oscilación entre la tristeza, la confusión y el júbilo eran emociones que estaban presentes en el discurso de la paciente quien, en aquellos momentos del análisis, parecía no escuchar mis intervenciones cuando promovía la reflexión sobre lo que estaba ocurriendo. Ahí fue donde empecé a notar los primeros síntomas de la colonización emocional: Danna estaba siendo inoculada por los deseos narcisistas de su pareja, empero, dado que para estos momentos ambos estaban envueltos en una relación de tipo fusional y Danna fungía como objeto idealizado se tornaba complicado que ella escuchara mis interpretaciones, las cuales amenazaban el vínculo narcisista que sostenía en su mente.
Sabemos que la contraparte de la idealización es la devaluación, así los reproches de Mariano hacia Danna comenzaban a hacerse más presentes cuando ella intentaba estar en desacuerdo y pensar por ella misma, cuando esto sucedía recibía una serie de agresiones de índole verbal, seguido de regalos y detalles, lo cual conllevó a un estado de confusión en la paciente. “No sé qué es lo que hice que se ha enojado tanto, no me queda claro qué pasó, creo que soy una persona enferma que no sabe aceptar el cariño, lo único que sé es que no quiero que se enfade nuevamente” Aquí podemos observar cómo la persona colonizada realiza múltiples esfuerzos por recuperar el placer narcisista amenazado cuando intenta salir del vínculo fusional. También es claro cómo un individuo con un trastorno narcisista no tolera la diferencia, tampoco la subjetividad, ya que esto, en palabras de Kohut H. (1971/1989), les remite a la respuesta fallida de los objetos primarios ante las necesidades del infante.
Finalmente, Mariano desapareció de la vida de Danna, sin dar mayores explicaciones, aunque la paciente se enteró de que al poco tiempo de haber concluido la relación con ella empezó una nueva con características muy similares a las descriptas.
El caso de Danna y el de Aldo propiciaron que me cuestionara como analista si resulta suficiente que en la práctica analítica tomemos en consideración y como punto focal el mundo intrapsíquico del paciente, es decir, desde una mirada clásica psicoanalítica el enfoque en el caso de Danna estaría puesto en la elección inconsciente de la pareja a partir de la configuración edípica y en el caso de Aldo, pensaríamos que la madre es únicamente un introyecto de un objeto parcial en el mundo interno del joven. Me pregunto, ¿qué pasa con la violencia psíquica real que este tipo de pacientes vive?
¿No es que al subestimar la realidad externa y la estructura intersubjetiva estamos, bajo el esquema de la ortodoxia psicoanalítica, teniendo una mirada parcial del dolor de nuestros pacientes?
Remarco que la colonización emocional es un tipo de violencia psíquica diferente al abuso ya que el colonizado no es consciente del fenómeno. Su particularidad es la anulación de la diferencia, la cual resulta tan perturbadora para la personalidad narcisista, en palabras de Bleichmar H. (2017): el colonizador en su búsqueda de la consolidación de su Self buscará que el otro tenga las mismas creencias, sentimientos, conductas y valores, lo cual más allá de englobar un deseo de dominación, busca imponer los deseos propios ya que la diferencia es sentida como un cuestionamiento al propio Self.
No obstante, yo agregaría que la colonización emocional resulta altamente violenta por el uso masivo de la identificación proyectiva, es decir, el colonizador intentando liberarse de los aspectos negativos de su Self los proyectará en el colonizado, lo cual se observa en las críticas constantes, la devaluación, la burla y la indiferencia. Se observa que el sujeto colonizado no solamente funge como el depositario de la idealización del colonizador sino que también es objeto de la proyección masiva de los aspectos negativos de su psique. La violencia radica precisamente en la identificación por parte del colonizado de los aspectos negativos que le fueron proyectados, lo cual conlleva a estados confusionales y depresivos. Como parte del mismo cuadro y ya inmerso en un estado disociativo, el colonizado intentará, usando todos sus recursos yoicos, regresar al placer narcisista de la no diferencia para poder participar de la grandeza y la omnipotencia del colonizador y así evitar el más mínimo conflicto.
Conclusión
Este escrito me hizo profundizar en la importancia del otro en el funcionamiento psíquico del sujeto, ya que la mente no se puede pensar como una entidad aislada. El psicoanálisis contemporáneo ha abierto una nueva perspectiva teórico- clínica: la visión intersubjetiva, en la cual, en palabras de Spivacow M. (2002) “el psiquismo es un sistema abierto en continuidad- discontinuidad con el otro/otros y la comprensión de las determinaciones y funcionamientos psíquicos se apoya en la consideración de este sistema abierto sujeto- otro/s” (pp. 1)
Como nos enseña Spivacow M. (2002), todo suceso psíquico es tridimensional, ya que confluye lo intrasubjetivo – el funcionamiento interno del sujeto o su realidad psíquica- lo intersubjetivo -funcionamiento en donde depende la bidireccionalidad sujeto- otros y lo transubjetivo – que se centra en la interinfluencia de un hecho psíquico con los códigos socio- culturales. Por lo que, a partir de dicha mirada tridimensional debemos estudiar y entender cualquier fenómeno psíquico, ésta fue mi intención al estudiar la colonización emocional.
Al estar a poco tiempo de concluir la formación como psicoanalista me doy cuenta que corremos un grave peligro al apegarnos dogmáticamente a un autor o a una teoría psicoanalítica. Debemos cuestionar a los autores, a los supervisores, a los maestros, pero principalmente, a nosotros mismos en el trabajo con los analizandos.
Considero que la complejidad de la mente humana y de los vínculos que establecemos desde momentos tempranos de la vida, ameritan de igual forma que poco a poco complejicemos nuestro pensamiento analítico, ya que, como dijo Hugo Bleichmar el dogmatismo y la ortodoxia psicoanalítica lejos de ayudar nos han perjudicado.
Bibliografía
- Bleichmar, H. (s/a) Fundamentos y aplicaciones del enfoque modular transformacional. Aperturas Psicoanalíticas, (s/n). Recuperado de: http:// www.aperturas.org/articulo.php?articulo=52
- Bleichmar, H., Espeleta, S. (Enero 2017) Teoría y técnica de la descolonización
- emocional: una introducción. Aperturas Psicoanalíticas, 54. Recuperado de: http:// www.aperturas.org/articulos.php?id=0000962&a=Teoria-y-tecnica-de-la- descolonizacion-emocional-una-introduccion
- Kohut, H., (1989) Análisis del Self: el tratamiento psicoanalítico de los trastornos
- narcisistas de la personalidad. Buenos Aires, Amorrortu editores. Primera publicación en 1971. Traducido por Marco A. Galmarini y Marta Lucero.
- Spivacow, M. (2002) La perspectiva intersubjetiva y sus destinos: la terapia
- psicoanalítica de pareja. Aperturas Psicoanalíticas, 011. Recuperado de: http:// www.aperturas.org/articulo.php?articulo=205