baby-with-ipadPor: Regina Fernández
27 de enero de 2010, Yerba Buena Center of the Arts. San Francisco, California. En este día la compañía fundada por el visionario Steve Jobs, lanzó al mercado uno de los productos más innovadores que han existido, con miles de funciones y aplicaciones. Así como una interfaz que puede ser fácilmente manipulable y cuenta con muchas opciones de entretenimiento, noticias y redes sociales.
El iPad, que después sería copiado por otras compañías creando el boom de las tabletas y las tecnologías de pantalla táctil; cambió para siempre el curso de la Humanidad y la realidad como la conocemos. Este delgado aparato causó tanta conmoción que el Wall Street Journal afirmó sobre este suceso: “La última vez que una tableta causó tanta emoción, tenía unos mandamientos escritos sobre ella”. (Peers, 2009)
Está claro que a lo largo de los años han existido diferentes productos que han cambiado las vidas de los padres y su descendencia mejorándolas considerablemente: empezando con el lanzamiento de los pañales desechables, la leche en polvo, las papillas comerciales, e incluso la televisión, que entretenía a los pequeños cuando sus madres decidían tomar un descanso. Sin embargo, desde mi punto de vista, ningún producto había logrado revolucionar el concepto de la maternidad-paternidad y de la niñez como lo hicieron las tecnologías de pantalla táctil.
A diferencia de la televisión que si bien lograba adormecer y calmar a cualquier niño que pudiera sostener su atención por periodos de más de cinco minutos; las tabletas y celulares inteligentes ofrecen algo sumamente atractivo: la capacidad de interactuar con el contenido en tiempo real…
En la actualidad, el manejo de las pantallas táctiles involucra movimientos mínimos y un alto grado de respuesta proveniente del aparato. El bebé de apenas un año de edad logra desbloquear el celular de su madre incluso antes de poder caminar. Con deslizar su dedo tiene acceso a una enorme cantidad de contenidos que van desde juegos con pájaros voladores hasta programas completos de televisión, fotos familiares, memes sin sentido, canciones, etc.
Este tipo de tecnología permite la gratificación inmediata y los pequeños no tienen que lidiar con ninguna frustración, claro, mientras la tableta tenga pila y el adulto responsable permita el acceso. Las tabletas se han convertido en niñeras digitales, chupones virtuales, motivo de peleas entre hermanos, de berrinches sin fin y en fuentes de aprendizaje significativas.
Por su parte, la televisión estaba rodeada de múltiples frustraciones, desde la existencia de los tediosos comerciales, el impedimento de volver a experimentar momentos que ya habían sido transmitidos a libre demanda y la incapacidad de elegir el programa que el usuario quería observar. Por supuesto que también la forma en la que nos relacionamos con los contenidos televisivos se ha modificado, pero una vez más; el contenido de los medios audiovisuales ya es fácilmente accesible e intercambiable por las tabletas…
Este boom tecnológico llevó a padres de familia, educadores, psicólogos, neurólogos, pediatras, etc., a preguntarse ¿qué efecto puede tener el uso de esta tecnología en los menores de edad? ¿Será tan nocivo como algunos lo plantean? ¿Ayudará a desarrollar nuevas habilidades o creará a una generación de niños voraces y demandantes?. Este texto, lejos de satanizar una realidad inescapable pretende esclarecer los pros y los contras que hasta ahora se han logrado teorizar, además de hipotetizar algunas consecuencias favorables y desfavorables del uso de estos dispositivos.
Para ello, resulta importante contextualizar al infante humano el cual, a diferencia de otras especies, nace frágil y vulnerable, desprovisto de herramientas para su supervivencia sin la ayuda de sus cuidadores primarios. Nuestra especie realizó un importante compromiso evolutivo al erguirse, provocando así que se redujera significativamente el tamaño del canal de parto y por lo tanto el tiempo de gestación de la cría. Es por ello que los recién nacidos cuentan con un cerebro primitivo que si bien trae ciertas configuraciones predestinadas, requiere de la interacción con el entorno para desarrollarse por completo. (Gerhardt, 2004)
Desafortunadamente, en muchas ocasiones el cerebro no logra crecer de la manera adecuada impidiendo que dos sistemas claves para la supervivencia y la adaptación queden rezagados: el primero, el sistema del control de la ansiedad y el estrés; el segundo el sistema que regula la agresión. (Gerhardt, 2004)
De acuerdo con la teoría psicoanalítica, reconocemos que el contacto con la madre o el cuidador primario es lo que estructura la psique del niño. La respuesta de ésta ante las necesidades del menor, su capacidad para contenerlo, para sostenerlo, para metabolizar sus contenidos, espejearlo, etc.; será lo que provoque el desarrollo de un yo y de una identidad mediante la cual pueda comenzar a relacionarse. (Mahler, 1972 ; Spitz, 1969; Winnicott, 1971)
En su libro El primer año de vida del niño, René Spitz menciona que el trabajo maternal no puede ser realizado por una máquina, afirma que: “es de suprema importancia que la primera relación del infante sea con un congénere humano, pues todas las relaciones posteriores se basarán en esa relación.¨ (p.111, 1969) Esta frase me remite al experimento con monos Rhesus de Harry Harlow (1958) quien expuso a las creaturas a dos “madres sustitutas”: por un lado la madre metálica que era la única que proveía alimento, y por el otro, la madre de algodón. Los pequeños animales extraían con rapidez la nutrición necesaria de la madre metálica y corrían rápidamente a cobijarse en la suavidad de la madre de algodón. Este traumático estudio, nos hace pensar sobre la importancia del contacto físico como medio de contención y supervivencia. Sabemos que los monos que no contaban con la madre de algodón terminaron muriendo, algo parecido nos relata Spitz cuando habla del “hospitalismo” y las patologías en las relaciones objétales (Spitz,1969).
La importancia del contacto humano es algo que se repite a lo largo de la teoría psicoanalítica como eje de la estructuración de la psique junto con el desarrollo de la tolerancia a la frustración. (Freud, 1911; Spitz, 1969; Winnicott, 1971) En Los dos principios del acaecer psíquico, Freud establece la importancia de la instauración del principio de realidad, el cual nos permite aprender a tolerar la demora en la esperanza de un bien mayor. (1911)
Las tecnologías táctiles con su inagotable fuente de entretenimiento y de opciones, crean la ilusión de una madre con recursos inagotables y sin la necesidad de tolerar ningún tipo de frustraciones (Nicoli, 2015). Además, este objeto puede ser “encendido” o “apagado” a libre demanda, en cuanto un juego nos parezca aburrido o hemos perdido todas nuestras vidas virtuales; podemos apagar el dispositivo o simplemente cambiar de aplicación.
La ambivalencia no se experimenta frente a este objeto, tampoco los duelos, la culpa, ni la frustración… Esta relación construye la fantasía omnipotente de que no estamos en falta, de que todo puede lograrse; irrumpiendo y difuminando las barreras entre tiempo-espacio-persona. (Lemma, 2014; Nicoli, 2015)
En El Malestar en la Cultura (1930), Freud explica que con el uso de las herramientas, el ser humano intenta perfeccionarse, buscando romper con los obstáculos que el propio cuerpo o los sentidos le imponen. Las tabletas y los dispositivos de tecnología inteligente al igual que las máquinas, pueden ser manejados como órganos y dirigidos a voluntad del individuo; construyendo así su ideal de omnipotencia. Nos convertimos por medio de estos dispositivos en “dioses con prótesis” llegando a alcanzar cada vez más nuestro ideal de perfección. (Freud, 1930)
Pero, ¿a costa de qué?. El riesgo de estas nuevas tecnologías también se centra en que los límites del Self podrían tornarse difusos, ya que éste no puede espejear con un objeto más allá de la pantalla. Además, se ha discutido que podría generar dificultades en el pensamiento crítico, pasividad y obstáculos para lograr la fantasía creativa descrita por Winnicott. (Marzi, 2016).
La fantasía es algo que se pone en juego al acercarnos a estas tecnologías, el niño pequeño se puede convertir en su personaje favorito y acompañarlo en distintas aventuras; puede ser un pájaro rojo enfurecido que arremete contra unos cerditos verdes o un guardia nocturno de una pizzería embrujada. Pero, en el juego electrónico la fantasía no está regulada por los padres, Winnicott explica la importancia de que ésta siempre se encuentre mediada por los progenitores; enriquecida con la satisfacción real de sus necesidades (1971). Lo que genera la sensación de despersonalización y empobrece la capacidad del menor de utilizar la creatividad para tolerar la falta. (Bailey, 2015)
Este mismo punto es utilizado para argumentar el beneficio que tiene el mundo virtual sobretodo en la etapa adolescente, ya que constituye un espacio “seguro” en el que el individuo puede explorar su sexualidad y socializar sin sentir la presión de estar confinado a un cuerpo que crece sin permiso o delata nuestras emociones. Algunos juegos virtuales tales como Second Life permite que el adolescente experimente con distintos modelos de identificación, coquetee con otros individuos, se arriesgue a ser más extrovertido y todo esto sin tener que lidiar con los horribles granitos o la torpeza de sus extremidades. (Lemma, 2014)
Siguiendo esta misma línea, algunos psicoterapeutas han generado avatares dentro de estos espacios virtuales para interactuar con pacientes dentro de una plataforma que es de su interés (Langlois citado en Dos Santos Petry y Petry, 2012). Langlois propone un nuevo modelo terapéutico al que llama “Avatar Therapy” que se basa en la interacción de su personaje virtual “Sigmund Steampunk” con pacientes en este mundo cibernético. (citado en Dos Santos Petry et al., 2012)
Considerando estas líneas de investigación, ¿podríamos llegar a pensar que quizá las tabletas electrónicas pueden fungir como objetos transicionales en esta etapa tan primitiva de la vida de los infantes? ¿Sería posible que con sus características interactivas y con la sensación de vitalidad que transmiten, el menor utilizaría estos dispositivos como padres sustitutos, mediadores entre la realidad y la fantasía?
En términos generales, los dispositivos móviles no cumplen con las características que Winnicott (1971) le adjudica al objeto transicional. A diferencia de un osito de peluche o una mantita suave, las tabletas son rígidas, frágiles y los niños muy pocas veces tienen posesión absoluta sobre ellas. Por ello, no pueden fungir como contenedores de agresión y de amor, el infante no puede experimentar la ambivalencia propia de la etapa a través del uso de estos dispositivos. (Winnicott, 1971; Bailey, 2015)
No obstante, sí pueden considerados como espacios transicionales entre la realidad y la fantasía, lo inconsciente y lo consciente, el Self y el mundo externo. Representan una especie de juego donde el niño elabora sus contenidos, calma la ansiedad de separación y explora las barreras de su existencia (Lemma, 2015; Winnicott, 1971). El uso de la tableta representa un área sin desafío alguno, una zona intermedia de experiencia y permite aliviar la tensión de la realidad que en ocasiones puede ser aplastante (Lemma, 2015; Winnicott, 1971).
Es por ello que la tecnología y la realidad virtual pueden ser considerados como espacios transicionales, donde se experimenta con el Self, elaboramos nuestros miedos y ansiedades, para luego poder llevar a cabo lo mismo en el mundo real. (Lemma 2014)
Hasta ahora hemos hablado únicamente acerca de los cambios que estas tecnologías pueden tener en el aparato psíquico de los niños y en la relación que construyen con el mundo circuncidante. Sin embargo, es de suma importancia explorar cómo la vida de los padres también se ve afectada por la aparición de dichos aparatos.
Los adultos al igual que los niños y los adolescentes, se han visto enormemente seducidos por la inmediatez del Internet, las redes sociales y las aplicaciones “resuelve-vidas” al alcance de la mano. Muchos de estos adultos son responsables de pequeños que viven en casa y que los necesitan para asegurar su supervivencia, pero a veces compartir sus pensamientos en Facebook o alcanzar el nivel 371 en Candy Crush; parece ser más importante o al menos más emocionante que responder a las necesidades fisiológicas y emocionales de sus hijos.
Como psicoanalistas reconocemos la importancia de mirada en la relación madre-hijo, comprendemos que tiene una función reguladora y forma parte de la construcción de un ambiente suficientemente seguro para el menor (Winnicott, 1971; Spitz, 1969). En la actualidad las figuras de cuidado se encuentran tan inmersas en las tecnologías de los celulares inteligentes, que su capacidad de interactuar, regular y metabolizar los contenidos de los menores a su cargo se ha reducido considerablemente (Bailey, 2015).
La mirada de la madre resulta básica durante la etapa de separación-individuación según la línea teórica de Mahler (1972), constituye un referente para que el pequeño pueda explorar su ambiente sin temor. La ausencia de la mirada, genera desconfianza y falta de seguridad para la exploración activa; así como retraimiento, inhibición y ansiedad (Bailey, 2015).
Por su parte, otros teóricos afirman que las aplicaciones y los dispositivos móviles pueden fungir como soporte para la crianza adecuada de los niños; ya que proporcionan herramientas para perfeccionar los métodos de los padres y ayudarlos en el proceso de crecimiento como progenitores (Savege, 2015). De este modo, los recursos tecnológicos tales como los monitores de bebés, las aplicaciones que indican las tomas de leche o que permiten anticipar ciertos cambios en la conducta de los niños; fungirían como aliados y no como enemigos de los padres (Savege, 2015).
Estas evidencias nos llevan a formular varias preguntas con respecto a esta nueva generación que se está criando en un entorno con distintos retos y con nuevas formas de aprehender la realidad. La manera en la que estos niños comprenden el ambiente que los rodea e interactúan con sus objetos probablemente se verá transformada gracias al boom tecnológico y el método de crianza al que están expuestos.
Después de una lectura de distintos puntos de vista considero que al hablar de tecnología, niñez y crianza, es importante reflexionar sobre tres aspectos primordiales: 1. el tiempo que se invierte en el uso de los aparatos, 2. la edad de introducción a los mismos y 3. el tipo de uso que se les da.
En general, considero que este tipo de crianza en la era de la tecnología puede ser sumamente útil para el desarrollo de los niños; aumentando sus habilidades espaciales, perceptivas y su capacidad de tomar decisiones con rapidez (Hatch, 2011). De igual forma, el hecho de que sea un artefacto “neutro” en cuanto al género permite que niños y niñas desarrollen capacidades similares y exista menor discrepancia entre sus habilidades.
Sin embargo, se debe de cuidar el tiempo que se le dedica al juego y la interacción con las tabletas; así como la edad en la que introducimos a los niños a las mismas. La Asociación Americana de Pediatría recomienda que los pequeños menores de un año y medio de edad no tengan contacto cercano con dispositivos móviles por la inmediatez de sus contenidos visuales y la sobre-estimulación de la mente del bebé; la cual no está preparada para organizar tal cantidad de información perceptual (Kamenetz, 2016).
Otros estudios también recomiendan que se limite el tiempo de uso de la tecnología táctil y que aunado a este tipo de juego interactivos; los padres busquen involucrar a sus pequeños en el juego al aire libre, la socialización con pares y las experiencias que involucren todos nuestros sentidos y movimientos corporales. (Subrahmanyam, Greenfield, Kraut & Gross, 2001).
Por último, la tecnología de pantalla táctil jamás debe de ser utilizada como un sustituto de las funciones maternas o paternas. Si bien, las imágenes nítidas y la rapidez de las reacciones del dispositivo pueden tranquilizar hasta al pequeño más inquieto de la cuadra; los padres deben de ser los que proporcionen esta función reguladora de sentimientos y de conducta para que eventualmente los pequeños puedan interiorizarla.
Es por ello que se debe de recordar a todas las personas que estén a cargo de niños pequeños que estas tecnologías pueden brindar un gran soporte pero nunca reemplazarán la calidez de un “apapacho”, la ternura de una mirada, un afectuoso beso de buenas noches, ni el latir de un corazón…
 
Bibliografía

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  • Freud, S. (1911). “Los dos principios del funcionamiento mental”, Obras Completas, T. 12. (Luis López-Ballesteros y de Torres, trad.). Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
  • Freud, S. (1930). “El malestar en la cultura”, Obras Completas, T. 22. (Luis López-Ballesteros y de Torres, trad.). Buenos Aires: Siglo Veintiuno.
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  • Lemma, A. (2014). Psychoanalysis in times of technoculture: Some reflections on the fate of the body in virtual space. En International Journal of Psychoanalysis, 96, (3), 569-582.
  • Mahler, M. (1972). Simbiosis humana: Las vicisitudes de la individuación. I. Psicosis Infantil. México: Joaquín Mortiz.
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  • Savege, J. (2015). The impact of technology on development, community, and teletherapy. En Savege, J. (Ed.), Psychoanalysis Online 2, 3-14. Londres: Karnac.
  • Spitz, R. (1969). El primer año de vida del niño. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica.
  • Subrahmanyam, K., Greenfield, P., Kraut, R., & Gross, E. (2001). The impact of computer use on children’s and adolescents’ development. En Applied Developmental Psychology, 22, 7-30.
  • Winnicott, D. (1971). Realidad y Juego. Barcelona: Gedisa.

 
 
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