Ideología y psicoanálisis
Autor:Luis Fernando Alcántara
I. El concepto althusseriano de ideología
El objetivo de este ensayo es reconstruir la propuesta althusseriana sobre la ideología para enfatizar los puntos, centrales, en los que hace referencia a la teoría psicoanalítica. Muchas veces somos los propios analistas quienes dejamos de ver todos los efectos que nuestra disciplina ha traído al discurso cultural e intelectual del siglo XX. Sólo estudiando estas relaciones se puede ponderar correctamente el carácter revolucionario del pensamiento psicoanalítico. Dicho simplemente, si el psicoanálisis tuvo la posibilidad de revolucionar el modo de pensar de occidente, esta revolución se actualiza cada vez que interpretamos los conflictos inconcientes, ideológicos, de un paciente. Hacia el final de este trabajo habrá de volver a esto.
Primero, habremos de entender en qué consiste la propuesta althusseriana de ideología. Si bien ésta se construye en distintos trabajos de suma importancia, y siempre en diálogo tanto con Marx como con los intelectuales franceses de la época, un texto de particular relevancia es el titulado “Ideología y aparatos ideológicos del estado (Notas para una investigación)” (cuyos datos se encuentran al final), que habrá de servir como principal referencia para esta reconstrucción teórica.
En primera instancia, Althusser nos recuerda que la formación social deber reproducir las condiciones de producción al mismo tiempo que produce para garantizar su supervivencia. Es decir, toda formación social debe reproducir las condiciones de producción, reproduciendo, a la vez, las fuerzas productivas y las relaciones existentes de producción. No hay, pues, posibilidad de producción sin que se asegure la reproducción de los medios de producción. Dicho simplemente, debe preverse cada año, en una fábrica o industria cualquiera, con qué se va a remplazar lo que se agota en la producción. Si quiero producir quesadillas, por ejemplo, no sólo necesito tener queso y tortillas, sino encontrar la manera en que estos insumos se reproduzcan, que no me quede sin materia prima.
Sin embargo, piensa Althusser, poco se ha dicho nada de la reproducción de la fuerza de trabajo. Es decir, no sólo hay que reproducir los insumos materiales, sino la fuerza de trabajo, los empleados u obreros, cuya acción es indispensable en la producción. Así, lo esencial de la reproducción de la fuerza de trabajo acontece fuera de la empresa. Se asegura la reproducción de la fuerza de trabajo mediante el salario, que figura en la contabilidad de toda empresa. El salario es indispensable para la reconstitución de la fuerza de trabajo del asalariado (que pueda volver a presentarse al día siguiente) y es esencial para la crianza y educación de los hijos. Es decir, el salario no es dado como una gratuidad o como una recompensa, sino que es el medio que garantiza, en el modelo que Althusser retoma, que el obrero actual trabaje al día siguiente (que no enferme, ni quede debilitado antes del fin de su “vida útil”) y que, literalmente, se reproduzca: que tenga hijos que más tarde lo sustituyan en su labor.
Pero la fuerza de trabajo debe estar calificada, de acuerdo con la división técnico-social del trabajo. A diferencia de lo que ocurría en las sociedades esclavistas y feudales, la reproducción de la fuerza de trabajo ahora se asegura fuera y aparte de la producción: mediante el sistema educacional capitalista. Al mismo tiempo que ciertos contenidos, se aprenden las “reglas” que se deben seguir de acuerdo con el cargo que se está destinado a ocupar: el orden establecido por la dominación de clase. Es decir, no sólo se tiene que reproducir la calificación, sino que tiene que reproducirse en primer lugar la sumisión de los trabajadores al orden establecido.
La escuela (iglesia, ejército, etc.) enseña formas de saber hacer que aseguren el “sometimiento a la ideología dominante”. Así, es la escuela el lugar principal donde se da una reproducción ideológica, no sólo material, de la fuerza de trabajo. A pesar de las raíces materialistas del pensamiento marxista y, por lo tanto, althusseriano, no basta con lo material o la pura fuerza para explicar la producción. Es decir, de nada sirve a ale apresa la fuerza o la potencia del brazo de un obrero a no ser que previamente haya asumido (inconcientemente, como veremos más adelante) que el fin o función o productividad de dicha fuerza depende del “uso” industrial de la misma. La fuerza, dicho rápidamente, no sirve para nada. Sirve la fuerza puesta al servicio del sistema de producción.
Hay que recordar que en el marxismo, el estado se concibe como aparato represivo. Es una máquina de represión que permite a las clases dominantes que aseguren la dominación sobre la clase trabajadora. Sin embargo, para hacer avanzar la teoría del estado es necesario entender los aparatos ideológicos del estado.
Los aparatos ideológicos son realidades que se presentan como instituciones precisas y especializadas:
- Los aparatos ideológicos del estado religiosos (las distintas iglesias)
- Los aparatos ideológicos del estado escolares (escuelas públicas y privadas)
- Los aparatos ideológicos del estado familiares
- Los aparatos ideológicos del estado jurídicos
- Los aparatos ideológicos del estado políticos
- Los aparatos ideológicos del estado sindicales
- Los aparatos ideológicos del estado de información
- Los aparatos ideológicos del estado culturales (literatura, bellas artes, etc.)
La mayor parte de los aparatos ideológicos pertenecen, a diferencia del aparato represor, al ámbito de lo privado, son entidades privadas.
La diferencia es que el aparato represivo del estado (la policía, el ejército la fuerza) funciona con violencia, mientras que los aparatos ideológicos del estado funcionan con ideologías. En realidad, la violencia y la ideología van juntos. La diferencia es que el aparato represor funciona de modo preponderantemente represivo, por su ejercicio de la fuerza, y secundariamente de modo ideológico, mientras que los aparatos ideológicos funcionan de modo preponderantemente ideológico y secundariamente se modo represivo, de manera disimulada y simbólica.
Para Althusser, entonces: “Según nuestros datos, ninguna clase puede detentar durablemente el poder del estado sin ejercer al mismo tiempo su hegemonía sobre y en los aparatos ideológicos del estado”. Volviendo a lo que discutíamos hace unos párrafos, cabe hacernos la siguiente pregunta: ¿Cómo se asegura la reproducción de las relaciones de producción? Se asegura por la superestructura jurídico-política e ideológica, se asegura por el ejercicio de poder de los aparatos del estado y de los aparatos ideológicos del estado.
Según Althusser, hay que señalar que todos los aparatos ideológicos buscan el mismo resultado, que es reproducir las relaciones capitalistas de explotación. Sin embargo, como decíamos antes: hay un aparato ideológico dominante: la escuela. Al modo que nuestro autor lo ve, a cada grupo social se le da la ideología que conviene al papel que debe cumplir. Las virtudes contrastadas se aprenden también en las familias, el ejército, etc., pero ningún aparato ideológico mantiene durante tantos años una audiencia obligatoria como lo hace la escuela. Parte fundamental de la ideología es presentar a la escuela como un medio neutro, desprovisto de ideología. La mayoría de los maestros no saben siquiera el trabajo que el sistema les obliga a hacer. La educación contemporánea nos parece tan indispensable como antes lo fue la iglesia.
II. Ideología y psicoanálisis
De acuerdo con Althusser, la ideología es para Marx una construcción imaginaria. Así, la ideología carece de historia ya que su historia queda fuera de ella, la única historia que existe es la de los individuos concretos. Esta tesis significa que la ideología no es nada, en tanto es puro sueño y que la ideología carece de historia, lo cual no significa que no tenga historia sino que no tiene historia propia.
Las ideologías, según Althusser, tienen una historia propia, aun si determinada por la lucha de clases. Lo propio de la ideología es tener una estructura y funcionamiento que la convierten en realidad no histórica: “omnihistórica en el sentido en que esta estructura y este funcionamiento están, bajo una misma forma inalterable, presentes en lo que se llama la historia entera tal como la define el Manifiesto (como historia de la lucha de clases, es decir, historia de las sociedades de clases)”.
Según el mismo Althusser, la proposición “la ideología no tiene historia” debe situarse con relación directa a la proposición de Freud sobre que el inconciente es eterno, es decir, no tiene historia: “Si eterno significa no lo trascendente a toda historia (temporal), sino lo omnipresente, lo transhistórico y por tanto inmutable en toda la extensión de la historia, tomo entonces palabra por palabra la expresión de Freud y escribo: la ideología es eterna tal como el inconsciente”. Debido a la relación entre ideología e inconciente, propondrá, tal como lo hace Freud, una teoría de la ideología en general.
Nos propone una definición de ideología, que es una “representación” de la relación imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia. Los hombres no representan en la ideología las condiciones reales de existencia sin o que representan su relación con estas condiciones de existencia. Esta relación está en el centro de toda representación ideológica. “La naturaleza imaginaria de esta relación sostiene toda la deformación imaginaria que se puede observar (si no se vive en su verdad) en toda ideología”.
Toda ideología representa la relación de los individuos con las relaciones de producción. En la ideología no se representan las relaciones reales que gobiernan la existencia de los individuos sino la relación imaginaria de estos individuos con las relaciones reales. La pregunta es: “¿por qué es necesariamente imaginaria la representación que se da a los individuos de su relación (individual) con las relaciones sociales que gobiernan sus condiciones de existencia y su vida colectiva e individual?”.
La tesis de este ensayo es que la ideología funciona como los mecanismos de defensa. En todos participa la represión, en tanto que lo que debe quedar excluido de la conciencia es el hecho de que el mecanismo de defensa está operando. Del mismo modo, la condición de posibilidad de la operación de la ideología es que su operación sea inconciente. Yo me creo, habitualmente, en un “estado natural”. Es decir, creo que pienso las cosas como son en realidad, no como son desde mi punto de vista ideológico.
Nos dice Althusser: “Diremos entonces, tomando en consideración un sujeto (tal individuo), que la existencia de las ideas de su creencia es material en cuanto sus ideas son actos materiales insertos en prácticas materiales normadas por rituales materiales definidos por el aparato ideológico material del cual derivan las ideas de este sujeto”.
A modo de conclusión, podríamos decir que el psicoanálisis juega un papel fundamental en la comprensión de los mecanismos por los que opera la construcción del imaginario ideológico que construye el tejido social. Si vemos que, de acuerdo con Althusser, el mecanismo central de la construcción ideológica es la represión como idea psicoanalítica, podemos derivar dos consecuencias: por una parte, el ejercicio del psicoanálisis tendría un lugar privilegiado ene l entramado social. Es decir, sería un lugar desde el cual se podrían pensar los márgenes de lo social y los márgenes de la cultura. Además, pienso, podemos concluir que el psicoanálisis, y su descripción de ciertos mecanismos inconcientes, está en el centro del postestructuralismo francés de la posguerra.
Bibliografía
- Louis Althusser. “Ideología y aparatos ideológicos del estado (Notas para una investigación)” en La filosofía como arma de la revolución (incluye Los aparatos ideológicos del estado). (tr. Oscar del Barco, Enrique Román y Oscar L. Molina) México: Siglo XXI, 2a ed. (21a reimp.), 1974, pp. 102 – 151.