Sebastián Ortega

“El güey que está ahí parado y que está trabajando hoy aquí, que le agradezco mucho su trabajo, está ahí, no está aquí sentado porque no tiene el hambre”. Esta fue la frase que Carlos “el master” Muñoz dijo en 2021 (Milenio, 2021) para referirse al mesero encargado del catering en uno de los cursos que él estaba dando. En esta frase trata de marcar una diferencia en el nivel de aspiración que el mesero tiene en contraste con la que trata de resaltar en los asistentes a su curso, de marcar una diferencia en la que hace ver al mesero como menos por no estar invirtiendo en los cursos que él da. Este es sólo uno de los ejemplos de las muchas frases que los actuales coaches de vida, de salud, de bienestar, de crecimiento personal suelen decirle a su público. Los guían para tener la “personalidad pantera” (Linares, 2022) o para seguir una “mentalidad de tiburón” (Sotomayor, 2020) asegurando que el método que siguen es la vía regia al éxito. Sin embargo esto no siempre ha sido así. 

La Escuela Europea de Coaching define al coaching como “[…]una herramienta de desarrollo relacionada con la consecución de objetivos y de acompañamiento de personas para que sean más conscientes de su propia eficacia frente a la consecución de resultados.  Lo que trabajamos en un proceso de coaching es potenciar los recursos con los que todos ya contamos con el compromiso de lograr los objetivos declarados.” (Barrluso, 2016) Asimismo, hace especial énfasis en los aspectos laborales a los que se avoca este proceso, relacionándolo con cambios de puesto, manejo de equipos, enfoque a resultados, etcétera. Otro aspecto importante a resaltar es que esta escuela establece que el proceso de coaching tiene una duración determinada de entre 6 y 10 sesiones, con un objetivo específico, basado en una modificación de la perspectiva para encontrar una nueva posibilidad de acción y en la toma de decisiones; todo dentro de un esquema de trabajo planificado. Afirman que no hacen terapia, no dan consejos ni se dice qué se tiene que hacer, sino que el coach “escucha y observa al cliente y le plantea preguntas para que éste se vea a sí mismo desde otro ángulo, amplíe su mirada y descubra nuevas posibilidades de acción.” (Escuela Europea de Coaching, sf)

Bajo esta perspectiva, el coaching es un modelo sumamente válido, eficiente, para resolver una problemática en particular que se limita a áreas específicas sin proponer dar una verdad absoluta, sin embargo, este tipo de coaching no es en el que nos centraremos aquí. ¿Qué pasa cuando ese coach no es alguien que sigue estos lineamientos, sino es alguien que carga con “la” verdad y vende la idea de que tiene una solución unívoca para la resolver la vida, para alcanzar el éxito, para conseguir pareja, para prometer una panacea o para alcanzar la iluminación? En este caso es donde tenemos a un coach – vendedor de humo.

Pues es así que entonces les doy la bienvenida a esta su “Guía práctica para vender humo”. 

Antes que nada quisiera que pudiéramos dar cuenta del contexto social que nos rodea. Para esto usaremos como base el texto de la modernidad líquida de Bauman (2000) pues su descripción social y analogías nos otorgan una mirada sumamente profunda del contexto sociohistórico que atravesamos. Hay que hablar de la emancipación, donde se da el paso de una sociedad de títulos a una sociedad de clases, donde ya no bastaba nacer encasillado en la burguesía o el proletariado, sino que se tenía que vivir como tal para ser un sujeto de jure, es decir en pleno derecho de ser reconocido como parte de dicho grupo. Esto otorga un sentido hacia aquello a lo que se debe aspirar, y elimina el peso de la responsabilidad de dicha decisión. También hay que hablar de la individualidad, donde entre el rebaño de gente ciertas cabezas se alzan como sujetos ideales, a los que se aspira; el físico, la ganancia económica o el estatus social, son sólo algunas razones por las cuales admirar a alguien, colocarlo en un pedestal para así permitir que la “gente de a pie, común y corriente” pueda consumir este ideal y luchar por alcanzarlo, que implica dejar de ver al otro como sujeto pues toda la atención se centra en uno mismo y el ideal que debe alcanzar, dejar de lado el futuro del mundo y centrar la visión en el presente y lo que uno mismo logra obtener. Otro aspecto que se menciona, son los espacios, los cuales Bauman refiere como espacios físicos, sin embargo, alcanzo a ver una relación analógica con los espacios intrapsíquicos de las personas. El autor refiere la creación de espacios de consumo y de espacios públicos (pero no diseñados para la interacción), así como de espacios vacíos;  Los espacios de consumo se refieren a espacios donde la gente está autorizada a desear y a consumir lo que la sociedad ha decidido que es lo que se oferta y lo que se debe adquirir para pertenecer, es decir, aquellas características deseables que el sujeto debe introyectar y con las cuales identificarse para así poder ser reconocido como sujeto valioso; los espacios públicos, son las estructuras de las grandes urbes que están repletas de cristales espejeados y que se sostienen imponentes sin una vía de acceso visible en dónde sólo aquellos que cuentan con las características requeridas pueden acceder (como La Défense en París, o el WTC en Nueva York) que me permiten pensar en el ideal colocado bajo el nombre de éxito al que se aspira y que excluye categóricamente a quien no cumple con el perfil adecuado creado a partir con las identificaciones imaginarias del ideal del yo. Y los espacios vacíos son aquellos que sobran, que no cumplen una de las otras dos funciones y que se destinan para el resto, lo cuál me lleva a asociarlos con los deseos, gustos y formas de pensar que no van de acuerdo con el ideal del éxito socialmente entendido y no son tomadas en cuenta como características deseables. Otro aspecto que menciona Bauman es el trabajo, el cual originariamente tenía un sentido de comunalidad donde se buscaba satisfacer las necesidades del grupo, sin embargo, toma un giro hacia la individualidad y el crecimiento personal a través del reconocimiento de la productividad. Todo esto ha permitido la consolidación de un mundo que se centra en uno mismo, en el presente, atado a una infinidad de cambios sujetos a la obsolescencia donde el ideal al que se aspira cambia constantemente y donde se busca ser relevante, viviendo en una sociedad de lujos donde el objetivo es viajar en jet privado, de usar  la ropa roída de Balenciaga, que es el aspiracional de la moda, comer en los restaurantes más caros de la ciudad sólo porque el poder adquisitivo lo permite o incluso estar a la par de los trends de Tik Tok. Vivir en un mundo que no ve hacia el futuro ha generado una sociedad en donde lo que predomina es lo que Freud llamó hace ya más de un siglo en Interpretación de los sueños (1900) el proceso primario de pensamiento; donde no existe la capacidad de demora, se busca inmediatamente evitar el displacer, se busca la inmediatez y se busca evitar el esfuerzo para la satisfacción del deseo. Por otro lado, nos permite plantear cómo se busca una identificación que al sujeto individualizado le permite desear convertirse en aquél a quien admira, volviéndose símil a la identificación imaginaria que Lacan plantea en el estadio del espejo (1949), donde no existe una identidad formada sino que el reconocerse y que el otro le diga lo que es le permite formar esa imagen de sí mismo. Difiere de una creación de la identidad a partir de la identificación simbólica a nivel estructural, pues ésta se basa en la distinción de los significantes.

“Ya no se trata simplemente de saber a quién me identifico sino de qué manera la identificación se entrama en la constitución misma del sujeto. Por eso, Lacan sostiene que “en lo que concierne a la función de la identificación (…) ocurre esencialmente a nivel de la estructura; y la estructura (…) es lo que hemos introducido particularmente como especificación del registro de lo simbólico”. (Lacan 1961- 1962 citado en Haddad, 2010) Así, la importancia de pensar la identificación surge de la consecuencia de habitar el lenguaje” (Haddad, 2010).  

Es decir, me puedo definir a partir lo que otros no son, o dicho de otra forma:

“Lo que distingue al significante es sólo ser lo que los otros no son; lo que: en el significante implica que esta función de la unidad es justamente no ser sino diferencia. Es en tanto pura diferencia que la unidad, en su función significante se estructura, se constituye.” (Lacan 1961- 1962, p 26 citado en Haddad 2010)

Esta idea nos permite volver a Bauman, en donde lo que se ve es el sujeto y a lo que aspira, lo cual no le da espacio mental para pensar su diferencia, sino que termina buscando sujetos “exitosos” con los cuales hacer lo que según Freud (1921) sería una identificación total, en la que busca convertirse en aquél, en este caso al sujeto al que admira.  

Ahora bien, ya teniendo entendido el cómo se maneja la sociedad actualmente, podemos proceder a los pasos necesarios que sigue un vendedor de humo para consolidarse como tal. Al vender el servicio de coaching y los cursos se requiere poder mostrarse como un sujeto que ha alcanzado el éxito, que por ende es admirable. Es decir, lo primordial es asumir la posición de un sujeto supuesto saber, que para nuestros fines psicoanalíticos se contrapone con la función de éste, como lo explica Otaegui (2016): 

“Primero el analista está en el lugar del Otro en su función de intérprete y en un segundo tiempo pasamos de Otro con mayúscula al pequeño otro del objeto a, aún latente cuando se producen los primeros fenómenos de interpretación” (Miller, 1999, en Otaegui, 2016) En tanto el sujeto se dirige al Otro en la búsqueda por el sentido de sus síntomas, la transferencia en Lacan queda articulada al saber.”

Esto presenta una radical diferencia entre el analista y el vendedor de humo, pues el segundo se coloca como el real poseedor de ese saber, en la posición del Otro. Lo que pavimenta el camino para que aquél que busca la solución genere transferencia con el vendedor de humo, que es quien imaginariamente tiene la respuesta.

Y cómo mantener este supuesto, se preguntarán, ¿cómo mantener esta apariencia de ser quien sabe, quien puede y quien lo logra? Para ello me remitiré al concepto del falso self, propuesto por Winnicott (1964) que parafraseándolo nos explica que ante la falta de un maternaje adecuado la persona aprende a ejecutar las conductas adecuadas que actúa pero no siente, sin embargo obtiene resultados que le favorecen; es como decir que aprende a ponerse una máscara que se adecúa a lo que el ambiente le exige, ya sea aprender a decir gracias; o en el peor de los casos a usar un saco con diseños extravagantes y decir que tiene la llave del saber mientras le dice a un mesero que no tiene “el hambre”. Y en el caso de una sociedad que enaltece esta figura de éxito aprende a mostrarse como alguien exitoso, lo que me lleva a pensar que el vendedor de humo, para mantener el personaje a través de este falso self hace uso de un self grandioso como el que plantea Kohut (1977) o bien, goza de saber que lo que vende es humo y que lo hace a manera de un beneficio propio, desde una perspectiva perversa (Luterau, 2013).

Bien, ahora que hemos abordado los elementos que un vendedor de humo necesita al interior de su persona, sólo nos falta, como dirían los mercadólogos, el perfil de audiencia. 

Así como en las bienes raíces lo más importante es la ubicación, al vender humo lo más importante es la identidad, y que ésta no esté definida. ¿Dónde es que podemos encontrar que las personas ceden su identidad para pertenecer? Así es, en la masa. Ese grupo amorfo que busca un líder a cuál seguir (Freud, 1921). La sociedad actual y el uso de las redes sociales han creado un caldo de cultivo que favorece este aspecto, donde la viralización es fácilmente alcanzable y la relevancia se mantiene siempre y cuando a la “comunidad” que se forma se le pueda seguir dando ese resquicio de respuesta que busca. Donde se le pueda dar la mirada que les devuelva lo que quieren ser y así puedan hacer esta identificación imaginaria lacaniana que mencionábamos. Esos individuos de la masa que busquen a ese “gran hombre” que ha logrado proezas y que sabe dirigir como lo menciona Freud en su texto de Moisés y la religión monoteísta (1937). Una masa que esté conformada y moldeada por individuos que busquen la solución rápida a sus penurias, que apunten a una pregenitalidad y a un proceso primario de pensamiento, donde se les libere de la responsabilidad de buscar una respuesta y donde el peso recaiga en la solución generalizada que se les brinda y que cuando falla, la responsabilidad se le pueda atribuir a “no haber seguido el método adecuadamente”, o haberle rezado al santo (o coach) equivocado.

Y es así, querido escucha o lector que está lista nuestra Guía Práctica para vender Humo. Se preguntarán ustedes ¿para qué hacer una guía para vender humo? Pues la respuesta es sencilla, para marcar una diferencia, pues nuestra labor es la contraria. Y creo yo, que parte de la posición que toma el analista, pues por más que tratemos de saber cómo funciona el aparato para pensar, nos sabemos a nosotros mismos (espero) como sujetos en falta, sin ser poseedores de ese saber absoluto y que entendemos que cada analizante que cruza por nuestra puerta, nos llama, o se conecta a su sesión de videollamada es el conocedor de su propia historia, y que nosotros no tenemos la respuesta a la pregunta con la que llega, sino que estamos para acompañarlo a dilucidar esas dudas y que aprenda a entenderse, somos acompañantes en un camino de autoconocimiento, como los Virgilios de Dante en la divina comedia. 

Y tanto dista nuestra posición con la de los vendedores de humo que no buscamos darles la gratificación inmediata, he ahí nuestra neutralidad y abstinencia, que no presuponemos tener el saber ni entender, por eso la regla fundamental de la asociación libre, que no conocemos su historia ni sus relaciones objetales si no es por las manifestaciones en transferencia, por eso nuestra atención a dichas manifestaciones y la frecuencia tan alta de sesiones que busca que se presenten. Porque nosotros buscamos que los analizantes logren un proceso secundario del pensamiento, que logren confrontar con su angustia, que no busquen una respuesta que venga de nosotros, sino que logren elaborar partes de su historia que les permitan llegar a esa respuesta, que puedan transitar un camino largo de autoentendimiento y no un curso de un fin de semana. Porque nuestra idea de la dirección de la cura no es la idea “humística” de obtener el éxito y alcanzar ese ideal imaginario, negando y cambiando su historia; sino que esta historia se pueda hacer consciente y decidir cambiar a pesar de ella rescatando lo rescatable.

Porque no es lo mismo pagar por escuchar a alguien que te diga cómo resolver tu vida, que pagar porque alguien te ayude a que tú te escuches a ti mismo y de ahí poder elaborar tú historia. Porque en el primer caso lo que se paga suele ser más que el dinero. 

Bibliografía

  • Barrluso, R (2016) Explicando un proceso de coaching en 3 preguntas. Escuela Europea de Coaching.  Recuperado de: https://www.escuelacoaching.com/blog-coaching/explicando-un-proceso-de-coaching-en-3-preguntas/
  • Bauman, Z (2000) Modernidad líquida, Fondo de Cultura Económica, México
  • Escuela Europea de Coaching (s/f) ¿Qué es coaching? Recuperado de: https://www.escuelacoaching.com/que-es-coaching-ser-coach/
  • Freud, S. (1900) La interpretación de los sueños, Tomo V, Amorrortu, Argentina.
  • Freud, S. (1921) Psicología de las masas y análisis del yo, Tomo XVIII, Amorrortu, Argentina.
  • Freud, S. (1937) Moisés y la religión monoteísta, Tomo XXIII, Amorrortu, Argentina.
  • Haddad, M. I.  (2010). El concepto de identificación en el Seminario 9, la identificación de J. Lacan. II Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVII Jornadas de Investigación Sexto Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología – Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires. 
  • Kohut, H. (1977) Análisis del self. Amorrortu editores. Buenos Aires
  • Lacan, J. (1949), “El estadio del espejo como formador de la función del yo [je] tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”, pp. 86-93. En Escritos 1, Siglo XXI, México, 1988
  • Linares, A. (2022) Conferencia “Lenguaje no verbal”. Congreso internacional de psicología del Instituto de Capacitación Universitaria. Acapulco
  • Lutereau, Luciano (2013). La concepción lacaniana de la perversión en el Seminario 10. V Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología XX Jornadas de Investigación Noveno Encuentro de Investigadores en Psicología del MERCOSUR. Facultad de Psicología  Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires
  • Milenio Digital (2021) ¿Lo pagarías? Estos son los precios de los cursos que imparte Carlos Muñoz. Recuperado de: https://www.milenio.com/espectaculos/famosos/cursos-de-carlos-munoz-precios-y-paquetes
  • Otaegui, A. L. (2016) El fundamento real del Sujeto Supuesto Saber en distintos momentos de la enseñanza de Lacan [Tesis de maestría inédita] Instituto Clínico de Buenos Aires
  • Sotomayor, M. (2020) Mentalidad de tiburón: Las 13 leyes sistema para maximizar tu potencia mental, Editorial Aguilar, Madrid.
  • Winnicott, D. W. (1964) El concepto del falso self, “El delito: un desafío”, Oxford.