Enfrentando el abuso infantil
Autor: Mina Shterenberg
 Antes de hablar de las implicaciones del abuso infantil, es importante hablar de la aportación de Freud al tema. Freud empieza a descubrir la etiología sexual en la histeria. Escuchaba a sus pacientes e iba a comprenderlas y por lo tanto, a creer en esos relatos acerca de la seducción padecida. Freud llegó a la conclusión de que las neurosis eran una consecuencia inevitable para todas aquellas que habían sido víctimas de abuso sexual en la infancia. Sin embargo, posteriormente renunció a la teoría de la seducción al empezar a darle importante a la fantasía inconsciente de la persona, ya que no era posible que todas estas mujeres hubieran sufrido de un abuso real. En una ocasión Freud tuvo un sueño con su sobrina Hella y que detrás de ella estaba Mathilde (su hija) con quien “experimenta sentimientos abiertamente tiernos y sexuales”.
De ese sueño interpreta el sueño como el deseo de hallar siempre un padre en la causa de la neurosis. Freud sabía que no había tenido encuentros sexuales ni con Mathilde ni con sus otras hijas, y que un deseo sexual no es lo mismo que un acto sexual. Fue poco después de este sueño abandonó la teoría de la seducción.
Ahora,  ¿qué debe entenderse por maltrato infantil? Aunque todas las personas tenemos una cierta idea de lo que es el maltrato infantil, es difícil precisar profesionalmente este concepto. En el caso del maltrato físico (aparentemente más fácil) cada cultura, momento histórico y persona ponen el límite en un lugar diferente. Hay personas que rechazan por completo el castigo físico, mientras que otros ven utilidad en dar una cachetada para educar. “La letra con sangre entra” (animando a los profesores a que pegaran a los alumnos si era necesario). Las conductas de maltrato son muy heterogéneas: maltrato físico, emocional, negligencia, abuso sexual.
Existen diferentes formas de maltrato hacia los niños que incluyen la explotación de menores, los golpes, el hambre, abandono, no asistencia en las enfermedades, abuso sexual, abuso físico, abuso emocional.
Algunos factores que pueden llevar a algunos adultos a ejercer violencia sobre un niño son la desconexión afectiva, que supongan que son propietarios de los hijos como si fueran objetos. También cuando el hijo es vivido como algo propio que se puede manipular a su gusto o cuando suponen que el hijo viene a salvarlos.
Además, hay situaciones que suelen desencadenar el maltrato. Una de estas situaciones es el llanto del bebé, ya que éste hace revivir el propio desamparo y puede ser insoportable y se puede intentar callarlo de cualquier modo. Un adulto que no tolera su propio desvalimiento puede entrar en estado de desesperación, e intentar expulsar lo intolerable golpeando a un niño, intentando silenciarlo. También cuando el niño empieza a gatear y caminar, la separación puede ser vivida como catastrófica por el adulto y lo incontrolable del niño que se mueve solo puede desatar respuestas violentas. Al cobrar autonomía, el niño pasa a ser un atacante externo, incontrolable.
A continuación se cita a la made de una niña quien empezó a angustiarse por la autonomía de su bebé:
“Nunca puede estar quita en un lugar. De bebé era un ángel. Comía y dormía. Empezó a gatear a los siete meses y a caminar a los diez meses. De ahí no he tenido descanso. Yo la encierro en el baño y se escapa, le pego y le pego y vuelve a moverse…”.
Por toro lado, en el control de esfínteres, cuando hay dificultades en el control éstas pueden ser vividas como ataques, como desafío a la omnipotencia parental. El clásico “me lo hace a mí”. También cuando el niño entra a la escuela y que éste falle puede ser vivido como terrorífico. Cuando los padres no se ubican como diferentes al niño, pueden querer lastimarlo como si fuera un pedazo de ellos que no les gusta. Los propios deseos, las inhibiciones, lo interno insoportable se pone muchas veces en uno de los hijos y entonces hay que aniquilarlo.
Es importante señalar que para evitar el maltrato infantil el contexto no tiene que ser “perfecto”, debe de ser confiable y suficientemente estable como para permitir la constitución de un espacio psíquico, de un yo piel.
Existe una transmisión de la violencia a través de las generaciones. Cuando en una generación algo no es hablado, quedando como lo indecible, pasará a la siguiente como innombrable. Este tipo de transmisión crea en el niño zonas de silencio representacional, dificultando el pensamiento. Lo que no pudo ser metabolizado o digerido, pasa en su forma “bruta” a los hijos y a los hijos de los hijos. Las angustias primarias, los terrores sin nombre, los estados de depresión profunda y de pánico, se transmiten como agujeros, vacíos, marcad de lo no elaborado. También hay transmisión de modos vinculares violentos, que generan perturbaciones en las interacciones familiares. Hay recuerdos traumáticos abolidos de la memoria por una generación y expulsados hacia la generación siguiente. Recuerdos que retornan de diferentes modos.
Cuando el maltrato es ejercido por aquellos de los que depende la vida y el sostén amoroso, las zonas erógenas se constituyen marcadas por el dolor. Predominan funcionamientos masoquistas. La represión primaria no se puede estabilizar ya que los que transmiten lo reprimido no lo tienen claramente instaurado. En muchas familias se permiten las dos grandes prohibiciones: “prohibición al incesto” y “prohibición al asesinato”.
Cuando el maltrato se da desde los primeros momentos de vida, se pierde la posibilidad de diferencias sensaciones, todo es igual. Quedan anestesiados. Suelen buscar el peligro, jugar con la posibilidad de un accidente, drogarse, buscando sensaciones fuertes. Entran en apatía afectiva (como los sobrevivientes de los campos de concentración). La apatía es efecto de la pulsión de muerte.
Para concluir:
–          La terapia psicoanalítica es una de los muchos tratamientos que ha probado ser efectivo para las personas que han sufrido de abuso físico, sexual o negligencia en la infancia.
–          El abuso sexual, la violencia y la negligencia en la infancia pueden afectar aspectos esenciales del desarrollo emocional.
–          Apego desorganizado y síntomas de disociación son efectos importantes que pueden tener estos niños.
–          El tratamiento con personas que han padecido de abuso en la infancia es complejo y emocionalmente difícil.
–          El abuso producido por mujeres no se reconoce tan fácilmente y sus efectos suelen ser minimizados.
–          El abuso infantil suele surgir en la familia y afectará a toda la familia. La combinación de diferentes tipos de abuso es lo más peligroso.
–          El abuso sexual se asocia con abuso físico.
–          La baja autoestima, trastornos alimenticios, problemas sexuales, embarazo adolescente, dificultades en las relaciones y altos índices de divorcio se relacionan con abuso sexual en la infancia.
–          Adolescentes y adultos que han experimentado abuso sexual infantil tienen más probabilidad de tener conductas sexuales de riesgo.
Bibliografía

  • Janin, B. “El sufrimiento psíquico en los niños: Psicopatología infantil y constitución subjetiva”. Editorial Noveduc. Argentina: 2011.
  • Mc Queen, D. Itzin, C. Kennedy, R. Sinason, V. Maxted, F. “Psychoanalytic Psycotherapy after Child Abuse”. Karnac Books. London: 2008.
  • Volnovich, J. “Abuso sexual en la infancia” 1, 2 y 3. Grupo Editorial Lumen. Argentina: 2002.

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Imagen: Morguefile/mensatic