El Yo Piel en el paciente fronterizo
Autor: Ana Elisa Nava 
El estudio de los trastornos fronterizos en el mundo psicoanalítico comenzó en 1854. A partir de este momento, se comenzó a hacer referencia a estados entre la psicosis y la neurosis.
Ha sido un término controvertido, pues durante muchos años se pensó como un “bote de basura” de aquellos pacientes difíciles de diagnosticar. Poco a poco, éste trastorno fue adquiriendo un lugar importante, nosológicamente hablando. Pasando por autores como Magnan entre 1884 y 1892, Krapelin en 1883, Huges en 1884, quien acuñó por primera vez el término “locura fronteriza”. Helen Deutch quien lo describió en 1942 como pacientes con personalidades “como si”, después por Fresch en 1964 quien lo denominó “carácter psicótico” y habiendo pasado por varios otros autores y muchas manos por fin tomó su lugar en el gran manual para el diagnóstico psiquiátrico DSM III en 1980. Siendo por lo tanto un trastorno relativamente joven en el sentido de ir adquiriendo poco a poco una integración de signos y síntomas de los cuales distintos autores estén de acuerdo. Es aún interesante y necesario su estudio e interpretación desde distintos ángulos y lugares teóricos.
Para empezar, considero de vital importancia retomar lo que dice el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos sobre los paciente fronterizos. Los describe como: Es una enfermedad mental seria que se caracteriza por relaciones, humor y comportamiento inestables. Los pacientes sufren de: Número uno, problemas para regular emociones y pensamientos. Dos, un comportamiento impulsivo e imprudente. Y por último, relaciones inestables con las otras personas.
Habiendo dicho esto, lo primero que es de vital importancia preguntarnos es, por qué un paciente podría sufrir de síntomas tan difusos, profusos y en tan distintos ámbitos de la vida. Kernberg, quien es un de los principales estudios de dicho trastorno, lo explica por el particular funcionamiento del yo. Habla de labilidad yoíca y con este término explica todo su funcionamiento. Retomemos ahora los puntos principales de dicho término e intentemos entenderlos uno a uno. El principal, desde mi punto de vista, y a partir del cual se puntualiza el funcionamiento fronterizo, es el predominio de primitivas operaciones de defensas del yo. Sobre todo, la identificación proyectiva. Continuamos con la falta de control sobre los impulsos o mejor dicho acting outs (exoactuaciones), estas últimas en el contexto analítico pero en el mundo real, por llamarlo de alguna manera lo entendemos como falla de control de impulsos. Intolerancia a la ansiedad, es decir, una pobre capacidad de tolerancia a la frustración. Insuficiente desarrollo de los canales de sublimación, los cuales importan por implicar que el individuo pone interés en algo que trasciende su interés por sí mismo. Y por último, el debilitamiento de la prueba de realidad, la cual implica la medida en la que el paciente es capaz de reconocer su realidad interpersonal, la realidad social y en especial los valores morales de los demás. Además de estos factores del yo, Kernberg retoma dos otras funciones muy importantes afectadas por la génesis de dicho trastorno, éstos son: en primer lugar, el grado de abstracción y despersonificación de las estructuras súper yoícas, que trae como consecuencia culpa, depresión y tendencias antisociales. Y por último, y no es poca cosa, las cualidades de las relaciones objetales, las cuales describe como pobres, por decir lo menos. Éstas últimas dan para estudiar desde muchos otros puntos de vista, como lo es la teoría de los objetos o del apego, entre otras, la particular forma de relación que establecen los pacientes fronterizos. En esta ocasión sólo se menciona por no ser el objetivo del trabajo.
Ahora bien, existen muchas explicaciones de cómo y cuándo se gestan estas fallas en el yo de los pacientes fronterizos. Por escoger alguna he decidido explicar las funciones maternas o de parentaje, porque, aunque se denominen funciones maternas no son exclusivas de la madre. Por lo tanto, también se suele acuñar el término de cuidadores primarios. El cual incluye al padre, abuelos, tíos, nanas y otras personas involucradas en los cuidados del bebé. Entonces, retomando a Winnicott, el ambiente y el infante en un inicio de encuentran indiferenciados. Esto quiere decir que la madre es quien debe de sostener en un primer instante la ilusión de que el mundo es controlado y uno mismo con el infante para dar paso después a la frustración, misma que irrumpe en la ilusión del niño y se presenta como mundo externo o ambiente. La madre, según este autor, tiene tres herramientas principales para dar contención al recién nacido y evitar el trauma. He de decir que, para Winnicott, trauma es la irrupción del medio ambiente de manera abrupta en continuo del yo. Misma que interrumpe su desarrollo normal y promueve entre otras cosas el establecimiento de un falso self. Retomando, las tres herramientas son: el holding y el object presenting. Es decir, primero a través de lo físico y después a través de los otros ir introduciendo al niño al ambiente. Si esta etapa es exitosa, el bebé logrará a través del tiempo: la integración, la interpelación psicosomática (que es la explicación del cuerpo) y por último la capacidad e relacionarse con el objeto. Lo cual implicará que la relación con la madre es más que la de un espejeo, si no más bien la de un intercambio activo entre la lectura de las necesidades del bebé y la acción adecuada de emanen de dicha circunstancia. Para el tema, es fundamental considerar la relación que hay entre las funciones maternas y la integración primero y más tarde la interpelación psicosomática que implica que el yo adquiere un sentido, una unidad, que está entendido. Y sólo a partir de esto podrá el infante relacionarse con el otro.
Habiendo dicho esto, podemos entrar de lleno al tema del yo-piel, el cual Didier Anzieu retoma de Freud y amplía de manera importante. “La comunicación originaria es una comunicación directa en la realidad y más aun en la fantasía, no mediatizada, de piel a piel.” Es decir que a través de la piel se comienza a formar el yo y por lo tanto el precursor incipiente en un inicio de dicho complejo aparato es la piel. Según Anzieu, el yo-piel tiene tres funciones principales: Primero, es una barrera protectora del psiquismo. Su segunda función es ser filtro de los intercambios entre el mundo externo y el interno y por último es una inscripción de los primeros rasgos, función que hace posible la representación más tarde en el desarrollo.
Cuando estas funciones no logran concretarse las consecuencias varían pero siempre se refieren a funciones preedípicas del desarrollo, incluso previas a la etapa anal. Es por esto que algunos autores han considerado la patología fronteriza como propia del primer año de vida. Didier Anzieu habla de los trastornos limítrofes diciendo que el principal problema de dichos sujetos es que el sentimiento de continuidad del si mismo se pierde fácilmente. Y esto porque el yo-piel se convierte en una sola estructura por medio de la cual se confunden los estímulos internos de los externos. Por lo tanto su cura requiere la reconstrucción de las funciona de mantenimiento, de para excitación y recarga libidinal del yo-piel.
El proceso para dar continuidad al si mismo a través de la piel es muy complejo y es por esto que sus fallas se pueden presentar de distintas maneras. Existen algunos síntomas comunes en los pacientes fronterizos y retomo aquí sólo algunos de ellos a modo de ejemplo: El uso de drogas se podría interpretar o utilizar por el paciente ya sea para establecer un límite con el mundo externo o para no sentir angustia de discontinuidad en la piel, exacerbando los sentidos. La impulsividad sexual, pera libidinizar el cuarpo. El uso de tatuajes para re libidinizar pero también para recordar que ahí hay piel, que siente y significa algo. Las conductas de cutting podrían ser utilizadas orar recodar los límites entre lo extremo e interno mientras se re significa y actúa una y otra vez la sensación corpórea de sentir. Y, algunos trastornos alimentarios, para mostrar corpóreamente estados anímicos regresivos.
Todos estos síntomas pueden ser interpretados de distinta manera en cada paciente y la intención de ponerlos como ejemplo es simplemente incluir al yo-piel en la línea interpretativa de dichos síntomas. No necesariamente un síntoma así implica trastornos fronterizos, aunque me parece fundamental pensar y casi imposible negar que el yo-piel se muestra en síntomas así de floridos. Sobre todo en trastornos fronterizos en los que es fundamental tomar en cuenta los estados iniciales del yo y buscar la falla muchas veces desde los estados pre lingüísticos. Finalmente, es fundamental retomar lo que en un inicio dice Anzieu que es que el contacto piel con piel es la comunicación primaria.
Como conclusión, creo que lo principal es recordar lo que explica Anzieu “El contenido mal contenido, se convierte en continente que contiene mal”. Y es fundamentalmente por esto que Si el yo-piel se piensa como precursor del yo entonces dar sentido a los signos y síntomas corporales sobretodo en pacientes con patologías preedípicas es fundamental. En segundo lugar que es posible inerpretar las actuaciones fronterizas como intentos por dar continuidad al si mismo. Y por último observar la importancia de como analistas ayudar al paciente a re libidinizar su piel.
 
Bibliografía

  • Anzieu, D. (1974) yo-piel; ED. Biblioteca Nueva; Madrid
  • Kernberg, O. (1968). The treatment of patients with borderline personality organizations
  • Winnicott, D. (1971): “Realidad y juego”, trad.: F. Mazía, Gedisa, Barcelona