El Sentimiento de Vacío

Por: Roxana Inclán

El presente trabajo pretende explorar el tema de sentimiento de vacío. Si bien el sentimiento de vacío se encuentra presente en estados depresivos como la depresión mayor, este sentir también se observa de manera crónica en pacientes con patologías o trastornos de la personalidad graves y, que cada día es más frecuente encontrar en la clínica.

Kernberg (1987) propone ciertas características para diferenciar entre pacientes con una organización neurótica, límite y psicótica. Entre ellas se encuentra el grado de integración de la identidad, los tipos de defensas más frecuentemente utilizados y su capacidad para la prueba de realidad. Tanto en las organizaciones de tipo limite que comparten características estructurales con patologías narcisista, paranoide, esquizoide y de tipo infantil, como en las psicóticas, predominan defensas más primitivas que se centran en el mecanismo de la escisión. Sin embargo, a diferencia de la organización límite, en la última organización, la prueba de realidad está gravemente deteriorada.

Dentro del área de identidad podemos encontrar que, en estos 2 últimos tipos de organización, persiste un pobre concepto de sí mismo reflejado en la experiencia subjetiva de vacío crónico e insatisfacción constante, autopercepciones contradictorias, percepciones huecas y empobrecidas de los demás donde la estabilidad y profundidad de sus relaciones son escasas y/o caóticas. Siendo de este modo pacientes con poca capacidad para evaluar a los demás y a sí mismos (Kernberg, 1987). Son este tipo de pacientes a los cuales me referiré en el presente trabajo al hablar de sentimiento de vacío.

Kernberg citado en Palombo (2016) describe que los pacientes con sentimiento de vacío experimentan la sensación de que la vida no tiene ningún sentido. Del mismo modo presentan, un desasosiego crónico, hastío, así como la dificultad de experimentar la soledad y sobreponerse a ella. Menciona que este sentimiento es más intenso que la tristeza y soledad pero menos grave que el sentimiento generado en las psicosis tras una pérdida. Estos pacientes suelen abandonarse a la experiencia de vacío y viven mecánicamente, transitados por un profundo sentimiento de irrealidad. Existen pacientes en la clínica que claramente se muestran apáticos y con una falta de esperanza, sin embargo, hay otros que frente al vacío parecieran intentar escapar de este doloroso sentir.

Es preciso mencionar que el sentimiento de vacío es distinto a lo que conocemos como falta. Si bien el ser humano se encuentra en falta ya que no somos omnipotentes y que cada estructura y patología desarrolla mecanismos distintos para enfrentarse a ella, no todos los seres humanos desarrollan un sentimiento de vacío.

Si bien no pretendo desarrollar el tema de depresión sino profundizar en el tema de sentimiento de vacío, comenzaré haciendo la distinción entre lo que es un duelo y una melancolía, debido a que en muchos de los trastornos que presentan sentimientos de vacío no es tan fácil de observarlo, ya que que los mecanismos utilizados buscan de una u otra forma negar este sentimiento.

Por un lado, el duelo es una reacción frente a la pérdida de un objeto amado ya sea persona o, como menciona Freud (1917), de abstracciones como la patria o un ideal. En el duelo, el sujeto ha puesto parte de la libido en dicho objeto y se ha identificado con este. El sujeto podrá elaborar el duelo según Klein (2012) si en las etapas más tempranas logró vencer con éxito las ansiedades depresivas y persecutorias y logró integrar el objeto, enfrentándose de manera satisfactoria a la ambivalencia hacia el objeto que se genera en el duelo. Finalmente, esta elaboración del duelo consiste en que el paciente sea capaz de retirar la libido del objeto perdido y desplazarlo a uno nuevo.

No obstante, en la depresión o, como Freud (1917) la describe, Melancolía, de base narcisista, existe un componente que en el duelo no se da y es la perturbación del sentimiento de sí. Si bien puede existir una pérdida del objeto, se encuentra una pérdida del yo donde no es posible percibir lo que se perdió en el sujeto. Lo anterior produce un empobrecimiento del yo, un delirio de insignificancia y, a mi parecer, un sentimiento de vacío inexplicable para el sujeto. Podemos observar en estos pacientes la falta de esperanza y la queja constante en forma de autorreproche que, si bien son dirigidas al propio paciente, en realidad son dirigidos al objeto amado perdido que generó una insoportable ambivalencia. Freud mencionaba que la libido no se desplaza sino que la “investidura del objeto amado se cancela y se retira la libido sobre el yo, ocasionando una identificación con el objeto resignado, y por consiguiente, la pérdida del objeto se convierte en la pérdida del yo” (Freud, 1917).

Recapitulando entonces, en la depresión narcisista hay una pérdida de objeto real o imaginario que es vivida como desengaño y que como consecuencia, el aparato psíquico retira la investidura del objeto, no sin antes identificarse con éste, como algo perdido y carente que genera un sentimiento vacío tanto de contenidos como de afectos a partir de la “angustia de empobrecimiento” que resulta de la pérdida.

Para que la melancolía se instaure se plantea que en un inicio existe una fuerte fijación con el objeto amado y, a su vez, una escasa resistencia de la investidura del objeto. Esto quiere decir que la elección del objeto se realizó sobre una base narcisista, es decir que previamente se construyó una identificación narcisista con el objeto. (Freud, 1917). Lo anterior, implica que cualquier decepción con el objeto lleva a una decepción narcisista.

Si bien, las patologías graves antes mencionadas no pasan necesariamente por una melancolía, si comparten una identificación narcisista con el objeto, así como un empobrecimiento del yo que, a su vez, es sentido como sentimiento de vacío. La mayoría de las veces este sentimiento se mantiene encubierto a través de los distintos mecanismos de defensa propios de cada patología de esta índole. No obstante, este sentimiento de vacío puede ser perceptible cuando los pacientes se enfrentan a una situación de frustración ocasionada por el mundo externo.

Partiendo de lo anterior, se puede decir que las patologías graves o de difícil acceso se estructuran a partir de una base narcisista.

Freud (1914) a partir de que se percató que existen sujetos que han cancelado el vínculo erótico con objetos reales y lo han sustituido por 1) objetos de su fantasía o bien 2) por una mezcla entre los imaginarios y los reales fue que concluyó la existencia del narcisismo siendo éste generado por una introversión de la libido, es decir, que “la libido sustraída del mundo exterior fue conducida al yo”. Del mismo modo, fue a partir de la observación de niños que determinó que ese narcisismo es previo a una investidura de objeto y que cuanto más gasta una investidura, más se empobrece la otra.

Por tanto, si bien el narcisismo es propio del desarrollo, y que éste pretende ser abandonado, hasta cierto punto, con el fin de investir a los objetos; hay sujetos que sufren de una regresión hacia un narcisismo primario, es decir, que se encuentran bajo el imperio de investiduras yoicas que generan pérdidas en la realidad, dificultades en la diferenciación de un yo y un no yo. Este narcisismo primario posteriormente puede expresarse dominantemente en una elección de objeto narcisista, es decir, que no eligen un modelo de amor y, por tanto, de identificación como la madre, sino uno según a su persona propia (Freud, 1914).

Por otro lado, en cuanto al sentimiento de sí, Freud (1914) decía que si bien, “una parte es primaria, el residuo del narcisismo infantil; otra parte brota del cumplimiento del ideal del yo, y una tercera, de la satisfacción de la libido de objeto”.

Schjoljik (1993) coincide con lo anterior al decir que es “en la apertura a la alteridad que el ser humano logra una identidad, en un movimiento mutuo entre la catectización del sí mismo y del objeto; movimiento pendular entre la identidad subjetiva, buscada en la relación con otro y a través del otro” lo cual contrasta con las patologías más narcisistas donde no hay una investidura de objeto y por tanto, no hay un reconocimiento del otro como individuo.

En este caso, observamos que los pacientes con patologías narcisistas son incapaces de amar, sin embargo, buscan ser amados tal como “su majestad el bebe” lo hacia en épocas tempranas, siendo incapaces de renunciar a cualquieras de las satisfacciones que gozaban en ese entonces. No debemos olvidar que frente a la realidad, el sujeto puede verse frustrado al percatarse que las satisfacciones de las cuales gozaba no son posibles de satisfacer de manera original, ni inmediata. Esto genera una herida narcisista y finalmente un decremento de su propio sentimiento de sí, por lo que al no ser amado y gratificado como en ese entonces, disminuye el sentimiento de sí, y en contraste, incrementa un sentimiento de vacío; mientras que el ser amado lo realza (Freud, 1914).

Reforzando la idea anterior, estos pacientes son sujetos con una indiferenciación parcial entre las representaciones de sí y de objeto y que a su vez presentan carencias importantes en el investimento que dan lugar a marcados sentimientos depresivos y vivencias de vacío. Asimismo, menciona que la mala integración de estas representaciones de sí da lugar a lo que Kernberg ha llamado difusión de identidad (Schkolnik, 1993).

Siguiendo la línea del narcisismo, en el desarrollo normal, en el narcisismo primario el bebé no puede percibir al objeto como separado a él, por lo que la satisfacción recibida por la madre la vive como proveniente de él. Posteriormente aparece el narcisismo secundario, donde la experiencia repetida de las necesidades permite que el bebé perciba que la necesidad proviene de su interior y que la satisfacción llega del exterior. Aquí la madre ya se convierte en un objeto independiente y el infante se enfrenta a la necesidad de depender de ella para su supervivencia. Aunque es doloroso, el infante deberá desarrollar la capacidad como la tolerancia a la frustración y capacidad de espera ya que la madre no siempre gratificará sus necesidades por completo ni de manera inmediata (Coderch, 2004).

En los pacientes psicóticos este narcisismo secundario no se alcanza ya que la realidad es demasiado intolerable para la psique ya que la frustración de sus necesidades lo enfrentan a una angustia de aniquilamiento. Coderch (2004) menciona que hay otros pacientes que alcanzan este narcisismo secundario con gran dificultad y ante las frustraciones tenderán a refugiarse en la identificación de un objeto omnipotente interno que les permita sentirse acreedores de capacidades del objeto gratificador, exigiendo que los demás reafirmen lo anterior con la finalidad de no caer en la angustia de aniquilamiento. Considero que en el momento en que esto no sucede y la realidad los vuelve a frustrar, se enfrentan nuevamente a la herida narcisista. Al no poder ser ellos omnipotentes entonces pareciera que existiera la sensación de no ser nada, lo cual provoca que el sentimiento de sí disminuye y el sentimiento de vacío incrementa, ocasionando el despertar nuevamente de mecanismos que le permitan ocultar ese sentir como la negación, devaluación de los objetos, omnipotencia, identificación proyectiva, entre otros.

Otra forma de pensar el sentimiento de vacío en estos pacientes es a partir de la etapa oral en donde están fijados, la cual corresponde a un hambre de objetos propia del narcisismo. Hay que tomar en cuenta que es en esa etapa donde varios autores coinciden en la presencia de impulsos sádicos y destructivos. Una de ella es Klein, quien a partir de su teoría nos es posible concebir la idea de un sentimiento de vacío más preciso.

Klein citada en Hinshelwood (1989) hace énfasis en la importancia que tienen las fantasías inconscientes de la infancia temprana en del desarrollo de la psique. Parte de estas fantasías provienen del propio instinto de muerte innato del ser humano, es decir, de los instintos sádicos orales. Además refiere que durante esta infancia temprana existe un saber innato de la existencia de ciertas partes del cuerpo debido a la actividad de succionar, uno de ellos es el pecho de la madre y el otro la boca y a partir de ésta función alimenticia se verán permeadas las fantasías de esa edad.

La primera posición llamada esquizoparanoide, se da a partir de impulsos sádicos orales donde el infante tras percibir sensaciones gratificantes y frustrantes, además de sus propios instintos sádicos se ve forzado a recurrir a la escisión. Por un lado, percibe al pecho de la madre como una fuente de alimento y, por lo tanto lo percibe como un objeto bueno externo que gratifica. Por otro lado, a consecuencia de las frustraciones y el desamparo, así como, de los impulsos sádicos orales innatos sentidos como angustia de aniquilamiento, el bebé proyecta sus propios impulsos sádicos destructivos, en el pecho de la madre, por lo que “el peligro instintivo interno” como lo hace llamar Klein (2012), se convierte en un peligro externo, es decir, un objeto/pecho malo externo.

Así el bebé busca incorporar los contenidos buenos de la madre a través de la transformación de éstos en objetos internos buenos y, al mismo tiempo, ataca a los objetos malos externos quienes ahora, por la fantasía de destrucción, hacen sentir al bebé preso de la retaliación de dichos objetos. Tras esta idea de retaliación, el bebe se ve en la necesidad de fantasear con objetos buenos idealizados para disminuir la ansiedad persecutoria.

Para poder salir airoso de esta posición, Klein (2012) afirma que es primordial que las satisfacciones generadas por los objetos buenos sea mayor que el sadismo y la frustración de los objetos malos. Esto dependerá de dos aspectos, uno, de la existencia de un ambiente facilitador suficientemente bueno y del quantum de sadismo que proviene de manera innata del infante. De lo contrario, el sadismo de los objetos malos, dañan a los objetos buenos. Ante este escenario el bebé tendrá la sensación de incorporar objetos buenos dañados o incluso destruidos; o bien se verá en la necesidad de crear objetos buenos idealizados para disminuir la ansiedad persecutoria, sin embargo, debido a la envidia se genera también objetos malos idealizados.

Lo anterior, sin tomar en cuenta que además existe un uso de identificación proyectiva masiva que aumenta la desconfianza con respecto a lo que es bondadoso, lo que es interno y lo que es externo. Esto último podría ocasionar un empobrecimiento de los objetos buenos internos, o sea del yo, y la presencia de ansiedades de tipo persecutorio o de ansiedades de aniquilamiento similares a la sensación que se enfrenta el bebé en el paso del narcisismo primario al secundario.

Posteriormente, en la posición depresiva el bebé toma conciencia de sus propios impulsos destructivos. Del mismo modo, se percata que el pecho bueno y el malo son uno mismo y, como consecuencia de atacar al objeto malo, también agredió al objeto bueno, ahora introyectado como objeto interno y considerado un objeto total. Al descubrir que su objeto es alguien separado a él, se percata lo desamparado que está sin ese objeto total y se da cuenta de la dependencia que tiene hacia él. Esto lo enfrenta a una ambivalencia y al surgimiento del sentimiento de culpa, despertando así ansiedades depresivas y mecanismos maniacos y obsesivos. Como última instancia el yo adquiere una necesidad para reparar, crear, conservar al objeto amado y adaptarse a la realidad (Segal, 2016).

No obstante, si bien este es un proceso de vaivén de las posiciones, Klein en Contribuciones a la psicogénesis de los estados maniaco-depresivos (2012) menciona que estas mismas ansiedades depresivas pueden generar en el infante la duda frente a su capacidad de reparar, generándole angustia. Considerando que son posiciones y no etapas, lo anterior puede tomar varios rumbos; uno, el de regresar a un nuevo incremento de las ansiedades persecutorias; o bien puede también identificarse con un objeto total dañado o en peligro de destruirlo, es decir, que conduciría a un yo empobrecido.

 

Tratamiento

En un inicio varios autores, entre ellos Masterson, citado en Kernberg (1987), propuso que la psicoterapia de estos pacientes debía ser primero de apoyo y que la psicoterapia intensiva, reconstructiva y psicoanalítica era una ampliación y consecuencia de la psicoterapia de apoyo. Sin embargo, concuerdo con Kernberg (1987) en que con el desarrollo de la teoría de relaciones objetales y, agrego yo que, con las teorías de escuelas posteriores a ésta, es posible brindar desde un principio una psicoterapia orientada psicoanalíticamente e incluso, como planteó Rosenfeld, un tratamiento psicoanalítico propiamente dicho.

Para lo anterior, considero indispensable analizar las transferencias y utilizar como herramienta la contratransferencia como analista, debido a la dificultad que tienen estos pacientes para simbolizar, mentalizar y diferenciarse del otro por el uso masivo de la identificación proyectiva y la cantidad de agresión no metabolizada, expuesta en el presente trabajo.

Las personas que han sido descuidados de manera constante e intensiva durante su primera infancia viven bajo una angustia aniquilante (Winnicott citado en Palombo, 2016). Tanto Winnicott como Bion hacen hincapié en la habilidad que debe desarrollar el terapeuta para integrar aspectos emocionales y cognoscitivos. Por un lado encontramos la función de sostén o holding de Winnicot que se asemeja al cuidado maternal básico que le permite al paciente desarrollar su verdadero self. Por otro lado, recordemos que Bion propone la función Reverie como la vía que permite integrar experiencias primitivas, fragmentadas y agresivas que son proyectadas por el paciente en momentos de frustración a través de la comprensión intuitiva que se asemeja al de una madre que actúa como contenedor y organizador del contenido proyectado (Kernberg, 1987).

Por otro lado, no debemos olvidar que como seres humanos biopsicosociales y, por tanto como analistas, tenemos límites en el tratamiento de los pacientes con estas características. Por esta razón, en ocasiones es importante realizar un trabajo integral y multidisciplinario según la gravedad del caso; lo anterior incluye el apoyo familiar y el psiquiátrico.

 

Conclusión

Para que exista un sentimiento de vacío en un paciente se deben considerar varios factores. Entre ellos, considero de gran importancia, el narcisismo y la agresión innata de cada persona, así como la capacidad del ambiente de contener y metabolizar la pulsión de muerte, así como, ansiedades tanto de aniquilamiento, persecutorias y depresivas que se despiertan frente a los factores mencionados.

Frente a estos factores, el yo se ve en la necesidad de utilizar mecanismos de defensa como la identificación proyectiva. El uso masivo de este mecanismo genera en el sujeto una dificultad para distinguir un yo de un no yo. Del mismo modo tendrá como consecuencia el establecimiento de yo frágil, poco integrado con dificultades en la propia identidad y, por tanto, con un sentimiento de estar empobrecido e inclusos vacío frente a situaciones de estrés, frustración o pérdida.

Si bien el sentimiento de vacío lo podemos encontrar en las patológicas graves antes mencionas, la expresión y defensa frente éste sentimiento se manifestará en distintos modos tanto cualitativos como cuantitativos. Por ejemplo, en un paciente melancólico se puede observar de manera más abierta este sentir que en un paciente con trastorno narcisista que se defiende del sentimiento de vacío a través de la negación.

 

Bibliografía

  • Bleichmar, H. (2003) Algunos subtipos de depresión, sus interrelaciones y consecuencias para el tratamiento psicoanalítico. Revista en línea aperturas psicoanalíticas No. 14. http://www.aperturas.org/articulos.php?id=245&a=Algunos-subtipos-de-depresion-sus-interrelaciones-y-consecuencias-para-el-tratamiento-psicoanalitico.
  • Coderch (2004). La personalidad narcisista de nuestro tiempo. Revista Temas de Psicoanálisis. España. Vol VIII – IX. Pp 11- 23.
  • Freud, S. (1914-1916) Sigmund Freud. Obras Completas. Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico. Trabajos sobre metapsicología y otras obras. Vol. XIV. Amorrortu editores. Argentina.
  • Hinshelwood, R. (1989) Diccionario del pensamiento Kleiniano. Amorrortu ediciones. Argentina.
  • Kernberg, O (1987). Trastornos graves de la personalidad. Manual Moderno. México.
  • Klein, M. (2012) Obras Completas Melanie Klein. Amor, culpa y reparación 1. Ediciones Culturales Paidós. México.
  • Klein, M. (2012) Obras Completas Melanie Klein. El psicoanálisis de niños 2. Ediciones Culturales Paidós. México.
  • Palombo, M (2016). Formas de abordaje de los estados de vacío en la clínica. Revista subjetividad y procesos cognitivos. Vol. 20 No 1 pp 165-188
  • Schkolnik, F. (1993) Polisemia del narcisismo. Revista Uruguaya de psicoanálisis en línea No. 77
  • Segal, H. (2016) Introducción a la obra de Melanie Klein. Ediciones Culturales Paidós. México.

Imagen: freeimages.com / Robert Elliott
El contenido de los artículos publicados en este sitio son responsabilidad de sus autores y no representan necesariamente la postura de la Sociedad Psicoanalítica de México. Las imágenes se utilizan solamente de manera ilustrativa.