Cecilia Alcocer 

Hace más de un año, comenzó a nivel mundial la circunstancia inédita de que fuimos declarados en pandemia y junto con ello el encierro y el cambio radical de todas nuestras formas de vida, principalmente en lo que refiere a la interacción social, debido a que nos vimos obligados al aislamiento; esto hizo que inevitablemente los trabajos y las escuelas emigraran a la modalidad remota y por supuesto el psicoanálisis no fue la excepción.

En un inicio la incertidumbre de qué pasaría con nuestros trabajos estaba presente en todos, narrando un poco desde mi experiencia en la clínica, recuerdo que la gran mayoría de mis pacientes suspendieron sus tratamientos, mencionando que retomarían su análisis una vez pasada la pandemia, en sus mentes y en la mía creímos que no se trataría de más de cuarenta días; Otros, fueron los que me propusieron a mi tener las sesiones a distancia, ya que yo aún ni siquiera tenía claro cómo iba a funcionar esta modalidad, pero sin pensarlo mucho acepté el reto. 

Algunos eligieron utilizar la plataforma de zoom y otros prefirieron optar por la vía telefónica para tener las sesiones.; al mismo tiempo, yo también tuve que modificar mi vida, ya que mi análisis, mis supervisiones y mis clases como candidato en formación, también se vieron obligadas a ser a distancia, cuestión que en parte me dio la seguridad de que esto podía lograrse y podíamos seguir trabajando. 

Lo fuimos haciendo todo sobre la marcha y a los pocos meses descubrimos que, a pesar de las dificultades de adaptarnos a esta nueva forma de trabajo, como no contar con el lenguaje corporal, la presencia física del otro o los problemas de conexión, se podía seguir llevando a cabo el psicoanálisis a distancia, sin verse afectadas las bases de la asociación libre, la atención flotante,  la transferencia, la contratransferencia, la posibilidad de interpretar y que esto tuviera el mismo efecto transformador. 

Me he preguntado en varias ocasiones qué pensaría Freud, si pudiera ver que la práctica analítica actualmente se practica en su mayoría a distancia y con  medios digitales, me respondo que sería una gran satisfacción para él, el ver que las bases de la teoría y la técnica van más allá de la presencia física, cuestión que en aquel entonces hubiera sido inimaginable, incluso surgieron muchos memes que mostraban esta parte cómica en donde veíamos la imagen de Freud sentado frente a la computadora, dando análisis a distancia o teniendo las reuniones con sus colegas contemporáneos a través de zoom. Me pregunto también, qué consejos nos dejaría en sus escritos sobre esta modalidad de trabajo, ¿nos sugeriría el teléfono como la mejor forma de suplir al diván? o bien ¿se recomendaría utilizar zoom o cualquier plataforma cara a cara para realizar las entrevistas iniciales y al menos contar con la imagen facial? 

Son muchas las interrogantes nuevas, que ahora a las generaciones actuales que hemos atravesado esta pandemia, nos toca por continuar adaptando la teoría y la técnica, de ahora en adelante que el psicoanálisis se ha establecido para todos en línea y también adaptándonos al importante cambio social actual. 

El psicoanálisis a distancia comenzó a practicarse desde la década de los 90s, la razón más frecuente para comenzar un tratamiento telefónico o a distancia era evitar su interrupción, sea por un cambio de domicilio, una enfermedad o un evento traumático; el doctor Ricardo Carlino, a la par que otros psicoanalistas como Zalusky (1998) y Leffert (2001), comenzaron la práctica del psicoanálisis a distancia y por ende también empezaron a desarrollar este tema. (Estrada et al., 2014)

En (2014) Carlino nos indicaba que “el psicoanálisis para continuar teniendo vigencia debe estar siempre preparado para avizorar lo nuevo y a su vez, poder percibir la necesidad de su propia renovación, pues “lo nuevo”, desde siempre, estuvo, está y estará incluido potencialmente en él. La sociedad y sus tiempos cambiantes pueden ser objeto de observación y estudio del psicoanálisis hasta que, en algún momento, en el medio de dichos cambios, se invierte el sentido de la mirada y es la sociedad la que se convierte en el sujeto que observa al psicoanálisis y le informa si tiene cabida o no como recurso clínico apto para la población que pretende abarcar”. (Carlino, R. 2014. Pg. 79)

Sin imaginar lo que sucedería en el 2020, el psicoanálisis ya había demostrado y demostró ser apto frente a este cambio, pero aún permanece la incertidumbre de cómo volverán a ser nuestras vidas una vez superada la pandemia. A principios del presente año 2021, comenzó la vacunación contra el SARS COVID 19, y con ello una luz esperanza de poder regresar eventualmente a la interacción social presencial; ante ello surge en mí una de las más grandes dudas, la cual intentaré responder a lo largo de este trabajo y en conjunto con las valiosas opiniones de mis compañeros, ya que imagino también se estarán preguntando qué es lo que ocurrirá una vez que todos seamos inmunes.

El gran descubrimiento que nos ha dejado la pandemia, es que muchísimas actividades que creímos que sería imposible realizar a distancia, hoy en día vemos que son posibles y que además el llevarlas a cabo sin la necesidad de acudir obligatoriamente a un sitio, permite mejorar en gran medida la calidad de vida de las personas. Primeramente, el no ser necesario trasladarse, ahorra tiempo que anteriormente se perdía en las distancias y en el tráfico, es más económico, no se tiene que invertir en la movilidad y en general termina requiriéndose un menor gasto de energía al tener cualquier tipo de encuentro social. 

El ámbito comercial es uno de los que mayormente reporta haberse beneficiado por este aspecto, ya que hoy en día les es mucho más sencillo a los vendedores poder llevar a cabo un mayor número de citas comerciales con clientes potenciales y concretarlas sin tanto esfuerzo, al mismo tiempo que para los clientes es más cómodo poder recibir dichas propuestas, sin tener que salir de casa. Por otro lado, los empleados de miles de empresas que se vieron obligados a emigrar a la modalidad home office, hablan de haber adquirido también muchos beneficios, como el contar con mayor tiempo para ellos mismos o para convivir con sus familiares, a pesar de haber tenido muchas quejas de que se perdieron los límites del tiempo para atender demandas de trabajo, sin embargo, esto no ha sido un factor imposible de ajustar con diferentes estrategias. 

Existe otro ámbito, que a mi consideración es el que se ha visto mayormente afectado por el distanciamiento social y es el escolar, por ello la respuesta del gobierno en vacunar al personal docente. Múltiples encuestas y estudios refieren como la mayoría de los niños y jóvenes, reportan sentir que no se está teniendo el mismo aprendizaje y rendimiento académico ¿A qué se debe esto? Pienso que en gran medida, la razón apunta a que también se modificaron radicalmente las formas de aprendizaje y enseñanza;  quizás antes los alumnos jugaban un rol más pasivo , en donde acudían a clases y la institución escolar se hacía cargo de los tiempos , actividades y tareas que se tenían que realizar durante la mitad de las horas de la vida de un niño o joven estudiante , en conjunto con la interacción social con sus compañeros, que facilitaba el aprendizaje vicario, cuestión que la pedagogía siempre ha mencionado como uno de los componentes más importantes para el aprendizaje . Actualmente, el alumno tuvo que tomar obligatoriamente una actitud mayormente activa y autodidacta, el maestro se volvió más bien en un facilitador que en una autoridad de cátedra, al mismo tiempo que se sumaron múltiples recursos digitales que ya estaban en funcionamiento, pero no con tanta fuerza como hoy en día. 

Me pregunto ¿Qué sucederá con las instituciones escolares? Se volverá de lleno a las aulas o bien será una modalidad mixta presencial y a distancia, ¿o puramente a distancia?, ¿Será esto una cuestión optativa para los chicos o bien para los padres de familia? 

A partir de esto, pienso cómo se verán impactadas las formas de socialización en jóvenes y niños, ya que estas también se han modificado radicalmente debido a que son a través de medios digitales, en especial los videojuegos para poder convivir con sus pares y de por medio todos los riesgos y beneficios que conlleva esto. 

Todas estas circunstancias son las actuales y la pregunta es qué sucederá cuando todos regresemos a la interacción presencial sin ningún riesgo de contagio, ¿regresaremos una interacción presencial de lleno o habremos modificado nuestra manera de trabajar, aprender, convivir y tomar cercanía o distancia? Mis suposiciones apuntan a que será imposible dejar atrás todos los beneficios de la distancia que hemos aprendido con la pandemia, pero también tendremos que readaptarnos para volver a la interacción directa con el otro que es necesaria para el crecimiento. 

Se avecinan diferentes duelos por dejar la vida a la que nos acostumbramos durante más de un año, al mismo tiempo que nos enfrentamos a ciertas dificultades de readaptación social y estratégica, en cuestiones a las que ya hemos perdido la costumbre. 

El psicoanálisis entra en los mismos cuestionamientos, muchas personas acudieron en busca de un tratamiento durante la pandemia, debido a que hubo un cambio radical en cuanto a las formas que anteriormente teníamos para relacionarnos, acercarnos o distanciarnos y tramitar los afectos, que se vio impedido por el aislamiento, pero también exacerbado por el acercamiento con las personas con las que se compartía el mismo techo. La ansiedad y la depresión se volvieron temas presentes en el lenguaje de todos y afortunadamente se comenzó a voltear a ver a la salud mental como algo necesario y fundamental para poder sobrellevar el día a día. Las redes sociales comenzaron a tomar mayor fuerza que nunca y a su vez a generar mucho contenido sobre temas de salud mental, consejos, talleres y charlas, fueron acercando paulatinamente a la gente a darle importancia a su vida emocional; temas como el amor propio o las relaciones tóxicas se volvieron una tendencia en el lenguaje popular. 

A raíz de todo esto llegaron a análisis muchos pacientes que quizás jamás lo habían hecho o no habían considerado la necesidad de voltear a ver su mundo interno, la pandemia fue un importante estresor para acudir a tratamiento y en esta ocasión tuvieron que hacerlo en línea. Comenzamos a recibir pacientes e iniciar tratamientos sin ver presencialmente a las personas, todo comenzaba en una pantalla de zoom e incluso existen casos en donde únicamente se contaba con la voz de la persona, al ser vía telefónica. 

Estrada, T y colaboradores (2014), en el artículo “Psicoanálisis a distancia, un encuentro más allá del espacio y tiempo”,  destacan que unos de los problemas sobre el desarrollo del psicoanálisis a distancia es la carencia de un término preciso y específico: psicoanálisis on-line, psicoanálisis a distancia, tele análisis, cyberanálisis, análisis asistido por computadora e incluso análisis virtual o análisis no presencial; la mayoría de las veces son voces utilizadas indistintamente y todas como sinónimo de análisis más allá del consultorio. Hoy, la falta de una idea, de un concepto o de un acuerdo para definirla hace evidente que esta práctica requiere ser nombrada con urgencia, lo cual implica darle una identidad, institucionalizarla, y para ello es preciso construir una credibilidad que surja desde la misma práctica, es decir, demostrar que sí puede ser considerada psicoanálisis. 

Por lo anterior, ahora es el tiempo de incluir el psicoanálisis a distancia, y la discusión central ha de versar sobre los siguientes aspectos. ¿cómo se establece esta práctica que por definición va más allá del consultorio? Y si ¿Es o no es psicoanalítica? (Estrada et al., 2014)

Llevamos más de un año trabajando de esta manera y me atrevería a decir que ningún tratamiento se ha visto afectado o imposibilitado al ser a distancia, sin embargo, me pregunto cuáles serán las cuestiones que facilita esto y cuáles son los obstáculos con los que nos encontramos. 

En cuanto a las partes que son más fáciles, tanto para el analista como el analizando, pienso como ya lo mencioné en un inicio, está en el tema de las distancias y los traslados; hoy en día es fácil poder acudir con un buen analista sin verte impedido por esto, incluso gente que se encuentra en otros países puede acceder a un tratamiento de calidad de manera más accesible o con personas con las que jamás hubieran podido analizarse. Por el lado del analista también es más sencillo, ya que se puede recibir una mayor cantidad de casos, al no tener que trasladarse y utilizar forzosamente un consultorio, lo cual incluso le ahorra muchos gastos.

Tuve la oportunidad de atender a un joven adolescente que vivía en otro país, los padres acudieron a mi debido a que la familia era mexicana y buscaban una analista que también lo fuera, lo interesante fue que pronto caí en la cuenta de que jamás llegaría a conocerlo presencialmente, debido a que la familia se encontraba en una situación inmigrante desde que él era niño, cuestión que les impedía el jamás poder salir de su país actual. Esto refuerza la idea de que hoy en día, es más sencillo que alguien pueda acudir a un tratamiento y para nosotros como analistas también es más sencillo poder brindarlo sin vernos impedidos por cuestiones de distancia o tiempo. 

Esto también aplica para la posibilidad de recibir supervisiones con analistas experimentados que se encuentran en otros países o continentes, así como el poder acudir a distintas charlas o congresos y enriquecer nuestro aprendizaje y conocimientos, de manera más sencilla y accesible. 

Estrada, T y colaboradores, desde el 2015 nos hablaban de que “En la actualidad son muchos los analistas que practican el análisis fuera del consultorio, en el ámbito de las supervisiones o en grupos de discusión clínica, ya no se lo considera material de un análisis a distancia o un análisis experimental, sino que se observa si el encuadre fue realizado en forma adecuada y si la fenomenología que acompaña la comunicación ideo-afectiva es aprovechada en términos psicoanalíticos.

Sin embargo, cuando me cuestiono sobre los obstáculos, el primero que me viene a la mente es el hecho de no poder contar con el aspecto físico de la persona; al transcribir las historias clínicas de los pacientes que llegaron en la modalidad a distancia, noté que me era muy difícil poder hacer una descripción acertada del aspecto del paciente. El joven adolescente que mencioné, yo lo imaginaba partiendo de lo que veía en la pantalla, físicamente más alto, más grande y en una sesión me comentó que él medía 1.20 y todo lo que sentía al respecto por ser tan bajito; lo mismo me sucedió con una paciente adulta que también llegó durante la pandemia y nuevamente partiendo de lo que veía en la pantalla, yo la percibía como alguien de complexión media, sin embargo, pronto surgió en su análisis todos los problemas que había tenido desde niña  con su imagen corporal y como actualmente se sigue sintiendo con sobrepeso. La pregunta es ¿qué se hace en esos casos?, se le pide al paciente que haga una descripción de cómo es físicamente, ¿será esta una descripción realista o finalmente estará sesgada por sus percepciones corporales inconscientes o subjetivas que tiene de sí mismo? ¿Y finalmente, será un obstáculo para poder entender la esencia completa de una persona? 

 Carlino, R.  en el artículo Reflexiones actuales del psicoanálisis a distancia del 2014, indicaba que “En la publicación de la IPA del 2003, Argentieri y Amati Mehler pensaban que el análisis por teléfono no era compatible con el proceso psicoanalítico, por la inhabilitación de cuatro de las 5 vías sensoriales y porque también se privaba al paciente de la situación de contención y albergue dado por la presencia del analista. No hay duda que esas pérdidas son realmente significativas. Pero ¿cuándo algo se pierde, además de conectarnos con el dolor de lo perdido, no tendemos a pensar con qué legítimo y genuino objeto o situación se puede reemplazar como una manera de actualizar nuestra realidad? El análisis telefónico no puede ofrecer una reposición de todas las vías sensoriales que quedan excluidas, ni tampoco lo que estas destacadas analistas hacen referencia a la pérdida de contención dada por la presencia del analista. El análisis telefónico sólo puede ofrecer lo suyo y a su manera y éste es el punto de partida. (Carlino, R. 2014. Pg. 84)

Será adecuado utilizar este método sólo si la dupla logra una genuina conexión apta para el trabajo elaborativo del análisis. Cuando alguien pierde definitivamente el sentido de la vista ¿no podría acaso seguir siendo analista, ni tampoco paciente; no puede construir nuevos vínculos profundos, trascendentes y/o importantes en lo que resta de su vida? Un ciego no ve, pero oye lo que se le dice y puede pensarlo y hablar lo que eso le hace pensar. Dos ejemplos muy conocidos son los de Hellen Keller ciega, sorda y muda que contactó y aprendió de otra manera y el de Borges cuando quedó ciego que continuó contactando con nuevos escritos y también continuó escribiendo, aunque de otra manera. ¿Y si nos acostumbráramos a analizar sin la visión, no encontraríamos acaso otra manera de abordar nuestro objeto de análisis? Es cuestión de aprender algo diferente, ya hay experiencia al respecto. (Carlino, R. 2014. Pg. 85)

Al parecer hemos comprobado que todo lo que se planteaba anterior a la pandemia es posible, es decir analizar y ser analizados, sin forzosamente tener que contar con la presencia de nuestros cinco sentidos. 

Es cierto que la variable distancia en la relación analítica, algo se pierde: el olor, el compartir los mismos estímulos medioambientales, la ilusión de compartir un mismo ambiente emocional (algunos lo llaman el feeling, la sensación que despierta el lugar), parte de información paraverbal, etcétera. Sin embargo, tanto la necesidad del paciente por comunicar (motivada de manera tanto consciente como inconsciente) como la autoimpuesta obligación correspondiente del analista por comprender fuerzan a ambos a encontrar nuevas formas de simbolización para transmitir y percibir algún equivalente aceptable con los medios a su alcance. (Estrada et al., 2014)

Otro aspecto importante  es el de la transferencia ,al menos  en mi experiencia he sentido que esta se despliega sin importar que el análisis sea llevado a la distancia, todo tipo de sentimientos se despiertan sin importar el factor presencial, lo que importa es la palabra o bien el silencio; sin embargo considero que quizás cuando hay una transferencia negativa o intensa probablemente esta se siente menos intensificada al estar a la  distancia,  y esto lo pensé sobre todo al tener  entrevistas con los padres de los niños que acuden a tratamiento, de alguna manera me resultaron menos cansadas , debido a quizás se jugaba un elemento curioso,  el hecho que los padres suelen pelear menos al estar frente a una pantalla e indiscutiblemente deben ceder turnos para hablar y entender lo que se dice del niño por cada una de las partes, ya que de lo contrario es imposible comunicarse a distancia cuando se trata de  más de 2 personas presentes en la pantalla.  

A partir de esto surge la duda de ¿Se sentirá la transferencia igual a la distancia? o bien ¿será una forma de tener cierta protección cuando tenemos que recibir proyecciones, erotizaciones o agresiones por parte de los pacientes? O finalmente existe la posibilidad de que el análisis a distancia, no presente ningún obstáculo importante para el despliegue de la transferencia y la contratransferencia como tal. 

En el libro Psicoanálisis a distancia, se menciona que el tema de la cercanía o proximidad corporal tiene una importancia que no debe pasarse por alto. Si bien es cierto que el analista no está permanentemente mirando las señales que el cuerpo del paciente emite, si en cambio es más fácil que no se le pasen por alto las que registra de su propio cuerpo; lo que se quiere remarcar con esto es que el analista que atiende por teléfono, si bien está privado de recibir imágenes emitidas del otro lado de la línea, sí puede percibir las señales contra transferenciales que , debido a su entrenamiento, le permitirán contactar con el cuerpo libidinal del paciente. (Carlino, R. 2010, Pág. 135)

Como vemos, en el diálogo analítico mediatizado por teléfono la transferencia halla ocasión de operar como tal y produce emociones o síntomas corporales de naturaleza contra transferencial. Referido al desempeño del paciente frente a la sesión, el analista toma en cuenta la hora de la llamada, la forma del saludo, la apertura de la sesión y registra si es acorde o diferente a lo habitual; en cuanto a lo audible, observa cómo el paciente emite y escucha, la alternancia o superposición en hablar, los aspectos cuantitativos de la velocidad dada a la emisión de las palabras, las cualidades de los silencios etc. (Carlino, R. 2010, Pág. 135)

Por lo tanto, pareciera que ya existía el conocimiento y la veracidad de que transferencia y contratransferencia operan sin importar que el tratamiento se lleve a cabo a distancia, lo cual nos abre a la posibilidad de poder seguir ejerciendo por otros medios sin verse afectada esta parte. 

Lo mismo ocurre con las cuestiones resistenciales, las cuales, por supuesto encontraron nuevos caminos para hacer su aparición, sobre todo en lo relacionado a la conexión con el analista; sobran ejemplos en donde los pacientes tienen una mala conexión o interferencia durante la sesión, sin tomar una actitud activa de buscar los medios para remediarla, culpando a las fallas de la tecnología. O bien los pacientes que, gracias a la accesibilidad de hoy en día, deciden tener su sesión en lugares públicos en donde hay mucho ruido y poca privacidad, o se encuentran realizando otras actividades durante la sesión, lo cual difícilmente permite contar con un espacio auto reflexivo necesario para poder recibir algo de la sesión. 

Sobre lo que se ha escrito respecto a estas cuestiones, se menciona que la responsabilidad en el cuidado de la privacidad de lo hablado en la sesión no recae solo en el analista, sino también en el propio paciente, la eventual reiteración de la falta de alguna de las condiciones básicas de privacidad, más allá de una situación accidental produce algún tipo de resonancia que debe ser atendida, es decir puede tratarse de un acting out que amerita ser interpretado o elaborado. (Carlino, R. 2010, Pág. 135)

Quizás deberemos incluir en los encuadres estas nuevas recomendaciones, sobre situaciones que deben ser evitadas, como el tener la sesión en lugares o contextos poco apropiados y en caso de romper con esto ser interpretado como una forma de nueva resistencia. 

En un estudio realizado por los autores del artículo “Psicoanálisis a distancia, un encuentro más allá del espacio y tiempo”, aplicaron una encuesta entre analistas latinoamericanos con más de dos años de experiencia trabajando en análisis a distancia; se obtuvieron resultados de 36 pacientes y concluyeron que la modificación más importante en relación al análisis a distancia para el establecimiento del encuadre, fue la solicitud explícita del analista para que el paciente se responsabilizará de salvaguardar el setting (80% de los analistas encuestados expresaron hacerlo así), garantizando con esto que pueda hablar en un lugar privado que permita la asociación libre. (Estrada et al., 2014)

Por lo tanto, en el análisis en el que se utiliza la tecnología, el paciente debe hacerse cargo de la infraestructura, el envío de dinero, el cambio de divisas y el manejo técnico.

Desde el principio y por más de una centuria, el consultorio del analista funcionó como único lugar de encuentro de la dupla analítica, no por ello debe confundirse una costumbre con lo esencial de una sesión de análisis, es decir, la cualidad analítica del diálogo ejercido en un setting adecuado. El diálogo analítico está compuesto básicamente por un intercambio de palabras formuladas en medio de un clima transferencial y con determinada entonación, y acompañadas de actitudes, gestos y comportamientos que informan acerca del paciente, del analista y del estado transferencial del vínculo. En un diálogo por telecomunicación, las palabras adquieren un rol protagónico, constituyéndose en el eje axial del vínculo analítico. Asumen el papel de continente y, a la vez, de vehículo inter-conector del intercambio ideo-afectivo. Las palabras van acompañadas de una actitud y un comportamiento percibidos en la cualidad del desempeño de cada uno de la dupla, ya sea este pertinente o evasivo, inesperado o actuador. (Estrada et al., 2014, Pg. 65)

El espacio transferencial “inter”, que opera como “campo de juego” del intercambio ideo-afectivo, el cual mantiene cierta correlación conceptual con el “espacio transicional” de Winnicott. El material volcado al espacio “inter” será motivo de interpretación y elaboración, a ello contribuye la percepción del analista de la transferencia del paciente y de la propia contratransferencia. El analista labora y elabora desde el interior mismo del corpus teórico de las teorías psicoanalíticas con que se desempeña y pone en juego en cada intervención. En su intervención está incluida su propia experiencia histórica, que de alguna manera operará como contribución a su contratransferencia. Todas estas cualidades se mantienen en el diálogo tele analítico, lo cual hace factible el psicoanálisis a distancia. ͎ (Estrada et al., 2014)

Por otro lado, el trabajo con niños a distancia pareciera ser el más complejo de todos, comencé trabajando con Alex, un niño de 6 años el cual comenzó su análisis de manera presencial 4 meses antes de que comenzara la pandemia, una vez que esta comenzó, los padres suspendieron el tratamiento y un mes después volvieron a buscarme porque querían una asesoría de cómo manejar la situación en casa y la escuela en línea con Alex. 

Estas asesorías se volvieron cada vez más frecuentes y en una ocasión me comentaron que Alex les preguntaba si él podría tener su sesión en línea y así fue como me anime a atender a un niño bajo esta modalidad. 

Lo interesante fue que cuando nos conectamos, Alex ya había preparado a todos sus personajes y comenzó a jugar con ellos enfrente de la pantalla tal como lo hacía en el consultorio, esperando las intervenciones e interpretaciones correspondientes. Así fue como retomamos, no obstante, considero que seguir el juego simbólico sin estar presente o formar parte de este, requiere el doble de atención y energía para comprender lo que está sucediendo en la mente del niño, además de que uno frecuentemente suele perder de vista lo que sucede en el juego, si el niño se sale del marco de la pantalla y es necesario mencionarle continuamente, que uno se está perdiendo una parte del juego; al igual que el niño pronto descubre que puede utilizar nuevamente este aspecto de manera resistencial.  

De igual forma,  empezaron a entrar en juego otros elementos, como el que Alex elige un lugar distinto de su casa cada vez que tenemos la sesión, el que en ocasiones aparecen mis mascotas o las de Alex y el rol que juegan estas dentro de la terapia, así como pronto comencé a percibir inevitablemente ciertas dinámicas que se daban en su casa, como el hecho de que constantemente llamaba a su mama para cualquier cosa y esta difícilmente le decía que no, a pesar de ella estar trabajando durante el tiempo de la sesión. 

También  han entrado nuevos elementos digitales de juego a las sesiones, ya  que estos  forman parte de la vida actual de los niños , como lo es el compartir pantalla y dibujar en conjunto a través de zoom o  la posibilidad de que te muestren videos de YouTube sobre temas que a ellos les significan y finalmente, cada día más frecuente, es el hecho de que como analista te hagan partícipe de los videojuegos que juegan;  esto es un elemento  muy interesante, ya que permite observar el tipo de videojuego que eligen, cómo interactúan dentro de este , los compañeros con los que conviven y finalmente el avatar que los representa, ofreciendo datos relevantes sobre su mundo interno y la percepción que tienen de sí mismos. Sin embargo, en ocasiones resulta complejo intervenir, así como saber sobre la eficacia de las interpretaciones, ya que de pronto el niño se encuentra totalmente inmerso en el juego que al mismo tiempo se lleva a cabo de manera grupal con sus pares o bien también pueden acercarse chicos desconocidos a interactuar; es como imaginar que estuviéramos al lado de nuestro paciente durante su recreo escolar e interviniéramos mientras él juega con sus compañeros. Por lo cual queda por seguir observando el cómo han cambiado todas las reglas y posibilidades de juego durante la sesión, o si los videojuegos deberán ser incluidos o bajo qué circunstancias específicas, para que el análisis continúe teniendo el mismo efecto; lo que sí pareciera ser cierto es que uno como analista dentro del videojuego, funge en cierta medida como un acompañante o especie de yo auxiliar para el paciente durante el juego. 

Elena Cañizo, en el libro 12 psicoanalistas conversando sobre la pandemia del covid19, menciona que la característica principal de muchos juegos en línea es poder morir y reaparecer, ya que tienen otra oportunidad de hacer las cosas de una nueva vez y mejor, de renacer siendo más hábil y poderoso; con esto comenzó a interpretar este deseo de vencer a la muerte, a la enfermedad, de poder demostrar fortaleza y salir triunfantes. En los juegos de roles, menciona que fue una pieza clave analizar qué personaje escogían, algunos pedían ser bebés que ella cuidara y otros preferían ser los padres y que ella fuera la bebe a la que ellos cuidaban. (Cañizo, E. 2020)

También menciona que una de las apps propuestas por la mayoría de sus pacientes fue la de Roblox, la cual es una app con muchísima variedad de juegos, sin embargo, se dio cuenta que los juegos que más elegían eran los de matar al otro, de habilidad, de competir, de adoptar y cuidar al otro, así como algunos que recrean distintos escenarios sociales. (Cañizo, E. 2020)

Quizás yo aún no me he enfrentado al juego de roles como lo experimentó Cañizo, pero coincido con sus reflexiones sobre las experiencias que tuvo trabajando con niños durante la pandemia, Roblox parece ser una de las plataformas más utilizadas por los niños en la edad de la primaria, al igual que eligen juegos en donde encuentran expresión los impulsos agresivos, las angustias de muerte, la competencia y el demostrar las propias habilidades, así como socializar y pertenecer al grupo a través de los videojuegos; todo esto nos lleva a pensar que quizás en el ámbito de los videojuegos , se pueden trabajar cuestiones que anteriormente trabajábamos de manera presencial en el consultorio, sin embargo requerirá de una mayor exposición, conocimiento y entrenamiento en este nuevo mundo de los videojuegos por parte del analista. 

Conforme avanzó la pandemia, algunas mamás e incluso algunos niños pidieron la posibilidad de acudir nuevamente al consultorio de manera presencial, aunque fuera de vez en cuando y si el semáforo epidemiológico más o menos lo permitía; incluso llegue a establecer un tratamiento que yo lo he llamado híbrido, ya que atendía a una niña de 10 años en una sesión presencial a petición de la mama y una sesión a distancia semanalmente. Esto me permitió observar más claramente las limitantes y los beneficios de cada una de las modalidades, la sesión de los martes que era a distancia, justamente me permitía conocer su cuarto, su mascota , los videos que me traía de YouTube  y que le significaban cuestiones importantes, al igual que me enseñaba sus videojuegos y los compañeros con los que interactuaba en estos ; sin embargo pronto  observe que para ella  era más  sencillo tomar una actitud resistencial , llenando la hora analítica con todos estos recursos digitales, para no tocar con muchos de los temas que la estaban angustiando. Las sesiones presenciales que teníamos los viernes, no jugábamos, se trataba únicamente de diálogo y era más sencillo interpretarle sus resistencias y hablar de los temas que le estaban preocupando. 

Me pregunto si de ahora en adelante podremos establecer estas modalidades híbridas de tratamiento, en donde se pueda contar con los beneficios de la distancia y lo presencial, e incluir e interpretar las cuestiones resistenciales que puedan suscitar ambos escenarios. 

Por otro lado, muchos de los pacientes que comenzaron su tratamiento a distancia y aún no hemos podido conocernos presencialmente, me preguntan si podrán acudir en algún momento, o bien hay personas que han llegado pidiendo un tratamiento presencial y una vez probando la eficacia de hacerlo a distancia, han optado por mantenerse en ello. Esto me lleva a imaginar que los tratamientos podrán continuar a distancia, sin embargo, quizás será importante incluir algunas sesiones presenciales para conocernos, pero ¿será esto algo importante a incluir en el encuadre?, ¿con qué frecuencia deberemos solicitar esto? O bien dichas cuestiones quedarán simplemente en manos de las elecciones y preferencias de los pacientes, lo cual también me resulta complejo de establecer.

Quizás si podrá determinarse en función de lo que sea más conveniente para el paciente, pero deberemos estar atentos a que esto no pueda prestarse a una cuestión resistencial o contraresistencial y delimitar cuando se trata de esto. Lo único que es claro es que tendremos que reestablecer y actualizar los encuadres con estas nuevas formas de tratamiento. 

Finalmente creo que, dentro de la elección de un análisis a distancia, presencial o una modalidad híbrida, algo que definitivamente estará presente, es el tema de la cercanía o la distancia en relación al vínculo terapéutico; Se dice que los pacientes con más debilidad y alteraciones yoicas, son siempre necesarios reaseguramientos narcisistas; la presencia y constancia física del analista en el consultorio favorece ese efecto, pero mediante un dispositivo a distancia es necesario reforzar la presencia virtual armando una red confiable. (Estrada et al., 2014)

Tuve la experiencia de tratar a una paciente a distancia y  precisamente uno de sus motivos principales de consulta, era la dificultad para establecer vínculos cercanos y de confianza con los otros  , comenzamos a través de zoom e intentamos abordar este tema , sin embargo cada vez que aparecían sus resistencias para poder confiar y abrirse conmigo, mencionaba que se debía a que la terapia era a distancia, creía que si nos veíamos de manera presencial sería más fácil, se le interpretó este aspecto y estuvo unos meses más en el tratamiento, finalmente optó por abandonarlo y lo más interesante es que hizo esto cuando finalmente le ofrecí el poder venir a una sesión presencial con las pertinentes medidas sanitarias.

Lo mismo me ocurrió con otro caso el cual atendía de manera presencial antes de comenzar la pandemia, una vez que estuvimos en aislamiento, se negó a continuar su tratamiento a distancia; sin embargo, me ha buscado en dos ocasiones para retomar su tratamiento, pero se rehúsa a tener las sesiones a distancia, por lo que me dice que prefiere esperar a que lo atienda de manera presencial. Algo característico de este este paciente, es que precisamente presenta dificultades para establecer relaciones totales de objeto con las personas que se relaciona. 

Será oportuno a partir de ahora, cuestionarnos si el hecho de estar renuente a recibir un tratamiento a distancia, cuando están presentes dificultades inminentes para acudir presencialmente, más bien apunta dificultades para establecer relaciones o vínculos de confianza. Lo mismo para los pacientes que aceptan el tratamiento a distancia, pero prefieren ahorrarse la cámara para no ser vistos por el analista. 

O bien se puede presentar lo contrario, hoy en día es posible afirmar que, para algunos pacientes con dificultad de contacto, solo a distancia se pueden iniciar un tratamiento, y conforme avanza el proceso, logran tolerar más la cercanía; ya que, al parecer, esta modalidad permite una mayor permeabilidad de las intervenciones del analista, debido a que el paciente en su fantasía cree que hay menor riesgo y que puede regular la cercanía-intimidad. (Estrada et al., 2014)

Estrada y Colaboradores, refieren que, puestos a elegir, siempre es preferible un análisis con ambos participantes presentes en el consultorio del analista, cuando no ocurre así, es porque existe alguna circunstancia que lo hace imposible, aun cuando esta circunstancia sea atribuible en exclusiva a resistencias (más o menos conscientes o totalmente inconscientes) por parte del analizando. (Estrada et al., 2014)

Carlino, R.  en su artículo de 2014, se pregunta si ¿Tiene alguna ventaja analizar por teléfono sin imagen? Y nos responde que muchos analistas lo prefieren, ya que refieren compenetrarse más en el contenido ideológico de lo hablado y captan mejor las inflexiones de la voz que es donde se encuentra el sentir implícito y el inconsciente del paciente, es decir, en ciertos momentos adhieren al “ver” sin mirar, mirar sin ver”. Nos dice que cuando el análisis es con cámara Web, si bien en algo se aumenta la percepción visual ella, nunca será equivalente a la del consultorio, porque la presencia corporal cercana aporta algo más que una imagen para ver. Estar uno al lado del otro produce vivencias diferentes que “juntarse” comunicacionalmente e incluso ayuda a tolerar más los silencios. (Carlino, R. 2014.)

Esto me lleva a pensar en el modo de trabajo que personalmente fui adoptando, debido a cómo se fueron dando las cosas, lo resumo de la siguiente manera: con los pacientes a los cuales conozco del trabajo presencial previo a la pandemia, adopte el método telefónico sin ningún problema y también ellos lo prefirieron. Con los  pacientes que llegaron durante la pandemia y a los cuales aún no conozco presencialmente, trabajo a través de zoom, ya que consideré importante poder contar al menos con su imagen facial, sin embargo continuó con la forma del consultorio, nos saludamos cara a cara, apagamos la cámara durante el análisis a modo de diván y finalmente prendemos la cámara para despedirnos; con los niños he ido adoptando el modelo híbrido de una sesión presencial y otra a distancia y finalmente los análisis presenciales que comienzan a retomarse con las medidas sanitarias, impiden la percepción facial completa y ligeras dificultades en la escucha, debido al uso del cubrebocas. 

Sin embargo, esta es una forma de trabajo improvisada, basada entre la intuición, entre las bases teóricas y técnicas del psicoanálisis clásico, el que practicábamos antes de la pandemia, lo que sabíamos sobre el psicoanálisis a distancia, al igual que también cuestiones personales. 

La investigación que hicieron Estrada y colaboradores, muestra que las herramientas más utilizadas por analistas latinoamericanos que practicaban el psicoanálisis antes de la pandemia eran   teléfono (33%), Skype con audio (30%) y Skype con video (24%). No obstante, llama la atención que el cambio de una herramienta a otra es siempre consecuencia de una solicitud explícita del paciente, lo cual puede suceder durante la sesión o durante del tratamiento. En el análisis cualitativo encontraron que este hecho está asociado con tolerar la mirada del analista, es decir, soportar ser visto, por un lado, y por otro, poder ver al analista o escucharlo sin necesidad de mirarlo. Todo ello tiene un nexo con las ansiedades paranoides, el control obsesivo, los aspectos esquizoides, los procesos regresivos, la fase del proceso y la circunstancia del paciente. (Estrada et al., 2014)

Con base en esta información es posible considerar que las variaciones en la tecnología no afectan la situación analítica, sino que proporcionan material factible de interpretación y quedan dentro del proceso, ya que representan una manera de expresarse y de comunicar; entonces se puede concluir en que el proceso analítico no está determinado por la herramienta de comunicación que se utiliza ni por la presencia física, sino que depende, al igual que en el consultorio, de las cualidades de la díada y de sus posibilidades de encuentro analítico.(Estrada et al., 2014)

Por lo cual, nos queda continuar observando y estableciendo lo que será más conveniente para nuestra práctica como psicoanalistas de ahora en adelante, en donde claramente se solicitara y optara con mayor frecuencia por un psicoanálisis a distancia, como bien lo dice el doctor Carlino “Los denominados nativos digitales y ciertos inmigrantes digitales que adquirieron nuevos hábitos de comunicación , a la hora de poner en marcha un tratamiento por medio de estas tecnologías comunicativas, se encontrarán muy  familiarizadas y les resultará fácil o no tan difícil comunicarse exclusivamente por esta vía; para otros , en cambio , será necesario , en algún momento, realizar algún tipo de encuentro personal y directo, sin intermediación tecnológica. (Carlino, R. 2014.)

Habiendo reflexionado sobre estas nuevas posibilidades que nos plantea la técnica o bien el modelo híbrido que es el que imagino estará presente a lo largo durante todo este año, mientras regresamos a los encuentros presenciales y avanza la inmunización frente al SARS COVID-19; lo que sigue es adaptarnos, continuar experimentando y pensando. 

Bibliografía 

  • Ayran, A. Briseño, A. Carlino, R. Estrada, T., Gaitán, A., Manguel, L. 2014, noviembre. Psicoanálisis a distancia, un encuentro más allá de la distancia y del tiempo. CALIBAN. Vol. 13, NÚMERO 2. Recuperado http://www.bivipsi.org/wp-content/uploads/Caliban_Vol13_No2_2015_-esp_p60-75.pdf
  • Carlino, Ricardo. 2010. Psicoanálisis a distancia. 1ª Edición. Buenos Aires. Editorial Lumen
  • Carlino, Ricardo. 2014, noviembre. Reflexiones actuales sobre el psicoanálisis a distancia. REVISTA DE LA SOCIEDAD ARGENTINA DE PSICOANÁLISIS – NÚMERO 18. Recuperado www.bivipsi.org/wp-content/uploads/10.-Carlino-2014.pdf
  • Rossi H, Luisa. 2020. 12 Psicoanalistas conversando sobre la pandemia del COVID-19. 1ª Edición. . México. CODICE-Taller Editorial.