El encuentro de lo femenino

Autor: Adriana Loyola

La belleza comienza con la decisión de ser uno mismo”

(Coco Chanel)

 

Un encuentro es el acto de coincidir en un punto dos o más cosas, a veces chocando una contra otra. Hablar de género en Psicoanálisis ha sido uno de los temas controversiales más significativos en el desarrollo de las teorías y la postmodernidad. Existen diferentes posturas acerca de la construcción de género, la mayoría de los estudios se muestran desde perspectivas sociológicas y antropológicas. Sin embargo, el género es aquello que se va construyendo a través de las identificaciones que permean al ser humano desde su nacimiento. Es decir, el género no solo es un constructo social sino intrapsíquico que sin duda se encuentra ligado a lo biológico. No es un término psicoanalítico pero el cual debe ser pensado desde el psicoanálisis.

Es interesante que la definición de género e identidad no se encuentra en los diccionarios psicoanalíticos, sin embargo, son elementos con los que se trabaja a diario en la práctica psicoanalítica. Deshacer el género implica conocer diferentes procesos por los que el ser humano se va pensando y re-pensando desde la intersubjetividad.

 

Lo femenino es una expresión que socialmente se le ha atribuido a una manifestación del género por ser mujer. Desde los tiempos de Freud hasta la fecha no solo en la literatura psicoanalítica sino en la poesía, en las novelas e incluso en la historia, nos damos cuenta del lenguaje tan particular en el que los hombres se expresan acerca de la complejidad de la mujer ¿Qué quiere la mujer? -se preguntaba Freud. Hay que reconocer que en realidad somos complejas y no por un discurso social de género sino por la dificultad en la capacidad de integración acerca de las identificaciones sobre lo que una mujer representa, lo mismo en el hombre.

 

¿Qué nos enseña a ser mujeres-hombres? ¿Qué es una mujer-hombre? ¿Cómo es una mujer-hombre?, la complejidad del género no radica en su forma de ser sino en cómo se ha construido, es decir la dinámica de lo que la hace decir “Soy” Cada persona tiene una imagen psíquica de lo que representa la feminidad puesta en diferentes escenarios desde la belleza, el intelecto, la personalidad, etc. Hablar de lo femenino, en mi opinión no es una cuestión de género, todos tenemos aspectos femeninos y masculinos que permiten adaptarnos al medio.

El género está construido por una identidad social fija que se fue construyendo por la identidad individual. Es decir, los diferentes roles de género propuestos por la sociedad son proyecciones de identificaciones individuales que se defendieron hasta marcar lo establecido o discurso social de lo que le corresponde a un género. Sin embargo, a pesar de que conforme el ser humano va creciendo no cambia su género, la percepción que va teniendo de sí mismo muestra modificaciones por la auto creación dinámica del sujeto.

 

Es decir, el ser mujer u hombre y manifestar lo masculino o femenino va teniendo diferentes características que cambian dependiendo el ambiente, cada persona se sabe género sin embargo la dinámica que tiene con su propio género cambia a lo largo de su historia personal ya que en cada momento el ser humano se va construyendo a través de identificaciones.

 

Encasillar género como mujer y hombre o masculino y femenino es lo que socialmente limita a pensar el tema como algo más allá de un discurso social. Es decir, el género va a representar una dinámica y economía psíquica que se ira expresando en el mundo externo por el proceso que se va generando en el mundo interno.

 

Teoría de la identificación

 

En su artículo “Sobre la sexualidad femenina” (Freud, 1931) estructura las posibles rutas en el desarrollo de la feminidad. En el desarrollo de la teoría freudiana los comienzos eluden al género desde el supuesto biologicista a través del binomio pene-vagina lo que constituiría lo masculino y femenino. Freud introduce la dotación constitucional de masculinidad y feminidad como bisexualidad en el ser humano. Posteriormente la dinámica activo-masculino, pasivo-femenino. Y finalmente la teoría de la castración con la envidia del pene en la mujer por la falta del genital masculino.

 

Es importante conocer las posturas ante el cuestionamiento de la feminidad y darnos cuenta como esto ha ido cambiando. Es decir, lo femenino no parte de lo biológico, tampoco es exclusivo del complejo de Edipo y no deja de lado la parte social y cultural.

 

Laplanche (1981) menciona que es el “género”, el que nos permite dar cuenta de una primera identificación del niño con los ideales masculinos o femeninos, con una figura omnipotente e idealizada como los padres. He aquí el género en el corazón mismo de lo que Freud denomina “identificación primaria”, y cuya impronta persistirá, pese a los debates que implica el descubrimiento de la diferencia entre los sexos.

 

Freud plantea en “Psicología de las masas y análisis del yo” (1920)[1] que el vínculo humano más primitivo es aquel que se da en los primeros años de vida, principalmente antes del complejo de Edipo y propone el concepto de identificación primaria. En el “Yo y el ello” (1923)[2] define la identificación primaria como la identificación directa e inmediata y más temprana que cualquier investidura de objeto.

 

El ser humano a lo largo de su desarrollo va identificándose o rechazando modelos que se presentan en el mundo externo. Esta identificación es la introyección de un rasgo de Otro que pasa a formar parte de la propia estructura psíquica. Cuando se habla de identificación primaria, nos referimos a los primeros modelos con los que el niño se va vinculando desde su realidad interna con la realidad.

 

El niño manifiesta un especial interés por su padre-madre, quiere ser como él y reemplazarlo en todo. Se puede ver en el juego como a través de las fantasías los niños demuestran aquello que imitan de sus progenitores. Es común observar a las niñas que les gusta jugar a cuidar al bebé, darle de comer, llevarlo al doctor. Por otro lado, los niños a través del juego expresan su fuerza y agresión jugando a las luchas, los coches y super héroes. Sin duda que son elementos que la cultura ha establecido a través de los roles de género, sin embargo, en esta etapa el niño tiene la oportunidad de sentir que se siente poder ser un rol diferente e identificarse con eso.

 

La niña tiene la oportunidad de jugar a ser el papá y la mamá al mismo tiempo con los atributos que eso le corresponden desde su intersubjetividad. Es importante que a pesar de que los modelos de familia han ido cambiando a lo largo de la historia el juego es una parte simbólica y recreativa que le permite al niño ser lo que es un ideal y vivir lo femenino y masculino. El niño puede amar al padre y sentirse identificado con él. El género será aquello con lo que se sienta identificado para posteriormente tener una elección de objeto sexual.

 

Freud trata de comprender la relación del individuo con el líder en las masas explicando que para identificarse en un grupo es importante el proceso de idealización hacia el objeto que hace de él un dios. De la misma manera los niños necesitan idealizar a los padres para identificarse con ellos, es por eso por lo que se vuelven adultos poderosos en el mundo interno del niño. “En el primer caso el padre es lo que uno querría ser, en el segundo, lo que uno querría tener. La diferencia depende, entonces, de que la ligazón recaiga en el sujeto o en el objeto del yo. La primera ya es posible, por tanto, antes de toda elección sexual de objeto” (Freud, 1920 pág. 100).

 

Posteriormente la identificación secundaria a través del Edipo se presenta con la pérdida real o imaginaria de renunciar al padre o madre. El niño se identificará con los atributos que corresponden a mujer u hombre dependiendo su elección de objeto. Es decir, para tener a mamá me identifico con papá y completarme en un futuro con una mujer como lo es mamá.

 

 

Lo femenino desde el marco social

 

Ser mujer, es algo que desde la antigüedad se ha polarizado con mensajes contradictorios que a lo largo del tiempo se han modificado pero que no han permitido se logre una integración con lo cual sentirse satisfecho. Escuchamos comentarios desde “si es bonita, seguro es tonta”. Como si la belleza estuviera peleada con otros elementos que integran la identidad de una persona.

 

En la medida en que dichos mensajes encuentran una sintonía en el sujeto se podrá definir y encontrar a uno mismo. “El sentimiento de la identidad es el conocimiento de la persona de ser una entidad separada y distinta de las otras. Todo aquello que el individuo considera “suyo” está incluido en los “limites fluctuantes del self”, es decir corresponde al self con sus pertenencias”. (Grinberg, 1980)

 

Desde una perspectiva histórica la Malinche fue la intérprete de Hernán Cortes en tiempos de la Conquista. Una mujer veracruzana desde mi perspectiva con una inteligencia particular que le permitió empoderarse y sobrevivir, llena de pasión por la vida y el amor. Sin embargo, tenemos ambas versiones en la historia de México, desde que fue la que traicionó a la raza indígena, por los españoles teniendo como amante un hijo que representaría la primera mezcla mestiza.

 

Por otro lado, uno de los pilares en los que se basaron los conquistadores españoles para lograr la conquista y eventualmente hacer negociaciones y alianzas con el pueblo mixteca. Me sorprende que hoy en día en las comunidades se utilice el término “eres un malinchista” aquella persona que traiciona a su país. Y, por otro lado, se reconozca a la Malinche como “la madre simbólica de la gente del Nuevo México”.

 

La segunda imagen que representa al pueblo mexicano es la Virgen de Guadalupe que ha sido una construcción impuesta desde la conquista por los españoles. En la cual el indio Juan Diego es quien tiene el “milagro” de presenciar su mensaje. Al igual que nuestra primera representante tenemos ambas versiones, desde la imagen impuesta para que los indios se sometieran al cristianismo, la conservación de la fe y las diferentes ganancias que se han obtenido por este mensaje de salvación en decisiones importantes en nuestro país como la Independencia y la revolución mexicana. Hasta ser “la madre simbólica del pueblo mexicano” a quien de manera religiosa y dogmática cumple favores o apoya al necesitado.

 

No se puede definir quiénes somos si no conocemos de dónde venimos o como se construyó la forma en la que hablamos.

 

Es difícil entender porque la imagen de la mujer se ha encontrado tan polarizada y lo vemos desde los medios de comunicación en cuanto a la belleza y lo que para un hombre representa una mujer.

Estos dobles mensajes me dan pista de lo complejo que resulta saber qué y cómo integrar elementos con los cuales identificarse que dependen del contexto y de cómo se muestran ante nosotros. Por ejemplo: ser malinche, amante o virginal y milagrosa es aquello devaluado e idealizado al mismo tiempo.

 

Pensar en lo femenino es relacionar de manera significativa la construcción de la identidad. No se puede dejar de lado el contexto en el que crecemos, los mensajes y los objetos con los que nos identificados a lo largo de la vida para descubrir nuestra feminidad que va más allá de una cuestión de género, belleza e inteligencia. Sino un cumulo de objetos alrededor nuestro que incluso van cambiando para construir las mujeres que somos.

 

Frida Kahlo, destacada figura en la pintura mexicana y el surrealismo. Con una gran sensibilidad, propagaba el nacionalismo revolucionario y la identidad de la mujer en tiempos de faldas largas, moños, trenzas y rifles. Criticada por su arte que muestra una realidad hostil y con una compleja interpretación de sí. Ella no represento la maternidad, sin embargo, cruzo fronteras para pintar sus sueños. Una mujer que utilizo pantalones, cuestiono el amor y la postura del hombre ante la mujer con el intelecto y la cultura. Y que definitivamente representaba a una mujer autentica desde su feminidad.

 

En la Época de Oro del Cine Mexicano, María Félix, máxima figura del cine latinoamericano, diva y actriz mexicana. A través de su belleza y talento fue un icono que represento en otros países películas de magnitud que mostraban las diferencias sociales, la dinámica familiar y los conflictos sociopolíticos de nuestro país. Finalmente puedo mencionar a diferentes figuras que para mí han representado ser iconos en la forma de ver a una mujer desde un espejo hasta el pasado de una historia como Chavela Vargas, Elena Poniatowska, Lydia Cacho, entre otras.

 

Se han mostrado diferentes iconos de la cultura mexicana durante el paso del tiempo, sin embargo, la identidad “es resultante de un proceso de interrelación entre tres vínculos de integración: espacial, temporal y social respectivamente” (Grinberg, 1980). El self es aquella instancia que me permite decir “esto soy”, esto se relaciona significativamente ya que será la forma en que hablaremos de nuestra mirada como mujeres ante el mundo o el valor que tiene lo femenino en nuestra integración de ser mujer.

 

Por ejemplo: lo femenino no necesariamente esta puesto en los roles de la mujer como la maternidad o el cuidado, tampoco en la belleza o el intelecto. Lo femenino va más allá, es el cúmulo de elementos que de manera dinámica van siendo parte del self permitiendo lograr una identidad autentica de “ser algo” y no de “estar funcionando como algo”. Es decir, a pesar de que el ambiente es importante en la relación de lo femenino, no es algo que se encuentra impuesto en el marco social, en donde no exista una diferenciación. El hecho de no tener hijos no haría a la mujer más o menos femenina. O el que el hombre por tener aspectos femeninos sea homosexual.

Definir el tipo de identificación es aquello que se mostrará al mundo externo como una satisfacción o fluctuación entre lo que es femenino y no. Es decir, la capacidad de integrar belleza e inteligencia y no de ver lo femenino como algo parcial.

 

Por ejemplo, la imagen del cuerpo humano es parte de la identidad y entiende aquella representación que nos formamos mentalmente de nuestro propio cuerpo. La imagen corporal es aquello que se expande más allá de los límites del cuerpo. Un cuerpo es siempre la expresión de un yo y de una personalidad y está dentro del mundo. En algunos países e incluso el norte de México, lo femenino esta puesto en el cuerpo y en la parte estética. Encontramos mujeres que las cirugías plásticas son la base de su identidad, puesto en el tamaño de sus pechos, etc.

 

¿Eso sería lo femenino?

Considero que lo femenino es una composición psíquica, una función en la identidad que es dinámica y no depende del sexo o género. Siendo que la suma de la identidad más la individualidad hacen de cada ser humano un ser único. Si nos fusionamos con el mensaje que la sociedad da sobre lo que es femenino, no se logra separar para lograr y construir una propia feminidad.

 

Erikson (1974), en su libro Identidad y cambio menciona las características de los “roles” que se ofrecen al individuo durante el transcurso de la evolución, son rápidamente introyectados; de este modo, se transforman en normas de conducta inconsciente. Lo femenino no es una conducta, se manifiesta a través de conductas, pero considero que es un proceso complejo que se vive de manera interna y requiere de continuidad en el tiempo y constancia en la identidad.

 

Se que no se han contestado las preguntas con las que inicio este trabajo, hablar no solo de la mujer sino de lo femenino es complejo porque es necesario pensar desde diferentes aspectos lo que representa un concepto que va más allá del margen social y que impacta la identidad de las personas.

 

Lo femenino está compuesto por elementos biológicos, culturales, sociales y principalmente psíquicos que se relacionan con identificaciones primarias que a lo largo de la vida se van modificando en la construcción del self y la integración con los desafíos de vida como el matrimonio, la maternidad y los ideales del Yo puesto en “si yo fuera como tal”.

 

Las mujeres que presento en el trabajo comparten anatómicamente elementos similares, sin embargo, lo simbólico se encuentra representado en su forma de interactuar con el mundo. La dificultad para definir lo femenino se ve representado en la falta de integración y mensajes contradictorios sobre lo que socialmente se ve reforzado como ser una buena mujer o quitar los aspectos femeninos en el hombre para ser hombre.

 

En conclusión, he mostrado mi postura ante lo femenino y me permite plantear elementos significativos como la identidad. Sin embargo, esto es una invitación al encuentro de lo femenino, adentrarnos al tema de género y empezar a formular respuestas observando que lo complejo termina siendo lo más enriquecedor que puede acompañar la vida del ser humano.

 

Bibliografía

 

  • (2018). Retrieved February 09, 2018, from http://www.rae.es/
  • Apertura psicoanalíticas. (2018). Retrieved February 09, 2018, from http://www.aperturas.org/articulos.php?id=0000280&a=-El-psicoanalisis-una-teoria-sin-genero-Masculinidadfeminidad-en-la-obra-de-Sigmund-Freud-La-revision-de-Jean-Laplanche
  • Erikson, E. H. (1974). Identidad, juventud y crisis. Madrid: Taurus.
  • Freud, S., Freud, A., & Strachey, J. (1998). Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu
  • Freud, Sigmund (2008) Obras Completas: Más allá del principio del placer, Psicología de las masas y análisis del yo y otras obras: 1920-1922, 2da ed. 13 reimpresión Buenos Aires, Amorrortu, 2008
  • Freud, Sigmund (2008) Obras Completas: El yo y el ello y otras obras: 1923-1925, 2da ed. 13 reimpresión Buenos Aires, Amorrortu, 2008
  • Grinberg, L., & Grinberg, R. (1980). Identidad y cambio. Barcelona: Paidós.

 

[1] Freud, Sigmund (2008) Obras Completas: Más allá del principio del placer, Psicología de las masas y análisis del yo y otras obras: 1920-1922, 2da ed. 13 reimpresión Buenos Aires, Amorrortu, 2008

[2] Freud, Sigmund (2008) Obras Completas: El yo y el ello y otras obras: 1923-1925, 2da ed. 13 reimpresión Buenos Aires, Amorrortu, 2008