proud-mother-baby-1409339Por: Valeria Partida
Todos los seres humanos, desde el nacimiento o incluso antes a éste, cargamos con los deseos de nuestros padres: Llevar el mismo nombre de tu padre, abuelo y bisabuelo; ser la quinta generación de arquitectos, abogados, médicos; conservar las tradiciones familiares, ser futbolista, como el padre no lo pudo ser, casarse, tener hijos, ser exitoso(a), etc.
“La madre espera al niño desde su historicidad deseante”. (Horstein, 2006). Estamos impregnados de los apetitos paternos, algunos de éstos tienen que ver con la reparación o reedición de su propia infancia, con quiénes hubieran querido ser, o los padres que ellos hubieran querido tener.
Toddlers and Tiaras es uno de los muchos programas estadounidenses en donde niñas de edades muy cortas hasta aproximadamente los 10 años son sometidas por sus madres a diversos procedimientos estéticos, tales como: tratamientos de belleza, faciales, dientes postizos, blanqueamiento de dientes, peinados dolorosos o pelucas incomodas, bronceados en spray, depilación de cejas, etc.  para ganar el concurso de belleza.
Existen muchas posturas y discusiones sobre lo que este tipo de concursos significa para las niñas que participan en ellos, sobre todo se debate que las madres ambiciosas, inscriben a sus hijas para ganar la fuerte cantidad que se le otorga al primer lugar. Otros cuestionan si es o no explotación infantil e incluso la ética de los padres.
Sin embargo, este trabajo surge de un cuestionamiento de este tipo de concursos de belleza, no nada más en cuanto a las implicaciones psicológicas que pueden tener para las niñas, sino a la calidad de maternaje, pues me parece que, por cuestiones de maduración, no son las pequeñas las que deciden participar o no en estos concursos.
¿Qué es lo que están cumpliendo estas niñas al ser inscritas, ganadoras o perdedoras de los concursos de belleza? ¿Quiénes son estas niñas para sus madres? ¿Al deseo de quién responde ganar esa corona? Y ¿a qué precio, en cuanto a los aspectos emocionales, las pequeñas deben de ganar la corona?
 
 
El deseo
“El hombre se “alimenta” de deseos como el animal se alimenta de cosas reales”
(Kojève, 2006 en García Collado, 2013)
 
“Durante la infancia, quienes se ocupan de nuestros cuidados son inmensamente importantes, ya que nuestras vidas están íntimamente ligadas a las de ellos. Ellos serán nuestra fuente más importante de atención y afecto, y a menudo trataremos de obtener su aprobación y su amor actuando en función a sus deseos”. (Fink, 1997)
Tal como lo plantea Freud, el deseo es constituido por un ideal del yo que está instaurado en el sujeto por algo que fue vivido anteriormente o por algo que fue vivido de modo alucinatorio, es decir, tiene relación directa con la percepción de eso vivido que se desea volver a tener.
Por otra parte, la teoría Lacaniana habla de un deseo instaurado en el Sujeto a partir del reconocimiento de la falta. Para Lacan, en un inicio, todo deseo parte de la relación con el Otro-madre, es decir, el deseo de la madre trasladado al hijo.
De otro modo, “El deseo es la tendencia a lograr acomodar la falta de un sujeto en otro individuo que representa para el primero una estructura concreta copia de aquella que inscribió el deseo en su más tierna infancia”. (García Collado, 2013)
En términos generales, el deseo del infante, será ser amado por la madre, y cumplir los deseos de ésta será la primera tarea que realizará para ser mirado. Es decir, “Es su deseo, el que despierta el deseo del infante” (Fink, 1997).
Aunque se observan diferencias significativas en las posturas de Freud y Lacan en cuanto a la forma en la que se da el deseo, ambos autores coinciden en que el deseo de forma más primitiva deviene del deseo de ser amado por los padres y que éste se logra instaurar en el sujeto a través del lenguaje. “Sin el lenguaje, estaríamos hablando de deseos animales o instintos” (García Collado, 2013)
 
El deseo de la madre puesto en la hija
 “A veces, las madres desean mucho más la corona que sus hijas”
(Tonya Bailey en TLC, 2016)
Basándonos en todo lo anterior y en las preguntas planteadas, considero que estas niñas son simples portadoras del deseo de sus madres. Buscan ser amadas y tal como lo menciona Fink (2006) “El niño querrá saber lo que sus padres quieren para poder satisfacerlos”.
Hornstein (2006), menciona en su libro Narcisismo. Autoestima, identidad, alteridad, “la importancia de que el niño viva la trama relacional del complejo de Edipo, que, en la niña, Freud postuló que el acceso a la femineidad se daba como producto del desplazamiento del deseo de tener un pene hacía el de tener un hijo. Cuando ese desplazamiento no ocurre, la niña se encuentra presa, se convierte en el falo del cual la madre se vio privada en lo real”.
Esto, porque la madre no se pudo asumir como castrada y busca en la hija el objeto capaz de completarla y su hija a la vez, se queda atrapada en el deseo de ser todo para su madre.
Winnicott (1960) diría que una “persona sana se caracteriza, entre otras cosas, por no tener que aplicar en gran medida la técnica de la proyección para hacer frente a sus propios impulsos y pensamientos destructivos”. Pero en estas madres, por el contrario, se observa constantemente el mecanismo de la proyección. Son madres narcisistas que ven en sus pequeñas una segunda oportunidad de lograr sus objetivos, buscan ser en la hija y quieren tener ahora lo que su propia infancia no les dio.
Tomando en cuenta el término deseo desde la teoría Freudiana, diríamos que el sujeto que desea (en este caso es la madre), considera que es posible satisfacer de nuevo, plenamente una percepción ya vivida, ansía revivir esa huella mnémica gratificante y supone que, al ella no poder lograrlo por sí misma, por fin, su deseo será satisfecho a través de su pequeña igual.
La madre de una concursante del programa de Toddlers and Tiaras, menciona quererlo todo, y lo quiere para sí: “Quiero regresar a casa con la fotografía suprema y quiero el premio supremo, y después quiero… quiero llevarme todos los títulos supremos” (Trystian en ToddlersNTiarasTapes, 2013)
En la relación con su hija, el impulso es contantemente de muerte; la anula, ella y sus deseos son inexistentes, solamente sus deseos de ganar todas las coronas son los que para ella tienen importancia.
Estas madres carecen de empatía hacia las necesidades de sus hijas, son incapaces de observarlas y entenderlas.  Las pequeñas son utilizadas para lograr sus objetivos, son madres que se muestran amables, seductoras, comprensivas, incondicionales, y aduladoras para conseguir sus fines, dan el mensaje: “te amo, en la medida en la que ganes trofeos para mamá, pero hay que ayudarte a ser bonita o perfecta, porque no eres lo suficiente”.
Como primera impresión, podría parecer que la libido de estas mujeres, invistiera al objeto, pero en realidad inviste al sí mismo, dejando al descubierto un vacío en la relación objetal. Este espacio vacío se carga de todas las pulsiones destructivas que se observan en la frustración, ira y arrogancia de la personalidad narcisista de estas mujeres.
Hernández (2014) menciona que “cuando el amor a sí mismo es excesivo y exaltado (narcisismo propiamente dicho), el amor al otro (amor objetal) es el enemigo y se está en guerra con él”, se le desprecia, se le reconoce tan sólo como objeto parcial al servicio de la propia satisfacción o se le ataca con ánimos de destrucción.
Cherish es una pequeña concursante que al momento de encontrarse en el escenario frente a los jueces “se equivoca”, ya que su vestuario contaba con una falda larga que en cierto momento debía quitarse, pero al no poder hacerlo, la madre demuestra de forma franca el amor que se tiene a sí misma y lo poco interesada en realidad que está en su hija, pues en la medida en la que haga las cosas bien, ella “la quiere”, pero al equivocarse, ésta no demuestra ningún tipo de empatía ni control ante su enojo y frustración, y de modo violento le dice “lo hiciste muy mal”.
Son madres que están convencidas de que sus hijas tienen algo “especial” y que cuentan con cierta condición elevada en competencia con las demás, pueden asegurar que las demás tienen hacia ellas y sus hijas sentimientos de envidia y que por tanto exigen admiración, cuentan con expectativas irreales de merecerlo todo, y hay en ellas una profunda indignación si no son reconocidas como tales. El odio, la frustración y la agresión se expresan al momento en el que las niñas no logran una buena presentación en el escenario ya que para las madres es una humillación directa hacia ellas.
En términos de Winnicott (2011), estas madres no consiguieron ser lo suficientemente buenas, ya que no lograron identificarse con sus hijas, han sido incapaces de adaptarse a las necesidades de éstas y no lograron ser el sostén adecuado para un buen desarrollo. “El niño que crece sano, en la dinámica familiar debe de ser integrado en el grupo y concebir al niño como parte de ésta”. Sin embargo, considero que esto no se logrará en estas pequeñas. A primera vista parecería que son ellas el centro de la familia, todo se planea en torno a ellas, los padres gastan miles de dólares en vestuarios, maquillaje, etc. Incluso hay muchas de ellas que no asisten a la escuela (homeschooling) por la necesidad de tener libertad, flexibilidad de horarios y disponibilidad para los concursos de belleza. Pero en realidad la dinámica familiar se encuentra fragmentada, todo se mueve a causa del deseo de la madre.
En el caso Brenna, ganadora de la máxima corona de belleza de la última temporada del concurso, se observa a una pequeña que actúa como una tirana, es exigente, caprichosa, y tiene una falta de límites importante, evidenciando una falla en la dinámica de la familia.
Estas conductas arrogantes y omnipotentes en Brenna pueden estar respondiendo al sentimiento fantasma en relación con la madre, de haberla completado, de ser el falo que la madre tanto deseó.
Se construyó todo un escenario fantasioso en donde la niña es el centro de atención de todos, pareciera que alrededor de Brenna hay muchos ojos mirándola. Sin embargo, sabemos que, entre líneas, todo se está montando por parte de la madre en función del cumplimiento de los deseos de esta última. La conducta de Brenna también puede ser el resultado del enojo y de la exigencia de ser verdaderamente mirada por la madre, el resultado de una verdadera carencia afectiva y emocional.
Probablemente la madre de Brenna, al darse cuenta de que no le ha sido suficiente la corona de su hija, la someta de nuevo a más concursos. Y Brenna por su parte, sabrá que en realidad no hay tal omnipotencia y que no logró ser el falo deseado de la madre, que en verdad no fue suficiente, no pudo completarla y una vez más y otra y otra…. Habrá que competir para intentar ganarse la mirada empática y cariñosa de su madre.
Por otra parte, hay en estas madres un importante componente -también narcisista- de exhibicionismo, en el afán de buscar la admiración, en busca de aceptación; concursar en esta clase de reality shows muestra una demanda masiva, en altavoz, un grito desesperado de ser vistas, admiradas y reconocidas.  Al no existir una distinción entre madre/hija, la exhibición de las niñas es vivida como propia.
 
Conclusión
El deseo de las madres de hacer de sus hijas, o de ellas mismas, reinas de belleza, es una situación que, a la larga, desencadenará en las menores una serie de cuestiones psíquicas importantes. Estas primeras, usan a los objetos para cumplir sus metas y terminarán por lograr que sus pequeñas enfermen psíquicamente.
Es probable que, en el futuro, las menores cuenten con problemas e incapacidades para relacionarse de forma sana, que presenten dificultades para verse a sí mismas de modo más integral, tal como sus madres lo hicieron con ellas, pues como se lee en Horstein (2006), “si hay fallas en el suministro del espejismo y de la idealización, no se establece como corresponde la cohesión del sí mismo y perduran la grandiosidad y el exhibicionismo arcaicos”.
De esta forma, será probable que, por esta inadecuación en el maternaje de sus cuidadoras, existan importantes deficiencias en la formación de sus propias personalidades, y el deseo, que en principio fue agradar a sus padres para ser objeto de amor, se mantendrá intacto a lo largo de la vida. Es decir, se fijará en ellas el deseo de ser suficientes y de esta forma utilizarán a los objetos para alcanzar sus fines.
 
Bibliografía

  • Fink, B. (1997). Introducción clínica al psicoanálisis lacaniano. Teoría y Técnica. Argentina: Gedisa Ed
  • García Collado, F.J. (2013). Análisis del concepto de deseo en Platón, Freud y Lacan frente a la crisis del sujeto contemporáneo. Tesis de Doctorado: Barcelona. Recuperado desde:

http://www.tdx.cat/bitstream/handle/10803/130921/FJGC_TESIS.pdf;jsessionid=EF571C9C193B1CD4FBA596E93E40C815?sequence=1

  • Hornstein, L. (2006). Autoestima, identidad, alteridad. Buenos Aires: Paidós.
  • Winnicott, D. (2011). El Hogar, nuestro punto de partida. Ensayos de un psicoanalista. Argentina: Paidós.

 
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