El adolescente en psicoanálisis
Autor: Tania Silva
Una visión de la reedición
Mi inquietud acerca del desarrollo adolescente, y su relación con la teoría psicoanalítica, surge desde la primera vez que escuché, en la universidad, la expresión “reedición” de las etapas del desarrollo psicosexual que anteceden a la pubertad y a la adolescencia propiamente dicha y que, al parecer, sucede en esta etapa.
Ahora que me encuentro más enfocada al psicoanálisis, cuando recordé tal concepto de “reedición” comencé a preguntarme: ¿cuál es la teoría psicoanalítica que sustenta esta supuesta “reedición” y en qué consiste?, así como, ¿cuál es el papel que jugamos como analistas y qué consideraciones debemos tomar en cuenta frente a un analizando adolescente?
Es así como doy inicio a ésta breve investigación, cuyo objetivo consiste en dar respuesta a estas preguntas, para finalmente discutirlas con ustedes en este rotatorio teórico.
Para mostrar un panorama general de la conformación del índice de la población adolescente en México, pongo a su consideración estas dos gráficas.
Primero que nada es necesario definir pubertad y adolescencia. En mi opinión quien más claramente plasma estos dos conceptos es Blos, quien describe a la pubertad como: “las manifestaciones físicas de la maduración sexual, periodo posterior del desarrollo de los caracteres sexuales primarios y secundarios”; mientras que el término adolescencia lo relaciona con “los procesos psicológicos de adaptación a las condiciones de la pubertad”.
Con base en esta definición, la edad cronológica, al menos en esta etapa, no nos brinda, como analistas, datos tan confiables de madurez, por ello, hay que darle mayor peso al mundo interno del paciente que al desarrollo fisiológico en sí, para entender con mayor asertividad el periodo en el que se encuentra el paciente adolescente. Y si bien es cierto que en el análisis de adultos hasta cierto punto practicamos este principio, con púberes y adolescentes es necesario focalizar más aún nuestra atención en este aspecto.
Respecto a las preguntas planteadas anteriormente, la primera se refiere al sustento teórico psicoanalítico de la “reedición” en la adolescencia; respecto a ello encontramos que autores como Blos plantean que: “los complejos fenómenos de la adolescencia están construidos sobre antecedentes específicos que residen en la niñez temprana”; este mismo autor también comenta que “los procesos regresivos de la adolescencia permiten la reconstrucción de procesos tempranos defectuosos o incompletos; nuevas identificaciones y contra-identificaciones juegan un papel importante en esto”.
Fenichel, en esta misma línea de pensamiento, explica que “las experiencias en la pubertad son semejantes a las experiencias del periodo de la sexualidad infantil y del complejo de Edipo. Los conflictos de estos periodos, por eso, reaparecen también.”
Sin embargo, el desafío de esta etapa, aunque similar en experiencias, tiene la gran diferencia de que el adolescente cuenta con otro tipo de herramientas, por supuesto más sofisticadas, y aunque continúe utilizando los mismos mecanismos de defensa de disociación, proyección, introyección e identificación, su vivencia será diferente; tal vez es por esto que el mismo Fenichel nos describe actitudes de carácter contradictorio que ocurren dentro de esta etapa: “simultáneamente se ven aparecer los impulsos heretosexuales genitales, con formas de comportamiento infantil y actitudes de ascetismo… el egoísmo y el altruismo, la sociabilidad y la soledad, la alegría y la tristeza, la sumisión y la rebelión, los amores intensos y el abandono súbito de estos… todo ello es típico de este periodo”.
Y yo agregaría que no solo es típico, sino que a su vez es una manera de acomodar y asimilar todos los cambios y retos de esta etapa; la volubilidad es parte de un andamiaje por la ambivalencia, ocasionada por el placer de alcanzar una identidad plena y el miedo a enfrentarse a la adultez. Esto, por supuesto, aunado a los desafíos que cada sociedad y cada familia, en particular, asumen ante la adolescencia.
Erikson nos plantea algo similar a lo anteriormente descrito y al mismo tiempo nos ofrece otra visión de la “reedición”, y si bien nos dice que, “en la pubertad y la adolescencia todas las mismidades y continuidades en las que se confiaba previamente vuelven a ponerse hasta cierto punto en duda”, también nos indica, que “la identidad yoica, más que la suma de las identificaciones infantiles, es la experiencia acumulada de la capacidad del yo para integrar todas las identificaciones con las vicisitudes de la libido, con las aptitudes desarrolladas a partir de lo congénito y con las oportunidades ofrecidas en los roles sociales.”
Pero en fin, algo que no podemos eludir es que, como claramente señala Aberastury, “el adolescente necesita tomarse su tiempo para hacer las paces con su cuerpo… solo llega a esta conformidad mediante un proceso de duelo… no solo renuncia a su cuerpo de niño sino que abandona la fantasía omnipotente de bisexualidad.”
Creo que esta renuncia es uno de los mayores logros de esta etapa y, si no la concibo como “reedición” tal cual de la renuncia que se hace en el Edipo, si la considero la continuación en la línea de desarrollo de esta trama, donde la declinación o el mantenimiento de la posición bisexual o narcisista puede guiar el camino de la tendencia patológica del individuo.
Aunque como nos enfatiza Blos, “en el niño el deseo de tener un hijo está más profundamente reprimido que el deseo de la niña de tener pene”, de todas formas el deseo inconsciente ahí está, y puede ser tan fuerte como tan complicada sea la renuncia omnipotente del adolescente.
Respecto a el siguiente cuestionamiento sobre ¿Cuál es el papel que jugamos como analistas y que consideraciones debemos tomar en cuenta frente a un analizando adolescente?
Uno de los puntos que me parece de gran importancia sobre este tema es que, de acuerdo con Blos, “el proceso adolescente que modela la personalidad en forma decisiva y concluyente solamente puede entenderse en términos de su historia, del impulso de maduración innato y de la conducta dirigida, debido a que estos factores, originan la formación final de la personalidad”.
Entonces debemos guiarnos por la etapa biológica y de desarrollo psicosexual del paciente, pero usarlo solo como referente y, al igual que con los pacientes adultos, dar mayor peso al mundo interno y a su historia personal; esto nos podrá ser de mayor utilidad y ayudarnos a conectarnos con la problemática del paciente adolescente.
Otro factor significativo a considerar tiene que ver con el diagnostico a los pacientes púberes o adolescentes; es sabido que un diagnostico establecido antes de la adultez es endeble y en algunas ocasiones incluso, inútil.
Al respecto Aberastury menciona que en la adolescencia “existen problemas de seudo-identidad, expresiones manifiestas de lo que se quisiera ser y que ocultan la identidad latente, la verdadera”; me parece que esta es una las causas que no nos permitirían un diagnostico certero.
Por otro lado Erikson comenta: “lo que bajo un escrutinio prejuiciado puede aparecer como el comienzo de una neurosis, en la adolescencia con frecuencia no es sino una crisis que puede acabar por si misma o de hecho contribuir a los procesos de formación de identidad”.
Lo anterior nos recuerda por qué el diagnostico dentro de la adolescencia debe de ser cauteloso y por lo tanto debemos guiarnos principalmente del proceso psicodinámico del paciente con mayor ímpetu que con los adultos, para establecer una línea de tratamiento.
Otra de las características que con frecuencia pueden aparecer en la adolescencia tiene que ver, como lo establece este mismo autor, con que se puede dar “una identidad negativa basada en identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien perverso a no ser nada.”
Nuestro rol como analistas es brindarle al paciente otro modelo de identificación diferente al de los padres, al de grupo de pares y sobre todo al de figuras negativas, para ofrecer al adolescente un modelo de identificación positivo, viable y alcanzable, por lo que la idealización, en medida de lo posible y al igual que en cualquier otro paciente, deberá ser evitada.
Que el paciente adolescente nos pueda ver como figuras cercanas, como un posible modelo de identificación y como un depositario de algunas de sus proyecciones, es relevante, si tomamos en cuenta lo siguiente que Aberastury contempla, “el desprecio que el adolescente muestra frente al adulto es una defensa para eludir la depresión que le impone el desprendimiento de los padres infantiles”, pero al mismo tiempo “la des-idealización de las figuras parentales lo sume en el más profundo desamparo”. Ello pone al adolescente en una posición vulnerable y es probable que termine identificandose con las figuras mas cercanas que tenga aunque estas sean negativas.
Puede ser debido a esto que los amores adolescentes sean caracterizados por la intensidad, ya que, como propone Erikson, “el amor adolescente constituye un intento por llegar a una definición de la propia identidad proyectando la propia imagen yoica difusa en otra persona y logrando así que se refleje y se aclare gradualmente.”
Sobre las consideraciones de algunas líneas de tratamiento que podrían ser de utilidad en el análisis a pacientes adolescentes.
Utilizaré algunas de las características fundamentales por las que pasa un adolescente, propuestas por Aberastury, y que debemos tener presentes como analistas:
a) Búsqueda de sí mismo y de la identidad

Al estar frente a un analizando adolescente no debemos perder de vista que, aparte del motivo de consulta, otra de las metas propias de la etapa será conocerse a sí mismo y aceptarse en una renovada identidad.

b) Tendencia grupal

La observación del tipo de grupos a los que pertenece nuestro paciente es indispensable para el entendimiento global del paciente, si no estamos familiarizados con alguno de estos grupos es nuestra responsabilidad como analistas informarnos.

c) Necesidad de intelectualizar y fantasear

Tal vez podamos utilizar esta característica a favor del análisis preguntando por fantasías y deseos, para explorar el mundo interno del paciente; puede ser beneficioso, sin caer en excesos.

d) Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta

Ayudarle al paciente a identificar y procesar la ambivalencia, por medio de interpretaciones sencillas y entendibles, puede apoyar el proceso analítico.

e) Constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo

Ser continentes de estas oscilaciones en el ánimo puede coadyuvar al aumento de seguridad y conocimiento de sí mismo del paciente; el manejo adecuado de los duelos que ocasionan la mayoría de las ansiedades, puede ser clave en el éxito del tratamiento.

Conclusiones
Basándonos en los principios que nos propone Fenichel de que “la experiencia en la pubertad puede resolver conflictos o cambiar conflictos a una dirección final”, y de que “el análisis puede descubrir el origen de estas contradicciones en los conflictos entre las pulsiones, las ansiedades y las tendencias defensivas”, el papel que nos toca desempeñar como analistas, o como analistas en formación, es de suma importancia, y no es que no sea así con los niños y adultos, pero creo que el trabajo con adolescentes puede mostrarnos una amplia gama de oportunidades donde intervenir, interpretar, señalar y guiar finalmente al paciente adolescente en su búsqueda de identidad, otorgándole un espacio aislado donde pueda jugar sin tapujos y con seguridad todos sus diferentes matices, agresivos, libidinales, sexuales, ambivalentes, para conocerse y aceptarse a sí mismo; se puede lograr un trabajo de diada analítica sumamente enriquecedor para las dos partes.
 
Bibliografía

  • Blos, P., Psicoanálisis de la adolescencia. México. Ed. Joaquín Mortiz.
  • Fenichel, O., Teoría psicoanalítica de las neurosis. Buenos Aires. Paidós
  • Erikson, E., Infancia y Sociedad. Buenos Aires. Hormé.
  • Erikson, E., Sociedad y Adolescencia. Buenos Aires. Siglo veintiuno editores.
  • Aberastury, A., La adolescencia normal. Barcelona. Paidós.
  • Aryan, A., Clínica y Practica Psicoanalítica con Púberes y Adolescentes, Controversias en Psicoanálisis de Niños y Adolescentes. Año 2008, Nº 2, Vol. 35.
  • http://mexico.cnn.com/salud/2012/04/26/tendencias-de-salud-enfermedad-y-mortalidad-de-adolescentes-en-el-mundo. Tendencias de salud, enfermedad y mortalidad de adolescentes en el mundo. 2012.