Duelos transgeneracionales
Autor: Mariana Vergara
Enfoque transgeneracional
Todos los seres humanos formamos parte de una cadena generacional de la que somos tributarios y portadores; por el solo hecho de pertenecer a una familia, la historia de ésta nos puede afectar a cada uno de manera diferente.
Podríamos decir que es Freud quien en “Tótem y Tabú” inaugura el enfoque, al referirse a la transmisión de generación en generación a través del inconsciente.
Desde este enfoque, los ancestros y descendientes, contenidos en un vínculo de tres generaciones, son los polos que marcan la posibilidad de continuidad de la transmisión generacional.
De esta forma los referentes identificatorios, provenientes de generaciones anteriores, son factores que contribuyen a la construcción del psiquismo humano.
Kaës (1993) define con claridad que lo que se transmite entre los sujetos no es igual a lo que se transmite a través de ellos. Así, distingue a la transmisión intersubjetiva como la transmisión que se ubica dentro de una familia y donde se da una transmisión transgeneracional, con todos sus efectos, en el plano intrapsíquico y en el intersubjetivo o interpersonal.
Los temas de la muerte, del incesto, parricidio, secretos, abandonos, culpas, etc. son temas recurrentes en las transmisiones transgeneracionales. Y una de las características más importantes en estas transmisiones transgeneracionales es la presencia de una incapacidad, del sujeto o del grupo, para elaborar cualquiera de los temas señalados.
Esta incapacidad para elaborar algún tema familiar, puede generar básicamente dos caminos:
Hacia la compulsión a la repetición (haciendo inútil el paso del tiempo y el desempeño de las generaciones para cambiar esta situación).
Y otro, que abre la posibilidad hacia una solución a través de reparaciones creativas y la resolución de traumas no elaborados (esta búsqueda de elaboración está motivada por la misma angustia que habría caracterizado la elaboración del trauma en su momento).
Duelo transgeneracional
Los duelos transgeneracionales tienen que ver con una muerte no admitida y ocurrida dentro del sistema familiar antes del nacimiento de la persona/paciente, y que marcó profundamente a la familia.
Este duelo ancestral se queda bloqueado y normalmente resurge en la vida de la persona (que puede conocer, o no, el dato de dicha pérdida ancestral) y en consecuencia, la persona actúa como un proyector de cine; va a reflejar sobre la pantalla de su vida, la película de la vida de alguien que ha muerto.
La problemática que se desencadena aquí es la siguiente; los descendientes toman una historia, que en parte no les es propia, y deben realizar con ella un trabajo psíquico destinado a la elaboración de lo que las generaciones anteriores no pudieron hacer.
Se trata de un otro, que está presente en forma inconsciente o consciente, como objeto psíquico interno y en relación al cual la persona debe simbolizar, a expensas de su propia vida pulsional. Entonces, al no haber sido elaboradas dichas experiencias emocionales por los padres, no hay una representación verbal en los descendientes, lo que conduce a una dificultad mayor del proceso de simbolización.
A continuación, me gustaría incluir un pequeño fragmento de una viñeta clínica de la Dra. Werba, psicoanalista argentina, quien se ha dedicado al estudio de lo transgeneracional. Werba comparte una viñeta clínica con respecto a los duelos transgeneracionales que su paciente María presentaba y cómo éstos se manifestaba a través de síntomas y sueños en la paciente.
Viñeta clínica de la Dra. Werba: (A continuación, las partes entre comillas son extractos escritos por la Dra. Werba)
María, 24 años.
María “Consulta por padecer sensaciones de angustia y dificultades en cuanto a la continuación de su carrera”.
“En una primera impresión, su sintomatología podría ser caracterizada como una neurosis histerofóbica. Sin embargo, desde el comienzo, algunas expresiones de la paciente, así como su repercusión en la contratransferencia, empezaron a llamar mi atención, promoviendo reflexiones e interrogantes acerca de la efectos de lo ínter y lo transgeneracional en los miedos y ansiedades de la paciente y en la posibilidad de la influencia en su psiquismo, de duelos que trascendían su propia historia pulsional.”
María tiene tres hermanas mayores.
El primer hijo y único varón de la familia, falleció de muerte súbita al cumplir el mes.
“Al año siguiente de la muerte del pequeño, nació la primera hija mujer y en menos de un año nació una segunda. Seis años después nació la tercera y al año nació María”.
La analista supone que la fertilidad en forma duplicada es uno de los recursos que los padres de María instrumentaron como modo de evadir la elaboración del duelo por el primer hijo.
“Cuando María tenía un año presenció un confuso accidente en el que murió su abuela materna. Según la versión familiar esto sucedió al bajarse de un tren en movimiento al que había subido para despedir a su hija y nietas. En el fondo, la paciente sospecha que fue un suicidio. Este dato permanece en duda, sin que ella pueda confirmar, en su entorno, la verdad o falsedad de su sospecha, ni las posibles causas del mismo”.
A lo largo del análisis María va develando un relato de la historia familiar paterna; en la temprana infancia de su padre, un hermano de cinco años es secuestrado y asesinado. María se entera de esto por “oídas” de conversaciones en secreto y éstas le permitieron armar la historia paterna de la cual nunca habló con su familia.
Posteriormente la Dra. habla de su sentir con respecto a la paciente:
“Al principio, mi conexión emocional con María era nula. Ella respondía en forma estereotipada. Las expresiones acerca de su persona eran muy generales, y respondía con “siempre” o “nunca” a las interpretaciones. El siempre o el nunca podrían ser pensados como indicios de identificaciones coaguladas en un espacio atemporal”.
“En las sesiones yo caía en un fuerte sopor, vivencia de la cual me era difícil sustraerme y que me impedía disponer de todas mis posibilidades para pensar, dificultando el ejercicio de mi función. Como si quedara “medio muerta y medio viva”, no podía estar totalmente en la sesión. Pienso el sopor como expresión de la presencia de un vínculo fusional e indiscriminado con un objeto muerto, como una identificación alienante en la paciente con el hermano-tío-abuela, “muertos-vivos”, en la fantasmática familiar y en el mundo interno de María”.
Werba comenta también sobre el caso:
“El análisis de la relación de María con un antiguo novio, del que estaba separada hacía siete años, fue muy significativo para comprender, tanto sus dificultades de separación, como la presencia de un vínculo fusional con su hermano muerto”.
“Es como un fantasma –dice María de su ex-novio–, no puedo evitar lo que me pasa con él, desde que nos separamos. Para mí, es alguien que me acompaña, con quien hablo y me imagino situaciones cuando me siento sola. Es una obsesión que me molesta, que quisiera poder sacar de mí”. Define la obsesión como: “el no poder pensar en otra cosa; se transforma en lo único importante, no me lo puedo sacar de la cabeza, no hay alguien más importante que él. Es alguien que no existe y que ocupa todos mis pensamientos”.
Sobre lo anterior, la Dra. comenta: “A partir del análisis de la modalidad de la paciente, de desmentir las pérdidas convocando a quienes no están, para acompañarse con ellos cuando está sola, se va desplegando una cadena de sustitutos que van desde el ex novio y luego a su hermano muerto. La paciente asimismo muestra una especial predisposición, impuesta y sostenida vincularmente, a ubicarse y ser ubicada en el lugar del ausente”.
A continuación, presentaré solamente dos sueños que comparte la Dra. de la paciente:
Sueño 1:
“Venía a la sesión con mi madre y ella hablaba mucho; y
hablaba y hablaba, y sentía que yo no tenía espacio para
hablar. Mamá tenía unas ropitas de bebé en sus manos y yo
pensaba que la única posibilidad que me quedaba era ponerme
en autista, y en el sueño pensaba en no volver más a la
sesión”.
Sobre este sueño, la Dra. explica:
“Asocia el sueño a un tema trabajado en la sesión anterior: por ser la hija menor heredaba la ropa que habían usado sus hermanas y era la última a la que le servían la comida”.
“Desde el punto de vista de nuestros desarrollos, destacamos en este sueño la representación de una madre absorbida por un duelo que invade el espacio psíquico de la paciente y de una niña cuyo mecanismo frente a esta situación es el aislamiento, de modo que el desarrollo de su personalidad queda obturado. Es posible conjeturar que si las ropas están representando su self, la deuda que sus padres tendrían con ella, está conformada por aquellas investiduras de las cuales no ha sido objeto”.
Sueño 2
“Soñé con una amiga que murió en un accidente cuando yo
terminaba la escuela secundaria. En el sueño estaba viva. Yo
me decía: ‘no le tengo que decir Gabriela sino Maika, porque
es Maika; Gabriela está muerta’”.
(Maika es la hermana, tres años menor que Gabriela)
“También soñé con agua marrón y en otros momentos veía
cosas verdes”.
Sobre este sueño la Dra. refiere:
“No sabe con qué asociar, pero cuando se despertó pensó: “¡qué horror! Soñar con agua marrón es mala suerte”. Se lo comentó a una compañera y le dijo que una amiga había soñado con agua marrón y murió un familiar”.
“El sueño fue interpretado en relación a su propia vivencia de no saber cuál de los hermanos es; si la viva o el muerto que necesita conservar vivo”.
Sobre esta breve viñeta clínica, la Dra. Werba concluye que cuando se hace consciente lo transgeneracional, es reconocido en su ajenidad por el sujeto que lo transporta. Ella asegura que lo familiarmente no procesado ni trasmitido explícitamente va a reaparecer, casi sin transformación, en los sueños y en temores de un miembro de la segunda generación.
También concluye que la elaboración del duelo por los muertos y la liberación de la identidad alienante de María conforman para la paciente un proceso muy demandante pero al mismo tiempo promueven la construcción de una propia identidad en el paciente.
Ella refiere que con pacientes con dicha problemática, se requiere de un trabajo progresivo de desidentificaciones que permiten y la dan la posibilidad al paciente de apropiarse de su subjetividad y de su propia temporalidad.
Como conclusión personal:
Todas las personas cargamos con dinámicas inconscientes familiares y con vivencias de generaciones que nos precedieron y que pueden influir en nosotros.
Sabemos que ciertos síntomas que presentan los pacientes, no pueden comprenderse solamente a partir de la historia personal del sujeto que los porta; su comprensión puede enriquecerse si se considera al sujeto como eslabón de la cadena que lo precede y a la que pertenece, reconociendo así la existencia de procesos de repetición ligados a las generaciones anteriores.
Hacer un análisis transgeneracional junto con el paciente puede ayudarnos a encontrar traumas familiares sin resolver que actúan sobre el paciente y sobre su sistema familiar.
Como analistas, poner en perspectiva la historia de la familia y comprenderla junto con el paciente, le brinda la oportunidad a éste de resolver los duelos transgeneracionales que pudieran estarse presentando en él.
Cuando en un paciente recaen duelos transgeneracionales, es probable que éste presente síntomas relacionados con dicho duelo ancestral y el trabajo de elaboración implica un doble trabajo, ya que el paciente debe elaborar un duelo que, en parte, no le pertenece.
Debemos tomar en cuenta que dichos duelos pueden o no ser conocidos por el paciente y se presentarán síntomas de igual forma cuando estos duelos no hayan sido elaborados por los ancestros.
Bibliografía:
• Freud, S. (2007). Tótem y Tabú (1913). En Obras Completas. Buenos Aires: Amorrortu Editoral.
• Gomel, S. (1997). Transmisión generacional, familia y subjetividad. Capítulo 1. Buenos Aires: Editorial Lugar.
• Kaes, R., Fainberg H., Enriquez, M.; Baranes,.(1996). Transmisión de la vida psíquica entre generaciones. Buenos Aires: Amorrortu Editorial.
• Losso, R. (2007). Elaboración Transgeneracional. En www.psicoanalisis.com.ar/Losso/Tbjo.Losso.htm .
• Tisseron, S. (1995). El psiquismo ante la prueba de las generaciones. Clínica del fantasma. Buenos Aires: Amorrortu Editorial.
• Werba, A. (1999). Transmisión entre generaciones. En http://www.apdeba.org/wpcontent/uploads/werba.pdf
• Werba, A.(1997). Violencia y transmisión transgeneracional. Rev. Fundaih.