Dislexia: Mito o Realidad
Autor: Guadalupe Portal
Los niños y adolescentes que presentan dificultades en el desempeño escolar y, en concreto en la capacidad para aprender a leer, a menudo manifiestan dificultades conductuales y emocionales que interfieren con el desarrollo integral y adaptativo.
Durante varios años los paidopsiquiátras y psicoanalistas se han agrupado en dos campos: aquéllos que consideraban que los problemas de aprendizaje pueden curarse a través de la psicoterapia y del psicoanálisis, y aquéllos que opinan que los factores orgánicos que provocan estas dificultades impiden que la intervención psicoterapéutica modifique la problemática.
A fin de contar con una visión común acerca de la dislexia y las aportaciones de la teoría psicoanalítica, me parece fundamental definir lo que es este trastorno.
De acuerdo con las aportaciones más recientes (Shaywitz, 2003) la dislexia es un trastorno neurobiológico que presentan personas con capacidad intelectual promedio o por arriba de éste y, en contraste, manifiestan un rendimiento por debajo de lo esperado en la lectura, a pesar de contar con la motivación y la instrucción adecuada. Es una debilidad específica de la función yóica del lenguaje, específicamente en el procesamiento fonológico.
Las personas con dislexia, pueden aprender exitosamente a calcular, utilizar números y resolver problemas matemáticos, ya que estas habilidades no requieren de los mismos procesos cognitivos que la lectura. Es frecuente encontrar dificultades en la escritura y la ortografía, aunque estas alteraciones parecen ser independientes de los problemas de lectura. La persona disléxica presenta, entre otros, problemas en el análisis fonético de las palabras. Es un problema localizado en esta falta de conciencia fonológica mas que en la comprensión del lenguaje hablado.
Se ha encontrado también que los problemas lectores son más frecuentes en los hombres que en las mujeres. Hasta el momento no se ha encontrado una explicación clara de esto. Sin embargo, se considera que existen variaciones biológicas entre los niños y las niñas que incrementan la probabilidad de que los varones desarrollen problemas de aprendizaje.
Se considera que la dislexia es una dificultad que persiste. La diferencia crónica en el rendimiento de la lectura se presenta a lo largo de la vida. Sally Shaywitz, de la Universidad de Yale, ha realizado diversos estudios acerca del curso de estos problemas y encontró que se mantiene un handicap en las habilidades lectoras de las personas con dislexia (fig. 1)
¿Cuáles son los procesos neurológicos implicados en la lectura? Se ha establecido que los procesos lectores se llevan a cabo principalmente en el hemisferio izquierdo que es especialmente adepto para el procesamiento lingüístico. Hay tres áreas claves en el proceso lector: el giro inferior, izquierdo, frontal (Productor fonético), el área parietal-temporal izquierda (Analizador de palabras) y el área occipital-temporal izquierda (Detector Automático).
El productor fonético es la estructura en el que se apoyan los lectores principiantes. Permite vocalizar las palabras en voz alta o en silencio. Inicia el análisis de palabras. El analizador de palabras divide las palabras en las sílabas y fonemas que las constituyen. Finalmente, el detector automático: permite reconocer palabras a la vista. A medida que la persona se torna competente, se apoya cada vez más en este sistema.
A pesar de que no se ha demostrado que exista un daño cerebral, el desarrollo de las técnicas de neuroimagen ha permitido a los investigadores identificar áreas cerebrales especificas relacionadas con el proceso de la lectura y que se encuentran afectadas en las personas con dislexia. En la persona con dislexia existen dificultades para el acceso tanto del sistema analizador como al detector.
En la siguiente imagen se demuestran las tres áreas involucradas en el proceso de la lectura. En la segunda imagen se ilustran las zonas afectadas en la persona con dislexia.
Como resultado de las investigaciones en neurociencias, el estudio de estas dificultades desde el enfoque psicodinámico disminuyó y se colocó en un papel secundario.
Para fines del presente trabajo, conviene dividir los problemas de aprendizaje en dos categorías: de origen neurobiológico y de origen neurótico. Por supuesto, que las dificultades emocionales pueden estar presentes en ambos. La diferencia central está en que los problemas emocionales en el primer grupo son derivados de las dificultades para aprender a leer, y son en parte, la reacción a la respuesta de los padres y maestros ante sus dificultades, mientras que en los pacientes neuróticos, los conflictos emocionales y las dificultades en la personalidad, las dificultades lectoras preceden a los problemas emocionales. Tanto los psicólogos como los psicoanalistas concuerdan en que existen factores emocionales en casos específicos de niños con problemas de lectura.
Blanchard (1946) plantea que cuando los niños tienen dificultades para aprender a leer, las actitudes de los padres y los maestros son tales, que exageran la problemática de tal manera que se convierte en una verdadera discapacidad, a lo que se denomina discapacidad inducida. Sin embargo, postula que no existe un factor único desadaptativo que explique los problemas de aprendizaje. Señala que los problemas de aprendizaje pueden ser un síntoma neurótico. Los problemas en la lectura denotan motivos inconscientes y satisfacen la necesidad de ser castigado mediante exponerse a situaciones de fracaso y crítica tanto en el ámbito escolar como familiar.
Para Stachery, la lectura representa la sublimación de tendencias orales, especialmente aquéllas con tendencias sádicas y de naturaleza destructiva. Cuando un niño no aprende a leer puede indicar fallas en la represión de estos impulsos.
Dado que la dislexia es considerada una dificultad en las funciones yóicas, específicamente en el lenguaje, Pearson (1952) considera que los problemas de aprendizaje se relacionan con la psicología del yo. Al manifestar debilidades en la función yóica de la competencia en el manejo del lenguaje, al niño con dislexia le ha sido robada una de la herramientas más importantes para el control de impulsos. De ahí que la frecuencia de problemas de conductas asociados a los problemas de aprendizaje, sea elevada. Las dificultades en la competencia lingüística deben considerarse un déficit y no una desviación. En general, este déficit se presenta en un sujeto cuyo funcionamiento superyóico es normal (Migden,1998).
La función superyóica, prácticamente intacta en estos niños y adolescentes, propicia la tendencia a presentar episodios de culpa ante sus conductas impulsivas, a diferencia de los niños psicopáticos. Sin embargo, la culpa se controla relativamente y está ligada a fantasías edípicas que involucran objetos completos, lo que los diferencia de niños con problemas emocionales severos, que presentan una ira preedípica y fantasías de autodestrucción (Migden,1998).
Migden describe que algunos niños con dislexia tienden a mostrar una reactividad exagerada específicamente ante los conflictos y fantasías edípicas debido a a que durante este periodo del desarrollo las funciones yóicas basadas en el lenguaje, sustituyen las funciones sensorio motoras (Piaget e Inhelder, 1966) y cuando de acuerdo a Luria (1961) las autoinstrucciones verbales lograr inhibir la conducta impulsiva.
En parte, la hiperreactividad del niño disléxico ante los conflictos normales del desarrollo, reflejan la dificultad de moderar, mediante el lenguaje, las fantasías que rodean estos conflictos. El lenguaje es la principal vía de comunicación con otros, sirve para guiar al niño edípico a salir de el mundo de la fantasía del infante y le permite adentrarse en el mundo del discurso social. Sin embargo, el niño con dislexia muestra menor interes en el mundo comunicativo y social debido a que lo vive como ligeramente inalcanzable. De a cuerdo con deHirsch (1975) debido a las dificultades en el desarrollo y la comprensión de las reglas fonológicas y sintácticas que subyacen la estructura lingüística, estos niños reaccionan ante su confusión regresando a la fantasía e invierte cada vez menos energía en escuchar, a menos que el mensaje sea catectizado y la verbalizaciones sean relativamente cortas.
Asimismo, el lenguaje sirve a las funciones yóicas de control de impulsos e inhibición de la fantasía mediante su papel interno de etiquetar, anticipar y organizar. Es decir, el lenguaje aunque no se utilice para la comunicación social sirve para el control de impulsos e inhibe las fantasías edípicas, contribuyendo al procesos secundario. Pensar, planear, considerar consecuencias, sopesar las alternativas y probar hipótesis son funciones dependientes del lenguaje y favorecen que el niño distinga los deseos y fantasías internas de la realidad externa. Por tanto, en niño disléxico que no comprenda totalmente los principios organizativos de la estructura del lenguaje, tiene mayor probabilidad de vivir en un mundo sin tiempo, pobremente estructurado y lleno de fantasías.
De ahí que la falta de modulación de impulsos, mediada por el lenguaje y el hecho de que están sujetos a experiencias de fracaso en la vida académica, provoca que el niño disléxico exprese frecuentemente sus deseos edípicos y la angustia de castración de una manera cruda y descontrolada. De hecho, en ocasiones dan la impresión de tener una falta de defensas represivas que puede llevar a pensar en una patología más grave.
Debido a la deficiencia en el procesamiento del lenguaje que influye tanto en sus problemas de lectura como a síntomas parecidos a los que se presentan en el Trastorno por Déficit de la Atención, muchos de estos pacientes requieren de una intervención que incluya una psicoterapia psicoanalíticamente orientada y un tratamiento específico que atienda la problemática de aprendizaje y lenguaje.
Por otro lado, Jarvis (1958) planteó que los problemas de lectura eran un desplazamiento como intento de resolver el complejo edípico. Existe en el niño una confusión en los roles de madre/padre. Señala que existen derivados de impulsos orales y anales en la lectura. Sin embargo, la situación de lectura puede ser asociada fácilmente con objetos peligrosos en la constelación edípica.
Giovacchini (1963) explica que si el mundo externo no brinda experiencias gratificantes en el momento de aprender ciertas habilidades, entonces ocurre un déficit que se manifiesta en la estructura yóica y posteriormente en los rasgos de carácter. Describe que cuando el niño no logra hacer algo se frustra y enoja y espera que su madre lo rescate. Si la madre lo hace por él deja de intentar y pierde la capacidad de evaluar sus propias fortalezas y debilidades. Surgen sentimientos de omnipotencia y por ello no aprende porque aprender implica admitir debilidad. Cuando depende de la madre, pues ella ha tomado esta función, lo que resulta en funciones yóicas insuficientes
Uno de los primeros en integrar factores orgánicos con psicopatología fur Rappaport (1966). Este autor considera que el daño orgánico no es el principal causante de los Problemas de Aprendizaje. Las lesiones tempranas alteran el funcionamiento yo primario. El niño con alteraciones en el funcionamiento yóico al presentar alteraciones en la percepción, formación de conceptos, lenguaje, experimentará dificultades para interactuar con su entrono de manera adaptativa. El niño entonces no logra generar en los padres un sentimiento de orgullo sino de angustia y frustración lo que genera rechazo y sobreprotección. Tanto sus propias experiencias como las reacciones de otros producen una percepción del mundo como inseguro y amenazante. Se genera una autoimagen de ser inepto y de no recibir satisfacción por medio del reconocimiento y afecto.
En un estudio de Dudek y Lester (1968) concluyen que la ansiedad central en niños con bajo rendimiento en la latencia se relaciona con el manejo de impulsos agresivos quienes recurren a defensas como la retracción a la pasividad, la sumisión y la formación reactiva (“ser buen niño”). Hay un bloqueo de la energía agresiva-oral y un desarrollo intelectual disparejo. Concluyen que en general, no funcionan bien en psicoterapia.
Diversos autores han propuesto más recientemente que algunos problemas para aprender se relacionan con que los padres desean inconscientemente éste particular hijo con dificultades. La madre puede tener fantasías de producir un hijo dañado lo que produce ansiedad y cualquier indicador de dificultad genera excesiva preocupación o bien la madre tiene sentimientos ambivalentes hacia su hijo y tiene una intensa necesidad de denigrarlo y devaluarlo.
Conclusiones:
Los problemas de aprendizaje y en concreto la Dislexia, se originan principalmente en factores neurobiológicos. Estos factores resultan en un funcionamiento yóico deficiente. La interacción de los padres con hijos con estas dificultades produce experiencias poco gratificantes, rechazo, desaprobación y sobreprotección que a su vez interfieren con el desarrollo de la independencia (función yóica)
Algunos autores plantean que los padres inconscientemente necesitan un hijo incompetente y éste a su vez cumple el deseo inconsciente de los padres.
El riesgo de etiquetar indiscriminadamente a las personas con problemas de bajo rendimiento, problemas de aprendizaje o lesiones cerebrales es perder de vista la interacción compleja entre los factores psicológicos y fisiológicos, los cuales se ven afectados de manera importante por el clima emocional y familiar.
BIBLIOGRAFÍA
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- Giovacchini, P. L. 1963 Integrative Aspects of Object Relationships Psychoanal. Q. 32[à]PAQ.032.0393A
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