“Desafíos actuales en las relaciones de pareja”

Autor: Beatriz Ríos

 

 

“Una vida conjunta se vuelve depositaria del amor, una fuerza poderosa que proporciona continuidad frente a las discontinuidades de la existencia cotidiana” O. Kernberg.

 

Al referirse a los desafíos actuales a los que se enfrentan las relaciones de pareja, es imposible no pensar en las nuevas formas de vincularnos, esto nos lleva a recapitular las experiencias relacionales que traemos desde la infancia, teniendo allí su raíz especular.

Y para ello, recordemos brevemente que los primeros años de vida son muy importantes para los seres humanos, ya que se viven procesos que van colaborando a la estructuración psíquica. El recién nacido, por ejemplo, es un ser totalmente dependiente que para que sobreviva necesitará ser cuidado y alimentado por su madre o su cuidador primario, y al mismo tiempo, se va desarrollando una capa que lo protege para que los estímulos no lleguen directamente a él. La madre a su vez, le va ayudando a su bebé a darle significado a esas sensaciones, cuida de él, actúa como una válvula que regula las tensiones y es un yo auxiliar. Entendiendo que esta relación es totalmente dependiente.

Para ello, retomando las enseñanzas de Freud, surgen dos ejes que explican esta constitución psíquica, la teoría de la libido y la estructura del Edipo. La teoría de la libido comprende las relaciones con los objetos primarios, que se da a partir de las fantasías e identificaciones que se establecen con estos, que son y serán tan determinantes, es allí donde aparecen las fases libidinales, en las cuales la búsqueda del placer se centra en forma electiva en una parte del cuerpo, iniciando por la fase oral que encuentra su zona erógena en la boca, pues remite inmediatamente a la alimentación y en lo placentero que resulta este proceso, es la madre, el primer objeto de amor, el cual cubre esa necesidad para después dar placer, además es ella quien se encarga de erogeneizar otras partes del cuerpo y así poder desplazar ese placer, su mecanismo es de incorporación y el tipo de pensamiento es de omnipotencia ya que ese bebé todo lo puede, usando el llanto como una forma de atraer la atención y la mirada de la madre. (Freud, 1901-1905, p. 163)

Otra fase es la anal: donde la zona erotizada son los esfínteres, el soltar o retener dependen únicamente del bebé, esta etapa no está definida aun por características femeninas o masculinas, sino por atributos pasivos y activos y por una situación de ambivalencia. Los excrementos son vividos como objetos valiosos, partes de su cuerpo, de los cuales al niño le costara desprenderse, pero que lo hará pues representan el único regalo que le puede dar a la madre, un regalo que es producto de él. Además comienza a dar sus primeros pasos, para caminar y ser independiente en sus movimientos, esto colaborara con la separación de la madre y ayudará a la diferenciación de esta diada. Su mecanismo será de identificación y proyección, pues el niño poco a poco se ira apoderando de aspectos del adulto y depositara en el otro sus propios sentimientos no solo amorosos sino también agresivos. (Freud, 1901-1905, p. 168-171)

Posteriormente encontramos la fase fálica, esta etapa permite la apertura del complejo de Edipo y por lo tanto el que dará la pauta de la estructuración psíquica e insertara a ese sujeto, no solo como sujeto libidinal, sino sujeto de deseo. En esta fase hay una consolidación del pensamiento, ya hay una separación con el otro, el sentimiento ambivalente ya no es tan intenso. Los niños descubren la diferencia sexual anatómica y por ende se da el Complejo de Edipo y el complejo de castración, sin lugar a dudas un proceso estructurante que delimitará y constituirá psíquicamente a los sujetos. Después se encontrara el periodo de latencia y para finalizar la fase genital

Es así, que en el Edipo surge el primer amor, pero un amor que no es único ni desprovisto de odio y será determinante en la elección de objeto que haga el sujeto y la forma en la que sepulte este momento.

Sin embargo, la búsqueda de un nuevo amor estará teñida por rasgos de esos antiguos amores y por la repetición de los mismos que jugaran un papel importante. Para entender los patrones relacionales inconscientes repetitivos que se activan en la pareja, es necesario pensar que en el acto de elegir a una persona o un tipo de persona como objeto de amor, se distinguen, según Freud (1986a-1914, p.87), dos caminos.

“según el tipo del apuntalamiento: a. A la mujer nutricia, y b. Al hombre protector”. Y,

“según el tipo narcisista: a. A lo que uno mismo es (a sí mismo), b. A lo que uno mismo fue, c. A lo que uno querría ser, y d. A la persona que fue una parte del sí-mismo propio”.

Ambos tipos de elección parten de quienes fueron los objetos originarios de todo sujeto: él mismo y su madre.

Por otro lado, Erikson elabora una teoría sobre el desarrollo psicosocial, en la cual propone que “a lo largo de la vida se presentan etapas que confrontan con preguntas existenciales y retos psicosociales, a los que debemos enfrentar y que pueden derivar ya sea en logros, virtudes o en crisis, afectando nuestra identidad y nuestras relaciones significativas” (Velasco, 2017)

Este modelo permite observar algunas de las dificultades que se pueden producir en la relación de pareja, ya que se requiere de la fuerza yoica de ambos para hacer frente a los desafíos que se van presentando en ese compartir. De modo que la primera etapa es Confianza Básica vs Desconfianza básica, que se centra en la relación significativa con la madre y se pregunta si puede confiar en el mundo, sintiendo esperanza y admiración, los desafíos a los que se tiene que enfrentar es el de ser nutrido o ser abandonado y la característica principal es tomar y responder. Por su parte “el psicoanálisis supone que el temprano proceso de diferenciación entre adentro y afuera es del origen de la proyección y la introyección” “en la introyección sentimos y actuamos como si una bondad exterior se hubiera convertido en una certeza interior. En la proyección, experimentamos un daño interno como externo: atribuimos a personas significativas el mal que en realidad existe en nosotros. En la edad adulta estos mecanismos reaparecen, en las crisis agudas del amor, la confianza y la fe” (Erikson, 1980, p. 223), siendo ejes centrales en las formas de vinculación.

Otra etapa que ayuda a explicar la forma en la que los sujetos se van relacionando es la cuarta que corresponde a Laboriosidad vs Inferioridad, en la cual el sujeto establece relaciones significativas con la escuela y sus vecinos, se pregunta ¿puedo hacerla en el mundo de las personas y cosas? Su virtud será la competencia y sus tareas serán el aprendizaje escolar, los deportes, completar y hacer en equipo. Se enfrentara con la autorestricción y la limitación de sus horizontes, lo que lleva a pensar en las relaciones futuras, el poder compartir algo con el otro y sentirse además que puede hacerlo.

Por su parte, la quinta etapa es la de Identidad vs confusión de rol, realiza relaciones significativas con los pares y personas modelos de identidad, su virtud será la lealtad y fidelidad, así como sus desafíos se centran en las relaciones sociales en ser uno mismo y compartir ser uno mismo. Lo que implica acceder a ser acompañado y compartir parte de si, inicia la etapa del enamoramiento, el amor adolescente constituye un intento por llegar a una definición de la propia identidad proyectando la propia imagen yoica difusa en otra persona y logrando así que se refleje y se aclare gradualmente” (Erikson, 1980. p.236)

Es así que, para Mahler (1975) en el proceso adolescente la identidad es la conciencia temprana de un sentimiento de entidad para dar lugar a la individualidad que surge en la etapa de separación-individuación, en esta se viven reestructuraciones internas y externas, importantes para dar pauta a establecer relaciones de pareja “sanas” por decirlo de alguna manera.

Algunos desafíos en estas parejas jóvenes es que rompen y fácilmente regresan a la relación, así de manera indefinida, esto da la pauta de pensar en el proceso anterior, se revive de alguna manera el dolor y la negación ante la pérdida de los padres: siendo estos los primeros objetos de amor. Cabe señalar que pese al término de una relación de pareja los jóvenes indican aun sentir un afecto intenso por su expareja tanto en el plano positivo como en el negativo que impide romper el vínculo y es por ello que se atraviesa por un duelo psíquico importante. También se ha observado en la clínica que a los jóvenes se les dificulta terminar la relación, siendo los temores más frecuentes no encontrar otra pareja, quedarse solos, no volverse a sentir importantes, amados o seguros. Esto puede deberse a las crisis de vida por la que están atravesando y por el duelo anteriormente mencionado.

Por su parte, Kernberg, (citado Hidalgo, 2007, p. 106) menciona que la entidad patológica predominante que interfiere en una relación estable y totalmente gratificante con un miembro del genero opuesto, es el narcisismo patológico, por una parte, y por la otra la incapacidad para resolver conflictos edípicos, en una identificación genital plena con la figura parental del mismo género. Paradoja de que la normal capacidad de amor requiere la integración de amor y odio. A dicha integración, Erikson (1956) llama “identidad del yo”

La sexta etapa Intimidad vs Aislamiento, menciona que las relaciones significativas serán con los amigos y socios, se pregunta si puede amar, su virtud es el amor y los desafíos son las relaciones románticas con un temor exacerbado de perderse y hallarse uno mismo en otro. “El peligro en esta etapa es que las relaciones íntimas, competitivas y combativas se experimentan con y contra las mismas personas. Pero, a medida que se van delineando las áreas del ser adulto, quedan eventualmente sometidas a ese sentido ético que constituye la característica del adulto. (Erikson, 1980, pp.237, 238).

Finalmente encontramos las etapas de generatividad vs estancamiento e integridad vs desesperación, en la primera las relaciones significativas son en el hogar, con colegas y compañeros de trabajo, su virtud radica en el cuidado y se pregunta si puede hacer valer su vida, los desafíos son el trabajo, la paternidad y maternidad, lograr ser y cuidar de. Y en la última sus relaciones significativas son la humanidad y los suyos, su virtud la sabiduría, se pregunta si ha valido la pena haber sido lo que fue y los desafíos son las grandes e importantes reflexiones de su vida.

Todo lo anterior implica un acomodo, un desgaste de energía importante, en el que influyen y contribuyen las experiencias. Dichas experiencias marcan con gran subjetividad esa forma especial de vincularnos. Pero, a qué se refiere el término vínculo, de qué depende esa forma tan peculiar de relacionarnos con los demás, llámense padres, amigos, parejas, analistas, etc.

Según la Real Academia Española (2005). Vínculo se define como la “unión o atadura de una persona o cosa con otra”. Para Puget y Berenstein (1989, p.32) la palabra vínculo proviene del latín vinculum, de vincire: atar. Lo que “Significa unión o atadura de una persona o una cosa con otra. También se usa para expresar unir, juntar o sujetar”.

Según Pichon- Riviére, 1970 (citado en Velasco, 2017, p. 33) consideró al vínculo como “una estructura interna compleja, conformada por un sujeto y un objeto en una interrelación, en la cual intervienen procesos de codificación, comunicación, decodificación y aprendizaje, de mutua representación interna”.

Dicho lo anterior, el vínculo nos remitirá a esas primeras relaciones con los padres, quienes en su momento son los únicos depositarios de pulsiones amorosas y agresivas, para después dar pauta a otros objetos receptores. Estos objetos serán las personas con las que se decida compartir un poco de sí mismo como se mencionaba anteriormente.

Por su parte, Alizade (2008, p.49) menciona que “Pareja” es un término que define a un conjunto de dos personas unidas por un contrato manifiesto o latente de intercambio libidinal, amoroso, y deseante.

Es así, que la pareja implica una serie de compromisos conscientes e inconscientes, sin embargo, hoy en día para muchas personas los vínculos pasan por una relación donde existen múltiples formas de “encuentro” con otro u otros, estos pueden ser a través de los nuevos recursos tecnológicos de comunicación que juegan un papel sumamente importante en las formas de relaciones actuales, estas formas son a través de una computadora, un celular, entre otros, haciendo su uso cada vez más frecuente y a veces el único para mantener un “contacto” en la distancia.

Se sabe de muchas personas que prefieren establecer relaciones a distancia y muchas otras prefieren los encuentros cara a cara que trasladan a lo vivencial, al contacto, en el que se pretende ser la forma ideal para conocer a la otra persona. Existiendo interacción en la que es necesario generar un espacio psíquico en sí mismo al otro, tanto consciente como inconsciente con los aportes que cada uno ofrece en esa interrelación. De ese modo, la relación de pareja es una construcción de dos, que se forja en el intercambio afectivo de quienes la están constituyendo.

En la actualidad formar una pareja es una elección, una opción de vida, pese a las cuestiones sociales que aún imperan en algunas regiones, pues en otros tiempos ha sido un mandato social muy fuerte, ya que estar en pareja es una experiencia que le ocurre a la mayoría de las personas en algún momento de su vida, incluso a muchas de ellas en forma recurrente.

De modo que la relación de pareja es un campo ideal para la intimidad, la reciprocidad, la sexualidad y también para el conflicto, se piensa que estos elementos llevaran a un crecimiento de la pareja que pasan por reconocer la dependencia mutua para promover bienestar y amor, en dos seres que a su vez son independientes, que se pretende tengan límites claros entre sí. Sin embargo, qué pasa cuando la relación con los primeros objetos de amor estuvo carente o excesivamente desbordada de amor o agresión, cómo será entonces la elección de pareja y los desafíos a los que se enfrentarán.

Por su parte, Alizade (2008, p.97), plantea que al momento de formar una pareja el ser humano tiende a desplegar sus mejores atributos y, por el contrario, esconde sus características más oscuras en pos de la anhelada conquista amorosa. Pero es cuando la unión se ve consumada, y con el paso de los días, que empiezan a surgir los aspectos no tan subyugantes del otro. Es en este momento que la pasión por el compañero idealizado debe dar paso a una pasión por conocerlo en su totalidad, tanto en sus aspectos positivos como en los negativos, como lo refiere Klein.

Sin embargo, es allí cuando se dificulta ese proceso, pues cada uno presenta capacidades y limitaciones para establecer relaciones de pareja. Kernberg (1995, p. 44) propone lo que él denomina como amor sexual maduro y que define como un compromiso existente en la pareja en lo que refiere a los ámbitos del sexo, las emociones y los valores. Compromiso que surge de la transformación del deseo erótico, que pasa de ser un particular afán de relación sexual con un objeto elegido a la consolidación de una relación con una persona específica, lo que permite que se combinen factores inconscientes del pasado de cada componente de la pareja con las expectativas conscientes de un futuro en común, dando origen a un nuevo ideal del yo, que es así, compartido.

En cambio Bauman (2007, p.8) sociólogo y filósofo opina que el ideal social de “juntos para toda la vida” hoy no está vigente para las nuevas generaciones cuyos integrantes, si bien están ávidos de relacionarse, desconfían todo el tiempo de ese estar vinculados eternamente porque tienen temor de que esto restrinja sus libertades, tornándose en una carga que no pueden ni quieren soportar.

Los compromisos como “hasta que la muerte nos separe” se convierten en contratos fugaces y expuestos a ser rotos por ambos participes, evitando así el intento de salvar el vínculo cada vez que se encuentran con obstáculos a la satisfacción o aparece una oportunidad más ventajosa.

Gran parte de los jóvenes que llegan a consulta clínica (UAEM, CESPI) no están dispuestos a buscar alternativas a las dificultades de pareja, simplemente se dejan y más tarde encuentran “otro” que esté dispuesto a satisfacer esas necesidades, o bien, ya no se vinculan, solo pasan el rato y se divierten. Actualmente se forman vínculos lábiles, que permiten desligarse rápidamente y así evitar sufrimientos innecesarios.

“… Se da por lo tanto una fragilidad en los vínculos humanos que vienen acompañados de    inseguridad y deseos conflictivos que llevan al impulso de estrechar dichos lazos, pero también a mantenerlos flojos para poder así desanudarlos fácilmente, sin prejuicios ni cargos de conciencia” (Bauman, 2007, pp.7-12)

Lo transitorio, lo fugaz y lo breve, son algunas de las cualidades que caracteriza la nueva era de las relaciones, a las nuevas generaciones que rompen con las expectativas de tener un vínculo sólido.

Actualmente la sociedad fomenta el narcisismo, la cultura light, lo “desechable”. Se porta la bandera de “vivir el momento” y se favorece y promueve el egoísmo

Algo que sin lugar a dudas puede influir en estos vínculos frágiles es la cultura del “anti-insight” como le ha llamado Katz (2000, citado en Hidalgo, 2007, por Kannan.)

“Que se caracteriza por adoptar una cultura liviana, frente a la vida, predominando la indiferencia social, la inestabilidad de los vínculos afectivos, la intolerancia a la frustración y el empeño en evitar ésta a toda costa. Como nunca antes, las relaciones amorosas están en crisis, produciendo un alto grado de decepción y de sufrimiento.

Esta nueva cultura surge de la intolerancia a la espera y a toda forma de frustración y, por ende, ha desembocado en la búsqueda desesperada de soluciones mágicas a los conflictos emocionales, ya que, entre los ideales de esta cultura, están el evitar mirar hacia dentro y la expectativa de llegar a vivir en un mundo sin sufrimiento, sin angustias, ni temores. En ella los vínculos, la amistad, la pareja y la familia, están poco comprometidos. La sexualidad se hace más libre y más desprovista de lazos afectivos, los cuales cada vez son menos importantes.

Sin duda, existen muchos más desafíos a los que las parejas se tienen que enfrentar, por un lado encontramos las relaciones lábiles y fugaces y por otro las inseparables, o bien desafíos que en su día a día tienen que resolver de la mano, tal como la distancia en la que uno tiene que estar lejos del otro, el crecimiento profesional de ambos que a ratos tiene vertientes positivas pero también negativas, el aspecto económico, los hijos; en caso de haberlos, las características de personalidad y más aspectos relevantes que surgen para hacer una vida en pareja.

 

Bibliografía

 

  • Alizalde, A.M. (2008). “La pareja rota: un ensayo sobre el divorcio”. Buenos Aires: Lumen. P. 49
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  • Diccionario de la Real Academia Española (2005) versión electrónica. Consultado el 29 de sep de 2018. http://dle.rae.es/?id=bqStQuu
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  • Freud, S. (1901-05). Tres ensayos de la Teoría Sexual. En Obras Completas. Vol. 7. Amorrortu Buenos Aires. (p. 163, 168-171)
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  • Hidalgo, Silvia (2007). Compiladora. “Erotismo, Intimidad y Amor”. México. ETM. P. 76-78, 106.
  • Kernberg, O. (1995). Relaciones amorosas: normalidad y patología. Buenos Aires: Paidós. pp. 44, 117.
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  • Puget, J. y Berenstein, I. (1989). Psicoanálisis de la pareja matrimonial. Buenos Aires. Paidós. Pág. 13,
  • Velasco Korndorffer S. (2017). “Divorcio. Una mirada psicoanalítica a un fenómeno social en aumento”. México. ETM.