Ana Zaret López 

¨Si busca seria y sinceramente el camino moral, lo primero que debe hacer el hombre es privarse de comer carne, pues además de que excita las pasiones, su uso es inmoral porque exige una acción contraria al sentimiento de la moralidad, el asesinato, que provocan la glotonería y la voracidad ¨ (Tolstói, 1891)

Comer para nutrirse. Comer para llenar la falta. Comer para calmar el hambre. Comer con prisa o con calma. Comer a solas o en compañía. Comer lo que nos han enseñado o comer lo acostumbrado en un determinado lugar geográfico.

Cuando nacemos tendremos la fortuna o no de contar con ese ser (la madre u objeto primario) que estará listo para responder a nuestras necesidades, permitiéndonos así experimentar las primeras sensaciones de placer y displacer.

Se espera que la madre dé al recién nacido el primer alimento a través del pecho materno, brindando así además del alimento, una sensación de bienestar, es este acto repetido lo que crea el lazo con la madre y con la sociedad, determinando si este será un acto o no para integrar, aceptar y disfrutar el alimento y lo externo.

Suponiendo que el desarrollo del vínculo madre-bebé se haya cumplido de manera adecuada, esperaríamos que el acto de comer significara para el individuo un acto placentero sin presentar algún tipo de trastorno. ¨Del desarrollo satisfactorio de este vínculo afectivo depende el éxito de la alimentación¨ (Winnicott, 1994, p.14).

Pero ¿qué nos mueve para elegir lo que comemos en nuestra vida adulta?

Cuando hablamos de trastornos alimentarios casi siempre pensamos en anorexia o bulimia y en los motivos de fondo que llevan al individuo a comer, a darse atracones o simplemente a no comer. Pero ¿qué hay de estas dietas de la alimentación como lo son la vegana o vegetariana con todas sus variaciones? ¿Podrían estar estas dietas relacionadas con algún conflicto en el aparato psíquico?

¿Qué hay detrás de ellas?

¿Culpa? ¿Sentido de responsabilidad? ¿Necesidad de marcar una diferencia? ¿podría ser una decisión que parte de alguna postura o una protesta ante el sistema? En muchos casos la respuesta se encuentra simplemente en un deseo por mejorar la salud de las personas que eligen seguir estas dietas.

Este trabajo surge de la inquietud por entender a qué se está renunciando al elegir las dietas mencionadas, y en el desarrollo encontré argumentos que obedecen a una tendencia por concientizarse por el sufrimiento del otro, en este caso por el sufrimiento de otras especies animales que se han puesto al servicio de la especie humana, por lo que nos enfrentamos a conceptos como ética, moral, compasión, empatía y hasta ecología como valores fundamentales de una dieta vegetariana y en su extremo, una dieta vegana.

En la actualidad y según un artículo de la BBC, el porcentaje de la población mundial vegetariana en el año 2019 ascendía sólo al 5%, esto quiere decir que prevalece la idea de considerar a las otras especies como recursos para la supervivencia humana.

Tratando de entender el origen del consumo animal, encontramos a los grupos nómadas donde el hombre recurría a la caza para obtener alimento y por supervivencia, una vez sedentarios fue posible desarrollar la agricultura y cosechar sus alimentos, por lo que pudo echar mano de una alimentación mucho más variada.

En su ensayo Tótem y tabú, Freud (1913) menciona cómo en las tribus solían tomar como tótem a determinado animal que representaba el linaje de dicha tribu, mismo que cuidaba de ellos y advertía sobre posibles eventos futuros a modo de presagios, por lo que tenían prohibido matar a ese animal y comerlo excepto en el banquete totémico, en el que el clan mata cruelmente y devora crudo a su animal; su carne, su sangre y sus huesos, como si quisieran destacar la identidad entre él y ellos.

Sabemos también que existen sociedades y religiones donde el consumo de alimentos de origen animal está prohibido o bien, delimitado bajo ciertas reglas, como en el caso de una dieta ¨Kosher o Kashrut¨. La palabra hebrea kasher significa ¨apto¨ y es una dieta que está regida bajo las leyes kashrut que definen los alimentos que son aptos para el consumo de un judío, bajo esas leyes ciertas especies de animales son permitidas para el consumo, mientras que otras son prohibidas. Especial interés tiene para este trabajo, dichas leyes que tratan sobre cómo el animal debe ser faenado, donde buscan evitar el sufrimiento de éste antes y durante el sacrificio.

Otra religión que pone énfasis en evitar el sufrimiento de otros animales para el consumo humano es el budismo, que dentro de sus códigos éticos y morales existe el de ¨Ahimsa¨ palabra sánscrita que significa ¨no violencia¨.

El acto de comer está relacionado también desde la edad media y el renacimiento, hasta nuestros días, con momentos de celebración que pueden ser nacimientos, bodas, aniversarios e incluso funerales. Egipcios, griegos y romanos dieron especial importancia a estas prácticas donde solían sentarse alrededor de las mesas en las que servían los más diversos animales y platillos para degustar. Era común utilizar estos eventos para enfatizar el estatus social o rango social que tenían los invitados, favoreciendo el lugar asignado en la mesa y hasta la porción de alimento que recibían. Los anfitriones de estos eventos utilizaban también la ocasión para mostrar por medio de detalles extravagantes el poder político y económico que ejercían. Entre más extravagantes fueran los platillos servidos, las vajillas y utensilios, mayor era la grandeza que presumían tener. 

Es decir, hasta nuestros días, seguimos considerando al alimento en cada reunión como elemento esencial, donde giran a su alrededor diversos presupuestos y gustos que tratan de complacer a todos los invitados.

Podría decirse entonces que el alimento es un importante componente de la construcción social de la propia identidad (Marcus, 2008).

Tomando en cuenta lo anterior, es preciso recordar que el acto de comer no sólo se trata de un acto relacionado con el cuidado de la madre, es también un acto en el que, derivado de un adecuado desarrollo del individuo, se involucra la ley del padre y con esto a la cultura.

Valdría preguntarse si al elegir dichas dietas se estaría favoreciendo al superyó sobre el ello, dando así cabida a otras interrogantes:

¿Se trata de la represión al deseo y pulsiones propias lo que mueve esta elección?

¿Es la culpa ese sentimiento de displacer del que se quiere huir?

Es la conciencia moral la que respondería de manera afirmativa las interrogantes anteriores ¨La tensión entre las exigencias de la conciencia moral y las operaciones del yo es sentida como sentimiento de culpa. Los sentimientos sociales descansan en identificaciones con otros sobre el fundamento de un idéntico ideal del yo¨ (Freud, 1923, p.38).

Si respondemos a estas interrogantes de forma afirmativa, se estaría ligando un acto primitivo y placentero a un acto de represión o en el mejor de los casos de sublimación.

Para ejemplificar esto retomo un caso clínico que encontré en un artículo donde un paciente que durante el tratamiento tomó la decisión de cambiar su dieta omnívora por una vegetariana, al analizarlo descubrió que esto se debía a que reprimía la agresión y enojo que en gran medida sentía hacia sus padres, especialmente hacia su padre, quien solía ser estricto y juicioso con el paciente, de hecho, el motivo de consulta fue que mientras estudiaba el doctorado, tuvo un profesor que continuamente lo desaprobaba y retaba, sintiéndose continuamente angustiado, por lo que entendió también que el profesor le recordaba a su padre y por lo tanto al enojo que sentía hacia éste (Marcus, 2008). ¨Un neurótico obsesivo puede estar oprimido por una conciencia de culpa que convendría a un redomado asesino, no obstante ser, ya desde su niñez, el más considerado y escrupuloso de los hombres en el trato con sus prójimos. Sin embargo, su sentimiento de culpa tiene un fundamento: se basa en los intensos y frecuentes deseos de muerte que, en su interior, inconscientemente, le nacen hacia sus prójimos¨ (Freud, 1913, p.90).

Con el caso anterior podríamos entender que el individuo pudo transformar sus impulsos agresivos en amor hacia las otras especies.

Después de recorrer brevemente algunos grupos y costumbres en relación a la carne y revisando los distintos motivos que llevan a un cambio en la dieta durante la vida adulta, me doy cuenta que en la actualidad, aun cuando el porcentaje de vegetarianos en el mundo sigue siendo bastante bajo, hay una tendencia que busca concientizar sobre el tema, partiendo de la identificación con el otro y un tanto más como resultado de la situación climática y económica mundial. Otro aspecto importante que está muy relacionado con la tendencia a lo ¨fitness¨ y al ¨cuidado personal¨ resulta en la modificación de la dieta optando por alimentos más saludables.

Es cierto que la forma de consumir en occidente (especialmente en EEUU) implica un crecimiento en la industria cárnica y una explotación de recursos, como sabemos, mucho se menciona sobre la cantidad de agua requerida para mantener dicha industria, por otro lado, cosifica a los seres vivos dándoles una calidad de vida indigna.

Aun así, me es difícil dejar de pensar en esos casos donde el argumento de ¨la no violencia¨ nos remite, en psicoanálisis por lo menos, a ese sentimiento de culpabilidad y a la posible experiencia de quienes piensan de esta forma de haber sido violentados más que otros, de ahí que se identifiquen con el dolor de los otros, considerando a las otras especies como seres sintientes, creyendo así que de ellos depende salvar a los animales o marcar una diferencia. También me remite al hecho de que las nuevas generaciones busquen romper usos y costumbres que han dañado a grupos vulnerables. Como sí, al estar puestas sus necesidades en otros aspectos que no son los económicos como lo era el de sus antecesores, ahora estuviera puesto el acento en lo emocional y en la justicia. Un ejemplo de alguien con estas características sería Greta Thunberg reconocida a sus 18 años por el alcance de su activismo social a favor del medio ambiente.

Regresando a la pregunta que dio origen a este trabajo, la renuncia en la vida adulta a un régimen alimenticio pre establecido podría implicar enfrentarse a una separación de aquellas figuras que impusieron una ley y una forma de vida, se renuncia a lo aprehendido o incorporado.

Suele haber en estos casos un sentimiento de superioridad como ganancia secundaria, un sentimiento de distinción que remite una vez más a la experiencia vivida de exclusión en algún momento del desarrollo.

Al final creo, que sea cual sea el motivo que lleva a este tipo de decisiones, dadas las circunstancias actuales a nivel mundial, el hecho de poder sublimar y buscar un bien común sienta bien cuando es necesario que haya un balance, un grupo que planteé una forma de consumo más consciente, que tome en cuenta cualidades de los seres vivos con los que no estamos acostumbrados a convivir.

Aunque podría debatirse que el comer carne es consecuencia de un instinto, cuántos de nosotros seríamos capaces de matar a la res o al cerdo que nos comeremos. En muchos casos hay una resistencia para ver el proceso por el que pasan esos animales antes de llegar a nuestro plato. Una vez que lo sabemos ¿sería válido seguir comiéndolos en pos del placer que representa? Por otro lado, pensar en una escisión así da paso a la ambivalencia, amor-agresión, afirmación-negación. Es en estas situaciones de compromiso donde el yo debe poner en juicio el deseo y la realidad.

Bibliografía

  • Barría, C. (23 de septiembre 2019) BBC News Mundo. https://www.bbc.commundo-noticias.
  • Winnicott, D. (1994) Conozca a su niño. Psicología de las primeras relaciones entre el niño y su familia. Barcelona-Buenos Aires-México: Paidós.
  • Freud, S. (1923-25). Obras completas. El yo y el ello y otras obras (Tomo XIX). Buenos Aires: Amorrortu.
  • Freud, S. (1913-14). Obras completas. Tótem y tabú y otras obras (Tomo XIII). Buenos Aires: Amorrortu.
  • Marcus, P. (2008) Victory Through Vegetables: Self-Mastery Through a    Vegetarian Way of Life. The Psychoanalytic Review (95)(1):61-77