Autor: Paulina Antón
“Es cierto que el psicoanálisis pude libraros del sufrimiento, pero solo de un modo zen, es decir, sin pretender escapar del sufrimiento, sino enseñándonos a entregarnos a la vida”
Anthony Molino
Me surgió el interés de explorar la relación entre ambas disciplinas, después de haber tenido a Kiyotaka como maestro y supervisor y haber sido testigo de cómo muchas de sus enseñanzas e interpretaciones tuvieron un efecto positivo en el trabajo con mi paciente. Enseñanzas e interpretaciones que implicaban un gran conocimiento del inconsciente, pero abordado en muchos momentos desde el budismo.
El budismo debe sus orígenes a las enseñanzas de Sidharta Gautama, quien vivió en la India hace unos 2.500 años. El budismo va más allá de una religión, Borges en 1980 menciono que “el Budismo se define más como una actitud ante la vida, y no como una religión, un adjetivo, más que un sustantivo”.
El centro budista de Mérida nos explica quién fue Buda:
“La palabra Buda es un título o un epíteto y no un nombre. Significa “alguien que está despierto” en el sentido de haberse “despertado a la realidad”… Cuando tenía 35 años, después de largos años de esfuerzo, logró la Iluminación al estar en una profunda meditación. Durante los restantes 45 años de su vida viajó por gran parte del norte de la India, diseminando su enseñanza del sendero hacia la Iluminación. Su enseñanza se conoce en el Oriente como el Buddha-Dharma – “la Enseñanza del Iluminado”.
Viajando de lugar a lugar, el Buda enseñó a numerosos discípulos, muchos de los cuales lograron también este estado de Iluminación. Ellos, a su vez, enseñaron a otros y de este modo una cadena ininterrumpida de enseñanza que continua hasta el día de hoy.
El Buda no era un Dios ni profeta de Dios, tampoco se declaró como un Ser divino. En el Budismo no existe el concepto de un Dios creador. El Buda fue un ser humano quien, a través de esfuerzos tremendos, se transformó y trascendió su limitación humana creándose en el un nuevo orden de Ser: Un ser Iluminado.
Hablar de Budismo, no es hablar de un solo y único tipo de Budismo, las enseñanzas de Buda fueron registradas con el nombre de sutras que significa, enseñanzas escritas. Estas enseñanzas a pesar de haberse propagado por toda Asia, fueron tomando diferentes caminos, de tal suerte que dieron lugar a numerosas escuelas budistas; cada uno con su propia interpretación de dichas enseñanzas. Como es de suponer, con el tiempo, el budismo se enceró en los monasterios y en tratados doctrinales; es decir el budismo se volvió poco accesible a las mayorías y se volvió la filosofía de unos cuantos; principalmente de los monjes budistas, existe una gran critica a esta postura ya que se perdió la esencia del budismo; la iluminación de todas las personas. Esta tendencia fue especialmente notoria en la escuela Theravada, así como en sus ramificaciones.
A principios de este siglo, surge la escuela de budismo Mahayana, o gran vehículo, que creía que las enseñanzas del budismo podían llegar a todas las personas y con ello la iluminación. Se enfatiza en la práctica del bodhisattva como un medio hacia la iluminación, tanto de uno mismo como de los demás, en contraste con enseñanzas que aspiran sólo a la salvación personal.
Marta Granés comenta que tradicionalmente se ha considerado que el Budismo tiene tres ramas o escuelas: la Theravada, la Mahayana y la Vajrayana. La más antigua es la Theravada o Hinayana (Pequeño vehículo) hoy se practica sobretodo en Sri Lanka, Myanmar (Birmania), Tailandia y Camboya. La Mahayana (Gran vehículo) parece que apareció unos cinco siglos más tarde, hoy es la corriente más extendida del Budismo, cuyas escuela más conocida en occidente es el Zen. Lo encontramos en Japón, Corea, China, Tibet, Vietnam entre otros. La Vajrayana (Vehículo diamantino) se practica principalmente en el Tíbet, Mongolia y Bhutan, y en mucho menor grado en Japón y China.
De lo que nos ocuparemos es del budismo zen, el budismo más se ha difundido, el menos doctrinal, y más cercano a todas las personas.
En la obra de Freud queda clara la suspicacia que mantenía hacia la religión, y entendía el misticismo como un “sentimiento oceánico” y viceversa, quizá está sea una de las razones por las cuáles el psicoanálisis se alejó de todo tipo de religión y práctica religiosa y dejó esto como un legado a los futuros psicoanalistas, en palabras de Michael Gyy Thompson “lo más sorprendente no es que Buda y Freud hayan acabado dándose la mano, sino que no lo hayan hecho hasta más de un siglo después del nacimiento del psicoanálisis”. Esto quizá se explique por haber entendido el budismo como una religión, y no como una filosofía. ¿Pero en verdad están tan lejos una doctrina de la otra?
Freud obligó al hombre racional occidental, a hablar sobre sus más profundos deseos y fantasías, a prestar más atención a sus sentimientos, y a su inconsciente y, de ese modo, se aproximó inadvertidamente a Oriente. Pareciera que la técnica psicoanalítica en sus pilares más profundos se arraiga en conceptos que podrían compararse a preceptos orientales “Una vez en la consulta se le pide al paciente que exprese en voz alta todo lo que le pase por la mente, se le invita a asumir una serie de actitudes que no sólo son muy contrarias a las habituales de occidente, sino que bien podrían ser calificadas de orientales” (Kelman, H, 1960)
Mientras que la búsqueda de la asociación libre conduce a la identificación de conflictos inconscientes, la meditación de atención plena atención a ello y pone de relieve material inconsciente, pero solo lo analiza centrándose en la comprensión; teniendo poco que ver con los impulsos y resistencia y mucho con la representación del mundo interno.
Pareciera que todo el meollo de la meditación consistiera en experimentar al yo tal y como es, el cuál es un constructo basado en imágenes internalizadas del sí mismo y los demás. “la visión del meditador coincide con la moderna teoría de las relaciones objétales. “ (Jacobson, 1964).
Para Engler la meditación y el psicoanálisis buscan movilizar al yo y a las relaciones objétales, ambos con el fin de disminuir el sufrimiento. No se trata de volver a vivir o re experimentar los estadios más tempranos del desarrollo, sino de desandar de manera controlada los estadios del proceso representacional, es decir volver a construir al yo y a los objetos. La meditación invierte pues literalmente el modo en que se nos presenta el mundo y permite que el individuo asuma el control de sus experiencias, fantasías, vivencias; es decir de su propio mundo interno.
Quizá contraria a la idea de Freud, la meditación no aspira a regresar al narcisismo primario, (sentimiento oceánico) sino erradicarlo. La meditación aspira a vaciar la mente de pensamientos, a superar estados de ánimo, dirige la orientación hacia el interior, y presta especial atención a experiencias tempranas. Esta idea del meditador nos recuerda a la “Atención desnuda” y “sin memoria y sin deseo” de Bion, refiriéndose a la actitud zen de la atención flotante.
Bion, al igual que otros psicoanalistas, se interesó profundamente por esta filosofía, y en su teoría podemos rastrear un pensamiento psicoanalítico impregnado de Budismo, lo cuál no es de sorprender, si tomamos en cuenta su país de origen; India.
Conocido Sutra zen “las cosas no son lo q parecen”, lo podemos equiparar con la famosa frase de Bion “los pensamientos existen, pero no existe ningún pensador” (Bion, 1967)
En el budismo existen 2 tipos meditación:
 

  • Samatha: Es una forma eficaz de aquietar mente, consiste en dedicarse a observar y sentir la respiración.
  • Vipassana: Consiste en observar los pensamientos que discurren en su mente sin tratar de controlarlos, de eliminarlos, etc., sino tan sólo dejándolos ir y venir a su ritmo. Mientras que en psicoanálisis, tenemos nuestra propia meditación vipassana; la contratransferencia, la cuál implica dejarnos llevar y sentir por el material del paciente, sin censurar, ni controlar esta información, simplemente dejándola ir y venir a su ritmo. En palabras de Bion “Sería solo a través del uso y la experiencia del otro por parte del sujeto, que dichas representaciones mentales de la experiencia podrían ser portadoras del idioma de lo sabido no pensado de una persona y, en consecuencia, representarlo.”

 
La Dra. Beba Fortes en 2012 comenta que la meditación budista tiene que ver con un profundo insight, implicando lo que se ha identificado como las tres características de la existencia (Goldstein y Kornfield, 1987): dukkha (sufrimiento o resistencia), anicca (impermanencia o transitoriedad) y anatta (ausencia de un yo o esencia inmutable e independiente).
Para Walter Odajnyk la meditación implica curación: la meditación es mucho más que el modo en el que uno se concentra, durante la meditación la energía psíquica se libera de nuestros impulsos, fantasías, pensamientos, defensas, etc. y se transfiere al esfuerzo de concentración.
Jack Engler, por su parte distingue en el “diagnóstico” budista tres tipos de sufrimiento, cada uno de los cuales surge de un nivel diferente de experiencia en las relaciones objétales.
El sufrimiento ordinario (dukkha-dukkha) corresponde al conflicto neurótico entre el impulso y la prohibición.
El segundo tipo de sufrimiento corresponde, a un menor desarrollo yoico, el cuál va acompañado de un tipo de sufrimiento (dukkha-parinama) que correspondería a los trastornos de carácter mas severos y con las psicosis funcionales en los que la problemática gira en torno a las distorsiones de la sensación de discontinuidad y continuidad del yo.
El tercer tipo de sufrimiento inherente a todo estado de la mente (dukkha-sankhara) constituye una categoría psicopatológica completamente ajena a cualquier teoría occidental.
El sufrimiento impregna todos los niveles de organización de la personalidad, es así como el budismo hace una metáfora sobre el sufrimiento humano con una explicación que analizada agudamente puede encajar con la versión psicoanalítica del sufrimiento humano; la patología.
Walpola Rahula habla de Dukkha como un concepto importante dentro de la teoría budista, se le ha traducido como dolor o sufrimiento, sin embargo el concepto dukkha tiene un significado filosófico y un sentido mucho mas amplio, incluye ideas profundas como ‘imperfección’, ‘impermanencia’, ‘vacuidad’, ‘insubstancialidad’ y ‘conflicto’. Es difícil, por lo tanto, encontrar una palabra que abarque toda la idea del concepto así que es mejor dejarla sin traducir en vez de dar una idea errónea al traducirla como sufrimiento y dolor.
El Budismo no rechaza la felicidad en la vida. Por el contrario, admite diferentes formas de felicidad, materiales y espirituales, y todas ellas están incluidas en dukkha. Un sentimiento de felicidad no es ni permanente ni eterno. “Todo lo que tiene un principio, tiene un final” Buda. Tarde o temprano cambiará, y cuando esto sucede, se produce un sentimiento y condición de infelicidad. Esta vicisitud se incluye en dukkha como cambio. Freud por su parte, en el malestar en la cultura, señala tres fuentes de sufrimiento: la hiperpotencia de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y la insuficiencia de las normas que regulan los vínculos recíprocos, entre los hombres, en la familia, el Estado y la Sociedad, así mismo menciona que el hombre tiene que reprimir sus pulsiones para poder vivir en comunidad, de ahí que el sufrimiento sea el pago por vivir en ella; un sufrimiento inherente al ser humano, es decir es un sufrimiento dukkha.
Otro concepto importante dentro de la teoría budista es el Nirvana también conocido con el término de ‘Extinción del deseo’. Algunas veces es llamado la Verdad Última o Realidad Última. El Nirvana está más allá de la lógica y el razonamiento. No se piensa como un estado, por ejemplo, de felicidad absoluta. Tampoco es una fuerza que pugna por la extinción total. McDougall, 1987 “un constante deseo de satisfacer el deseo de verse libre de todo deseo” . Hay dos maneras de entender este concepto, bajo la lupa freudiana podríamos entenderlo como pulsión de muerte, este estado en el que no hay más deseo, la psique ya no encuentra movilidad; sino quietud.
Y la otra manera sería con el lente bioniano, Melchor Alzueta haciendo un análisis de la teoría de Bion, opina que para Wilfred la ausencia de verdad, de la función de la verdad, lleva a la inanición mental. De la misma manera que el cuerpo necesita de alimentos, el aparato mental necesita de verdades. Él bebe humano, a través del reverie materno, recibe la comunicación de los verdaderos sentimientos de ésta, 
no a través de las palabras sino a través de las emociones. La verdad, así como el amor y la comida, son esenciales para el desarrollo. De esta forma, Bion realiza una analogía con el sistema digestivo. Dice que si la mente no se alimenta adecuadamente de elementos que puedan ser digeridos, muere de inanición. Este alimento, el alimento mental, es para Bion, O, la Verdad, Bion llama O a esta Verdad desconocida e incognoscible. El proceso mediante el cual diversas dimensiones de O evolucionan de manera de poder ser captadas por 
nuestras mentes recibe el nombre de Transformación, esta transformación que resulta incognoscible, y por momentos apenas alcanzada, pero que transforma puede ser asemejada al concepto de Nirvana.
En todo caso, si algo se puede decir acerca del nirvana, ya que todas las palabras son inadecuadas para representar su naturaleza, es que implica un cambio decisivo de consciencia que se presenta después de un arduo recorrido de práctica espiritual, un drástico y absoluto despertar más allá de todo pensamiento o descripción conceptual que uno pudiera formularse, una manera de estar en el mundo basada en una gran sabiduría, lo que a mi entender significa poder haber incorporado una manera liberadora, compasiva y radicalmente espontánea de ver las cosas. El nirvana como cambio o transformación, lo podemos entender como eso; un cambio, cambio que conseguimos a través de una meditación profunda y un conocimiento de nosotros mismos o dicho sea de paso a través de un proceso psicoanalítico, con nuestro propio término; insight, como este estado de “iluminación”, generador de cambios.
Como centro de la teoría budista encontramos el vacío “un abismo separa a las religiones judeo-cristianas de las religiones orientales, mientras que las primeras tienen manifiesta repugnancia a pensar en el vacío, el zen lo erige en su centro de reverencia “treinta rayos convergen en el centro de la rueda, pero es el vacío del medio lo que hace andar el carro” Tao.to King XI. Este concepto nos remitiría a la falta de la teoría lacaniana, donde es la falta, la que moviliza el deseo, la falta es la que anuda el discurso, y por ende estructura a la persona.
¿Pero como transmitir las enseñanzas y doctrinas budistas?, además de la meditación y los sutras, la filosofía budista cuenta con los Koans; las paradojas. John R. Suler “Para promover el avance hacia el satori (iluminación) el budismo zen recurre a ciertas paradojas a las que se conoce con el nombre de koans y que obligan al practicante a enfrentarse a enigmas que carecen de lógica”
La contradicción que brota del intento del yo de comprenderse y de reflexionar sobre si mismo puede asumir la forma de un conflicto paradójico entre diferentes niveles de autoexamen. Ejemplos de Koans: “Cual es el sonido de una sola mano aplaudiendo”, “Exprésate sin utilizar tu boca, tu cuerpo ni tu mente”, “Muéstrame tu verdadero rostro antes del nacimiento de tus padres”
Los pacientes todo el tiempo presentan pardojas, paradojas mediante las cuales el paciente afirma, al mismo tiempo una idea y su opuesto, simultáneamente asumiendo los dos lados de un argumento. Estas paradojas sirven para que el paciente comprenda lo ambivalente de su propio deseo, “desean curarse y a la vez no curase”, “desea éxito y si embargo se sabotean”, “buscan pareja, pero nadie es suficiente”, “llevan toda la vida sufriendo, pero esperan rapidez e inmediatez en el proceso”, etc. Los koans son una manera de poner en evidencia la naturaleza intrínsecamente contradictoria de nuestro mundo interno.
Es Budismo es individualista, afirma la responsabilidad absoluta de los propios actos, llegando incluso a negar el azar, uno peca a solas y a solas se purifica. Los budistas no rezan, no poseen ningún padre antropomorfo proyectado y tampoco apelan a una imagen materna intermediadora que los libre de sus pecados.
No es una fe en un dios imaginario o alguna deidad ante quien toda responsabilidad es entregada. Es fe en el ser humano. El Budismo da completa responsabilidad y dignidad al ser humano. Buda enseñó, estimuló y alentó para que cada persona se desarrollara totalmente y trabajara su propia emancipación, pues a través de su propia inteligencia y esfuerzo, el ser humano posee el poder de liberarse a sí mismo de toda servidumbre. Un logro que buscamos en la terapia. Mucho se ha acusado al psicoanálisis de determinista, pero no es al contrario, ¿no es el psicoanálisis el que permite al hombre vivir con un mayor entendimiento de su mundo interno, y por ende con menos sufrimiento? ¿No es uno de los propósitos principales: hacer consiente lo inconsciente?
Existen similitudes estructurales existentes entre la transmisión del zen y el psicoanálisis casi como su énfasis en la experiencia y la percepción individual. Ambos buscan erradicar el sufrimiento y “para conseguirlo se precisa de un fuerte uso de la mente para que ella reconstruya lo que ella ha construido y que da por la verdadera realidad. La verdad es lo que aparece después de la deconstrucción” CBM o en palabras de Freud: que la persona sea capaz de “amar y trabajar”.
 
Bibliografía
 

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  • Rahula, Walpola. Aspectos fundamentales del budismo

http://www.budismo.net/t1.php. Revisado el 22 de Septiembre del 2015
 
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