Por: Tania Díaz Michel
Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído. Jorge Luis Borges
 
Desde pequeños, aunque no sepamos leer, estamos en contacto con la obra literaria, la mayor parte de las veces nos es transmitida por nuestros padres, abuelos, maestros, entre otros ¿y de qué nos sirve esto? A través de los cuentos, comprendemos y aprendemos cómo se conforma la sociedad, la moralidad, cómo se da la dinámica entre pares o la autoridad, en pocas palabras nos muestra cómo funciona un individuo en determinada sociedad, su manera de pensar y de actuar ante diversas circunstancias que se le presentan.
 
A pesar de ser caricaturizadas, encontramos en las historias fantásticas todo tipo de carácter y patología, mismas que nos sirven para identificar a los personajes, los protagónicos y antagónicos, los buenos y los malos, héroes y villanos, ente otros. Si bien esto puede ser visto como una escisión, en el caso de los pequeños resulta más claro si las características de éstos están polarizadas. El austriaco Bruno Bettelheim desarrolla esta tesis en su libro El psicoanálisis de los cuentos de hadas (1975):
 
Para que una historia mantenga de verdad la atención del niño, ha de divertirle y excitar su curiosidad. Pero, para enriquecer su vida, ha de estimular su imaginación, ayudarle a desarrollar su intelecto y a clarificar sus emociones; ha de estar de acuerdo con sus ansiedades y aspiraciones; hacerle reconocer plenamente sus dificultades, al mismo tiempo que le sugiere soluciones a los problemas que le inquietan. Resumiendo, debe estar relacionada con todos los aspectos de su personalidad al mismo tiempo; y esto dando pleno crédito a la seriedad de los conflictos del niño, sin disminuirlos en absoluto, y estimulando, simultáneamente, su confianza en sí mismo y en su futuro. (Bettelheim, B. 1975/2013, p.11)
 
En la lectura se puede aprender mucho acerca de los problemas internos de la humanidad, de alguna forma entramos en el pensamiento del personaje de la historia que estamos leyendo, pero al mismo tiempo estamos en contacto con el mundo interno del escritor. A través de lo que leemos, vamos desarrollando recursos internos, mismos que se cultivan con el poder de la imaginación, emociones y pensamientos que nos cruzan al momento de adentrarnos en la historia, es decir, nos enriquecemos al conocer el pensamiento de otros, sus fantasías, conclusiones y la manera en que cada uno de nosotros percibimos la realidad externa. En el caso de los pequeños, la literatura con la que tienen contacto es por lo general referente a los cuentos de hadas:
 
Como en todas las grandes artes, el significado más profundo de este tipo de cuentos será distinto para cada persona, e incluso para la misma persona en diferentes momentos de su vida. Asimismo, el niño obtendrá un significado distinto de la misma historia según sus intereses y necesidades del momento. Si se le ofrece la oportunidad, recurrirá a la misma historia cuando esté preparado para ampliar los viejos significados o para sustituirlos por otros nuevos. (Bettelheim, B. 1975/2013, p.20)
 
Si bien es cierto que el contenido de un cuento, una novela o del discurso del paciente durante el análisis, está directamente ligada a las vivencias del escritor o paciente, cada uno de nosotros, los lectores, podemos saltar a una conclusión distinta basada en la experiencia personal dándole así una interpretación a los hechos relacionada con nuestra propia historia, de tal forma que se crean identificaciones con los personajes que se nos presentan, ya sean reales o ficticios. […] Mas como no nos son asequibles las fuentes en la vida anímica del poeta, le dejamos íntegro el derecho de edificar un desarrollo enteramente verosímil sobre una premisa improbable, derecho que por ejemplo también Shakespeare, en El rey Lear, ha reclamado para sí. (Freud, S. 1907/2012, p.36)
Al leer a Freud, nos encontramos con referencias implícitas de la obra literaria, comúnmente de Shakespeare. Freud nos lleva de la mano con sus asociaciones sobre las obras citadas, dándonos referencias acerca de los conflictos existenciales de los personajes, es así que la explicación de un conflicto se torna didáctica al poner en escena diversos elementos: se analiza la forma de pensar, sentir y actuar de un personaje literario, dándole así el poder de asociar los casos que se le presentaban en la práctica clínica con los que hallaba plasmados en una tragedia, novela, cuento, obra de teatro, entre otros. Es así que en ocasiones nos lleva directamente a sus asociaciones como en el siguiente ejemplo tomado de El creador literario y el fantaseo (1908):
También en muchas de las denominadas «novelas psicológicas» atrajo mi atención que sólo describan desde adentro a una persona, otra vez el héroe; en su alma se afinca el poeta, por así decir, y mira desde afuera a las otras personas. La novela psicológica en su conjunto debe sin duda su especificidad a la inclinación del poeta moderno a escindir su yo, por observación de sí, en yoes-parciales, y a personificar luego en varios héroes las corrientes que entran en conflicto en su propia vida anímica. (Freud, S. 1908/2012, p.133)
 
A través de la revelación de la fantasía del poeta, podemos acompañarlo en sus distintas realidades. Al adentrarnos en su obra literaria, los temas predilectos, el carácter y aventuras que va desarrollando el personaje nos llevan a conocer y reconocer actitudes del escritor. Cruzamos de la mano del autor por aquellas fantasías o ensoñaciones que va plasmando en la obra, misma que comienza a generar emociones, sentimientos e hipótesis que nos llevan a identificarnos con alguno de los personajes de la trama.
Es así que la literatura se vuelve referente en el lenguaje del día a día encontrando términos referentes a personajes o autores de la literatura inmersos en el lenguaje coloquial, por ejemplo:
La expresión “es maquiavélico” hace referencia a alguien que actúa con astucia y maldad para conseguir sus propósitos. Esta frase hace honor a su autor, Nicolás Maquiavelo, quien en su obra El príncipe, plasma la sed de poder hasta sus últimas consecuencias. La frase “el fin justifica los medios”, ha sido atribuida a Nicolás Maquiavelo, ésta nos da un panorama más amplio del concepto.
Por otro lado, encontramos al marqués de Sade, escritor francés a quién se le relaciona con el sadismo, una perversión sexual ligada al sufrimiento y humillación infringida. Del mismo modo, encontramos el término masoquismo que hace referencia al austriaco Leopold von Sacher-Masoch, autor de La Venus de las pieles, obra en la cual el protagonista consigue que le traten como esclavo. Estos términos no sólo son parte del lenguaje coloquial sino que también fue empleado por el mismo Freud para explicar elementos de su teoría.
Podríamos continuar ampliando la lista de términos referentes a autores literarios; sin embargo no es el propósito principal de este trabajo. Por ello, me gustaría adentrarme en la obra psicoanalítica y su relación con la literatura.
Una de las obras en las que se observa un amplio análisis de un texto literario es El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen (1907). En ésta, Freud hace una revisión de la obra de Jensen por recomendación de Jung. La historia hace referencia a un arqueólogo que trabajaba en Pompeya, éste pasa demasiado tiempo pensando en el pasado clásico y descuida su vida pero el destino le da la vuelta y le confronta con su presente en una especie de ensoñación.
Al paso del análisis literario, Freud va explicando algunos fragmentos de la obra con las asociaciones que va haciendo con su teoría. Es así que comienza a entremezclar La interpretación de los sueños, con las vivencias que va teniendo el arqueólogo, los mecanismos de defensa que va presentando y nos va explicando la dinámica del personaje, asociándolo a ideas con las que construye sus hipótesis. Freud construye sus propias tesis, sin embargo:
Es privilegio del poeta dejarnos en esa incertidumbre; con la belleza de su lenguaje y sus atinadas ocurrencias nos premia provisionalmente la confianza que en él depositamos y la simpatía, inmerecida aún, que aprontamos hacia su héroe (Freud, S. 1907/2012, p.13)
 
El poeta deja al aire algunas ideas por lo que no hay una certeza de lo que realmente ocurre, a final de cuentas es un personaje ficticio. Si lo extrapolamos al consultorio, la diferencia es que ante la novela que nos cuenta el paciente, podemos disipar nuestras dudas ya que el narrador y el personaje principal de la historia se encuentra frente a nosotros, algo que no tenemos oportunidad de hacer al leer un libro.
También cuando nos proponemos comprender los verdaderos sueños de una persona real debemos ocuparnos intensamente de su carácter y sus peripecias, y averiguar no sólo las vivencias que ha tenido poco antes del sueño sino aquellas de un remoto pasado. Y hasta creo que todavía no tenemos el camino expedito para consagrarnos a nuestra genuina tarea; hemos de demorarnos todavía en la obra poética misma, y efectuar algunos otros trabajos preparatorios. (Freud, S. 1907/2012, p.35)
 
El analista, como el arqueólogo de la Gradiva, tiene como misión investigar, desentrañar los misterios que se encuentran enterrados, cubiertos por una capa de polvo que ha crecido con el tiempo, a través de los restos encontrados se pueden construir hipótesis con las que se logre comprender la historia del personaje. El personaje literario, por lo general, no es construido para un análisis, no obstante se convierte en una gran herramienta para ejemplificar diversas situaciones:
Pero en lo demás, hemos de repetirlo, el poeta nos ha brindado un estudio psiquiátrico totalmente correcto, en el que podemos medir nuestra comprensión de la vida anímica: un historial clínico y de curación como destinado a recomendar ciertas doctrinas fundamentales de la ciencia médica del alma. ¡Rara cosa que el poeta haya hecho eso! ¿Qué decir si, preguntado, negara por completo semejante propósito? Es tan fácil aderezar las cosas y suponerles intenciones… ¿No somos más bien nosotros quienes introducimos de contrabando en el bello relato poético un sentido ajeno a su autor? Es posible […] (Freud, S. 1907/2012, p.36-37)
 
Es así que muchos analistas, como Freud, se sirven de personajes literarios para ejemplificar algunos conceptos o situaciones del análisis en las que una viñeta clínica no resultaría favorable debido a que revelaría datos que permitirían identificar al paciente o simplemente porque al leer una historia, como al llevar un caso de análisis, se crean asociaciones con las que se logra comprender determinado funcionamiento de la psique humana.
Freud como muchos otros, analizó y creó tesis a partir de la lectura de sus textos, es el caso de Leonardo Da Vinci, Schreber, Dostoyevsky, etc. Se observan continuas referencias a la obra de Shakespeare, ya sea Macbeth, Otelo, Hamlet o Ricardo III, hace evidente la afinidad que Freud tenía por los textos de éste. Al remitirnos a la obra, obtenemos un panorama más amplio del concepto que Freud propone y al mismo tiempo podemos, como él, descubrir bajo esa capa de polvo la riqueza del pasado y lo reprimido.
La literatura, como otras artes, nos deleita, nos instruye, pero sobre todo nos invita a conocer y reconocer en el pensamiento del otro las ideas que le hacen ser quien es. No es casualidad que dentro de todos los premios atribuibles a Freud por la genialidad de su obra, el único que le fue otorgado fue el Premio Goethe, mismo que […] sería concedido anualmente a «una personalidad que se haya destacado por su obra y cuya influencia creadora sea digna del homenaje tributado a la memoria de Goethe» (James Strachey 1930/2012 en Freud, S., p.205-206)
Alfons Paquet, resolvió otorgarle el premio del año 1930, se lo anunció a Freud en una carta en la que se puede leer el siguiente fragmento:
«El Consejo de Administración del Fondo, al discernirle a usted el premio, estimado profesor, desea expresar la alta estima que le merecen las revolucionarias consecuencias de las nuevas formas de investigación creadas por usted sobre las fuerzas plasmadoras de nuestro tiempo. Con el método estricto de la ciencia natural, y al mismo tiempo en una osada interpretación de los símiles acuñados por los poetas, su labor investigadora se ha abierto una vía de acceso hacia las fuerzas pulsionales del alma, creando así la posibilidad de comprender en su raíz la génesis y arquitectura de muchas formas culturales y de curar enfermedades para las que el arte médico no poseía hasta entonces las claves. Pero su psicología no sólo ha estimulado y enriquecido a la ciencia médica, sino también a las representaciones de artistas y pastores de almas, historiadores y educadores». (Citado en: Freud, S. 1930/2012, p.206)
 
Freud, quien se encontraba debilitado por el cáncer, no pudo asistir a la recepción del premio; sin embargo, su hija, Anna Freud, recogió el premio y leyó un discurso del profesor. En él se lee:
[…] Admitámoslo; es entonces la necesidad de conseguir vínculos afectivos con tales hombres, integrarlos en la serie de padres, maestros, modelos que hemos conocido o cuya influencia ya hemos experimentado, con la expectativa de que su personalidad resultará tan grandiosa y digna de admiración como las obras que de ellos poseemos. (Freud, S. 1930/2012, P.211)
 
Es entonces que pienso: a través de la escritura podemos postergar un legado. Así como Freud analizó a diversos personajes, hoy analizamos la obra literaria de Freud en a que se encuentran inmersos personajes reales y ficticios, discursos, síntomas y todo aquello que nos lleva a comprender la psique humana. Tanto los discursos de personajes literarios como los de los pacientes, nos ayudan a comprender los fenómenos psíquicos que pueden ser puestos en escena en la vida diaria, mismos que son manifiestos y analizables.
 
Bibliografía

  • Bettelheim, B. (2013). Psicoanálisis de los cuentos de hadas. México: Gandhi ediciones. (Trabajo original publicado en 1975).

 

  • Freud, S.(2012). El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen. En L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud. (Tomo IX, pp.1-80). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1907).

 

  • Freud, S. (2012). El creador literario y el fantaseo. En L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud. (Tomo IX, pp.123-136). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1908).

 

  • Freud, S. (2012). El delirio y los sueños en la «Gradiva» de W. Jensen. En L. Etcheverry (Traduc.), Obras completas: Sigmund Freud. (Tomo IX, pp.203-213). Buenos Aires: Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1930).

 
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