Niños Pesimistas
Aliza Edelson
 
Artículo publicado en el portal Tu Bebé y Tú
Cada uno de nosotros tiene un carácter propio, una personalidad. Este carácter se va formando a lo largo de nuestro desarrollo. Sin embargo, desde que nacemos venimos al mundo con un temperamento. Es decir, hay bebés que son más tranquilos, otros más inquietos, algunos son generalmente alegres, mientras que otros parecen enojarse prácticamente por cualquier cosa.
 
A pesar de que el temperamento es parte de la naturaleza humana, el hecho de que un niño tenga un carácter distinto al resto de su familia puede causar problemas. Por ejemplo, puede haber tensión si los padres y hermanos son muy activos y disfrutan de practicar  deportes y uno de los niños es más pasivo y parece feliz de pasar la tarde tranquilamente viendo una película. Esto puede ocurrir también cuando los padres perciben a un niño como pesimista, especialmente en comparación con sus hermanos o con ellos mismos. Dicha situación puede hacer que los padres se preocupen y no sepan cómo ayudar a su hijo o cómo relacionarse con él.
 
Por otra parte, puede ser que un niño que solía ser tranquilo, alegre y juguetón, de pronto se note enojado, irritable o muy angustiado, que muestre un cambio importante en su manera de ser y de reaccionar o que exprese constantemente estar preocupado por el futuro, su salud u otros miedos. Por supuesto que todos tenemos días en los que estamos de mal humor o en los que todo nos parece mal, y a los niños también les pasa lo mismo. No obstante, si este cambio es muy radical o si parece no ceder con el tiempo, es probable que se trate de algo más serio.
 
En este caso, es importante investigar qué es lo que está provocando este cambio y hacer lo posible por ayudar al niño o niña. Por ejemplo, es probable que esté teniendo algún problema en la escuela con los compañeros o la maestra, que haya visto una película o programa con un contendido que no es adecuado para su edad  o, inclusive, que esté percibiendo tensiones dentro del hogar, como peleas de los padres o problemas económicos.
En cualquier caso, es importante investigar dentro de lo posible cuál es la fuente del problema platicando con el niño o niña, ofreciéndole un espacio donde pueda expresar con sus palabras aquello que le preocupa. Será muy valioso y útil no juzgar  al  niño ni su carácter aunque parezca irracional o exagerado, intentando validar sus sentimientos y preocupaciones. Por otro lado, podemos ofrecerle y enseñarle formas de solucionar los problemas y también de manejar las emociones. Por ejemplo, qué hacer cuando esté enojado, cómo lidiar con un momento triste o frustrante, entre otros.
 
En conclusión, si notamos que ha habido un cambio drástico en la forma de ser del niño, o que su pesimismo es muy marcado (por ejemplo, está preocupado la mayor parte del tiempo, tiene dificultades para dormir, presenta dolores de estómago relacionados al mal humor, etc.), es muy importante consultar a un psicólogo para recibir ayuda profesional. De esta forma le ayudaremos al niño o niña a ser más feliz y vivir tranquilo
 
IMAGEN: sxc / suzannemd