Las Brujas
Autor: Aliza Edelson

“El primero que comparó a una mujer con una flor,
fue un poeta; el segundo, un imbecil”.
–Voltaire.

  La creencia en la magia existe desde el principio de la civilización y prácticamente en todas las culturas. Desde el punto de vista filogenético, también cada uno de nosotros pasamos por momentos en los que percibimos mayor o menor grado de omnipotencia: ya sea del movimiento, del pensamiento y de palabra. Es bien sabido por el Psicoanálisis que los rituales ya sean individuales (por ejemplo un síntoma obsesivo-compulsivo) o grupales (rituales religiosos y supersticiones) incluyen un elemento de cada uno de los tipos de omnipotencia mencionados.

Tomando en cuenta que venimos de una tradición greco-romana, será útil saber que tanto en Grecia como en Roma existía la creencia en la magia y poderes sobrenaturales, seres mitológicos, brujas, oráculos, héroes, dioses, sirenas, etc. Por otra parte, también en las civilizaciones prehispánicas encontramos elementos similares, como la presencia de hechiceras que podían cobrar la forma de aves y otros animales protectores.  Tampoco hay que olvidar la historia de Adán y Eva; en ciertas versiones se afirma que fue Eva quien hizo mancuerna con el Diablo (primer “registro” de la relación entre él y una mujer). Algunas de las consecuencias de este acto fueron la pérdida del paraíso, la condena para las mujeres de parir con dolor y para los hombres de vivir del sudor de su frente. Estos son algunos de los antecedentes de la imagen actual que tenemos de la brujería en general y de las brujas en particular. En palabras de Michelet*, “todos los pueblos primitivos empiezan de la misma manera.(…) El hombre caza y combate. La mujer piensa e imagina, engendra a los sueños y a los dioses. Cierto día se vuelve vidente, roza el infinito del deseo y del sueño”. (Michelet, citado por Alizade, 2008).

En el presente trabajo el énfasis se pone sobre la figura de la bruja, en femenino, y no en la del brujo. No por que el segundo sea menos interesante, sino por todas las implicaciones psicológicas, sociológicas e históricas que la figura de la bruja ha tenido y sigue teniendo en nuestra cultura; así como también por una interés personal en los temas de género. Paradójicamente, este mismo argumento lo utilizaron los inquisidores en el año 1500 al decir “Hay que hablar de la herejía de las brujas y no de los brujos, estos son poca cosa”, también hay que tomar en cuenta que la gran mayoría de las acusaciones y condenas se cometieron contra mujeres.

Una y otra vez encontramos en la Historia, en la Biblia y en la mitología figuras femeninas poderosas, enigmáticas, incluso omnipotentes y hasta temibles. Podemos inferir que la imagen de la bruja como la conocemos se basa en algunos de estos personajes, como Circe, Medusa y la ya mencionada Eva. No obstante, no son idénticas ni suficientes para explicar cómo se cristalizó el concepto de “La Bruja” que ha llegado hasta nuestros días; concepto que tuvo consecuencias nefastas para miles de mujeres durante la Edad Media. Como bien lo dice Michelet, “estas concepciones temibles no llegaron por el largo hilo de la tradición, nacieron del horror de los tiempos”.

Un poco de historia: La cacería de brujas.

¿Cómo es que la imagen de la mujer pasó de ser madre, nodriza, esfinge, diosa y maga a convertirse en una bruja, aliada del diablo que merecía morir en la hoguera?. Michelet afirma que, si bien los nobles y reyes podían consultar médicos, el pueblo históricamente recurría a la curandera, a la hechicera a que curara sus males tanto físicos como emocionales (mal de amores, por ejemplo). “Cuando no curaba, la llamaban bruja, pero por una mezcla de temor y respeto la llamaban Buena Dama o Bella Dama”, también en alusión a una de las plantas medicinales muy utilizada por ella, la Belladona. En ocasiones lograba curar los males, en otro adormecer el dolor.

A la pregunta ¿cuándo empieza la bruja? El mismo autor responde sin dudarlo: “En épocas de desesperación”, desesperación que duró al aproximadamente tres siglos y que abarcó varios países del Europa. Los datos varían, ya que se afirma que murieron desde 60,000 hasta 500,000 mujeres, sin contar a otros grupos condenados a la Hogueras de la Inquisición.  Inclusive se creó un tribunal especial para juzgar a las supuestas brujas, durante los cuales se recurría a la tortura para obtener las confesiones.  Alizade cita a Harris (1974) para dar una explicación sociológica del fenómeno. Este autor afirma que la Iglesia y el Estados, lejos de perseguir y terminar con las brujas, fueron quienes las crearon. Con la finalidad de mantener el lujo de la Iglesia y la clase dominante y luchar contra otras corrientes opositoras como el mesianismo cristiano, buscaron un chivo expiatorio. Haciendo de la brujería algo creíble, lograban que el pueblo les tuviera obediencia y que atribuyeran su sufrimiento (pestes, pobreza) a “brujas y demonios, en lugar de a príncipes y Papas”.

En el libro “Malleus Maleficarum” (Martillo de brujas o hechiceras), texto filosófico con gran influencia durante aquella época, se explicaba la característica principal de la bruja, es decir, la adoración Diablo. Éste era el primer “requisito” para ser condenada, pero también lo era el haber sido acusado por otra persona (un vecino, por ejemplo); ser vieja y fea, pero también ser demasiado joven y bella; tener manchas de nacimiento que no sangraran y, terriblemente, por negar las acusaciones en su contra: “El reo es siempre culpable, y, si se defiende, lo es aún más”. También era no sólo un delito sino también una herejía, el no creer en las brujas. De esta forma, podemos entender ahora por qué las acusaciones de brujería iban en ascenso. Este texto también hacía gran énfasis en la sexualidad de las brujas: “Toda la brujería proviene de la lujuria carnal, que en las mujeres es insaciable” (Malleus Maleficaruim, 1488; citado por López, R.E.). En esta cita llama la atención que la lujuria no es atribuida a las brujas sino a las mujeres en general. Otro caso muy conocido fue el de los Juicios de Salem, Massachusets.

Sin embargo, no todo fue muerte y persecución, y desde aquella época hubieron quienes trataron de explicar este fenómeno desde el punto de vista “psicológico” como Weyer que en 1563 explicó que algunas mujeres condenadas sufrían de “melancolía” por su avanzada edad.

PSICODINAMIA DE LA BRUJA.

Dentro del enorme número de mujeres que fueron (y son) llamadas brujas, muchas algunas se identifican con este papel y otras no. Pero ¿cómo entender aquellas que sí lo hacen, que el hecho de ser Brujas es parte de su identidad? Como se mencionó, la bruja tenía un lugar en la sociedad, como médico del pueblo y curandera de distintos males; muchas eran mujeres sabias y conocedoras de la naturaleza. Casi siempre eran mujeres pobres que “arriesgaba su vida al pretender erigirse en sujeto de saber” (Alizade, 1998).  En cuanto a las mujeres que actualmente recurren a los conjuros y pócimas, sería muy fácil y demasiado simplista afirmar que todas ellas están psicóticas; tendríamos que analizar los distintos casos y las circunstancias que las llevaron a consolidar esta identidad. Por otra parte, se cree que muchas mujeres que aseguraban volar por los aires (en escobas y aves), actuaban bajo los efectos de ciertas sustancias utilizadas con fines medicinales. En síntesis, podemos inferir que algunas de estas mujeres sufrían y sufren de alucinaciones y/o delirios (ya sea por motivos psicodinámicos o químicos). En palabras de Michelet “aunque estas pobres criaturas llamen a Satán, esto no quiere decir que él acepte. No cuentan con el odio de Dios”.

Otra explicación psicodinámica del fenómeno nos la da Freud cuando explica las reuniones en los aquelarres, la sensación de estar poseída por el Diablo y la certeza de tener relaciones sexuales con él, como una disociación de la consciencia. Afirma que esta teoría medieval “era idéntica a nuestra teoría del cuerpo extraño”, y que los supuestos actos de lujuria que cometía el  Diablo con las víctimas y las confesiones que obtenían los Inquisidores bajo tortura “son tan similares a lo que me cuentan las pacientes en tratamiento”. En otras palabras, reconoce estos hechos como un antecedente a la teoría de la Histeria propuesta por él, como algo que “ya era conocido y había sido publicado mil veces, si bien hace varios siglos”. Equipara el vuelo, las contorsiones y la sensación de estar poseída por un cuerpo extraño con los movimientos propios de un ataque histérico (Freud, citado por Pavesi) También se puede explicar con la teoría de la Histeria, el “contagio” de síntomas ocurrido durante los Caza de Brujas ocurrida en Salem.

En una de las cartas a Fliess, Freud afirmó tener un interés particular en este tema y un deseo de analizar más a fondo el Malleus Malleficarium, las historias sobre el diablo, el uso de las injurias en el lenguaje, las costumbres de los niños (asimilándolas a las reuniones en los aquelarres), entre otros. Explica la demencia y el sentirse poseído como una “exteriorización de fuerzas” que no parecen desconocidas “pero cuya existencia alcanza a percibir oscuramente en rincones recónditos de su propia personalidad” (Freud, citado por Pavesi). Es decir, es proyectar sobre fuerzas sobrenaturales nuestros propios impulsos.

Al pensar en una bruja, la primera imagen que salta a la mente es la de ésta volando montada sobre una escoba. ¿De dónde viene esta idea?

  1. Freud la describió como un elemento fálico. Podemos explicarlo como el deseo de la mujer de tener un falo, basado en la teoría de la castración.
  2. Esta imagen también representa a la mujer gozando de la sexualidad libremente. La bruja representa el triunfo de la bisexualidad y la masturbación.
  3. Se cree que las curanderas y brujas se aplicaban ungüentos y hiervas, algunos de ellos en los genitales, los cuales generaban alucinaciones. Esta es la explicación para los viajes y vuelos que algunas de ellas afirmaban tener.
  4. La escoba es un elemento que representa las “funciones domésticas”, clásicamente atribuidas a la mujer.

En otras palabras, podemos afirmar que la imagen de la bruja volando montada sobre una escoba representa el acceso de la mujer al goce sexual, al saber y el conocimiento, así como a la fantasía. El goce de la bruja es un “goce fálico de poder hacer, de vencer la inercia melancólica de una vida limitada” (Alizade 2008).

En su libro “La sensualidad femenina”, Alizade clasifica a la bruja dentro de las figuras de “Pasión y Sensualidad Apasionada”. Explica la pasión desde el punto de vista económico, ya que afirma que sólo podemos entenderla a partir del objeto hacia el cuál se dirige: Dios, el ser amado, el ser odiado, la ciencia, el arte…. Sin embargo, en esencia no cambia. Para esta autora, la bruja se puede clasificar dentro de la pasión tanto por el saber, como por la sexualidad. “La bruja es la personificación el deseo. Implícitamente la describe como una representación de ambos instintos: eros y tánatos, pero sin la domesticación del proceso secundario (“Es el deseo desbordado”). Citando a autores como Aulagnier, afirma que la pasión no es un objeto o un sujeto, sino el lazo que los une. Pero se trata de un vínculo desbordado y avasallado por los instintos pugnando por salir. Como resultado de esta intensidad, la pasión provoca una “anarquía entre fantasía y realidad” que puede ser vivida como una confusión,  y ser percibida como una “posesión demoníaca o una trampa de los sentidos”. Si bien esto ocurre con todas las pasiones, nos sirve para comprender tanto la vivencia interna de “sentirse bruja”, como la percepción del otro de sentirse “embrujado” (lazo objeto-sujeto).

Este vínculo apasionado también se explica por regresión: Si bien la pasión se dirige hacia otro objeto (la bruja, la santa, la naturaleza, la ciencia…), esta relación “revive la intensidad fusional de los primeros años de vida” (Alizade, 2008). De esta forma podemos entender, desde el punto de vista histórico, sociológico y psicodinámico, por qué la figura de la bruja fue indispensable. La tragedia de la bruja fue vivir en un lugar paradójicamente poderoso y vulnerable a la vez: Era sabia y tenía secretos, gozaba de la sexualidad y era transgresora de lo establecido. Sin embargo vivió escondida en el bosque, en lo marginal; vivió siempre en peligro y tuvo un doloroso final.

Según Alizade, la Bruja representa a la madre fálica y mala, a la cual el hombre-hijo debe destruir, hombre que “en el nombre de Dios y del bien las martirizará hasta lo inimaginable”. No olvidemos que la peor cacería de brujas ocurrió durante una época dominada por la Iglesia Católica, la cual tiene como una de sus figuras principales a la Virgen, mujer inmaculada, llena de bondad y castidad. Podemos explicar la presencia de la Virgen y de la Bruja dentro de este contexto como un reflejo del uso masivo de la escisión. (Será interesante analizar las condiciones que llevaron a ello). En ambos casos se trata de una imagen que representa el vínculo apasionado y arcaico con la madre.

En su libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas”, Bruno Bettelheim da un lugar importante al significado de las bruja. Algunas de las interpretaciones que se pueden hacer son: Es el ser humano enfrentando sus miedos, conquistando la naturaleza (tanto externa como pulsional), pero sobre todo se le interpreta como las partes malas de la madre, la misma madre fálica y mala contra la que hay que luchar para vencer distintos tipos de angustia (Por ejemplo, no es lo mismo la bruja de Hansel y Gretel que amenaza con comerse a los niños, que la que aparece en Blanca Nieves y entra en franca competencia edípica). En este caso, también se trata de una escisión entre la madre buena y mala (pecho bueno-pecho malo de Klein), y le toca a la Hada Madrina recibir los elemento positivos de la Imago materna. De esta forma, por escisión y desplazamiento, es posible para el niño elaborar los conflictos con la madre real, así como ir integrando sus imagos.

Otro aspecto que refleja la percepción de la mujer de la edad media como un ser peligroso, es en su relación con la naturaleza”:

  1. Por una parte se le acusa de controlar las fuerzas ocultas de la naturaleza, poseer un gran poder, tener la capacidad de matar y dar vida, de transformar a un hombre en un animal. También es un ser que sangra pero no muere (menstruación).
  2. Por otra lado, se le acusa de vivir a merced de sus impulsos y procesos corporales: Se argumenta que, así como no  puede controlar los fluidos que emanan de su cuerpo (menstruación), tampoco logra dominar sus estados de ánimo.

En ambos casos están presentes elementos que pertenecen a la figura femenina: la capacidad de engendrar vida, la presencia de la menstruación, la encarnación de los afectos y sentimientos, etc. Es, una vez más, la imagen de una madre fálica, poderosa e impredecible. La naturaleza en sí misma es la representación de la figura femenina, por ejemplo al referirnos a ella como “La madre tierra”.

Sin embargo, estas polarizaciones de las figuras femeninas (santa-bruja, hada-bruja, relación ambivalente con la naturaleza) NO representa a la mujer real que vivió durante la Edad Media ni de la que vive hoy en día. ¿Cómo entender la vivencia individual e íntima de las mujeres en su día a adía? En otro libro llamado “La mujer sola” (1998), la misma autora señala cómo la historia no ha conocido términos medios para considerar a la mujer, por un lado adorada, por el otro es “cazada como una bestia salvaje”. Alizade cita una vez más a Michelet para describir la situación de la mujer de carne y hueso: “La mujer es tríplemente humillada”. La Iglesia la considera la personificación de Eva y del pecado; en casa vive sometida a la voluntad y palabra del marido; en el aquelarre es inmolada. “En el fondo ni pertenece a Satán ni a Jesús. En el fondo no es nada, ni posee nada… ella no puede pecar más que por obediencia. Su marido lo quiere así y Satán también”. El poder convertirse en brujas, logran una identidad, una autovaloración, la posibilidad de tener un lugar en el mundo, y también el privilegio de tener un mundo interno lleno de deseos y de conocimientos. Arriesgaba su vida al buscar un lugar como “sujetos del saber”. Al adoptar el papel de “la bruja” sin duda ponía su vida en riesgo, pero podía acceder a una vida llena de sentido “antes que padecer la muerte psíquica de seres anodinos de doble condición marginal: por mujeres y por pobres” (Alizade 1998). Uno de los ejemplos de la literatura universal en el que aparece el papel de la bruja con todas sus característcas es “La Celsetina” de Fernando Rojas y escrita en 1499; se trata de una mujer que hace magias y conjuros,  goza de su sexualidad, tiene un pacto con el diablo, y cuenta sin duda con un papel estratégico y protagónico dentro de la historia y el futuro de los personajes.

La bruja y la transferencia.

Alizade (2008) también explica cómo durante un tratamiento, el analista puede alternar entre distintos papeles: Bruja, no bruja, exorcista e inquisidor. Oscilar entre ser bruja y exorcista es, para la autora, algo no sólo esperado sino también algo positivo para el curso de un análisis. Sin embargo, esto se vuelve peligroso cuando “el analista se torna, a sabiendas o no, inquisidor, a la caza de “la bruja”, que subyace en el inconsciente de su paciente”.

Retoma a Freud cuando éste afirma que el  análisis tiene algo de magia y algo de brujería. En “Análisis terminable e interminable” Freud cita a Fausto (de Goethe) para explicar que hay momentos de impasse en el análisis en el que “es preciso que intervenga la bruja”, es decir la “bruja metapsicología”. Es necesario teorizar, especular, “por poco digo fantasear” metapsicológicamente. La “bruja metapsicología” viene a nuestro auxilio cuando la observación no es suficiente, nos sugiere una hipótesis que nos ayudarán a comprender qué le ocurre al paciente.

Esta bruja va más allá de lo racional, permite que en el análisis aparezcan “los fantasmas, lo siniestro, lo imposible”. En cada sesión hay algo de magia que es imposible transcribir con palabras, así interpreta esta autora cuando Freud se lamenta que, “por desgracia, las informaciones de la bruja no son muy claras ni muy detalladas”. Lo que hay de “función bruja” en cada sesión es lo que permite la magia de la interpretación y la conexión de inconsciente a inconsciente. También habrá sesiones en que tanto analista como analizado hagan un pacto no hablado de NO invocar a la bruja “de favorecer el lugar de la `no bruja’”, de mantenerse en lo conocido, en lo lógico por miedo a invocar a lo doloroso y lo desconocido. (Alizade, 2008).

En una de las cartas de Freud a Fliess, describe a una de sus niñeras más cercanas como su primera generadora de neurosis y como  “una mujer vieja  fea, pero inteligente, que me habló mucho de Dios y del infierno”. Afirma que esta mujer le hizo darse cuenta de sus propias capacidades intelectuales y que incitó, directa e indirectamente, que se interesara por los secretos del inconsciente. Una vez más, y a manera de conclusión, reconocemos como la vivencia interna (en este caso d Freud) de una mujer de carne y hueso (niñera), empata y puede ser interpretada bajo los términos de “bruja” que existen en nuestro imaginario y que son consecuencia tanto de vivencias individuales, como de siglos de historia.

Datos “curiosos”.

  1. Existe en nuestro lenguaje existen frases coloquiales en los que se menciona a la bruja, por ejemplo:
    1. “Ya me chupó la bruja”, que se utiliza en México y significa que un problema ya no tiene solución.
    2. “Caza o cacería de brujas” es una metáfora que sirve para describir momentos de persecución ideológica. Tiene su origen en la obra de Arthur Miller en donde describe la creación de la Comisión de Actividades Antiamericanas y que perseguía cualquier “amenaza” de comunismo en los EUA. Hace referencia a los Juicios de Salem.
  1. Existen mitos griegos que comparten elementos con las brujas y que sería interesante analizar más a fondo. Uno de ellos es el mito de las Grayas, quienes funcionan como señal de alarma, de temor y de horror, y que podrían equipararse a la función y desarrollo de la angustia. Otro es el mito de Circe quien convertía a los hombres en perros y cerdos por venganza y hacía pócimas. Uno más es el mito de Medusa, el cuál ha sido ampliamente estudiado e interpretado, entre otros por S. Freud.
  1. Las características negativas de las brujas comparten algunos elementos con el antisemitismo, esto con la finalidad de “facilitar” o “contagiar” el odio y el miedo hacia las dos colectividades , por ejemplo:
    1. Ambos grupos fueron perseguido por la Inquisición y muertos en las hogueras acusados de tener pactos con el diablo y de martirizar inocentes.
    2. Las reuniones nocturnas de las brujas también son llamados “Sinagoga de Satanás” y “Shabath o Sabbath”, haciendo referencia a elementos y tradiciones judías.
  1. Queda pendiente investigar, analizar e interpretar la presencia de la brujería en México como por ejemplo:
    1. Cultura popular, por ejemplo, el guapango veracruzano “La bruja”.*
    2. Creencias y rituales como los brujos de Catemaco o la adoración de la Santa Muerte.
    3. Se cree que muchos políticos en altos puestos (presidentes, gobernadores) han contratado a distintas brujas para que los apoyen con decisiones importantes.

Bibliografia

  • Alizade, A.M. (1998). La mujer sola. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Alizade, A.M. (1992). La sensualidad femenina. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Freud, S. (2005). Cartas a Fliess. Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Freud, S. (2005). “Análisis terminable e interminable(1937)”. Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu.
  • Michelet, J. La socriére. Edición digital.
  • Fenichel, Otto (2008). Teoría psicoanalítica de las neurosis. México DF: Paidós.
  • Pavesi, Ermanno. “Freud y el diablo: La concepción de lo demoníaco en el psicoanálisis de Sigmund Freud”. Conferencia impartida en Altdorf, Suiza. www.fiamc.org/bioethics/freud-y-el-diablo. Consultado el 1º de enero de 2012.

 

Inmolar: Sacrificar una víctima a un dios como signo de reconocimiento u obediencia.

Anodino: Insustancial, insignificante o que carece de interés o importancia.