Autor: Mariana Vergara
Actualmente, considero que los problemas de infertilidad en las parejas de nuestra sociedad han incrementado.
De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, estos problemas han aumentado considerablemente en los últimos 7 años, y según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), y datos del Censo de Infertilidad en México, 3 de cada 10 parejas padecen hoy en día infertilidad.
Pero ¿qué es la infertilidad?
La OMS define la infertilidad como una incapacidad para poder concebir después de un año de mantener relaciones sexuales regulares, sin protección alguna.
El último Censo practicado de Infertilidad en México, reporta que los casos de infertilidad en las parejas se encuentra distribuido en un 32 por ciento de los casos en la mujer, en un 31 por ciento en el hombre, y en un 25 por ciento en ambos.
Podemos decir entonces que hoy en día la infertilidad afecta a hombres y mujeres en igual proporción.
El incremento de este problema, demanda hoy por hoy, a la ciencia y a la tecnología, soluciones para las parejas afectadas; de ahí que la reproducción asistida sea actualmente una de las grandes soluciones que la ciencia brinda a dicho problema.
La reproducción asistida permite que muchas parejas infértiles, tengan la posibilidad de tener hijos mediante una técnica artificial que, a mi parecer, se inscribe más bien en un encuentro simbólico, y no sexual entre una pareja.
Pero, ¿qué es la reproducción asistida?
La reproducción asistida es un conjunto de técnicas y tratamientos que facilitan o sustituyen los procesos de reproducción natural, para que una pareja pueda concebir un bebé.
Siendo más explícita, la reproducción asistida consiste en una manipulación del óvulo o del espermatozoide de una persona, con el objetivo de conseguir un embarazo.
Existen diversos tipos o técnicas de reproducción asistida, entre las cuales, encontramos las dos grandes principales:
- La Inseminación artificial en sus múltiples variantes, y
- La Fecundación invitro, igualmente, con sus múltiples variantes.
Según Luisa Barón, especialista en Fecundación, el tipo de reproducción asistida que el médico elige para una pareja, dependerá específicamente del tipo de problema que la pareja tenga en su proceso de reproducción y las causas que provocan dicho problema.
Sin embargo, según el Censo de Infertilidad en México, el 20% de los casos de infertilidad, que se someten a la reproducción asistida, no presentan una causa aparente que provoque la infertilidad en sí. Es decir, en un 20% de los casos totales de infertilidad, los exámenes médicos no arrojan ningún problema que esté afectando a la persona en su capacidad y/o proceso de reproducción.
Estos casos, donde no se identifica un problema fisiológico como tal, comúnmente son diagnosticados y nombrados por los médicos como una “infertilidad sin causa aparente”, y son estos casos, los que incluso, aún sin existir un problema fisiológico, se resuelven y se tratan a través de una reproducción asistida, dejando de lado, a mi parecer, la posibilidad de explorar otras áreas de la vida de la persona, como por ejemplo, la psicológica.
En mi opinión, este 20% de los casos, llamados por los médicos “sin causa aparente” se trata de casos donde el factor psicológico juega un papel muy importante y puede ser justamente éste, el causante de la imposibilidad para poder concebir. Dicho de otra forma, me parece que la infertilidad en estos casos, puede estar siendo un síntoma.
Sin duda, creo que muchos de estos casos de infertilidad “sin causa” pueden explorarse, tratarse, e incluso solucionarse, a través de un tratamiento psicoanalítico, sin la necesidad de tener que recurrir a soluciones tan invasivas como lo puede ser la reproducción asistida, y donde a final de cuentas, se deja de lado la problemática inconsciente que pueda estar provocando este síntoma, y que desafortunadamente, la problemática inconsciente, con o sin reproducción asistida, seguirá presente en el paciente e incluso manifestándose posteriormente en otras formas que pueden limitar aún más a la persona en otras áreas de su vida.
Entonces, ¿qué sucede específicamente con estas mujeres, en donde se dejó de lado la exploración del síntoma, y son sometidas a una reproducción asistida?, ¿qué impacto psicológico puede tener la reproducción asistida en ellas?
Se sabe, que una reproducción asistida en sí, independientemente de ser utilizada como una solución a una infertilidad con o sin causa aparente, es un procedimiento muy invasivo y puede repercutir de manera importante no sólo a nivel fisiológico sino también a nivel psicológico en la mujer.
Las mujeres que se someten a dicho procedimiento, vienen de atravesar un periodo muy complicado, donde la infertilidad supone también un alto impacto en ellas.
Ruberstein refiere que la infertilidad, normalmente está matizada de sentimientos de enojo, culpa, vergüenza y tristeza, y en muchos de los casos, la infertilidad implica todo un cambio en la identidad personal, familiar y social de la mujer.
El paso por esta situación, conlleva una crisis, un cambio y una elaboración de diversos duelos en la mujer y donde comúnmente, éstas se ven a sí mismas como incompletas.
Posteriormente, estas mujeres, aun viviendo y sintiendo todo lo anterior mencionado con respecto a la infertilidad, y en la mayoría de los casos, aún sin haber elaborado dicha problemática, se someten a la reproducción asistida, viviendo ésta, en muchos de los casos, como un proceso muy amenazante donde se ataca su femineidad.
Es común que estas mujeres, vivan la reproducción asistida como algo muy persecutorio, independientemente de su estructura de personalidad y que en toda reproducción asistida, la angustia y la ansiedad serán elementos que se encuentren presentes y que permeen incluso al médico tratante, experto en fertilización.
En sí, sin importar el tipo de reproducción asistida que se utilice ésta, siempre será vivida como algo muy invasivo. No obstante, existe un tipo de reproducción asistida que puede resultar aún más amenazante y que según el Censo de Infertilidad en México, es el tipo de procedimiento que normalmente se utiliza para estos casos nombrados “sin causa aparente”.
Se trata de una reproducción, ya sea por inseminación artificial o invitro, pero donde hay un donante, es decir, un tercero en juego.
En estos casos, la mujer recibe ya sea un óvulo o un esperma, de un donante.
Estos casos de reproducción asistida, y que repito, son los más utilizados en estos casos de infertilidad “sin causa aparente”, se vuelven muy complejos y pueden desencadenar una serie de aspectos psicológicos importantes.
Se ha observado que las mujeres que se someten a este tipo de reproducción y “sin causa aparente” de su infertilidad, pueden llegar a presentar una profunda herida narcisista, y normalmente atraviesan por un período de duelo, durante el cual experimentan un dolor profundo por la imposibilidad de poder transmitir una carga genética “total” a sus hijos. Este duelo se manifiesta a través de un intenso dolor psíquico y de un sentimiento de pérdida irreparable.
Estas mujeres receptoras, ya sea de un óvulo o de un esperma de un donante, no tienen acceso a información con respecto a la identidad del donante por cuestiones éticas que la Institución establece. Sin embargo, se ha visto que muchas mujeres presentan un monto de angustia muy exacerbado y tienen deseos muy grandes por saber la identidad del donante, argumentando que sus deseos por saber tienen que ver con el temor a conocer los hábitos del donante y así saber si el tratamiento de reproducción asistida tendrá un desarrollo satisfactorio.
Sobre esto, infiero que este monto de angustia y deseo por conocer la identidad del donante se puede deber a ansiedades paranoides que dicha donación puede generar. Me parece que hasta cierto punto sea lógico que se puedan despertar ansiedades paranoides, no obstante, el grado en que éstas se manifiesten, y el impacto que puedan tener en la mujer, dependerá de su singular y específica estructura de personalidad.
También se ha observado que, muchas mujeres mencionan querer conocer la identidad del donante para corroborar con ellos que la donación sea con “consentimiento de éste” y así “agradecer la ayuda”, de lo contrario, surge en ellas una sensación de haberle “robado” al donante.
Esto me hace pensar más bien en un intento de querer aplacar al donante por miedo a una retaliación, siguiendo con esta línea de las ansiedades paranoides que se pueden despertar en este tipo de reproducciones asistidas, y de ahí que sea tan frecuente, la presencia de mucha ambivalencia con respecto al donante.
Así mismo se ha observado que en este tipo de reproducción asistida, también se puede reactivar la conflictiva edípica de la persona, así como su complejo de castración, y algunas de ellas desarrollan fantasías recurrentes de infidelidad.
Marie Langer, señala que una vez lograda la concepción, al principio del embarazo se genera un conflicto entre una tendencia maternal y otra de rechazo, y que ésta última, se vincula con la conflictiva edípica.
En el caso de estas mujeres, normalmente todo lo relacionado al rechazo es adjudicado a la figura del donante, sobre quien quedó desplazada la hostilidad hacia la madre.
Estadísticamente hablando, las mujeres sometidas a dicho procedimiento, viven con mayor temor todos los cambios físicos que van teniendo por el embarazo, así como los movimientos y sensaciones que van experimentando.
Finalmente, una vez logrado el embarazo, el nacimiento del bebé se hace presente y se ha podido ver que el conocimiento físico del bebé despierta, o incluso intensifica, ansiedades en la mujer; esto debido a la diferencia genética.
Algunas mujeres presentan una constante atención por el desarrollo que va teniendo el bebé, y comienzan a hacerse preguntas tales como ¿sí se parece a nosotros?, ¿se darán cuenta los demás?, ¿lo van aceptar los demás?
Me parece que este tipo de preguntas que la mujer se plantea se trata de proyecciones propias, en donde ponen sus propios temores de aceptar a su bebé en los otros.
En otras mujeres, se refiere que el nacimiento del bebé mitiga los temores anteriores y la lactancia se vuelve una forma de compensar la “falta de carga genética” que sienten no haber podido brindar.
Otro temor recurrente que se ha podido ver, es la duda por transmitir la verdad al niño. Muchas de ellas se resisten a transmitir la verdad ya que consideran esto les puede generar un conflicto al sentir que la pareja, no son realmente sus padres, y que son “mitad hijos”. Sin embargo, opino que esto se trata también de una proyección, en donde son ellas o ambos padres, quienes aún les conflictúa dicha situación y lo proyectan en los demás.
Sobre esto, me parece que en el ser humano la maternidad, la paternidad y la filiación no pueden reducirse a un criterio exclusivamente biológico ya que, mucho antes de nacer, estamos marcados por lo simbólico más que por lo biológico.
Piera Aulagnier, refiere que la reproducción sexual corre pareja con otra reproducción, la simbólica, una transmisión cuyo principal mecanismo es la identificación del niño con sus padres. Ser padre, ser madre, ser hijo, nos dice Piera, no se reduce a una simple constante biológica sino que implica un reconocimiento simbólico.
De esta forma, considero que, independientemente de las particularidades de la concepción, el lugar que ocupará el bebé, estará siempre en relación con el deseo y el discurso de los padres.
Como reflexión final, quisiera decir que las implicaciones psicológicas en la reproducción asistida pueden tener un gran impacto en la mujer pero el grado de impacto que tenga, sin duda alguna, dependerá de la psicodinamia, conflictos internos y por ende, estructura de personalidad de cada mujer en particular.
Considero que este tipo de procedimientos requieren de un tratamiento multidisciplinario para las mujeres que se someten a él, y en donde se le dé la importancia que se debe a los aspectos psicológicos de la persona, ya que dicho procedimiento puede desatar y generar intensos movimientos en la psique de la mujer, y si ésta no tiene una estructura de personalidad más avanzada (por decirlo de alguna forma), pueden presentarse proceso de regresión o incluso y en el peor de los casos, un quiebre en la persona.
Para mí, lo ideal sería que todos los casos de infertilidad y especialmente el de “sin causa aparente” se sometieran, antes del proceso de reproducción asistida, a un proceso psicoanalítico donde se puedan explorar los miedos, las fantasías inconscientes con respecto a los hijos, a la paternidad, al embarazo. Explorar la relación con los padres, especialmente con la madre, y todos estos aspectos que sabemos, pueden repercutir de manera directa en la persona y, específicamente en estos casos, muy probablemente ser los causantes de la presencia de síntomas, expresados en la infertilidad.
Por último, comparto que son muy pocas las instituciones o clínicas en México donde se lleva a cabo realmente una labor multidisciplinaria con estas pacientes. Me parece importante que como psicoanalistas, sepamos que también tenemos un campo muy amplio para trabajar en esta área de la medicina y que nuestra profesión es realmente necesaria para trabajar con este tipo de pacientes, y si bien, en una clínica no podemos hacer un psicoanálisis como tal con ellas, si podemos, a través de intervenciones psicoanalíticamente orientadas, ayudar a la paciente para que ésta pueda estar más contenida durante todo su proceso de reproducción asistida y que pueda lidiar de la mejor manera con todo lo que esto conlleva.
Bibliografía
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- Langer, M. (1974). Maternidad y Sexo. Ed. Paidós.
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- Marsch, B. (1951). Possible psychogenic aspects of infertility. Fertility and Sterility.
- Ruberstein, B. (1951). Emotional factors in infertillity: a psicosomatic approach. Fertility and Sterility.
- Soifer, R, (2010). Psicología del Embarazo, Parto y Puerperio. Ed. Kargieman
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