El Trastorno de Ansiedad Generalizada: un enfoque psicoanalítico
Autor: Adriana Ortíz
El llamado Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), se ha vuelto cada vez más común en nuestros días, siendo cada vez más las personas que acuden al consultorio porque el médico les dice que no tienen ninguna “enfermedad”, que físicamente están sanos, que seguramente su problema es “psicológico”.
Es así, como durante las primeras entrevistas el paciente comenta los síntomas que lo aquejan, entre los que se encuentran manifestaciones somáticas como alteraciones del ritmo cardíaco y respiratorio, sudoración, vértigo; junto a diversos temores tales como la amenaza de una muerte inminente y el miedo de volverse loco o perder el control.
Todos los síntomas dan la impresión de algo que parece asaltar a la personalidad partiendo de una fuente desconocida; algo que perturba la continuidad de la personalidad y reside fuera de la esfera de la voluntad consciente.
El TAG se asocia a un diagnóstico claramente influido y diseñado por fuera del modelo psicoanalítico, sin embargo, tiene en el psicoanálisis un punto de origen y una línea de evolución que lo influye.
Antecedentes
El psicoanálisis, ha realizado diversos aportes a la noción de la ansiedad generalizada, ya en sus escritos tempranos, Freud (1895) postuló una primera tesis sobre la ansiedad que diferenciaba dos conjuntos nosográficos: por una parte, las psiconeurosis de defensa, en las cuales la ansiedad reflejaba un conflicto intrapsíquico, un desplazamiento defensivo del afecto que cristalizaba en los síntomas psiconeuróticos; y por otra parte, las llamadas “neurosis actuales”, en las que la ansiedad se debía a una falta de procesamiento psíquico de la libido, manifestándose en forma más o menos automática como descarga somática o como una actitud psicológica de “ansiedad libremente flotante”.
Para Freud las psiconeurosis evidenciaban conflictos reconducibles al pasado infantil del paciente, la neurosis de ansiedad presentaba una etiología actual.
Posteriormente, Freud (1926) modificó sus concepciones sobre la ansiedad, planteando que el proceso represivo era consecuencia de la aparición de ansiedad en el yo, instancia que frente a la señal de ansiedad movilizaba los procesos defensivos.
Así quedaron claramente establecidos dos modos posibles para la ansiedad: la ansiedad señal, atenuada, anticipatoria, que utilizaba el yo para defenderse de los procesos internos y los requerimientos de la realidad; y la ansiedad automática, que sobrepasaba su cualidad de señal e invadía al aparato psíquico, paralizando al yo.
Esta segunda teoría acentúa el carácter anticipatorio y deja de conceptualizar a la ansiedad únicamente como producto de una sobrecarga afectiva.
Freud retoma parcialmente las viejas hipótesis sobre las neurosis actuales, ahora bajo el concepto de ansiedad automática, y las integra con su nueva teoría de la ansiedad y su concepción estructural del aparato psíquico.
Actualmente
El DSM-IV define al TAG como un trastorno caracterizado por ansiedad y preocupación excesivas sobre una amplia gama de actividades o acontecimientos, que se prolongan más de seis meses y provocan malestar clínicamente significativo, pudiendo afectar el rendimiento social y laboral; y al menos tres síntomas tales como: inquietud, impaciencia, fatigabilidad, dificultad para concentrarse, irritabilidad, tensión muscular y alteraciones del sueño.
Este concepto, se remite en parte al viejo concepto de Freud (1895) de “neurosis de ansiedad”. En donde ubicó dos ejes del cuadro clínico: La hiperactivación neurovegetativa y la ansiedad libremente flotante. La distinción entre dichos síndromes se describía en el DSM III (1980) en los cuadros de “neurosis de ansiedad” y “estados de ansiedad”, ambos herederos del concepto de “neurosis actual” de Freud. Dichos conceptos sólo fueron eliminados del sistema de clasificación DSM en su tercera versión revisada (1984), para ser reemplazados por los actuales “trastorno de angustia” y “trastorno de ansiedad generalizada”.
Los “trastornos neuróticos” siguen presentes en el CIE-10, como título para los trastornos de ansiedad.
Sin embargo, sólo una relativa minoría de la comunidad psicoanalítica internacional otorga a este síndrome psicopatológico una entidad nosológica válida.
Como explican McWilliams, Kernberg (2006), muchos pacientes actualmente diagnosticados con TAG serían mejor conceptualizados como presentando un trastorno de personalidad en el cual la ansiedad opera como la experiencia psicológicamente organizadora. Según estos autores, lo que distinguiría a esta estructura de personalidad de otras estructuras clásicamente estudiadas por el psicoanálisis es, por una parte, la falla en el intento de desalojo de la conciencia de la ansiedad y, por otra parte, la experiencia de “ansiedad flotante”, no ubicada en algún objeto o situación particular, como sí es característico en las personalidades fóbicas.
El trastorno de personalidad ansiosa implica, como creencias centrales patológicas sobre sí mismo y los otros, el sentimiento de estar en constante peligro por fuerzas desconocidas, y el sentimiento de que los otros sean fuentes de peligro o de protección. Como hipótesis general, los autores plantean desregulaciones afectivas y fallas en el establecimiento de estrategias de afrontamiento y defensas para mitigar el natural desarrollo del miedo. Dicha configuración de personalidad es habitualmente reconducible a una historia vital con cuidadores que, por propia ansiedad, no fueron capaces de lograr y transmitir un sentido de calma y seguridad, ni de sostener estados de desorganización durante el desarrollo.
De todos los trastornos de ansiedad tipificados en el eje 1 del DSM-IV , el TAG es el único que el grupo de trabajo del PDM ha decidido incorporar como patrón de personalidad más que como un patrón sintomático, en el que sí se ubican los restantes trastornos de ansiedad.
Entendiendo el concepto de “personalidad”, como la manera, relativamente estable, de pensar, sentir y actuar, incluyendo los propios sistemas de creencias y valores, además del modo de relacionarse con los otros. La personalidad daría cuenta de cómo un sujeto entiende y procesa la propia experiencia.
En el PDM se reconoce que algunos de estos procesos mencionados son conscientes, pero se deja establecido que los más significativos son inconscientes.
Lo cual refleja la importancia del principio psicoanalítico de comprender individualmente a la persona y su desarrollo, esto puede ser más importante para su tratamiento que comprender o enfocar síntomas aislados. Acorde a esta idea, en el PDM se establece una clase de trastornos de la personalidad, denominada “trastornos de personalidad ansiosa”.
Tratamiento para TAG
Terapia cognitivo conductual.
Este tratamiento parte de la presunción de que los TA son causados en parte por cogniciones ilógicas, distorsionadas e irreales. Por lo tanto, el objetivo de la terapia es que el paciente desarrolle habilidades que le permitan reconocer, eliminar y corregir estas presunciones defectuosas. De esta manera, podrá afrontar situaciones distintas. Entre las estrategias de la terapia cognitivo conductual se incluye la psicoeducación, la exposición, las estrategias cognitivas y las técnicas para resolver problemas.
Terapia psicoanalítica
Este tratamiento parte de la hipótesis de que los pacientes con TAG tienen relaciones inseguras y que los síntomas mentales son causados por una relación conflictiva central.
La importancia del principio psicoanalítico radica en comprender individualmente a la persona y su desarrollo, lo cual puede ser más importante para su tratamiento que comprender o enfocar síntomas aislados.
Conclusiones
El Trastorno de Ansiedad Generalizada ha sido uno de los trastornos que ha sufrido más cambios en su clasificación diagnóstica, tal vez, debido a que la ansiedad forma parte de las distintas neurosis de acuerdo al modelo psicodinámico.
Cabe resaltar que no toda la ansiedad es patológica, también nos sirve como señal ante el peligro. Pero justamente, es labor del analista determinar el tipo de ansiedad por la se está pasando. De ahí que también se pueda considerar la intervención o apoyo del psiquiatra para que el paciente logre superarla.
Bibliografía
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