El propósito más importante para el próximo año: rescatar nuestros amores.
Autor: Emilia Kanan 

Todos los años es igual, nos proponemos empezar de nuevo con muchas metas que tienen como propósito, la mayoría de las veces, mejorar nuestra imagen o nuestra situación económica. En ocaciones las logramos, en otras no.  Pero, creo que en el fondo, lo que todos deseamos, es lograr cambios importantes en lo que respecta a nuestra vida emocional y a nuestras relaciones afectivas, las cuales se encuentran enmarcadas en un mundo convulsionado, en donde el amor se encuentra en crisis, provocando profundos  sentimientos de soledad y de sufrimiento emocional.

Todos añoramos una vida afectiva más plena y más satisfactoria y sin embargo nos sentimos confundidos y perdidos sin saber porqué no la tenemos y sin encontrar el camino para conseguirla.

Para empezar, tenemos que entender la época en la cual vivimos porque ella tiene un gran impacto en la forma en que actualmente nos relacionamos los seres humanos, a veces, con resultados desastrozos.

Estamos viviendo en una sociedad en donde impera un narcisismo recalcitrante,  en una sociedad altamente individualista que se caracteriza por la adopción de una actitud “light” ante la vida, predominando la indiferencia hacia los demás y la inestabilidad de los vínculos afectivos y en la cual, la familia se ha visto profundamente conmovida.  Dentro de la familia fragmentada, el niño se enfrenta a una madre que es cada vez más requerida por sus ocupaciones laborales y a un padre que en muchas ocaciones se encuentra ausente.  Todo esto se opone a que muchos niños en la actualidad no desarrollen las habilidades necesarias para relacionarse adecuadamente con los demás.

Vivimos con prisa, todo lo queremos de inmediato  y generalmente, no estamos dispuestos a esperar ni a tolerar la frustración, con la ilusión de que deberíamos de vivir en un mundo sin angustias, sin sufrimientos ni temores, deseando compulsivamente tener una magnífica imágen y “pasarla bien” en todo momento.

Estos mensajes son transmitidos por los medios audiovisuales y se aplican a las relaciones afectivas, al deporte, al cuidado del cuerpo, a las dietas, a la moda y también a la elección de terapias psicológicas que prometen salidas mágicas e inmediatas a situaciones urgentes. Estas “terapias light”  resultan ilusorias porque evitan mirar hacia adentro y desalientan a la gente a pensar en sus incapacidades para relacionarse, mismas que residen en su propia historia familiar. Estas terapias nos hacen creer que los ansiolíticos y los antidepresivos  pudieran aliviar el dolor que produce la incapacidad para establecer relaciones de amor comprometidas y satisfactorias. Yo aún no he conocido un fármaco que resuelva esa incapacidad.  La gente está desesperada por creer que sus dificultades interpersonales se deben a desbalances químicos en su cerebro, a sus faltas o excesos de hormonas, a sus complejas constituciones genéticas o a la mala posición de los astros.  Es decir, se ha establecido una fuerte tendencia a responsabilizar a todo lo que se encuentre afuera del psiquismo humano para expicar el sufrimiento emocional. Es decir, con estas explicaciones la gente se siente liberada de tener que aceptar y del tener que llevar a cabo cambios fundamentales en su conducta y actitudes para cultivar y preservar una vida afectiva de alta calidad.  Nuestra sociedad promueve ese alejarnos de nosotros mismos y de los demás, dando como resultado la aparición de adicciones, de cuadros depresivos severos, de trastornos narcisistas y sociopáticos, de padecimientos psicosomáticos y de enfermedades tales como la anorexia, la bulimia, la obesidad y el nuevo trastorno sub-clínico de la alimentación, que se caracteriza por una preocupación obsesiva del peso corporal.

Luego entonces, la psicoterapia seria y ética constituye la mejor alternativa para salirnos de esta espiral narcisista y para re-educarnos en nuestra forma de amar. Es decir, estamos viviendo en una era sintética, en la cual la introspección y el asumir la responsabilidad personal por nuestras dificultades afectivas están fuera de moda. La certeza, la transparencia, la confianza y el compromiso, tan necesarios para que se de el amor entre la gente han quedado atrás, y han sido sustituídos por el caos y la incertidumbre.

Las relaciones amorosas han recibido el impacto brutal de este narsicismo social en donde los vínculos, la amistad, la familia y la pareja están poco comprometidos.  El resultado es el aislamiento, sensaciónes crónicas de vacío, aptía.  falta de sentido de la vida,  pérdida de expectativas y  confusión, provocando  un vacío interior  inmenso que termina en depresión, en conductas autodestructivas, tales como adicciones a sustancias químicas, al trabajo, al deporte, a la promiscuidad, a la búsqueda de la satisfacción compulsiva a través de objetos, humanos o no, a los que después se desecha fácilmente.  Pero también todo esto redunda en el desamor, en indiferencia, negligencia y en falta de empatía  hacia nuestros seres queridos, sin dejar de mencionar la violencia física y psicológica de la que tanto se habla hoy en día. No es de extrañarse que ´por todo lo anterior esté en voga la impunidad, la producción de actos que lesionan los intereses o la vida de los demás sin ser sancionados por ello.  Estas actitudes sofocan los elementos más importantes del amor:  la reciprocidad mutua, la capacidad para empatizar y para satisfacer las necesidades de la otra persona, derivándose de este intercambio afectivo, un monto importante de placer y de seguridad.

Ante esta crisis que viven las relaciones interpersonales, es evidente que rescatar nuestros amores pudiera resultar el mejor propósito para el fin de año y para el nuevo que viene. Nada puede otogarle más calidad a la vida que los lazos afectivos sólidos y comprometidos, que al final, es lo único que nos llevamos.