Alianza terapéutica con pacientes adolescentes
Autor: Karen Eskenazi
Alianza de trabajo.
“La alianza de trabajo es una relación racional y relativamente no neurótica entre paciente y analista que hace posible la cooperación decidida del paciente en la relación analítica” (Greenson 1976). Este no es un procedimiento técnico sin embargo es un elemento necesario para ambos.
Para el establecimiento de esta relación es necesario que el paciente cuente con un Yo “razonable”, es decir, que tenga una disposición para trabajar sus aspectos dolorosos con cierta capacidad de insight. Y que el analista cuente a su vez con un Yo analítico, que pueda conectarse con las necesidades y conflictos de su paciente de manera empática, sincera y no juiciosa, y que sea capaz de formular una interpretación que le brinde comprensión al paciente. Lo que ocurre dentro de ese vínculo es que el paciente pueda empezar a identificarse con la forma de pensamiento del analista.
El paciente, el analista y el encuadre contribuyen a la formación de esta alianza.
Greenson opina que para lograr esta alianza es necesario que el paciente haya tenido relaciones objetales primarias relativamente neutralizadas, es decir que el paciente sea neurótico y no psicótico.
La alianza es la parte cooperadora del paciente, a partir de aquí el paciente intenta entender las interpretaciones que hace el analista.
Para que el analista pueda interpretar la neurosis de transferencia, que es la manifestación de los conflictos reprimidos dentro del ámbito analítico, es necesario que se haya establecido la alianza terapeútica.
Adolescencia.
La adolescencia es una etapa de confusión generada tanto por los cambios físicos, como por las concomitantes emocionales que estos traen consigo. Mismos cambios que llevan a la transformación de las relaciones interpersonales, tanto en el ámbito cercano, es decir la familia, como en los más lejanos.
El adolescente pasa por un proceso en el cual presenta mucha inestabilidad y desequilibrio extremo, sin embargo, es necesario para el adolesente porque en este proceso va a establecer su identidad.
El adolescente debe de entrar al mundo de los adultos, para el cual todavía no esta peparado y además desprenderse de su mundo infantil.
Según Aberastury el adolesecente realiza tres duelos fundamentales:
1.- El duelo por el cuerpo infantil perdido
2.- Duelo por el rol e identidad infantil, enfrentarse a responsabilidades que desconoce y
3.- Duelo por los padres de la infancia, los cuales trata de retener en su personalidad buscando refugio y protección.
Para los padres también es una etapa dificil, ya que se tienen que enfrentar que sus hijos ya no son niños y aceptar su propia vejez.
El mundo de los adultos, como los padres, no acepta las fluctuaciones improvistas del adolescente sin conmoverse, ya que reedita en los adultos ansiedades básicas que ya habían logrado controlar hasta cierto punto. Este punto es muy importante ya que en el espacio terapéutico es elemental que el analista tenga resuelta su propia adolescencia para evitar confundir su propia conflictiva con la de los pacientes adolescentes.
Meltzer nos habla, que el adolescente se mueve en tres distintos mundos, el primero es el mundo del adulto donde pretende entrar, ellos son vividos como si tuvieran el poder y el control del mundo, por lo tanto tienen la sensacion de que los adultos son estafadores e hipócritas, tienen la ilusión de que los padres lo saben todo (sobre todo como se hacen los niños) y pueden hacerlo todo y ellos no. Por lo tanto se ubica en una sensación de desprecio ante los adultos.Esto trae como consecuencia que el individuo dude de todo, y su duda principal es la de ser el hijo real de sus padres.
Después el mundo de los niños el cual trata de dejar y finalmente el mundo de la adolescencia, los cuales se encuentran en una relación de rebeldía con el mundo adulto.
El individuo está en constante movimiento de avance y retroceso en estas posiciones; retrocediendo hacia una posición infantil, avanzando hacia una adulta,retrocediendo al mundo de la adolescencia, hacia afuera en una posición de aislamiento, retornando al núcleo familiar. De esto se deriva que intentar un análisis de un adolescente es extramadamente difícil, porque no está realmente anclado en ningún lugar. Está en una posición llena de tormento y siente que nadie lo puede ayudar. Por lo que establecer una buena alianza de trabajo en donde el paciente pueda sentir la empatía del analista, va a ayudar a que se logre exitosamente el tratamiento analítico.
En general llegan a tratamiento dos tipos de adolescentes; los adolescentes derivados que sufren y parecen tener miedo, y el adolescente que se aisla y no percibe sus dificultades, pero preocupa a los demás. En la mayoría de los casos los adolescentes no llegan por su propio deseo, son más bien enviados a resolver problemas que les estorban a su entorno, ya sea familiar o social. Eso no indica que no tengan el problema, sino que no estan consciente de ello. Lo que habria que intentar aquí es que el deseo del análisis se convierta en propio.
En estos casos la alianza terapéutica es por partida doble ya que se tiene que hacer basicamente con el paciente pero también tiene que haber un buen vínculo con los padres del mismo (cuando la edad del adolescente lo requiere).
Por todo lo mencionado, es importante pensar en el reto que representa tener a un adolescente en tratamiento y en las dificultades que se pueden generar desde el inicio para establecer una alianza terapéutica. Parece importante pensar que con estos pacientes se necesitan hacer ciertas variaciones al encuadre con el que se trabajaría con niños y con adolescentes.
Al ingresar al mundo adolescente, se enfrentan las relaciones del mundo externo dependiendo de las del mundo interno (Meltzer 1998). Y es aquí donde empieza la labor de la analista que implica el ayudarle al paciente a comprender el proceso que está viviendo y los significados que esto tiene para él en particular; para comprender el proceso del paciente es necesario haber comprendido el propio, ya que el tratamiento pondrá al descubierto sus puntos ciegos que llevarán al analista a cuestionarse sobre sí mismo, su propio proceso y se activarán en él las reminiscenias de su adolescencia, que están presentes en su mente y se expresan en algunas ocasiones.
Al entrar en tratamiento el paciente va a experimentar ambivalencia entre el quererse separar y crecer o seguir igual y no cambiar. Esta ambivalencia es la que siente con sus padres y va a estar presente en la transferencia.
Tomando en consideración las ideas mencionadas sobre la adolescencia se tiene que tomar en cuenta que para el establecimiento de la alianza terapéutica es necesario comprender el momento vital por el que esta pasando el paciente y saber que esta forma de funcionamiento mental es la que se va a expresar dentro del consultorio en la transferencia.
La función del analista es permitir que esto suceda y tolerar las emociones y frustraciones que se pueden llegar a sentir en el trabajo con estos pacientes, ya que la idea es no convertir este analisis en un análisis de niños ni en uno de adultos, ya que no es ni uno ni lo otro y no se puede esperar que las interpretaciones sean asimiladas de la manera en que lo haría un adulto y tampoco te puedes sentar a jugar con él como si fuera un niño.
Para lograr que se inicie el tratamiento y que la neurosis de transferencia se pueda desplegar es imprescindible implementar un encuadre en el que el adolescente pueda sentirse a la vez comprendido y contenido, para esto se tiene que tener cuidado en no caer en convertirse en el mejor amigo o jugar el rol del padre regañador ni el maestro, ya que esto estaría a su vez hablando de una necesidad del analista de satisfacer a su paciente y esto no le ayudaría en su desarrollo emocional.
El reto está centrado en no buscar que el adolescente se brinque esta etapa y actue como un adulto en un papel de pseudoadultez, sino más bien en comprender este proceso ya que no se puede tratar que esta etapa no exista.
“La adolescencia es una locura formativa, necesaria en el desarrollo”
Bibliografía
- Aberastury A., M Knobel. La adolescencia normal un enfoque psicoanalítico. Paidós Educador. México, 1988.
- Blos P. Psicoanálisis de la adolescencia. Joaquin Mortiz. México, 1980.
- Greenson R. Técnica y practica del psicoanalisis. Siglo XXI. México, 1976.
- Meltzer D. , Harris M. Adolescentes. Spatia Ed. Buenos Aires, 1998.
- Laufer M. The central Masturbation Fanasy, the final sexual and organization and adolescence. Psychoanal. St. Child, 31:297-316. (1976)