Trastornos de la  Alimentación
Autor: Larissa García de Alba Aréchiga

Durante los últimos años ha existido un incremento considerable en la prevalencia de los trastornos de la alimentación, lo cual no significa que haya surgido una nueva patología, ya que se tiene registro de dichos cuadros clínicos desde la edad media, en donde evidentemente existía otra realidad sociocultural, sin embargo respondían a necesidades similares, es decir la manifestación de un conflicto psicológico.

En este trabajo se buscará una mayor comprensión en cuanto a este fenómeno considerando aspectos psicodinámicos del mismo y la influencia que sobre esto tiene la sociedad y la cultura.

Es común el inicio de los trastornos de la alimentación con la preocupación por la figura, provocando la presencia de intentos repetidos por perder peso tanto con dietas exageradamente estrictas y desproporcionadas, así como abuso de ejercicio, lo cuál conforme avanza el tiempo se puede ir agudizando, hasta llegar a la utilización de otros métodos como laxantes, vómito autoinducido entre otros.

La Anorexia Nerviosa se caracteriza por el rechazo a mantener el peso corporal en los valores mínimos normales. Por otro lado, la Bulimia Nerviosa se caracteriza por episodios recurrentes de voracidad seguidos por conductas compensatorias inapropiadas como el vómito autoinducido, el abuso de fármacos laxantes y diuréticos u otros medicamentos, el ayuno o el ejercicio compulsivo.

Una característica esencial  tanto de la Anorexia como de la Bulimia es la alteración de la percepción de la forma,  peso o tamaño corporales expresado en un miedo intenso a ganar peso, el cual no desaparece aunque la persona pierda kilos de forma importante. En realidad el miedo va aumentando conforme se presenta la disminución del mismo.

Trastornos de la Alimentación

Tipos

Características

Anorexia Nerviosa

Restrictivo

Ayunos y Ejercicio compulsivo

Compulsivo / Purgativo

Atracones, purgas (vómitos autoinducido, diuréticos, laxantes) en menor intensidad

Bulimia Nerviosa

Purgativo

Conductas compensatorias (laxantes, diuréticos, enemas, vómito autoinducido)

No Purgativo

Otras técnicas en las conductas compensatorias como por ejemplo ejercicio intenso, ayunos, sin llegar al abuso de laxantes, diuréticos etc.

Las conductas obsesivas en los desórdenes alimenticios son comunes, por ejemplo contar constantemente las calorías, pesarse de forma compulsiva en la báscula, medirse constantemente, el ejercicio entre otros.

Los síntomas físicos que aparecen en los desordenes alimenticios, tienen que ver en su totalidad con el descuido y la mala alimentación  en general. Por ello, dichos síntomas son el reflejo del deterioro del organismo.

Síntomas físicos: 

    • Debilidad
    • Baja de peso
    • Intolerancia al frío
    • Caída de cabello
    • Amenorrea
    • Anemia
    • Piel reseca
    • Sequedad de boca
    • Lanugo
    • Insomnio
    • Reflujo
    • Úlceras (estomago y esófago)
    • Pérdida del esmalte dental
    • Dientes picados y/o podridos
    • Encías quemadas o manchadas
    • Estados de semi-inanición
    • Inflamación de glándulas salivales
    • Deshidratación
    • Arritmias cardiacas
    • Contracturas musculares
    • Complicaciones renales
    • Anormalidades endocrinas
    • Ansiedad
    • Estado de ánimo bajo (depresión)

En la Anorexia, la pérdida de peso de manera significativa, hace que el trastorno sea identificable muchas veces a simple vista, sin embargo en la bulimia la baja de peso puede no ser tan notoria, ya que es común la oscilación del mismo, incluso dándose éste desorden en un peso “normal” o en alguien con sobrepeso. Dicha oscilación puede ser comprendida, debido a la alternancia de episodios de atracones con períodos de ayuno.

En la Bulimia los Atracones son un elemento fundamental, el cual podría definirse como el  consumo excesivo de comida, normalmente de alto contenido calórico, en un periodo corto de tiempo (por lo general menor a dos horas). Es común que, durante el atracón se experimente una sensación de pérdida de control lo que provoca que dicho evento pueda darse compulsivamente, siendo difícil detenerse o controlarlo con facilidad. En el atracón hay una doble influencia, por un lado el cuerpo al ser sometido a periodos largo de ayuno pide enérgicamente el consumo de alimento, por otro lado el componente psicológico que busca la saciedad del hambre emocional con la misma fuerza. Sin embargo, una vez que el atracón culmina son comunes los estados depresivos y los pensamientos autodestructivos, ya que la pérdida de control no sólo es externa, sino que el mundo interno se llega a experimentar de la misma manera.

En muchos casos, el atracón en sí mismo actúa como mecanismo de alivio de síntomas de ansiedad y síntomas depresivos. Es decir que es una clara y directa respuesta a una situación de estrés ingobernable. En otros casos es en realidad la purga lo que logra el verdadero alivio de los síntomas depresivos, y en un tercer subgrupo de pacientes, los síntomas depresivos están antes, durante y después del ciclo atracón-purga.

Las alteraciones en la conducta alimentaria están presentes, como por ejemplo la pica y la rumiación. Además, en el manejo fóbico de la comida se pueden llegar a dar conductas para evitar el consumo de ésta, es común escupirla después de haberla masticado o partirla  en pedazos muy pequeños, ya que por un lado se tiene la fantasía de comer menos y por otro es más sencillo deshacerse de ella. Así mismo, el juego en el plato con los alimentos es una forma común de aplazar el consumo del mismo, lo cual si es posible, facilita esconder la comida en la ropa, en la servilleta u otros.

Los trastornos de la imagen corporal son un criterio de  diagnóstico de certeza de la anorexia nerviosa, sin embargo los bulímicos también lo presentan aunque de menor envergadura; manteniendo típicamente los síntomas de insatisfacción extrema cuando tienen sobrepeso y de temor a engordar cuando alcanzan un peso más bajo.

Los trastornos de alimentación tienen mayor incidencia en las mujeres, aunque en los últimos años la población masculina ha tenido un aumento considerable.

Es importante contemplar la influencia de nuestra sociedad en el desarrollo de estas patologías. Por una  lado, hoy en día la mujer es valorada por su apariencia más que por sus atributos intelectuales, en donde la cultura la coloca en una situación de reproducción y cuidado de los hijos. Con mayor fuerza las mujeres han comenzado a involucrarse en el ámbito laboral, sin embargo ha sido un camino complicado por la discriminación hacia  ellas en dicha actividad, sin dejar de lado la exigencia en cuanto a los atributos físicos. Lo cuál implica que las mujeres para poder ocupar un lugar, no sólo tienen que tener la capacidad intelectual, sino los atributos físicos, lo cual facilitara su entrada en el mundo laboral.

A su vez, estamos viviendo la época del “culto al cuerpo” en donde en un mayor grado el sexo femenino está inmerso, es decir existen muchas actividades enfocadas al cuerpo, dietas, ejercicio, masajes en donde el objetivo es la apariencias. El concepto de belleza hoy en día ha cambiado, las mujeres bellas son más delgadas que en la antigüedad, en donde ha venido toda una revolución como los productos light, la talla cero entre otros. Pero no se puede dejar de lado el sexo masculino en toda esta influencia cultural, por un lado con mayor frecuencia están invirtiendo tiempo y esfuerzo en su apariencia personal, y por el otro los estándares de belleza que manejan están cambiando, se sigue considerando a las mujeres frondosas y con curvas, bellas; pero cada vez mas se comienza a considerar la delgadez extrema como algo atractivo. De manera conjunta la presión y la exigencia hacia el rol femenino aumentan y justifican la búsqueda de cuerpos extremadamente delgados.

Las pacientes con algún desorden alimenticio, dan una importancia especial a la relación comida bienestar, en donde la sensación de equilibrio dependerá de lo poco que se haya comido, el manejo de ésta, o la baja de peso. Convirtiéndose así, en una situación “superficial” para los ojos de la sociedad, en donde la única preocupación depende del peso y la apariencia física, sin embargo la etiología de ésta patología evidentemente va más allá.

Tienen una gran necesidad de perfección y control externo para sustituir la falta de control en el mundo interno, en sus emociones. Lo cual será palpable en lo laboral, escolar y en actividades comunes pero sobre todo en la constante restricción del alimento el cuál se considera un logro y un autocontrol, que de alguna manera genera cierta compensación al desorden interno antes citado.

De manera general, presentan una relación peculiar con la madre, es decir el vínculo se ve determinado por la oscilación entre odio y amor, de corte simbiótica lo cual genera un impedimento para la independencia, por lo que de manera común la dependencia en éste tipo de pacientes será constante, ya que la tendencia será a la fusión con los diversos objetos que vayan apareciendo a lo largo de la vida, como fue en la primera relación con la madre.

Teniendo en cuenta que uno de los primeros contactos con la madre se entabla a través del alimento, éste será un elemento que juega un papel fundamental en dicha patología ya que será el rechazo constante, viviéndolo como algo incluso tóxico o dañino, como en algún momento pudieron haber vivido a la madre, llevando este rechazo  a lo esencial para poder vivir, convirtiéndose así en un suicidio lento, cumpliendo el deseo propio fundido con el de la madre, la muerte. A su vez se tiene la fantasía dentro de la relación simbiótica que el daño al propio cuerpo provoca el daño hacia el objeto (madre) que está en ellas misma.

Se habla de una fijación oral, en esta etapa el alimento juega un factor esencial, ya que representa el medio primario de relación y expresión de afectos. Se desplaza entonces, en el alimento el conflicto.

Al quedarse delimitado en la oralidad, la voracidad es una parte fundamental en la estructura de ésta patología, la cual se expresa en la sensación de nada ser suficiente y buscar más y más, debido a las carencias que han dejado huella en dicha dinámica. Además al ser un momento del desarrollo en el que se empieza a formar la capacidad de simbolización se observa que en estas pacientes, dado que “los procesos de simbolización fallan, los afectos y las emociones se manejan a un nivel muy concreto mediante la somatización”. (Levy, 1999)

Las pacientes sienten que no merecen cariño ni atención. Por esto aceptar comida o un derivado simbólico de esta, el tratamiento, y sentir una mejoría implica un acto casi imposible y aún más peligroso que no comer.

Durante el desarrollo psicológico del individuo, la madre tendrá que cumplir funciones de cuidado, protección, alimento hacia el niño, fungiendo así como el “Yo Auxiliar”, sin embargo en las pacientes con desórdenes alimenticios existen carencias importantes de la madre en lo anterior, provocando así la necesidad de compensar esto con el “Falso Self” dándose así personas “como sí”, en donde se buscará cumplir lo estipulado, lo esperado sin llegar a una entrega auténtica y real. “Un self social deficiente para la detección adecuada de los propios sentimientos, pensamientos y sensaciones corporales” (Castañon, V y Rocha, S.)  Con relación a esto, es importante señalar la continua sensación de vacío o “soledad” que pueden llegar a experimentar éste tipo de pacientes. “El vacío de las pacientes con trastornos alimentarios refleja más la característica de un self vacío, que se está muriendo” (Levy, 1999)

También la madre contribuye en la distinción entre lo interno y lo externo, al darse fallas en esta relación, existen problemas en el reconocimiento de sus propios límites y necesidades. Indispensable será también la observación y conocimiento de la propia imagen; “el niño realizará la conquista de la imagen de su propio cuerpo. La identificación del niño con esta imagen va a promover la estructuración del Yo” (Baravalle, 1993).

Dentro de éste grupo se encuentran con mayor frecuencia historias de abuso sexual, emocional y físico. Ante lo cual se puede observar la repetición de patrones de violencia y abuso emocional.

Para el manejo de lo anterior, es común  que recurran a la utilización de mecanismos defensivos, tales como la identificación con el agresor y la vuelta contra sí mismas, utilizando la comida para revertir la situación de la infancia en la cual la madre mantuvo un control excesivo no sólo de la comida, sino de la vida; la negación, omitiendo el daño al propio cuerpo y la escisión, entre los sentimientos y lo corporal.

En los trastornos de la alimentación, la imagen corporal (yo corporal) se ve afectada, ya que por un lado existe el constante rechazo y descalificación al propio cuerpo “viéndolo y sintiéndolo gordo” y por otro lado, la idea de un cuerpo extremadamente delgado, de niña, impide el desarrollo esperado para llegar a un cuerpo de mujer, impactando en la sexualidad.

Así las relaciones que establecen son de tipo parcial, ya que el vínculo simbiótico con la madre impide la integración de otros objetos y la catexia de los mismos, es peligrosos para estas pacientes relacionarse pues en cada experiencia, en la fantasía, corren el riesgo de fusionarse o dañar al otro. Contribuyendo esto con la sensación de carencia afectiva que experimentan.

El desapego y desvalorización que pueden llegar a mostrar hacia el mundo generan con frecuencia una sensación de anestesia hacia el proceso terapéutico.

La saciedad es el fenómeno que se da entre la satisfacción y la próxima señal de hambre, durante el cual no se busca alimento. Convirtiéndose así en una ilusión inalcanzable por estar ligada a una necesidad del mundo interno.

El acto de vomitar se podría entender como la búsqueda de la expulsión de aquello que vive en el mundo interno intolerable o destructivo para el individuo, y es así como se busca desaparecerlo. Esto genera problemas graves en el control de los impulsos en éstos pacientes, ya que el Yo no es lo suficientemente fuerte para reprimir las descargas del Ello. Esto se puede manifestar también en una tendencia al abuso de alcohol o sustancias, así como conductas explosivas entre otros.

La adolescencia  es una etapa en la que los jóvenes necesitan sentirse aceptados por su grupo de iguales, lo que los puede llevar a competir y enfocarse en diversas áreas, como la vestimenta, conducta y la imagen corporal. A su vez se busca la identidad y la independencia del núcleo de origen, volviéndose así un periodo complicado para la familia en donde generalmente existen conflictos de rebeldía, límites etc. (Blos,1971) Lo anterior es indispensable para un desarrollo adecuado, sin embargo la presencia de una relación simbiótica con alguno de estos miembros, complica el proceso por sí mismo, por lo cuál la población de riesgo para padecer este tipo de patología, son mujeres jóvenes.

En la adolescencia temprana cuando los cambios corporales anteceden a la imposibilidad de ligadura con lo psíquico y se hace necesario elaborar el duelo por el cuerpo infantil, por los padres de la infancia y por el ámbito institucional que albergaba al puber desde la niñez. (Zukerfeld,1992). En suma, el desenfreno pulsional y la ingobernabilidad de la propia sexualidad, sumados al déficit de las identificaciones debido al cambio psíquico y los procesos de duelo, constituyen puertas abiertas para la instalación de las patologías. Un reto en ésta etapa es la catectización del cuerpo adulto sexuado; resulta indispensable para el comienzo de la vida genital y el encuentro con el otro.

Existe cierta tendencia en las familias de estos pacientes, a tener dificultades o desviaciones en los aspectos concernientes a la intimidad, privacidad, distinción de roles entre otros, lo cuál hace el proceso de separación, independencia complicado. En donde uno de los problemas está vinculado con la capacidad de dar y recibir cariño

El entorno familiar presenta patrones que son determinantes para la gestación de un desorden alimenticio, Attie y Brooks-Gunn (1989)han descrito en estas familias bajos niveles de cohesión, desorganización, falta de expresión de las emociones, imposición de altas metas estandarizadas y fallas en el soporte de la autonomía, que engendran dudas en las hijas sobre sí mismas, enfatizando mucho los padres en la apariencia física, impactando esto en su autoestima.

En estas familias pueden encontrarse conductas que enaltecen el perfeccionismo, a su vez al existir la falta de expresión de emociones es común que se dé la devaluación y desestimación de los mismos. La preocupación por la apariencia física va acompañado en algunas ocasiones en la descalificación hacia la gordura y la glorificación del aspecto del propio cuerpo, como por ejemplo con la ropa, dietas etc.

A pesar de la dependencia que se puede dar en éste tipo de familias, es común los sentimientos de soledad dentro de la cohesión. Acompañados por una falta importante de comunicación saludable y asertiva entre los miembros de la misma. En algunas ocasiones se puede observar atribuciones especiales a la comida o a los momentos en los que ésta juega un papel importante, por ejemplo el desayuno, la cena etc.

De esta forma podemos concluir que carencias en el desarrollo derivan en una vulnerabilidad psicológica caracterizada por un yo débil, incapaz de cubrir las demandas de relación entre las instancias del Ello y Superyó y la realidad, teniendo por esto una influencia importante los aspectos socioculturales en la aparición de dicha patología.

Bibliografía:

  • Attie, I y Brooks-Gunn, J.(1989). Development of eating problems in adolescent girls:  A longitudinal study, Developmental psychology, Pp25, 70-79.
  • Baravalle, G., Jorge, C.H., et al. Anorexia: Teoría y clínica psicoanalítica. Argentina: Paidos Psicología Profunda. Pp. 44 – 69
  • Bloss, P. (1971). Psicoanálisis de la Adolescencia. México: Joaquín Mortiz. Pp.  20
  • Castañon, V. y Rocha, S. (–).”Figuras de la Anorexia: Una comprensión psicoanalítica. México; editores de textos mexicanos.
  •  Levy, F. (1999). Anorexia y Bulimia: Un enfoque Psicoanalítico.México: SPM. Pp. 38- 120
  • Zukerfeld, R. (1992). Acto Bulímico, Cuerpo y Tercera Tópica. Argentina: Paidos Psicología Profunda. Pp. 32-100