Yunuén Vizcarra
“El rizoma no se deja reducir ni a lo Uno ni a lo Múltiple. No es lo Uno que se convierte en dos, ni tampoco que devendrá directamente en tres, cuatro o cinco, etc. No es un múltiple que deriva de lo Uno, ni al que lo Uno se le añadiría (n+1). No está compuesto de unidades, sino de dimensiones, o más bien de direcciones cambiantes.”
(Deleuze & Guattari, 2019, p. 59)
Es posible que muchos de los que ahora me escuchan en algún momento se hayan preguntado por los orígenes de la disciplina que ejercemos, y no solo me refiero a la cuna vienesa en la que surgió el psicoanálisis, sino a la cuna latinoamericana y específicamente la mexicana.
¿Cómo llegó el psicoanálisis a América Latina? ¿Cómo llegó a México? ¿Quiénes se encargaron de “traerlo”? ¿En qué circunstancias políticas e intelectuales se encontraba el país? ¿Cómo se engendró la institucionalización del psicoanálisis en tierras mexicas? Por ejemplo, Velasco (2014) opina que los establecimientos psicoanalíticos se legitimaron ante el Estado como un saber científico el cual concordaba con la ideología revolucionaria que el mexicano busca. Las anteriores son algunas de las incógnitas que nos ayudarán a profundizar en la investigación de este tema.
No hay que olvidar que la historia está atravesada o se construye con matices de hechos tanto políticos, económicos, culturales y sociales; el psicoanálisis no está exento de estar permeado por todas las anteriores. Como expresan Plotkin & Ruperthuz (2017) “las distintas sectas en que luego se dividió el psicoanálisis formularon sus propias “historias oficiales” al respecto, generalmente con intenciones más vinculadas con la autolegitimación de estas mismas sectas que a ofrecer un panorama sobre los múltiples procesos a través de los cuales un sistema de ideas y creencias – como lo ha sido el psicoanálisis- y sus derivaciones ocuparon espacios en las diversas culturas latinoamericanas”.
Partiendo de que no existe una Verdad, sabemos que existen narrativas con intenciones verídicas, la intención no es convencernos de únicas verdades en la historia del psicoanálisis en nuestro país. La intención es averiguar las distintas vertientes que la disciplina y método de tratamiento que Freud inventó han encontrado caminos rizomáticos. Es por eso que recurro al concepto filosófico planteado por Gilles Deleuze y Félix Guattari, “rizoma” como oposición a “árbol”.
Dicho concepto, por cierto, prestado de la botánica, apunta a pensar en forma horizontal a diferencia de lo vertical como lo es un árbol el cual cuenta con raíces que se aferran a la tierra y pareciera que únicamente cuenta con dos extremos, las hojas y dichas raíces, su característica es homogénea. En cambio, el rizoma es un vástago que crece de forma horizontal y sobre todo cuenta con la principal característica de heterogeneidad y multiplicidad.
Para el presente trabajo propongo tengan en mente este concepto, que ese Uno ha cambiado, es más, desde mi óptica no ha existido, ni siquiera Freud pensó sus conceptos/hipótesis o su técnica de forma inmutable; al contrario encontró, cambió, evolucionó, y conforme fue desarrollando hipótesis a su vez fue formando mapas susceptibles a cambios, fue dejando conceptos para ir pensándose de acuerdo a las necesidades que los postfreudianos en su clínica fueron detectando. Así me parece que los distintos psicoanálisis han tomado cursos distintos, con semejanzas pero nunca iguales, se ha creado un mapa experimental y productivo, incluso se sigue creando, en este momento.
La idea de efectuar esta breve investigación alude a la inquietud por comprender algunos de los segmentos que han apuntalado hacia nuevas direcciones, y que en algunas incluso han sufrido rupturas, así es como abordo parte de la historias del movimiento psicoanalítico en nuestro país. Ya Freud (1914) nos había advertido de las disidencias y lealtades en su trabajo “Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico”. Trataré de hacer un conciso recorrido por los momentos más relevantes por los que se ha abierto camino dicha disciplina.
Agrego que parte del beneficio por ahondar en los orígenes de los distintos psicoanálisis en nuestro país, me orillan a proponer dos vertientes: 1) pensar la forma en la que hemos concebido dicha disciplina en la actualidad y 2) pensar la importancia de nuestro actuar ya que como candidatos en transformación contribuimos a este rizoma titulado psicoanálisis, en otras palabras también hacemos historia cada ocasión que hacemos uso de esta disciplina y método.
Plotkin y Ruperthuz (2017) aluden a que el proceso de difusión psicoanalítico no ha sido uniforme, por el contrario, ha tenido importantes ‘especificidades y peculiaridades ’en cada espacio cultural donde ha ocurrido. A continuación relataré algunos segmentos rizomáticos que se han presentado como historia del psicoanálisis en nuestro país. Recordemos, que no hay Uno, no hay pivote.
Segmento – prepsicoanalítico
Como el modelo rizomático adolece de centro y por el contrario, es compuesto, móvil y no se aferra a la tierra; de ese modo me parece fueron surgiendo posibilidades para el psicoanálisis, medios que durante el siglo XX recaían del lado de la psiquiatría, de la medicina endocrinológica, del reformismo sexual y del derecho penal. Como menciona Ríos (2019) estas fuentes fueron trabajos aislados que encontraron un punto reflexivo en cuanto al saber psicoanalítico.
Capetillo (2012) en su magnífico trabajo acerca de la emergencia del psicoanálisis en México nos comparte una cronología de los momentos más relevantes y relacionados al psicoanálisis, en ese sentido, pareciera que estos rizomas “prepsicoanaliticos” marcaron una importancia para el futuro camino del psicoanálisis en nuestra nación. Rescato de dicha cronología los siguientes eventos significativos: a) En 1910 Porfirio Díaz inauguró el Manicomio General La Castañeda; b) En 1925 Emil Kraepelin y Pierre Janet (condiscípulo de Freud en sus estudios con J. M. Charcot) visitaron La Castañeda; c) En 1926 comienza formalmente la enseñanza psiquiátrica en la UNAM.
Segmento: segunda, tercera y cuarta década del siglo XX – psicoanálisis no institucionalizado
¿Se sabía del psicoanálisis antes de su institucionalización en nuestro país? Sí.
López (1988) nos comparte a través de su trabajo Historia del psicoanálisis en México que fue antes de los años veinte que las enseñanzas freudianas en nuestro país estuvieron presentes en la ideología psiquiátrica mexicana. Se infiere que José Quevedo, hermano mayor del psicoanalista Gustavo Quevedo, es autor de la primera tesis escrita en 1929 sobre un tema psicoanalítico, “Isaena, un caso de tratamiento psicoanalítico,”
Presuntamente y de acuerdo al texto de López (1988) para los años 30 ya se impartían varias cátedras y seminarios psicoanalíticos que corrían a cargo de Guillermo Dávila, Raúl González Enríquez y Alfonso Millán. Estos médicos de acuerdo a Ríos (2014) consideraron el psicoanálisis y a las ciencias humanas como herramientas que ayudarían a la comprensión de problemas sociales los cuales podrían convertirse en factores de riesgo que culminarían en comportamientos criminales y enfermedades mentales.
Pasaron algunos años y surgieron nuevos retos de los profesionales que ejercían la psiquiatría, psicología, psiquiatría dinámica y oficios de psicoterapia y psicoanálisis a nivel mundial. De acuerdo a Fine (1982) ocurrió un espejismo en nuestro país de lo que ocurría en Estados Unidos de Norteamérica, comenzaron contradicciones y disputas que no implicaban cuestiones teóricas sino que eran de índole ideológica y política.
Es menester mencionar que ninguno de los autores (como Torres Orozco, Enrique Aragón, Guevara Oropeza, y Quevedo) quienes efectuaron ciertos artículos relacionados al psicoanálisis en México realmente se dedicaron a dicha disciplina y es por esta razón que Ríos (2019) justifica que no se dieron debates ni se despertó el interés por el psicoanálisis entre los contemporáneos, agregando que no lograron comprender las propuestas centrales freudianas.
En México, nos narra Velasco (2014) que los grupos interesados en el psicoanálisis fueron abogados y médicos psiquiatras, lo anterior fue motivo para que las raíces de la institución psicoanalítica en nuestro país se fueran fortaleciendo y fue a partir de la década de los años 50 que empezaron a surgir los establecimientos para la formación psicoanalítica.
Durante la década de los años 50 Erich Fromm fue invitado a México con la finalidad de comenzar una enseñanza formal (sic) del psicoanálisis en México. Los discípulos de Fromm fundaron en 1956 la Sociedad Psicoanalítica Mexicana. Sin embargo, no todos fueron partidarios de esta formación, el Dr. Parres en su trabajo Historia del Movimiento Psicoanalítico en México (1966) mencionó lo siguiente referente a este punto “…aquellos que se quedaron en casa se sintieron intranquilos, temerosos y amenazados de quedarse atrás en este nuevo horizonte de la psiquiatría mexicana…importaron a Erich Fromm. La historia mexicana se repetía una vez más…los conquistadores hablaban una lengua distinta (el español; el lenguaje de los Dioses; los mexicanos se sintieron profundamente impresionados…más tarde vino la iglesia y habló en latín, ahora, en lengua inglesa, una llamada ciencia ético-religioso-humanística que dice estar afiliada al psicoanálisis tocó un punto sensitivo.”
Independientemente de la postura que uno tenga frente al psicoanálisis frommiano hay que reconocer que para los años 50 en lo que José Vasconcelos (1950) publicaba “A propósito de psicoanálisis” en el cual expresaba su profundo rechazo, “asco” y “su conclusión general de mentira” sobre dicha disciplina, es curioso que a la par, en palabras de Ríos (2019) Fromm “le abría la puerta a lo que se conocía como psicoanálisis humanista y que por cierto ya había “formado” analistas en México.
Segmento: Institucionalización
“…cuando terminó la guerra en España, hacia enero de 1939, salimos rumbo a Francia. México había dicho que admitiría a todos los que pudiésemos llegar, pero que no tenía dinero para traernos. Y gracias a los simpatizantes de la República española de Nueva York, quienes fletaron un barco para traer refugiados españoles de Francia, pudimos llegar a México.”
(González, 2011, p. 39).
Al inicio del 2020 de los meses prepandémicos, cuando por fin mi generación y yo comenzábamos este andar psicoanalítico, como parte de nuestra bienvenida, la SPM tuvo a bien obsequiarnos una joya literaria: Obras de Avelino González Fernández Pionero del psicoanálisis en México.
Independientemente de los XI capítulos que conforman dicha obra, podemos encontrar una semblanza de Avelino González narrada por su hermana Amapola y transcrita por el Dr. Marco Antonio Dupont Muñoz. Es en dicha semblanza en donde encontré preámbulos del actual psicoanálisis institucionalizado en nuestra patria.
En palabras de Amapola González (2011) la obra de Freud, de alguna u otra forma ya había estado presente transgeneracionalmente en su familia ya que sus padres habían dado lectura a algunos de sus escritos. Avelino entró a estudiar medicina en México, de 1940-1946, y fue casi en sus últimos años para egresar que conoció a Santiago Ramírez y a José Luis González, fueron ellos los que empezaron a estudiar a Freud, la pasión por este estudio los orilló a hacerse psicoanalistas.
Se dice que José Luis González, Santiago Ramírez, Jaime Tomás Rentería y Avelino fueron a Argentina a estudiar psicoanálisis. Parres, por otro lado, fue a estudiar psicoanálisis a Nueva York. El primero en regresar fue Santiago Ramírez; de acuerdo a Dupont (1991) el retorno de Avelino y otros fueron a partir de 1957 fue junto con otros cinco analistas (Santiago Ramírez, José Luis González, José Remus, Jaime Tomás Rentería y Parres) quienes decidieron fundar la Asociación.
Recuerda Amapola (2011) que cuando ella cursaba el cuarto semestre de medicina empezó la carrera de psicoanálisis, ya había empezado a empaparse en trabajos de esta índole, tenía acceso a materiales tanto clínicos como teóricos. Cuando ella estaba por concluir sus estudios a Avelino González le tocó ser presidente y para entonces ya había fracturas al interior de la Asociación, se menciona que la ruptura, de acuerdo a Dupont (1991) fue en 1972 y que de acuerdo a Amapola (2011) ni siquiera tenía que ver con diferencias respecto a la teoría o la técnica, sino más bien eran motivos personales y en palabras de ella (2011) fue por un trabajo que se presentaría en el congreso en Viena. Por su lado, López (1988) menciona en su trabajo, que dicha separación se debió a tensiones de poder societario y rivalidades personales. La separación estaba así: por un lado Barajas, Remus, José Luis y Ramón Parres y del otro lado estaban Namnum, Avelino y Santiago. “Todos ellos habían compartido el pan y la sal a fin de mes, yo escuché cómo lo contaban, para que luego llegaran a reñir aquí, cuando alcanzaron el éxito”. (González, 2011, p.49)
Según Dupont en su trabajo presentado en el 37° Congreso de la IPA (1991) fue durante el XX Congreso Internacional en 1957 cuando el Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos fue aceptado como sociedad y nombrada como Asociación Psicoanalítica Mexicana. “A los fundadores del grupo ahora se sumaban los nombres de Víctor Manuel Aíza y Avelino González” (Dupont, 1991, p. 107)
Nos narra la Dra. Amapola (2014) que en el año 1972 oficialmente se constituyó el Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos, A.C. y que fue hasta 1978 por solicitud de los miembros que se cambiara el nombre a Sociedad Psicoanalítica de México, A.C. Asimismo, para 1975 algunos de los miembros de SPM constituyeron el Instituto de Psicoanálisis y Psicoterapia, S.C. Su objetivo fue “la enseñanza, aplicaciones terapéuticas, investigaciones, divulgaciones y demás actividades afines del Psicoanálisis y de la Psicoterapia”. (González de Gaitán, 2014)
¡Qué importancia tiene el nombre de Avelino González, se expandió por lo menos a dos superficies terrenales a modo rizomático, APM Y SPM!
Segmento: socioanalítica
“La prehistoria de todo este movimiento se remonta al año 1945 cuando un grupo de colegas, neuropsiquiatras y yo estudiábamos la obra de Sigmund Freud”.
(González, 1982, p. 8).
Un vástago de otra índole pero relacionado surgió de aquellos que se fueron al extranjero para formarse como psicoanalistas, el Dr. González Chagoyán (1982) menciona en su trabajo que aprendió mucho del manejo grupal con Enrique Pichón-Rivière, a su retorno a México, recuerda haber promovido en nuestro país el trabajo grupal y como en todo, encontró resistencias en unos y entusiasmo en otros. De acuerdo a Litmanovich (2008) González Chagoyán y otros se formaron en Argentina, en una institución perteneciente a la APA y seguramente fueron alumnos de Marie Langer, Emilio Rodrigué y León Grinberg.
Al principio el Dr. Chagoyán trabajó con un grupo de pacientes que padecían hipertensión en el Instituto Mexicano de Cardiología, después trabajó con un grupo de pacientes con trastornos gastrointestinales sin embargo, fue hasta que en el año 1961 el psicoanálisis grupal comenzó a adquirir firmeza. Ese rizoma buscó camino al interior del Convento benedictino de Santa María de la Resurrección en Cuernavaca, Morelos al lado del monje Gregorio Lemercier, APM y AMPAG (Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo)
Para esta década de los años 60 surgió un escándalo que articulaba la práctica psicoanalítica con la iglesia católica y es que Lemercier estaba consternado e intrigado por esclarecer motivaciones al interior del Monasterio de Santa María Ahuacatitlán y es que de acuerdo a Velasco (2014) Gregorio quería ubicar que la vocación fuera genuina y no fuera un pretexto para huir del mundo refugiándose en el monasterio; también le preocupaban los problemas psicológicos y que fuera por falta de un equilibrio emocional y por último; quería dilucidar que el “amor fraterno” y la castidad al interior del monasterio fuera de un orden más consciente. Lo anterior se podía trabajar y profundizar gracias a las bondades del psicoanálisis.
Velasco (2014) menciona que parte de la fertilidad para la experiencia psicoanalítica en Morelos que inició el prior en el año de 1959 fue gracias a las ideas modernas que profesaban Iván Illich y el obispo Sergio Méndez Arceo.
El propio Lemercier, de acuerdo a Velasco (2014) y Litmanovich (año) inició un proceso psicoanalítico en 1961, su análisis lo empezó con Gustavo Quevedo, analista recomendado por Santiago Ramírez y fue a partir de que el propio prior tuvo alucinaciones. Estando en proceso analítico con Quevedo surgió un encargo de trabajo grupal, propuesto por el propio Quevedo, la propuesta era trabajar con los monjes bajo la modalidad “psicoterapia de grupo”, Quevedo le hizo una advertencia y fue que “…este tipo de trabajo podría traer como consecuencia que los profesos no perseverasen y abandonaran los hábitos”. (Velasco, 2014, p. 290). A este proyecto después se incorporó Frida Zmud como colaboradora. En 1966 se creó el Centro Psicoanalítico Emaús (pueblo rechazado en hebreo) y en dicho centro quien quisiera vivir una experiencia psicoanalítica, sin importar creencias ideológicas o religiosas podía acceder.
Nos informa Velasco (2014) que en 1967 se instituyó formalmente la AMPAG (Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo). Un rasgo importante para la nación en el campo psicoanalítico en esta nueva creación fue que dicha asociación abría sus puertas a personas que no tuvieran como formación principal la médica.
Lo anterior, vuelve a ser otro rizoma psicoanalítico ya que la importancia de pensar lo que sucede desde el grupo y en grupo no queda excluida en nuestra disciplina, se pertenezca a una u otra institución o asociación son los miembros que la integran quienes en ocasiones fungen como síntoma de las fuerzas en pugna del grupo.
Recapitulación
El presente trabajo esboza muy sucintamente tres de los vástagos que han llamado mi atención, por supuesto quedan aristas por seguir estudiando e investigando; ante todo convengo en la importancia de reflexionar que nada se dio por separado, al contrario varios factores hicieron la función facilitadora para que surgieran estos rizomas, ahora sabemos que lo ideológico y político se encontraba presente en nuestra disciplina y es algo que a la fecha sigue y seguirá ocurriendo.
Desde cierta óptica pudiéramos pensar que el psicoanálisis, en comparación con otros países, llegó de forma tardía a nuestro país, sin embargo, podemos considerar que la llegada de esta disciplina se dio como efecto de un cúmulo de factores. Como sostiene Ríos (2019) en México imperó el rechazo y las malas interpretaciones de las propuestas freudianas.
Para concluir considero relevante, sin importar los rizomas que surjan a través del tiempo, que la política del psicoanálisis propuesta por Velasco (2014) es la que debe persistir, sin importar los rizomas psicoanalíticos que surjan, y que dicha política es aquella que tiene que ver con el trabajo de la libido, la sexualidad, el inconsciente y las fuerzas dinámicas que se juegan topológicamente en la psique del humano. “Sólo me queda desear que el destino depare un cómodo ascenso a quienes la residencia en el mundo subterráneo del psicoanálisis les ha provocado desasosiego. Y a los otros, que les sea permitido llevar hasta el final y sin tropiezos sus trabajos en las profundidades.”(Freud, 1914, p. 64)
Bibliografía
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- Deleuze, G. & Guattari, F. (2019). Rizoma. México: Fontamara.
- Dupont, M. (2011). Semblanza de Avelino González por su hermana Amapola. En Obras de Avelino González Fernández. México: Sociedad Psicoanalítica de México.
- Dupont M. Marco Antonio — Breve relación histórica del movimiento psicoanalítico en México — México: Asoc. Psicoanalítica Mexicana, 1991. Vol.24 No.3-4 P. 105-110 — Cuadernos de Psicoanálisis
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- Parres, Ramón – Historia del movimiento psicoanalítico en México 131.34 México: Asociación Psicoanalítica Mexicana, 1966. — Vol.2, No. 1-2, p.19 — Cuadernos de Psicoanálisis
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- Ríos, A. (2019). Recepción del psicoanálisis en México, 1922-1950. Rostros y coordenadas de la locura. Origen y Tragedia, I, pp. 110, 111.
- Velasco, J. (2014). Génesis Social de la Institución Psicoanalítica en México. México: Círculo Psicoanalítico Mexicano.