Esperando a Godot

Samuel Beckett. 1952

Editorial: Tusquets Editores. ISBN: 9788472238657


Por Abigail Cobar.
No cabe duda que una lectura lleva a otra. En la obra sugerida el pasado diciembre, Adiós a los padres, se menciona que uno de los personajes se parece a Godot, y como no supe de que trataba tal referencia, rápidamente me fui a la librería a conseguir la mencionada obra de teatro que, a juicio de los entendidos, sentó las bases del “teatro del absurdo”.
Todos entendemos lo que significa el adjetivo “absurdo”: contrario y opuesto a la razón, chocante, contradictorio, extravagante, irregular, disparatado, arbitrario, etcétera. Y sí, todo esto es, Esperando a Godot, eso es lo que la lectura nos ofrece.
La obra cuenta con cinco personajes, los cinco son hombres, cuatro de ellos de edad adulta y un joven muchacho que aparece en escena un par de veces por escasos minutos. La trama se desarrolla en dos actos, cada acto es un día; el escenario vacío cuenta solamente con un árbol totalmente seco, desnudo de todo follaje. Los primeros que aparecen en escena son Estragón y Vladimir, vestidos como indigentes, esperan a Godot, no sabemos desde cuándo. Más tarde aparecen en escena Lucky, amarrado por el cuello y cargado pesadamente por múltiples objetos y al final, Pozzo, látigo y cuerda en la férrea mano.
La primera pareja carece de todo; por eso esperan a Godot, ya que este les resolverá la situación; por eso padecen hambre y desamparo sin queja, ya que, mañana, seguro llegará y dejarán de tener problemas. Estragón y Vladimir se manifiestan en contra de lo que el otro piensa y dice, para después hacer lo que ambos acuerdan en ese desacuerdo. Para empezar no saben cuál de ellos generó la idea de esperar a Godot, cada uno dice que fue el otro el que lo dijo, aunque no saben cuándo. Dentro de la dinámica está el hecho de no poder estar el uno sin el otro, aunque no se dan cuenta. Tampoco pueden abandonar el proyecto ya que han esperado mucho, lo que les asegura que el tiempo del arribo está muy próximo. Por otra parte, consideran que únicamente Godot podrá solucionar su triste situación, y como no recuerdan cuánto tiempo llevan esperando, la espera siempre empieza ese día.
Por su parte, entre Lucky y Pozzo, siervo y amo, esclavo pasivo y dueño exterminador, existe una interdependencia que no permite que pueda sobrevivir el uno sin el otro. Son eternos errantes sin destino definido que en su caminar pierden el habla, la vista, su capacidad de movimiento y hasta la memoria.
No obstante lo anterior, contradictoriamente los cuatro ven, escuchan y recuerdan, lo que quieren o pueden, lo que hace que la charla e interactuación que se da entre ellos sea… absurda.
Cada uno de los dos actos cuando un muchacho llega y les anuncia, a Vladimir y Estragón, que Godot ya no llegará pero que mañana, sin falta, ahí estará; acto seguido estos personajes se separan para ir a descansar, con el acuerdo mutuo de verse al día siguiente ahí mismo, a temprana hora, para esperar a Godot.
Cuando le preguntaron a Beckett si Godot significaba Dios, escuetamente contestó que no, que era un nombre elegido al azar.
Si es cierto como aseguran, que las obras contienen siempre algo del mundo interno del autor, bien podemos imaginar el de Samuel Beckett y lo corroboran los testimonios de amigos y parejas quienes lo describen como un hombre impredecible que, a pesar de haber ganado fama y fortuna con sus obras, que le merecieron el Premio Nobel, buscó siempre a la gente para luego, apartarse de todos. Gustaba mucho levantarse al medio día, del alcohol y de las mujeres, aunque tuvo un largo matrimonio. Tanto su obra como su comportamiento personal se significaron por pesimista, casi nihilista; de humor sórdido, negro. Aunque su lengua originaria era el inglés, prefirió escribir en francés porque, dijo: “en francés se puede escribir sin estilo”. Dentro de los datos biográficos figura el hecho de haber estado en psicoanálisis por dos años con Wilfred Bion.
Esta obra está para ser interpretada, todo es simbólico. Existen innumerables interpretaciones, probablemente ustedes conozcan más de una, y si no, les invito a que lean este pequeño y muy económico libreto, para que hagan su propio ejercicio de interpretación.