Obesidad Infantil
Autor: Isabel Gutiérrez 

La obesidad es una acumulación excesiva de tejido adiposo que se traduce en un aumento de tejido corporal, fuera de los estándares de talla, sexo y edad.

Es una enfermedad crónica, compleja y multifactorial que se puede prevenir. Normalmente, se inicia en la infancia y la adolescencia, ya que es debida a un desequilibrio entre la ingesta calórica y la quema de la energía. Algunos datos que se conocen sobre la obesidad reflejan es que México es el segundo país con sobrepeso y obesidad;, así mismo, en cuanto a obesidad infantil se refiere, las cifras han aumentado 40% en los últimos años. Este aumento es debido a que los niños han cambiado sus hábitos alimentarios. Actualmente, se les ofrece a los menores golosinas y comida chatarra al por mayor, y su actividad física ha disminuido, debido a que los juegos de los pequeños han dejado de realizarse en las calles, parques, etc. y se han convertido en juegos más sedentarios, como pueden ser: los videojuegos, la computadora y ver televisión. Al hablar de obesidad infantil lo importante es identificar el origen del problema; éste puede ser hereditario, provocado por malos hábitos en la alimentación, falta de suficiente actividad física, etc. Una vez que se reconoce el factor que lo originó, se recomienda consultarlo con el médico pediatra, quien se encargará de brindar la correspoendiente asesoría, con el objetivo de solucionar el problema del niño. Sin embargo, la familia es la responsable número uno de este problema, ya que su función consiste en ser proveedora de cariño, comprensión y buenos hábitos de alimentación. Existen factores socioculturales que están llevando a todas las personas a cambiar sus hábitos alimentarios. Por ejemplo, ahora ambos padres, por lo regular, trabajan,, por lo tanto, los niños han dejado de tener la atención de ellos en cuanto a su alimentación se refiere. Por esto, se ha perdido el hábito de un horario de comidas; es más fácil comer entre comidas, regularmente comida chatarra, etc. Lo importante es que el encargado del niño esté al pendiente de la alimentación; así mismo, el niño deberá identificar los alimentos que debe o no comer, según la hora y situación. El niño, desde muy pequeño, deberá ser enseñado a ser autosuficiente y conocer lo que es mejor para él, por lo menos en lo que a comida y cuidados básicos se refiere, tarea de la cual los padres deben estar conscientes y llevarla  acabo: la educación alimentaria. Recordemos la época en la que los padres no permitían que sus hijos comieran golosinas, a no ser que fuera un día especial o como premio. Hoy, por el ritmo de vida en el que vivimos, es más fácil y rápido entregar dinero al niño para que se haga cargo de su alimentación a la hora del recreo que hacerle un sandwich la noche anterior; esta actividad puede llevar hasta 5 minutos y es la forma de dar al niño su requerimiento nutricional. Además, si el pequeño ha llegado a los 8 años o más puede preparárselo él mismo. El problema no se ve exclusivamente en la pérdida de la salud física; psicológicamente el niño llega a tener rechazo en el grupo de iguales, como pueden ser los compañeros de escuela, y esto lleva a una pobre relación de amistad. En cuanto al cuidado nutricional se refiere, se debe enseñar al niño qué es comer sanamente: es ser capaz de comer cuando se tiene hambre y continuar comiendo hasta que se esté satisfecho. Es poder escoger la comida que a uno le guste y saber cuándo fue suficiente. Asímismo, el niño debe aprender que hay horarios en las comidas y que, de preferencia, son cinco las comidas que se deben de realizar al día: desayuno, colación, comida, colación y cena. Todas éstas deberán ser balanceadas y  sugeridas por el pediatra. El principal problema psicológico que el niño enfrenta ante la obesidad es la del rechazo social. Los pequeños con este problema no suelen tener muchos amigos, sufren de críticas, de falta de condición para poder llevar acabo una actividad física, baja autoestima y resentimiento hacia la sociedad. En el trabajo terapéutico con un niño que padece obesidad lo principal es ayudar a mejorar su autoestima. Lo más recomendable es que la familia participe. El niño debe tener un ambiente sano y agradable en la familia, aprender a reconocer y expresar sus sentimientos, identificar sus propias necesidades y satisfacerlas, además de aceptar que nadie es perfecto, y recibir cariño y aceptación por parte de los padres. La familia deberá ser proveedora de seguridad, aceptar al niño como es, proporcionarle una dieta balanceada, y procurar hacer comidas en familia, es decir, que el niño se sienta acompañado. Lo más importante es lograr la prevención. Esta enfermedad, que es progresiva y puede llegar a ser mortal, tiene forma de evitarse si se hace desde un inicio, logrando que el impulso inicial de la enfermedad no gane, logrando que el pequeño tenga una alimentación balanceada, con pocas golosinas y comida chatarra, y una actividad física diaria de 30 minutos aproximadamente. Así, se logrará enfrentar el problema en el momento necesario, donde el análisis y la toma de decisiones oportunas harán la diferencia ante un problema grave con difícil solución.   Para ello, se necesita del apoyo de los padres, cuidadores de los niños, maestros, hermanos mayores, etc.; es decir, de toda aquella persona que pueda ser autoridad para el pequeño y un educador potencial en la alimentación del mismo. La obesidad infantil puede prevenirse y ésta es una forma de darle solución antes de que sea demasiado tarde.