Más preguntas intentando contestar preguntas acerca de la homosexualidad.

Autor: Bernardo Lanzagorta

Confieso que comienzo este ensayo sin saber a bien las direcciones en las que podamos encaminarnos, ni mucho menos el destino final, si es que en realidad existe alguno; mi intención es aprovecharme abiertamente de su compañía para recorrer y revisar juntos una serie creciente de dudas, acerca de un tema en particular que a ratos me reconforta y a tantos otros más me inquieta; no sin abandonarme siempre a la impresión que en su estudio se encuentran respuestas a cuestiones que van más allá del limitado ámbito en el que general y cómodamente se le circunscribe.

Pretendo exponer ciertas inquietudes acerca de la homosexualidad, aprovechándome de la propuesta hecha por Freud acerca del desarrollo psicosexual; que explica la estrecha, inminente, necesaria e ineludible relación entre lo sexual y lo psíquico como una unidad en virtud del desarrollo de la subjetividad en el ser humano.

Al no poder proponer otro orden para estas inquietudes no me queda más que exponerles estas ideas de forma cronológica, como de igual manera pongo en evidencia mi imposibilidad para distinguir jerarquías entre ellas.

Ahora mismo que reviso este párrafo me cuestiono si lo que estoy haciendo se parece más a un catálogo de posibles caminos, y es por esto que encontrar los puertos comunes se me dificulta a estas alturas.

No considero esta cuestión en absoluto accidental; razón por la que valdría pensarse un poco más; si es que alguien comparte conmigo esta sensación de amplitud no explorada, este miedo por no saber a bien donde dar el primer paso cuando intentamos encuadrar de alguna forma ese concepto que entendemos ahora como homosexualidad.

Espero todo esto deje entender el espíritu con el que escribo y por ello disculpen este abuso de justificaciones.

Comencé a cuestionarme cuando en la búsqueda para contestar la pregunta de un amigo ante la postura diagnóstica de Freud acerca de la homosexualidad me topé con una carta fechada en abril de 1935; esto es cuando Freud ya había escrito y expuesto la mayor parte del material que desarrolló acerca del tema:

“Querida señora…:

Deduzco de su carta que su hijo es un homosexual. Me ha llamada la atención extraordinariamente el hecho de que no mencione usted este término en la información que acerca de él me envía. ¿Puedo preguntarle por qué lo elude? Sin duda, no representa el homosexualismo una ventaja, pero tampoco existen razones para avergonzarse de él, ya que no supone vicio ni degradación alguna. No puede clasificarse como enfermedad, y consideramos que es una variante de la función sexual producida por cierto desarreglo en el desarrollo sexual. Muchos individuos altamente respetables de la antigüedad y de nuestros tiempos han sido homosexuales, y entre ellos, varios de los personajes más destacados de la Historia (como Platón, Miguel Ángel, Leonardo de Vinci, etc.). Es una gran injusticia, y también crueldad, perseguir el homosexualismo como si fuera un delito. Si no me cree, le aconsejo que lea los libros de Havelock Ellis.

Al preguntarme si puedo prestarle mi ayuda supongo que trata de indagar si estoy en posición de abolir el homosexualismo remplazándolo por una heterosexualidad normal. La respuesta es que, en términos generales, no podemos prometer nada por el estilo. En algunos casos logramos desarrollar los gérmenes de las tendencias heterosexuales que están presentes en todo homosexual, aunque en la mayoría de los casos no sea posible. La cuestión estriba, sobre todo, en la calidad y la edad del individuo, sin que pueda predecirse el resultado del tratamiento.

Lo que el análisis puede hacer por su hijo es distinto. Si se siente desdichado, neurótico, desgarrado por mil conflictos e inhibido en su vida social, el análisis, puede aportarle armonía, paz mental y plena eficiencia, tanto si sigue siendo homosexual como si cambia.

Si se decide usted –no lo espero- deberá venir a Viena y ser analizado por mí. No tengo intención de abandonar la ciudad. Sin embargo, no deje de darme una respuesta.

Sinceramente suyo, y con cordiales saludos,

                                                                                                          Freud.”     (1935)

Claro que lo primero que salta a la vista en respuesta a la pregunta de mi amigo es la claridad con la que Freud descarta a la homosexualidad como una enfermedad; sin embargo no deja de apuntarla como un desarreglo en el desarrollo sexual; y por lo tanto, de manera muy simplista y siguiendo la línea que propongo explorar, también en el psíquico. Yo nunca ahondé acerca de esto con mi amigo, pero claro que me quedé con la inquietud (que ya en este momento era más bien preocupación).

Acto seguido fui a buscar otro artículo del mismo en el que recordaba haber leído algo que en su momento me despertó mucho interés y que ahora se ligaba de alguna manera a mis inquietudes:

…Está lejos de nuestras intenciones exagerar el valor de estos esclarecimientos sobre la génesis psíquica de la homosexualidad. Es del todo inequívoco que contradicen francamente las teorías oficiales de los portavoces homosexuales, y que no son lo bastante abarcadoras para posibilitar una aclaración definitiva del problema. Lo que por razones prácticas se llama “homosexualidad” acaso provenga de múltiples procesos psicosexuales de inhibición y es posible que el discernido por nosotros sea uno entre muchos y sólo se refiera a un tipo de “homosexualidad”… (Freud, S. 1910)

Freud aclara aquí que a su propio entender, no solamente existe un tipo de homosexualidad, es decir que no puede catalogarse como un fenómeno regular, sino que –él mismo intuye y comunica- debe de tener muchas variantes; y por lo tanto yo pensaría para empezar a desarrollar este punto en la posibilidad de existencia de una serie diferente de orígenes así como distintos efectos a lo largo del desarrollo de cada una de estas “homosexualidades.”

Y si nos ponemos a pensar en el tema creo que resulta claro que no puede estar definida de igual manera la homosexualidad en las diferentes estructuras mentales; aunque sea cierto que entre más regresiva sea la estructura mayor la incidencia en elección de objeto del mismo sexo. Razón por la cual no es difícil explicar la correlación que la sociedad ha hecho entre homosexualidad y depravación. * 

Así que primero me dediqué a pensar un poco en etiología(s); y disculpen si todo lo que a continuación voy a presentar sufre de enormes lagunas y ligas propias para poderle dar un poco más de seriedad y estructura; les repito que lo único que registro aquí es un recorrido muy personal acerca de los cuestionamientos que me ha causado este tema.

La relación más clara -a mi juicio- que Freud devela con respecto a la homosexualidad y otro trastorno es directamente con la paranoia en el artículo de celos; dentro de este artículo menciona cómo los núcleos paranoicos homosexuales serán la causa de los celos.

En una inferencia sin duda muy aventurada por mi parte propondría como ejercicio teórico relacionar a la etiología de la paranoia con uno de los posibles orígenes de la homosexualidad.

Bien explicado está en la teoría psicoanalítica que la causa (una de las) de la homosexualidad puede explicarse a través del complejo de Edipo negativo, pero si no me equivoco, poco se dice acerca de la razón precursora por la cuál el niño o la niña toman dicho camino. Con esta inferencia me limito a buscar una  posible razón precursora que pudiera dar cuenta de la elección de objeto del mismo sexo en estos casos.

Siguiendo la línea de la inferencia mencionada, la percepción del niño de tener que someterse ante la amenaza de aniquilamiento por parte de los padres podría explicar una primera visión acerca del peligro de acercarse a todo aquello diferente, lo no yo. Y por lo tanto coincidir con respecto a una elección narcisista de objeto; elección que tal vez un yo un poco más fortalecido pudiera convertir posteriormente en una elección de objeto del mismo sexo.

Lo anterior proponiendo una línea de desarrollo de la elección homosexual de objeto. Pudiendo culminar en una relación de características parecidas a lo que en teoría debería ser una relación heterosexual.

Puesto de otra forma, el niño al sentirse en cierto grado amenazado ante todo lo que representa “el otro” optará por relacionarse solamente con aquellos depositarios de contenidos no extraños para él, dependiendo del grado de amenaza será la capacidad de tolerar mayores diferencias percibidas en el que a futuro pueda ser su objeto destino de la genitalidad.

En un grado muy alto de amenaza podríamos pensar en la incapacidad de tolerar diferencia alguna y optar por una elección francamente narcisista que solamente sirva para satisfacer las reservas narcisistas y en la que cualquier diferencia leída como amenaza ameritara la destrucción del objeto tanto externa como internamente: Podríamos estar hablando entonces de psicosis o sociopatía.

Los mensajes indiferenciados para el bebé de amenaza en cuanto al sexo de los padres leídos solamente como partes masculinas o femeninas de los mismos podrían explicar una confusión en la identidad sexual por la que en estos casos se opta por elegir un modelo físico similar al propio.

En un grado menor pensaríamos en distintas capacidades para elegir un objeto en el que se pueden entender y tolerar las diferencias en virtud de construir una relación en el parámetro de distancias que establecen la heterogeneidad con dicho objeto.

Pero todo lo anterior no descarta a mi parecer casos en los que, aunque la elección de objeto sea de sexo diferente, siga viéndose como un simple suministro de satisfacciones narcisistas. O tampoco, elecciones de objeto homosexual en las que se entiende al otro como un individuo independiente y en extremo distinto a uno mismo.

¿Podríamos entonces hablar (si nos centramos en desarrollo del narcisismo) en términos de capacidad de homo ó heterogeneidad; en lugar de homo o hetero sexualidad cuando nos referimos la elección psíquica de objeto?

No habría que olvidar que todos realizamos una elección de objeto homosexual en

algún momento, talvez suceda cuando la elección de otro más heterogéneo sea todavía muy amenazante.

¿Podríamos entender parafraseando a Freud que el “desarreglo” en el desarrollo sexual en homosexuales es debido a cierto grado de amenaza percibido cuando el niño sigue siendo incapaz de discriminar entre las entidades sexuales de los padres?

Tal vez esto pudiera explicar la profundidad arcaica en la que se construye la estructura homosexual. A partir de la cual se forman las primeras percepciones de la realidad así como la forma en la que el yo se ira acoplando a ella.

Y por lo tanto recibiendo las satisfacciones y suministros narcisistas a partir de este ordenamiento.

Parecería que todo lo anterior pudiera estar en concordancia sin forzar demasiado con la idea de cierta cantidad de amenaza en la mayoría de las estructuras homosexuales descritas a lo largo de la historia del psicoanálisis; amenaza ante la madre voraz, amenaza ante la pérdida del amor de objeto por la intención de ser “infiel” a la madre, etc. Si consideramos todas las anteriores descripciones ya son construcciones propias de corte más bien edípico; tal vez en el fondo comparten un núcleo primitivo amenazante similar al  propuesto aquí; alrededor del cual se van formando dichas fantasías en etapas posteriores del desarrollo.

Otro de los temas que vienen a la mente en lo que a la elección de objeto se refiere es el de la identificación y la formación reactiva. Por mucho tiempo se ha relacionado a la homosexualidad con la identificación materna, al grado de “adoptar” las actitudes propias del género opuesto. Pero ya sabemos a estas alturas que existen varios casos en los que esto no está necesariamente relacionado con la elección homosexual de objeto: Hombres muy afeminados o mujeres con conductas y actitudes que fácilmente pueden calificarse de masculinas se cuentan dentro de las filas de heterosexuales. Incluir estos procesos más bien estaría en la línea referida por McDougall quien propone que toda la sexualidad humana se sostiene en una neosexualidad.

Si este fuese el caso entonces no tendría sentido como dije anteriormente hablar de homosexualidad y heterosexualidad; sino simplemente evaluar la capacidad del individuo de buscar una pareja que se presente como heterogénea dentro de su propio psiquismo, y los efectos consecuentes de esto en el resto de su vida.

Pero al volver un poco al tema de la identificación me percaté de un punto interesante. Existen casos en cuanto al desarrollo de la identidad sexual que sobresalen por su estridencia y cuyos actores en efecto describen (por lo general) procesos de vida que parecen mayormente teñidos por la complicación. Los llamo actores porque en realidad parecería que están “actuando” actitudes del sexo opuesto, incluso se han calificado en muchas ocasiones de “caricaturescas”.

En este caso, en lugar de hablar de una identificación, más bien parecería que estuviéramos hablando de un intento forzado por volver a la simbiosis con el objeto que en su momento fue el más familiar, con el que incluso hubo un momento en el que no había límites, que pareciera fuese el mismo yo, la madre en el caso de los hombres.

En lo referente a las mujeres homosexuales que caricaturizan actitudes masculinas confieso que no tengo una propuesta que me satisfaga lo suficiente, las ideas que me vienen a la mente tienen que ver, reitero, con algún tipo de estado confusional muy temprano en la niña que detone tanto la amenaza ante lo que pudiera percibir como el no yo; así como algún tipo de refugio en las actitudes masculinas; podría ser que el desarrollo de éstas corresponda a un estadio posterior del desarrollo.

Otra inquietud que me viene mucho a la mente es referente al complejo de Edipo; me ha llamado la atención toparme en más de una ocasión con casos en los que los pacientes (o incluso alguno que otro conocido) refiere lo que parecería ser un Edipo positivo. Mis mas convincente propuesta con respecto a este tema sería el pensar que dadas las circunstancias propias del desarrollo individual, estos casos los individuos han llegado a considerar al padre del sexo opuesto como el  más similar al propio self.

O sea que en realidad podrían haber hecho una elección basada en lo que consideran similar una vez más; especialmente antes de la aparición en juego del uso de los genitales propiamente como objetos de identificación de sexo; posteriormente será más fácil para el aparato psíquico elegir la igualdad a partir de ellos.

Muchas de las cosas referentes a la sexualidad no las podemos saber por el velo tan característico y propio que la sociedad en turno se encarga de lanzar sobre el tema

Profundizando un poco más en el tema de esta supuesta amenaza llegue irremediablemente al supuesto que:

En el caso de existir dicha sensación de “amenaza primara” como núcleo de la homosexualidad, se debería entonces de ver repetida posteriormente en otros ámbitos relacionados directamente con las primeras figuras de confianza; y yo pienso que en efecto puede observarse: no es raro que la mayoría de los homosexuales describan el miedo a ser “descubiertos” como una fantasía de aniquilación; incluso en entornos familiares no necesariamente hostiles hacia el tema; y no hace falta mucha suspicacia para traer a la mente a los principales voceros de la comunidad homosexual hablando de persecuciones constantes.

Claro que pecaría de muy injusto, poco empático y un completo ignorante al no mencionar que existen y han existido a lo largo de la historia un sin-número de persecuciones por parte de diferentes sociedades dirigidas a la minoría homosexual; muchas de ellas justamente dirigidas hacia la aniquilación.

Pero no puedo dejarme de preguntar si dentro de estos fenómenos no se ha presentado el ya para el psicoanálisis conocido mecanismo de la identificación proyectiva; y que la propia necesidad de un persecutor externo sea creada por el propio perseguido. Discúlpenme de antemano si alguien siente este último comentario falto de todo tacto o incluso ofensivo, repito que simplemente son preguntas que me he hecho con respecto al tema.

Además, otro punto que me interesa tocar ya habiendo pasado de soslayo éste álgido borde radica en un pequeño párrafo dentro de  Introducción al Narcisismo de Freud:

…En efecto, con particular nitidez se evidencia que el narcisismo de una persona despliega gran atracción sobre aquellas otras que han desistido de la dimensión plena de su narcisismo propio y andan en requerimiento del amor de objeto; el atractivo del niño reside en buena parte en su narcisismo, en su complacencia consigo mismo y en su inaccesibilidad, lo mismo que el de ciertos animales que no parecen hacer caso de nosotros, como los gatos y algunos grandes carnívoros; y aun el criminal célebre y el humorista subyugan nuestro interés, en la figuración literaria, por la congruencia narcisista con que saben alejar de sí todo cuanto pueda empequeñecer su yo. Es como si les envidiásemos por conservar un estado psíquico beatífico, una posición libidinal inexpugnable que nosotros resignamos hace ya tiempo. (Freud, S; 1914)

Este comentario bien podría volver a ligarnos con las estructuras que esperaríamos estuvieran engarzadas con la elección de un objeto narcisista así como los fenómenos que suelen presentarse en los demás al enfrentarse a individuos con estas particulares circunstancias.

Por un momento me pasó también por la mente que el hecho de que las parejas homosexuales no pueden reproducirse, y que por lo tanto no sufren aparentemente de las privaciones que esto conlleva podría ser también un tema interesante al hablar de retaliaciones sociales a lo largo de la historia; pero como claramente no me ha dado tiempo de adentrarme en esta investigación simplemente me limitaré a sugerirlo como algo que tal vez podría presentarse en los fenómenos contratransferenciales; y por lo tanto abrir estas especulaciones hacia un campo de nuestro total interés si es que alguno lo considerara pertinente.

Una vez mencionado lo anterior, voy a atreverme descaradamente a especular alrededor de algunas posibles repercusiones, que estas inquietudes que hoy les traigo, pudieran tener dentro del propio espacio psicoanalítico.

La primera tendría que ver con descartar las concepciones tradicionales sobre la elección de objeto del paciente, y verla más en términos de homo y heterogeneidad con respecto al propio self; y tratar de distinguir realidad el grado de narcisismo expuesto en sus relaciones sin importar mayormente el sexo al que pertenezcan sus parejas.

Finalmente; si tomáramos en cierta medida válido que los pacientes homosexuales optan por esta solución como respuesta a la genitalidad adulta por las percepciones de grado de amenaza propuestas en este ensayo -incluso en el caso de quien pudiera considerarse dentro de una relación heterogénea- habría que estar al tanto de acomodos dentro de los cuales el analista pudiera adoptar el rol de persecutor.

Siento además y por lo tanto que este fenómeno podría ser frecuente observado en consultorio; y una vez visto a partir de este ángulo podría beneficiar el proceso analítico.

Me despido hoy esperando que estas no tan ordenadas inquietudes pudieran sugerirles algunas ideas acerca del tema así como en el entendimiento y abordaje de casos, tanto relacionados a la homosexualidad, como de otros tantos que pudieran enriquecerse a partir del conocimiento más profundo del fenómeno homosexual.

Gracias.

Bibliografía

  •  Freud, S. Tres Ensayos sobre Teoría Sexual (1905); Obras Completas; Buenos Aires, Amorrortu, Vol. VII, 2008.
  • Freud, S. Un Recuerdo Infantil de Leonardo da Vinci (1910); Obras Completas; Buenos Aires, Amorrortu, Vol. XI, 2008.
  • Freud, S. Introducción al Narcisismo (1914); Obras Completas; Buenos Aires, Amorrortu, Vol. XIV, 2008.
  • Freud, S; Merino Pérez, J. (Compilador y traductor). Epistolario II: 1891-1939; México D.F. Plaza & Janés, 1972.
  • McDougall, J.  Primera conferencia: Sexualidades y neosexualidades (2000); Sociedad Psicoanalítica de París.
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