Jonatan Morales

En un principio este trabajo sería sobre la sexualidad, pero es un tema demasiado extenso y terminé tomando muchos caminos, ninguno me llevaba a una propuesta concreta. Para lograr orientarlo a lo que busco señalar hay que considerar la idea de que la sexualidad en los humanos no se reduce a la genitalidad, cualidad que nos diferencia de los animales. Para nosotros surgen una serie de procesos, los cuales generan representaciones que modifican la manera en que percibimos la realidad, nuestro comportamiento y como vivimos las relaciones sexuales.

Radchick dice “La conciencia de que la muerte y el placer sexual existen es lo que va a modificar la experiencia humana, al organizar y enriquecer los procesos, aunque esto también los haga más complejos y generadores de angustia.” (Radchick, 2016, p.1). La angustia nos moviliza y los temas que más la provocan son la sexualidad y la muerte, dichos temas son los pilares principales de la estructura de la psique, justo por eso, pueden ser los causantes de la desestructuración de esta. Los animales son carentes de conciencia, por eso no los vemos teniendo que lidiar con el manejo de las pulsiones, la culpa, el superyó, el complejo de Edipo, etc.

Al realizar el presente trabajo me cuestioné qué implicaciones a nivel emocional ha tenido la liberación sexual en la época posmoderna, ¿a qué tipo de ansiedades se enfrentan nuestros pacientes?… En la época en la que vivió Freud al predominar la represión sexual propia de la cultura, se dio lugar a una serie de psicopatologías como la neurosis histérica y la neurosis obsesivas. En la época actual lo que parece predominar son las perversiones, estas son socialmente aceptadas siempre y cuando sean consensuadas. Me refiero a perversión cuando no vemos al otro como sujeto y lo degradamos a calidad de objeto de goce. Pero además también podemos darnos cuenta de que se presenta un exceso en la utilización de la masturbación, por ende, hay una abstinencia del otro.

¿Será que el exceso de placer inmediato y la desbordante cantidad de información que poseemos termina siendo abrumadora para nuestro inconsciente y este mismo nos está pidiendo el retorno de cierto nivel de represión?

A lo largo de la historia la sexualidad ha sido vista de distintas maneras, pero durante la edad media y hasta finales del siglo XVII la religión fue la mayor influencia para la organización política de diversos países. Estas instituciones moralista han manejado el tema como amenazante y buscaron silenciar toda expresión que se salga de sus cánones de conducta. Después nos fuimos del otro lado, en donde el material que podemos encontrar es inmenso, pero el manejo tan descuidado que se ha tenido de éste ha dado resultados que al igual han jugado en contra de nuestra salud mental, mostrándose en falta de libido, frustración sexual, vergüenza, disfunciones, perversiones, normalización de lo sádico y lo masoquista. Todas estas consecuencias son tanto para las mujeres como para los hombres, y aquí la pornografía ha venido a jugar un papel importante, sobre todo para los más jóvenes.

Freud propuso la teoría de la sexualidad infantil, demostró que desde nuestra primera infancia somos seres de goce, que sentimos placer en distintas zonas y habló de diferentes etapas: oral, anal y fálico-edípica. Cada una servía para definir el desarrollo de la vida subjetiva. Observó que el niño obtiene placer de varias formas como del chupeteo, el defecar, el orinar, los juegos, dejando claro que es un perverso polimorfo.

Los discursos médicos y religiosos de su época planteaban que la única meta de la sexualidad era la reproducción; Freud propuso que también era un ejercicio de placer y con el tiempo llegó hablar de que la pulsión sexual es lo que pone en movimiento el desarrollo psicosexual.

  • No me extenderé en explicar las pulsiones ya que es un tema que, en sí, requeriría de otro trabajo, el mismo Freud en Más allá del principio del placer, dijo que las pulsiones son “el elemento más importante y oscuro de la investigación psicológica” (Freud, 1920, pág.34). Pero sí mencionaré que la pulsión sexual tiene un fin y un objeto específico y se localiza en las excitaciones y funcionamiento del aparato genital. El objeto será variable y contingente y será elegido dependiendo de la historia del sujeto. Los fines de las pulsiones son múltiples y parciales, por eso no se subordinan a la zona genital y no se integran a la realización del coito más que al final de una evolución completa que no viene por la simple maduración biológica.
  • Pasando a la consideración anímica, Freud dice “la pulsión nos aparece como un concepto fronterizo entre lo anímico y somático, como un representante psíquico de los estímulos que provienen del interior del cuerpo y alcanzan el alma, como una medida de la exigencia de trabajo que es impuesta a lo anímico a consecuencia de su trabazón con lo corporal (Freud, 1915, p.117).

En la época de Freud se buscaba contener los impulsos de toda orden, las normas de comportamiento eran distintas y se podía observar en diferentes aspectos, dentro de los cuales se encontraba el coito y todo lo referente a los sexual, que no se trababa como lo hacemos ahora. La represión funcionaba de varias formas, pero una de las principales era mantener un orden social. La idea de que la finalidad del acto sexual en la mayoría de las especies es el de la reproducción, funcionaba para que la gente se reprimiera y así no engendrara una numerosa cantidad de hijos, basta recordar a nuestras abuelas para saber que no fue muy efectivo. Posteriormente se desarrollaron varios métodos anticonceptivos, logrando así resolver la parte de no engendrar; en la actualidad podemos ejercer la genitalidad con menor riesgo de adquirir una enfermedad de transmisión sexual o un embarazo no deseado, Radchik comenta “Lo que originalmente obedeció a un fin biológico, se va separando de manera gradual del mismo, para que gratifique otro tipo de necesidades más cercanas a nuestra condición humana, como vincularse emocionalmente. De esta manera, se podrá tener actividad sexual con el único fin de obtener placer. En tanto predomine el amor con la pulsión de vida y no aquello que nos lleve a ejercer la violencia destructiva”. (Radchick, 2019, p.81). Pero recordemos que la cualidad humana es desear lo que no tenemos, entonces se retomó el tema de la reproducción, Silvia Bleichmar dice “La humanidad pasó muchísimos siglos tratando de tener relaciones sexuales sin engendrar, pero ahora se plantea engendrar sin tener relaciones sexuales”. (Bleichmar, 2014, p.15). Entonces ahora se puede también obtener el beneficio de la reproducción sin la necesidad de contacto con el otro, ¿entonces en dónde queda la parte de vinculación?

Las vivencias infantiles marcan los caminos de maneras particularmente diferentes, esto tendrá un efecto que no solo afectará el presente, sino también el futuro de cada individuo. Es por lo que a nuestros pacientes les preguntamos cosas específicas, como el hecho de si fueron amamantados, ya que si hubo una falta o un exceso nos dará información importante, como lo dice Grinberg “debido a la falta de alimento, el niño siente hambre que al no ser satisfecha incrementa sus tendencias agresivas y coléricas. Siente hambre y surge la rabia que se calma con el amamantamiento. Al mamar, el niño satisface tanto las necesidades alimenticias como las narcisistas de aprecio. El niño siente que se calma y que obtiene entonces el máximo placer, “orgasmo alimenticio “. (…) precursor del orgasmo genital”. (Grinberg, 1971, p.152).

Teniendo más clara la importancia de la sexualidad pregenital, sabemos que esta influye en lo que ocurre en la vida adulta. Desde un principio el cuerpo siente placer, goza, pero lo hace de maneras distintas, Silvia Ons comenta “El goce (…) hace del cuerpo otra cosa, algo que puede ser objeto de adoración, exaltación, degradación y mortificación. Al cuerpo se lo cuida, se lo ama, se lo adora, pero también se lo martiriza, se lo tortura, se lo despedaza. El cuerpo es objeto de amor y destrucción, y esto vale tanto para el propio como para el ajeno”. (Ons, 2018, p.11).

Personal y socialmente necesitamos de la represión para regular nuestro comportamiento y así conservar la estructura social. El superyó es el encargado de esto y surge de la relación con nuestras figuras paternas, recordemos que es el heredero del complejo de Edipo. Para algunos puede ser persecutorio, punitivo o rígido; aunque hay que reconocer que cuando está bien estructurado y trabaja con un yo fuerte, las exigencias que puede tener nos causan alivio, sabemos que nos pone esos límites que nuestra psique necesita para poder descargar las pulsiones de manera socialmente aceptada y así poder interactuar con el mundo externo. Pensémoslo con el tema del incesto, para los animales no es conflictivo, ni relevante, Silvia Ons dice “A los animales, porque son un cuerpo, no los asalta la más mínima duda: al propio se lo preserva, a los otros se los fornica para reproducir la especie o se los devora para satisfacer las necesidades de supervivencia. No hay más”. (Ons, 2018, p.11). Pero los humanos pasamos por procesos, como el complejo de Edipo, donde la angustia a la castración juega un papel importante. Painceira, A. (1997) dice que “En las neurosis, aparentemente, no se opera la resolución y sepultamiento del complejo de Edipo, y parece subsistir más allá en el tiempo y más allá en su intensidad, la represión patológica de pulsiones que, en el desarrollo normal, se desprenden de los objetos primarios (…) para buscar otros objetos y alcanzar la genitalidad”. (Painceira, 1997, p.280).

¿Es cierto que hoy en día nadie tiene derecho a cuestionar los goces de los demás? La frase dicta “que cada uno haga de su cuerpo lo que quiera”, pero ¿y de la psique? Pareciera que ciertos temas hacen que nuestros inconscientes entran en un conflicto inevitable.

Eventualmente estos temas se harán más presentes en nuestros consultorios, en mi caso cuento con dos pacientes quienes viven la problemática de su sexualidad de diferentes modos. Desde la perspectiva femenina, acude una joven de 23 años, a quien el pensar en tener relaciones sexuales le parece abrumador por el hecho de tener tanta cercanía con el otro, aún no logra definirse si es bisexual u homosexual y es hasta hace poco que ha logrado empezar a ejercer la masturbación. Del otro lado, se encuentra un sujeto de 27 años, el cual ha tenido más de 40 parejas sexuales, acude a consulta debido a que en la actualidad padece de disfunción eréctil. Pueden parecer extremos diferentes, pero ambos sujetos comparten el contexto histórico, la juventud y al final, la angustia hace que la sintomatología que presentan obedezca a la necesidad de alejarlos de tener una vida sexual.

El vivir en una época de liberación sexual es difícil, porque a pesar de que se habla con mayor facilidad, lo que decimos no es lo que realmente sentimos y esto causa confusión, frustración e insatisfacción. Lo anterior nos deja claro que podemos tener mucha información, pero no estamos siendo capaces de integrarla, esto mismo es generador de angustias y algunas maneras de actuarlo pueden ser la abstinencia sexual, el no querer definir una identidad sexual, el exceso del onanismo, etc.

Nuestra sociedad está caracterizada por los excesos, podemos verlo en temas como la pornografía, la cual recauda alrededor de todo el mundo unos 100,000 millones de dólares, esto debido a que el internet en la actualidad da el poder a casi todos de disponer de ella a cualquier hora. Pero ¿qué es lo que la pornografía ha estado ocasionando? Comencemos pensando que nos evita tener que lidiar con el deseo del otro, podemos obtener el placer sin pensar en nadie más que en nosotros mismos. Aunque las inseguridades que ocasiona en ambos géneros son importantes a considerar, se puede ver a jóvenes que a pesar de su corta edad se sienten forzados a utilizar medicamentos que los hacen tener erecciones duraderas y en algunos extremos llegan a la modificación del cuerpo como el alargamiento del pene; en las mujeres sabemos que las cirugías han estado presentes durante más tiempo, con el fin de lograr la estética de los cuerpos que se muestran, pero los procedimientos ya no se enfocan solo en los senos o los glúteos, ahora se busca tener la vagina “ideal” realizándose labioplastias.

Por este ideal inalcanzable tenemos jóvenes angustiados debido a que sus vaginas o sus penes no se ven como los que tienen los protagonistas pornográficos. Lo anterior es causante de que muchos estén extremadamente ansiosos ante el hecho de tener relaciones sexuales, porque sus cuerpos no tienen nada que ver con lo que se muestra en pantalla, pero no queda solamente en lo corporal, hay que incluir la forma en que se desempeñan y el cómo se relacionan con quien tienen enfrente.

Para algunos pacientes, el tema de la pornografía no es bien recibido, mencionan que los hace sentir inseguros por no poder cumplir con las características tanto físicas, como de desempeño durante el acto. Hay a quienes la pornografía les ha brindado la oportunidad de no tener que lidiar con la interacción con el otro y así lograr evitar el rechazo, refugiándose en la masturbación. En el acto sexual hay un otro que recibe, pero también que da, Lawrence dice “En la masturbación, solo hay pérdida. No hay reciprocidad (…) el cuerpo queda, en cierto sentido, como un cadáver, después del acto solitario”. (Lawrence, 2013, p58.).

Otro tema que hay que tomar en cuenta es la violencia que se representa en la pornografía, ya que ha pasado a ser la norma en las relaciones sexuales. Una paciente relata que comenzó a pedirle a su pareja que replicara conductas que ella observaba en los videos, la pareja accedió hasta un punto donde tuvo que decirle que no lo haría más, porque en lugar de experimentar placer, se sentía preocupado de excederse y llegar a lastimarla. Cuando le cuestionó por qué le pedía que hiciera esas conductas, ella le contestó “pensé que te gustaría más, esto es lo que hacen en las pornos”.

No sirve el satanizar a la pornografía, pero si el mostrar que somos producto de la cultura, y es ahí donde el mensaje que presentan toma importancia, tanto para la forma en que nos comportamos durante el acto sexual, como sustituto de la fantasía o el generador de angustias de un ideal que no logramos alcanzar.

Para concluir no blindaré el trabajo justificando los huecos que quedan por lo extenso del tema, cuando me surgió la idea de escribirlo me quedó claro que me resultarían más preguntas que respuestas. Pero espero haber logrado el objetivo de poder acotarlo y llevarlo al punto donde podemos ver que pasamos de una sociedad que era representada por instituciones que buscaban regular el comportamiento y lo hicieron por medio de un sistema con intensa represión sexual, del cual surgieron ciertas psicopatologías, después pasamos a un sistema que da por resultado una sociedad extremadamente liberar que no dibuja fronteras, donde se busca la obtención del placer inmediato y que niega la castración, esta falta de límites ha causado que las perversiones sean preponderantes, lo cual al parecer ha causado un miedo social, ya que sentimos que no hay quien nos regule y esto podría llevarnos al punto de destruirnos a nosotros mismos. En la actualidad es un ideal social tener mayor tolerancia ante la diferencia y las múltiples opciones y orientaciones sexuales, pero en el consultorio podemos ver que nos enfrentamos a un desbordamiento de la violencia, la cuál puede ser actuada en la vida sexual de los sujetos o reflejada en sus ideas. Lo anterior me hace pensar que el ser humano sigue en la búsqueda de un punto medio donde cuente con un grado de represión y de libertad que le permita regular y así poder lograr el objetivo de vincularse con el otro y poder ejercer una sexualidad plena.

Bibliografía

  • Bleichmar, S. (2014). “Algunos conceptos para pensar la sexualidad en psicoanálisis”. En: Las teorías de la sexualidad, (Cap. 1: 9 – 29). Buenos Aires, Paidós.
  • Freud, S. (1920). “Más allá del principio de placer”, vol. 18 de Obras completas, tr. José L. Etcheverry, (1992, pp. 34-42.) Buenos Aires, Amorrortu
  • Freud, S. (1915). “Pulsiones y destinos de pulsión”, vol. 14 de Obras completas, tr. José L. Etcheverry, (1992, pp. 105-134). Buenos Aires, Amorrortu.
  • Freud, S. (1905). “Tres ensayos de teoría sexual”, vol. 7 de Obras completas, tr. José L. Etcheverry, 1992, (pp. 109-224). Buenos Aires, Amorrortu.
  • Grinberg, L. (1971). “Duelo normal y duelo patológico”. En: Culpa y Depresión. Paidós, (Cap. XIII: 145 – 155).
  • Lawrence, D. H. (2013). “Pornografía y Obscenidad”. En: D.H. Lawrence, H. Miller y A. Pellegrini, Lo erótico como lo sagrado, Buenos Aires, Argonauta, 2018.
  • Ons, S. (2018). “El cuerpo pornográfico”. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Paidós.
  • Painciera, A. (1997). “Clínica Psicoanalítica a partir de la obra de Winnicott. Lumen: Argentina. Cap. XVII. Neurosis y Psicosis: 65 años después.
  • Radchick, A, Velasco S. (2019). “Mapas de lo inconsciente”. Ciudad de México, ETM.