Por: Adriana Villarruel

Cuando me dispuse a la tarea de escribir el presente trabajo, emergió una sensación que me ha acompañado durante los últimos 9 años: sentirme extranjera. Más que huirle a dicho sentimiento, me permitiré utilizarlo para darle voz a una breve aproximación a los acontecimientos que forman parte de la historia del psicoanálisis en México, ya que, uno de los ejes centrales por el cual el psicoanálisis ha llegado a tantos lugares ha sido precisamente por la cantidad de analistas que tuvieron que dejar su tierra natal, cada uno por razones diversas, pero teniendo muchos de ellos en común el exilio.

Para entender los conceptos de migración y exilio, Gringberg (1982), sugiere que el desarrollo individual implica adaptarse a cambios constantes y procesar pérdidas de etapas anteriores, junto con los miedos a lo desconocido. La migración, sin embargo, representa un cambio drástico que amenaza la identidad, conllevando la pérdida de elementos esenciales como seres queridos, pertenencias, cultura y entorno social, lo que afecta profundamente el sentido de uno mismo. Las circunstancias de la migración determinan los tipos e intensidades de ansiedad que surgen, así como las defensas y estrategias de afrontamiento. Los duelos por un país perdido debido a persecuciones tienden a generar ansiedades paranoides, mientras que los duelos por abandonos voluntarios suelen asociarse con culpa y ansiedades depresivas.

En términos precisos, el Diccionario de la Real Academia Española, define la migración como el desplazamiento geográfico de individuos o grupos, generalmente por causas económicas o sociales. Por otra parte, define el exilio, como la separación de una persona de la tierra en que vive, frecuentemente por motivos políticos. Ambos conceptos aluden una situación de crisis, que conlleva cambios abruptos y decisivos en el proceso de desarrollo, en el cual los mecanismos de regulación del individuo suelen verse afectados (R. Thom, 1976 c.p Gringberg, 1982), Kaes (1979 c.p. Gringberg, 1982) agrega que “toda crisis implica una idea de ruptura, separación o arrancamiento”.

Puntualizando la idea del exilio, me parece que tiene consecuencias psíquicas que implican pérdidas mucho más profundas, ya que, las personas abandonan su país a partir de una amenaza real hacia su integridad y con la idea de que el retorno al lugar de origen es incierto. Por supuesto, que el desenlace del proceso de adaptación al nuevo país, dependerá entre muchos factores de la fortaleza yoica del individuo, que está ligada a la capacidad de tolerar y elaborar las numerosas pérdidas y transformaciones, a través de un vínculo con un objeto bueno que esté establecido de forma segura (Gringberg, 1982)

De esta manera, cuando un extranjero aterriza en un nuevo país, le toma tiempo ir conociendo el terreno, hacerse una idea del lugar al que llegó, encontrar puntos de referencias, y poco a poco, ir desarrollando un sentido de pertenencia que se va nutriendo tanto de las nuevas experiencias, como de la historia del lugar en el que uno se encuentra. Durante los 4 años de formación psicoanalítica que llevo hasta ahora, me he sentido con la necesidad de conocer la historia de la institución a la que pertenezco. Afortunadamente eso me ha llevado a dar cuenta de interesantes coincidencias, siendo una de las más notorias para mí que Avelino González uno de los fundadores de la Sociedad Psicoanalítica de México, no solo era extranjero, también era exiliado, en su caso debido a las consecuencias de la Guerra Civil Española.
Más de un siglo atrás, las migraciones han sido un eje central en la historia del psicoanálisis, Castro (2022), menciona que Freud viajó por el mundo llevando el psicoanálisis a lugares como Viena, París, Budapest, Estados Unidos y finalmente a Londres, debido a la persecución nazi. Dicho autor agrega que la cercanía de Austria con otros países europeos facilitó la divulgación del psicoanálisis, por ejemplo, la cercanía con Hungría permitió que Freud estableciera una relación con Fleiss, y de ese mismo país surgieron analistas como Margaret Mahler y Michael Balint, los cuales también tuvieron que irse de su lugar de origen, a Estados Unidos y al Reino Unido respectivamente.

Varios analistas, como Heinrich Racker, Marie Langer, Wilhelm Reich, y Karen Horney, se vieron obligados a emigrar de Europa a Estados Unidos. Marie Langer, tras vivir en Uruguay y Buenos Aires, se exilió en México debido a la persecución de grupos anticomunistas en Argentina. Langer, junto a Pichón Riviere, Ángel Garma, Celes Cárcamo, Arnaldo Rascovsky y Enrique Hardoy, fundaron la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) el 15 de diciembre de 1942.

Entre 1946 y 1955, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, se promulgó una legislación que permitía a médicos extranjeros ejercer mientras se formaban. Esto convirtió a Buenos Aires en un centro para médicos latinoamericanos en formación psicoanalítica, incluyendo a varios mexicanos como Santiago Ramírez, Avelino González, y José y Estela Remus. Durante su formación, Avelino González realizó su primer análisis con Rascovsky y luego un análisis didáctico con Racker.

En 1950, Erich Fromm inicia la práctica y enseñanza del psicoanálisis en México, lo que lleva a la formación de la Sociedad Mexicana de Psicoanálisis en 1956. Posteriormente, funda el Instituto Mexicano de Psicoanálisis en 1963 y un doctorado en psicoanálisis en la Universidad Autónoma de México. Fromm se formó como psicoanalista en Berlín y, para 1932, era miembro titular de la Sociedad Psicoanalítica Alemana. Sin embargo, perdió su membresía en 1936 debido a la persecución nazi sobre los analistas judíos, aunada a la prohibición de la práctica psicoanalítica por el origen judío de su fundador. A pesar de ser miembro de la Sociedad Psicoanalítica de Washington, no pudo unirse a la IPA ni a la Asociación Psicoanalítica Americana debido a su estatus y diferencias teóricas, lo que lo llevó a desarrollar su trabajo en México (Álvarez del Castillo L, 2017).

Después de completar su formación en la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Santiago Ramírez regresa a México con el apoyo de Sandor Rado y sus colegas argentinos, incluyendo a Ramón Parrés. Su objetivo era crear un movimiento que unificara la práctica psicoanalítica en México y que compitiera con las sólidas sociedades americanas, sin embargo no logra concretar esta iniciativa (Roudinesco, 1998).

En 1955, Ramírez, junto con José Luis González y Ramón Parrés, funda el Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos. Más tarde se les unen Alfredo Namnum y José Remus, así como Avelino González, fisiólogo y neumólogo que ya era analista didacta reconocido en la APA. Juntos establecen la Asociación Psicoanalítica Mexicana (APM), que es aceptada como sociedad componente durante el XX Congreso Internacional de la IPA en París en 1957.

Para el año 1972, ocurre la primera escisión de la APM, debido a desacuerdos con las políticas internas de dicha institución, ya que, al seguir de manera estricta las directrices de la IPA, los requisitos para ser psicoanalistas ameritaban ser médico y una edad mínima de 35 años, cosa que iba en contra de las ideas del 40% de los miembros de la institución (Canal FEPAL, 2022).

A raíz de esto, el 15 de junio de 1972 comienza la historia de lo que hoy conocemos como la Sociedad Psicoanalítica de México, en ese entonces llamada Grupo Mexicano de Estudios Psicoanalíticos (GMEP), conformado por 12 miembros, entre ellos 3 analistas didácticos: Jaime Tomás, miembro honorario, Santiago Ramírez, miembro fundador y vitalicio, y Avelino González, miembro fundador y director de Enseñanza y Programa Científico, desde esa fecha hasta su fallecimiento en junio de 1981.

De esa primera escisión, también se originó AMPAG (Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo), fundada por José Luis González en el año 1967 (Castro, 2022). A su vez, Santiago Ramírez junto a un grupo de mujeres provenientes de la psicología, disciplina que aún se encontraba fuera de los estatutos de la IPA, crearon la Asociación Mexicana de Psicoterapia Psicoanalítica, lo que hoy conocemos como AMPIEP, fundada en 1965. Otro grupo derivado de separaciones subsiguientes de la APM es la Sociedad Freudiana de la Ciudad de México, fundada en 2014.

Al centrar la historia en nuestra institución, es importante mencionar que el proceso para que la SPM se integrara a la IPA estuvo marcado por numerosos desafíos, especialmente derivados de la primera escisión con la APM. Dado que ya existía una sociedad componente en la ciudad, era fundamental que esta aprobara el ingreso de la nueva institución. Aunque los pormenores merecen un análisis más profundo, saltaremos de 1972 a 1994, cuando entran en escena Roberto Gaitán y Rosalba Bueno.

Roberto, médico e hijo de Amapola González, una analista destacada de la SPM y hermana de Avelino González, y Rosalba, la primera candidata no médica del instituto, quien realizó su análisis didáctico con Amapola, son aceptados como miembros del Instituto y Sociedad de Estudios Psicoanalíticos de Los Ángeles (LAISPS). Esto les permite unirse a la IPA como miembros individuales. Finalmente, en 2007, durante el Congreso de la IPA en Berlín, Susana Velasco, entonces presidenta de la SPM, recibe el reconocimiento que establece a la misma como una Sociedad Componente de la IPA (Loewenberg, y Thompson, 2010).

Desde la mirada de Fanny Blanck- Cerejido (2015), psicoanalista argentina radicada en México desde 1976, refiere que entre 1974 y 1978 numerosos psicoanalistas argentinos vinieron exiliados a México, tal es la cantidad que en proporción existen más psicoanalistas de dicho país en México que en Argentina “lo que equivale a decir que las condiciones de exiliado y psicoanalistas tienden a ir juntas”. Coincido con dicha autora cuando menciona que los analistas extranjeros, buscamos de una u otra manera comprender nuestra historia, la patria que dejamos, los ideales que abandonamos y los nuevos que nos van constituyendo. Me parece que, en esta búsqueda los procesos de identificación que nutren la construcción de la identidad tanto personal como analítica, cobran fuerza, coherencia y se alimenta un sentido histórico de pertenencia cuando notamos que generalmente, las historias de migraciones datan de hasta 4 generaciones atrás.
Siguiendo las ideas de Winnicott (1971), respecto a la capacidad creadora, me llena de alegría y de nostalgia, que el psicoanálisis más que debilitarse ante las movilizaciones muchas veces forzadas, se multiplica. La fortaleza yoica necesaria para atravesar los numerosos duelos que implica abandonar el país de origen, encuentra contención y consuelo en la cantidad de historias compartidas, el intercambio de experiencias, de conocimientos y de sostén entre los analistas que, con entusiasmo en el caso de México, nos han abierto las puertas para seguir el camino que primero soñamos en nuestra tierra.

Al mismo tiempo me pregunto ¿cómo sería el psicoanálisis hoy en día si su desarrollo no hubiera estado atravesado por guerras, dictaduras y exilios? ¿Habría tardado más en expandirse y llegar a Latinoamérica de no haber sido por las numerosas migraciones? ¿Tendríamos la fortaleza yoica para soportar las crisis y guerras actuales si nuestra historia fuera ajena a las mismas? ¿Cómo se manifestarán los efectos de tantos duelos?

Freud (1917), menciona que el duelo es la reacción frente a la pérdida, bien sea de un ser querido, un ideal, la patria, etc., y que una vez que dicha pérdida es aceptada y se ha realizado el trabajo de duelo, que implica ir desprendiendo la libido enlazada con dicho objeto, el yo queda libre y desinhibido. Respecto al duelo migratorio, Prengler (2019, p.2), refiere lo siguiente “a diferencia de otros duelos, no hay una pérdida real del objeto, porque al decir de Nicolussi (1996), el objeto no ha muerto, pero está en otro lado; es un objeto perdido que prosigue su existencia, pero separado del que emigra… A diferencia de un duelo normal, no es el objeto quien deja al emigrante, sino el que emigra, quien deja al objeto, pero sin perder la esperanza de reencontrarlo en el futuro…algún día”.

Aunque muchos hayamos atravesado pérdidas irreparables como el exilio, también hemos protegido y mantenido vivo al objeto que nos reúne hoy: el psicoanálisis. Sin embargo, es crucial dar cuenta que tiene sus luces y sombras, tal vez por eso podemos caer en idealizarlo, como una forma de que continúe perdurando ante las adversidades y al pasar la tormenta, podemos integrar la posibilidad de que, la impronta y la herencia de los exilios puede manifestarse en las numerosas escisiones que ocurren dentro los institutos psicoanalíticos, y en la subjetividad inherente a esta disciplina.

Reflejar nuestra historia nos permite establecer conexiones y reconocer que, a pesar de las causas de nuestros movimientos y crisis, muchos psicoanalistas confiamos en que la pulsión de vida prevalecerá. Además, la riqueza de las teorías que utilizamos para entender los procesos psíquicos se nutre de la experiencia clínica y de la vida de quienes las desarrollan.

En mi caso, las crisis que atraviesan la identidad, como emigrar y, más recientemente, convertirme en madre, me permitieron ampliar la visión y la sensibilidad respecto al trabajo con los pacientes. Recibir en el consultorio a otros venezolanos migrantes, en su mayoría de forma virtual, trae sus dificultades técnicas, especialmente al compartir elementos traumáticos, dado que la situación en nuestro país sigue sin resolverse. Sin embargo, esto abre un mundo de posibilidades y permite sentirnos menos extranjeros, al menos durante los 45 minutos que dura la sesión. Así mismo, desde que vivo en México, mi análisis ha sido con mexicanos, lo que me ha permitido experimentar el intercambio cultural de manera gratificante y confirmar que el empobrecimiento del yo es momentáneo, reafirmando que siempre habrá espacio para crecer.

Les comparto unos últimos nexos interesantes: Avelino González y Santiago Ramírez fueron supervisores de Estela Galván, la primera mujer psicoanalista en el país. Juan Carlos Plá y Esperanza Pérez de Plá, emigrantes uruguayos que llegaron a México 1977, han dejado huella en la práctica analítica mexicana; Juan Carlos impartió seminarios sobre psicosis en la Universidad Iberoamericana, mientras que Esperanza fundó la Asociación Mexicana para el Estudio del Retardo y la Psicosis Infantil (AMERPI) (Blanck- Cerejido 2015) y fue supervisora de Alejandro Beltrán. Adriana Prengler, nieta e hija de inmigrantes polacos y rusos, nació en Argentina y debido a la dictadura emigró a Venezuela, donde se formó como psicoanalista. Después de 30 años en Venezuela, a causa de otra dictadura emigró a Estados Unidos en 2010; actualmente es vicepresidenta de la IPA y analista didacta en varias instituciones. También ha enseñado psicoanálisis en China y preside el comité de reubicación de psicoanalistas emigrantes (Temas de Psicoanálisis, 2020).

Finalmente, pienso en aquellas vivencias procedentes de tantas historias de exilios y escisiones que no han sido apalabradas, es decir, en ese no registro de la experiencia, que se manifiesta en nuestro presente, por ejemplo, en la temática del reciente 35° Congreso FEPAL “Intolerancia, fanatismos y realidad psíquica”, así como en el 54° Congreso de la IPA, “Psicoanálisis: Un ancla en tiempos caóticos”, próximo a realizarse en Lisboa en 2025, solo por mencionar los actuales. Me parece que, como analistas además de tratar de entender qué pasa en el mundo, muchas veces a través de los no registros de la historia y de aquello que nos parece caótico, percibimos que hay elementos que no han sido nombrados, curiosamente es allí en donde encontramos un punto de partida, mismo que dio origen a este escrito.

Bibliografía

• Álvarez del Castillo, R. (2017). Psicoanálisis en México: una triple genealogía. Fromm, API, Caruso. CartaPsi. http://www.cartapsi.org/new/psicoanalisis-en-mexico-una-triple-genealogia-fromm-api-caruso/#:~:text=En%20México%2C%20la%20práctica%20y,Mexicana%20de%20Psicoanálisis%20en%201956
• Blanck-Cereijido, F. Recuperado el 25 de septiembre de 2024 en https://sfreudiana.mx/sfreudiana/el-exilio-de-los-psicoanalistas-argentinos-en-mexico/
• Castro, A. (2022). México en el Psicoanálisis. Suceso, historia y clínica.
• Canal FEPAL. (13 de julio de 2022). SPM, México – Albañileando / Construíndo FEPAL 40 Año [Archivo de Vídeo]. Yotube. https://www.youtube.com/watch?v=Ce313q2tvnA&t=36s
• Freud, S. (1917). Duelo y melancolía. En Obras completas (Vol. 14, pp. 239-258). Amorrortu Editores.
• Grinberg, L., & Grinberg, R. (1982). Psicoanálisis de la migración y del exilio. Alianza Editorial.
• Grinberg, L., & Grinberg, R. (1993). Identidad y cambio. En Biblioteca de psicología profunda (Vol. 17). Paidos.
• Loewenberg, P., & Thompson, N. (2010). 100 years of the IPA: The centenary history of the International Psychoanalytical Association 1910-2010: Evolution and change. The International Psychoanalytical Association.
• Prengler, A. (2019). Emigración: Pérdidas y oportunidades. TRIEB, 18(1-2), 11-22. https://www.bivipsi.org/wp-content/uploads/Trieb-2019-1-2-11.pdf
• Real Academia Española. (n.d.). Diccionario de la lengua española (23.ª ed.). https://dle.rae.es
• Temas de Psicoanálisis. (2020). Entrevista a Adriana Prengler. Temas de Psicoanálisis, (20), julio. https://www.temasdepsicoanalisis.org/wp-content/uploads/2020/08/TdP.-Entrevista-a-Adriana-Prengler-final-01-08-20.pdf
• Winnicott, D. W. (1971). Realidad y juego. Gedisa Editorial
• Imagen: PExels/Maria Stewart