Experiencia y proceso de Migración

Autor: Maite Sainz

 

Jonás

Jonás llegó a análisis conmigo en octubre del año pasado. Actualmente tiene 11 años y va en 5°. Fue referido por el colegio en el que estudia debido a su falta de adaptación e integración con sus compañeros y a las reacciones “impulsivas” y respuestas “explosivas” que presentaba con sus profesores; además de la apatía y falta de ganas que tenía para trabajar en clase y las mentiras que decía para evitar hacer tareas.

Jonás nació en Venezuela (ficticio) al igual que sus padres y hermanos, y llegó a vivir a México cuando tenía 6 años; debido al trabajo del padre (compañía transnacional). En la primera entrevista, los padres me comentaron lo difícil que fue para todos haber llegado a un país nuevo y empezar una nueva vida aquí.

Hace un mes Jonás llegó al consultorio muy emocionado porque iba a entrar a un concurso de aviones de papel que habían organizado sus compañeros. Es importante mencionar que Jonás en la primera sesión hizo unos avioncitos de papel, y de ahí hasta la fecha éstos han sido una constante en el tratamiento.

En esta sesión me comento que había dos requisitos para el concurso: que volara bien y que estuviera muy bien dibujado. Él ya tenía la idea de lo que haría y estaba seguro que con esa idea ganaría el concurso. Su avión iba a estar dibujado con la bandera de Venezuela y se llamaría “VenezuelanAirlines”. Muy emocionado sacó una hoja blanca y unas crayolas, y con mucho detalle y cuidado (raro en él) se sentó a trabajar en su avión.

Mientras coloreaba el avión comenzamos a platicar de Venezuela y de cómo se sentía él de ser en México venezolano y Venezuela mexicano. Aproveché para señalar e interpretar ciertas conductas desadaptativas en relación a la migración y a la construcción de su identidad.

 

Migración e Identidad

La capacidad del individuo de seguir sintiéndose el mismo en la sucesión de cambios forma la base de la experiencia emocional de la identidad. Implica mantener la estabilidad a través de circunstancias diversas y de todas las transformaciones y cambios del vivir.

La consolidación del sentimiento de identidad depende principalmente de la internalización de relaciones objetales que han sido asimiladas por el yo.

Acontecimientos que implican cambios importantes en la vida de un individuo, como el de la migración, pueden convertirse en factores desencadenantes de amenazas al sentimiento de identidad.

Grinberg y Grinberg plantean que el sentimiento de identidad es el resultado de un proceso de interacción continua entre tres vínculos de integración: espacial, temporal y social.

Ellos hablan de que el paciente que llega a análisis tiene en menor o mayor grado, su identidad afectada.

El sentimiento de identidad expresa en el nivel preconsciente y consciente una serie de fantasías inconscientes que, integradas, constituyen “la fantasía inconsciente del self”.

  • El vínculo de integración espacial comprende la relación de las distintas partes del self entre sí, incluso el self corporal, manteniendo su cohesión y permitiendo la comparación y el contraste con los objetos. Tiende a la diferenciación self – no self, es decir, sentimiento de “individuación”.
  • El vínculo de integración temporal une las distintas representaciones del self en el tiempo, estableciendo una continuidad entre ellas y otorgando la base al sentimiento de “mismidad”.
  • El vínculo de integración social implica relaciones entre aspectos del self y aspectos de los objetos, que se establecen mediante los mecanismos de identificación proyectiva e introyectiva, y posibilitan el sentimiento de “pertenencia”

Así en los primeros tiempos después de una migración pueden producirse estados de desorganización, así como pueden reactivarse ansiedades muy primitivas, que llegan a producir estados de pánico, como temor a ser “devorado” o “despedazado” por la nueva cultura. Estas vivencias pueden provenir del conflicto entre el deseo de confundirse en los otros para no sentirse “distinto”, y el deseo de diferenciarse para seguir sintiéndose “él mismo”, conflicto que puede originar momentos confusionales por la mezcla entre dos deseos, dos sentimientos, dos culturas.

Por otro lado, es muy común ver que los inmigrantes de diferentes lugares llevan junto con ellos objetos que les son afectivamente significativos, para sentirse acompañados por ellos y en continuidad con su pasado.

El arte, la música, los adornos tienen por objeto afianzar los tres vínculos de su sentimiento de identidad; es decir, marcan la diferenciación con los lugareños, marcan la existencia de un pasado, y hacen presente la relación con los objetos ausentes que le ayudan a sobrellevar el sentimiento de que en el sitio donde están no tienen raíces, historia o recuerdos propios.

Estos objetos, necesarios en un inicio, corren también el riesgo de ocupar todo el espacio (físico y psíquico) e impedir la incorporación de lo nuevo.

En el entorno, todo es nuevo, todo es desconocido, y ahí él es un desconocido. El sentimiento de no pertenencia se hace presente.

Asimismo, Grinberg y Grinberg dicen que sólo la buena relación con los objetos internos, la aceptación de las pérdidas y la elaboración de los duelos, podrá integrar los dos países, los dos tiempos, el grupo de antes y el grupo actual, que dará lugar a la reorganización y consolidación del sentimiento de identidad, que corresponderá a que sigue siendo el mismo a pesar de los cambios.

 

Julia: mamá de Jonás

Julia tiene una historia personal difícil, ya que perdió a su padre cuando era muy pequeña y por lo mismo dice ser muy apegada a su madre; de la cual le costó mucho separarse al migrar.

Julia refiere que le fue muy difícil el cambio de país; sin embargo ha intentado ser fuerte y estar bien para sus hijos.

 

La migración como experiencia traumática y de crisis

Grinberg y Grinberg consideran que el concepto de trauma debe ser referido no solo a un hecho aislado y único, sino a situaciones que se extienden durante periodos de tiempo más o menos largos.

Freud en 1926 habló de cómo el yo desencadena una “angustia-señal” para evitar verse desbordado por la “angustia automática”.

En ocasiones, en las experiencias migratorias el individuo puede producir síntomas fóbicos y otras manifestaciones de ansiedad, como una manera de utilizar la angustia señal de un modo dosificado, para evitar verse inundado por una angustia catastrófica.

Asimismo Freud señaló en 1895 que el trauma puede ser causado por un acontecimiento importante o por la sumación de numerosos acontecimientos traumáticos parciales.

De esta manera, los traumas no se pueden aislar, sino que afectan todo un sistema. Por ejemplo, la muerte de un padre implica además la depresión de la madre, el cambio en la estructura familiar, el duelo, etc.

La migración, justamente, no es una experiencia traumática aislada, que se manifiesta en el momento de la partida-separación del lugar de origen, o en el de llegada al sitio nuevo, desconocido. Incluye, una constelación de factores determinantes de ansiedad y depresión.

Moses (1978) refiere que siempre reaccionamos frente a los sucesos del presente en función de las experiencias del pasado infantil, en especial las que se refieran a pérdidas de objeto, separaciones y culpas.

Algunos migrantes pueden reaccionar con un gran sentimiento de “desamparo”, el cual se relaciona con la experiencia de pérdida del “objeto continente” (Bion), y con ello la amenaza de desintegración y pérdida de los límites del yo.

Por otro lado, una situación de crisis, individual o colectiva, puede ser la causa desencadenante de una experiencia migratoria, o bien su consecuencia; dado que las crisis implican la idea de ruptura o separación.

Winnicott considera la “herencia cultural” como una extensión del “espacio potencial” entre el individuo y su ambiente.

El inmigrante necesita este espacio potencial que le sirva de transición entre el país-objeto materno y el nuevo mundo externo.

Si se fracasa en la creación de este espacio potencial, se puede producir una ruptura entre el entorno y el self.

La migración es una experiencia que exige una reorganización, debido a una desorganización transitoria por causa de la angustia experimentada y del estrés vivido.

Por el contrario, si el inmigrante cuenta con capacidad de elaboración suficiente, no solo superará la crisis, sino que además, esta tendrá una cualidad de “renacimiento” y un desarrollo en su potencial creativo.

 

José: padre de Jonás

Desde que llegó a México, José ha estado inmerso en el mundo del trabajo.

Comenta que este hecho ha afectado mucho la relación con su familia, puesto que ahora convive menos tiempo con ellos y viaja mucho por razones laborales. Asimismo, la relación con su familia de origen es distante.

Por otro lado, José ha hecho nuevas amistades (en su mayoría extranjeros sudamericanos) en México, lo cual ha ayudado a todos a integrarse y relacionarse con personas en una situación similar.

 

Etapas de la migración

Isabel Salvador coincide con varios autores en describir las etapas de la migración; las cuales van desde que se prepara la emigración, se realiza, la llegada al nuevo entorno, hasta la integración en la nueva cultura.

Refiere que cada una de estas etapas provocará ansiedades y defensas específicas.

  • 1ª etapa: Cuando se decide partir surgen ansiedades depresivas y culpa por lo que se ha decidido abandonar, sobre todo si la emigración es voluntaria. Las defensas que se manifiestan son, sobre todo, de tipo maníaco (negación omnipotente de la pérdida).
  • 2ª etapa: En el momento que llega al país de acogida surgen sobre todo ansiedades persecutorias y depresivas, esto frente a las exigencias del nuevo entorno (idioma, trabajo, vivienda, etc.).

Asimismo, surge mucha confusión debido a la dificultad de diferenciar los sentimientos entre lo que se ha dejado y lo nuevo.

En este momento la ayuda recibida del mundo exterior (trabajo, alojamiento, grupos de emigrantes, etc.) “contribuirá al relajamiento del control maniaco sobre el mundo interno“.

  • 3ª etapa: Si se produce la integración en la nueva cultura (elaboración del duelo) el emigrante habrá renunciado a algunas pautas de su cultura de origen para incorporar otras de la nueva cultura.

Si la persona no es capaz de adaptarse al nuevo medio, es decir, no ha podido elaborar el proceso de duelo, se producirá una detención de su desarrollo que podrá manifestarse por síntomas psicosomáticos o mas graves, como cuadros melancólicos y psicosis (según la estructura de personalidad).

El emigrante suele estar solo al llegar al nuevo medio, no puede dejar de trabajar y preocuparse por sus propios sentimientos por lo que es difícil que pueda elaborar el duelo y éste se posterga.

Por otro lado, el tener el mismo trabajo que en el país de origen y una buena situación económica ayudan una mayor integración. Contribuye a disminuir la angustia. Aun así la migración pondrá a prueba la estabilidad psíquica y emocional.

 

Silvia y Juan: hermanos de Jonás

Al llegar a México, Silvia tenía 14 años y Juan 12. Silvia vivió todo el proceso con mucho enojo, ya que deseaba tener una fiesta de 15 con sus amigos en Venezuela. Entró al nuevo colegio e hizo buenos amigos; sin embargo siempre juró que volvería a Venezuela para la carrera. Actualmente estudia la universidad en México.

Por otro lado, a Juan le costó mas trabajo hacer amigos. En ocasiones tiende a pelear y tiene una pésima relación con sus hermanos.

Integración al medio y elaboración del duelo

Al llegar a un país nuevo, puede surgir una angustia confusional, debido a la dificultad de diferenciar sentimientos en cuanto al país que se ha dejado y al nuevo medio al que se acaba de llegar.

En ocasiones la migración puede revivir situaciones edípicas entre los dos países, como si se tratara de los padres, ya que surge mucha ambivalencia y conflicto de lealtades.

Asimismo, surgen ansiedades depresivas, determinadas por experiencias de pérdida de todo lo que se ha dejado, con el temor de no poderlo recuperar jamás. Esto obliga a un trabajo de duelo, que puede ser difícil y que a veces adquiere características patológicas, especialmente cuando el sujeto no tiene posibilidades de reconocerlo, sentirlo, expresarlo y elaborarlo.

Algunas personas reaccionan con un “shock cultural”, algunas otras con una sobre-adaptación maniaca; otros, por el contrario se aferran a sus propias costumbres e idiomas, dando lugar a grupos cerrados como son los “ghetos”.

No hay duda que el inmigrante tiene que renunciar, al menos temporalmente a parte de su individualidad para poder integrarse al ambiente que lo recibe. Éstas renuncias o pérdidas producen, inevitablemente, procesos de duelo conflictivos.

Otro de los grandes problemas con los que cuenta el inmigrante es la dificultad de encontrar “su lugar” y el status que tenía en su país nativo; así como el lenguaje suele ser un gran reto.

El trabajo de elaboración de los duelos es un largo proceso que se inicia en el momento de la pérdida.

Éste incluye el duelo por el objeto y el duelo por las partes del self perdidas.

A partir del momento del shock, el yo intenta reorganizarse por medio de la elaboración paulatina de tales pérdidas.

El proceso de elaboración, cuando sigue causes normales, determinará un aumento de la capacidad creativa y de las funciones del yo.

Poco a poco, y en la medida en que se haya podido elaborar los duelos propios de la migración, se podrá sentir parte integrante del nuevo medio, manteniendo a la vez una relación positiva y estable con su antiguo país y con su cultura, sin tener que rechazarlo para aceptar y ser aceptado por el nuevo.

Es decir, un “sentimiento de identidad remodelado”.

 

Bibliografía

  • Grinberg León y Grinberg Rebeca. Psicoanálisis de la Migración y el Exilio. Alianza Editorial, Madrid, 1984.
  • Salvador Sánchez Isabel. La emigración como proceso de duelo. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq.  n.82 Madrid abr.-jun. 2002
  • Achotegui, Joseba. Migración Y Crisis: El Síndrome Del Inmigrante Con Estrés Crónico Y Múltiple. Avances en Salud Mental Relacional / Advances in relational mental health. Vol. 7, núm. 1 – Marzo 2008