El conflicto estético y el claustro materno
Autor: Eduardo Distel
Es en el espacio interno de la madre donde la vida, a los ojos del infante, ocurre. Este espacio queda ocupado en su totalidad por las fantasías del pequeño, en este sentido, lo interno se vuelve aquel lugar donde se debe de ir a explorar para alcanzar el conocimiento. El bebé se convierte en un geógrafo que toma la decisión de adentrarse en las profundidades maternas en aras de comprender aquello que sucede en un terreno por demás desconocido. El pequeño crea mapas y estudia el espacio, lo importante es que el deseo sobrepase el temor a lo nuevo, no quedarse petrificado ante aquello que aún no comprende.
Meltzer (2008) en su libro “The apprehension of beauty” explica dicho viaje, abarcando desde la belleza física del cuerpo materno, hasta el temor de adentrarse al interior de éste, comentando:
“Su belleza interna, concentrada, como debe
de ser, en sus pechos y cara, y complicada por
sus pezones y ojos, lo bombardean con una
experiencia emocional de calidad pasional, esto
como resultado de su capacidad de ver a estos
objetos como “bellos.” Pero los significados del
comportamiento de su madre, de la aparición
y desaparición del pecho, de la luz en sus ojos,
de una cara en donde las emociones pasan como
una nube sobre un paisaje, son desconocidos para
él, después de todo, ha entrado a un país en donde
no conoce ni el lenguaje ni las tradiciones no –verbales
de comunicación. (…) él debe esperar las decisiones
provenientes del castillo del interior de su madre.”[1]
Es éste el conflicto estético, el conflicto de conocer y adentrarse, o quedarse paralizado ante lo desconocido por la ambigüedad que la belleza presenta, viviendo una vida carente de tres dimensiones, en otras palabras, a los objetos se les adhiere no se les conoce. “(…) estos niños funcionaban como si realmente no existiera el espacio, sólo superficies, dos dimensiones. Las cosas no son solidas, sólo superficies en donde se pueden recargar, o que pueden tocar, oler, o sentir. (…) Ellos no pueden gatear dentro de lugares, como la mayoría de los niños hacen. Uno podría pensar que nunca tuvieron bolsillos, nada ha entrado en éstos.”[2] (Meltzer, 1994)
El conflicto estético, mencionado por Meltzer, entrega una enorme nota de agradecimiento a dos autores previos a él, Klein, y Bion. Klein por el estudio de la fantasía inconsciente de los niños sobre el espacio interno, y Bion, por la importancia de los vínculos emocionales H (Hate), L (Love), y K (Knowledge), siendo el último vinculo el central en dicho conflicto. El bebé debe de conocer (K) aquel nuevo espacio (materno) con el objetivo de vivir su vida de manera genuina y creativa, el tolerar lo incierto de lo bello es una señal de maduración. Cassese (2008) comenta “Con base en el conflicto estético es que se crea un espacio secreto interno, un espacio en donde uno puede retroceder periódicamente en busca de la reintegración. Este espacio interno es la fuente de inspiración de los artistas.”
Meltzer (1988) nos entrega un concepto básico para la configuración del conflicto estético: Reciprocidad estética. Al comienzo de su libro “The apprehension of beauty” el autor nos empapa con el hecho de cómo la “ordinaria y bella madre devota” ve en su pequeño, tanto interna como externamente, la belleza de éste; mirada que lo acompañará en sus días por venir. Es esta reciprocidad estética la que impulsa la imaginación de la madre entorno a su “ordinario y bello bebé.” Este amor a primera vista, como lo explica Cassese (2008), es la herramienta fundamental para que el pequeño tenga el valor suficiente para perseguir la búsqueda que su deseo epistemofílico manda, en falta del amor a primera vista, el bebé no será capaz de tomar la fortaleza e iniciar tan aventurero viaje. Misma reciprocidad sucede en el comienzo de un análisis, Cassese (2008) lo describe como aquel sentimiento que produce en nuestro interior el deseo de emprender el viaje analítico.
Cuando una madre se encuentra embarazada comienza a sentir los movimientos que el pequeño por nacer crea en el útero materno. En inglés existe el termino Quickening, descrito como “el momento del embarazo en que la madre comienza a sentir o percibir los primeros moviemntos fetales en su útero”.
En la misma línea que la reciprocidad estética de Meltzer, el analista debe de estar al tanto de dichos movimientos internos de los analizandos, son dichos movimientos los que nos indican que nuestro paciente, en efecto, se encuentra vivo, son estas actividades las que, a manera de señal, muestran el inicio, creando así el deseo y curiosidad de buscar más allá de la superficie consciente.
El conflicto estético, junto con entregar una visión sobre la búsqueda del vivir, crea un giro en la teoría Kleiniana en cuanto a posiciones se refiere. Para Meltzer el conflicto estético comienza situando la posición depresiva como anterior a la esquizo – paranoide. En esta visión, las ansiedades depresivas comienzan desde el nacer del bebé a razón de que el pequeño experimenta al objeto como un objeto complejo “bello y ambiguo al mismo tiempo” (Cassese, 2008). La autora continúa explicando que los mecanismos esquizo – paranoides son secundarios y ocurren como defensas ante el conflicto estético.
“Dicho conflicto reaparece en el umbral
de la posición depresiva en donde el sujeto
debe de enfrentar la perdida del objeto bueno
idealizado e integrar los aspectos persecutorios
del self y del objeto. La integración no sólo
comprende el integrar el amor y el odio,
sino que debe de incluir el impulso de conocer el
interior de los objetos y el interior de nosotros”[3]
El umbral de la posición depresiva es descrita por Radchik como “ (…) en sí la primera parte de la fase final del tratamiento. (…) al paciente se le moverán una serie de aspectos en torno a la anunciada separación.” Continúa
“En esta etapa el paciente presentará sentimientos
de bienestar que aligeran su necesidad de análisis, y
piensa que el mundo ha mejorado en lugar de pensar
que su relación con el mundo es lo que ha mejorado.
El material analítico se ve empobrecido y surge una
actitud silenciosa de “esperar la terminación” como si
fuera a liberarse de la servidumbre. Sin embargo,
la seguridad del mundo interno aún no se ha establecido
del todo y no se puede pensar en terminación.”
La contraparte a la experiencia del conflicto estético es llamada por Meltzer (2008a): Claustro. Cassese (2008) explica que el mundo distorsionado del claustro, es la búsqueda del conocimiento mediante el uso de identificación proyectiva intrusiva (con el uso de violencia, sigilo y traición[4]) en contraste a la búsqueda del conocimiento y belleza mediante la imaginación y experiencia.
El problema del claustro materno es la incapacidad de salir de éste, es un sentimiento claustrofóbico el que se experimenta como lo explica Meltzer (2008a) en su libro “The claustrum: an investigation of claustrophobic phenomena.” En la expedición realizada al interior materno, el pequeño geógrafo pierde la brújula y queda atrapado en los adentros del cuerpo de la madre, mas no se trata del cuerpo del objeto externo, sino del interior del objeto ya internalizado. Cassese (2002) explica de manera breve la importancia que Meltzer da a los objetos internos, explicando que el pequeño al tener un alto grado de ansiedad de separación, provocada por el destete, y una madre ahora demandante de mayor autonomía y control de esfínteres, recurre al uso de una identificación proyectiva intrusiva, confundiendo geográficamente su cuerpo con el del objeto, rompiendo de dicha manera, la separación existente entre ambos. El pecho perdido es idealizado y el pequeño fantasea la recuperación de dicho pecho perdido dentro de su propio cuerpo, con el objetivo de robar los contenidos idealizados. Meltzer (1996) en su libro “El proceso psicoanalítico” utiliza la confusión geográfica para describir una etapa del proceso de análisis. Fue a partir de esta idea que eventualmente llega a la conclusión de que cuando se pone en juego una ansiedad tan grande por temor a la separación uno puede quedar enclaustrado dentro del espacio interno del objeto internalizado, quedando así identificado con la madre interna.
La confusión geográfica comienza por la perdida de separación entre sujeto y objeto y dicha confusión se da a través de la masturbación anal del pequeño que lo hace creer que de tal manera está invadiendo el cuerpo materno.
El cuerpo de la madre queda dividido por Meltzer (2008a) en 3 compartimentos, cada uno con su respectiva función nutritiva, que al ser invadido se convierten en su antítesis. Al comienzo, Cassese (2002) comenta que el espacio interno de la madre es completamente indiferenciado, y es en el curso del desarrollo que dicho espacio comienza a separarse a razón de las funciones de la madre con el pequeño. Podría entenderse como la madre – continente que al paso de la expedición y creación de espacios, termina dividiéndose en tres países. Eventualmente, y en el curso de un desarrollo normal, estos 3 compartimentos quedan integrados en un espacio completo. Los compartimentos que Meltzer (2008a) menciona son: Cabeza – Pecho, Genital y Recto.
Cassese (2008) los explica de la siguiente manera:
La vida en la cabeza – pecho: Este compartimento es descrito como una zona de nutrición y riqueza emocional, abarcando la creatividad, generosidad, y estética. Al ser invadido se convierte en su contrario. Las personas que viven en este espacio son aquellos sin poder de pensamiento y decisión que sólo creen aquello que los demás dicen. Meltzer los define como personalidades “pseudomaduras” que basan su existir en ser aquello que los demás quieren. El deseo de conocer, no está guiado por un aprendizaje de la experiencia sino por la envidia y deseo de vivir dentro de la mente del otro. Son personalidades falsas que Cassese (2008) compara con las personalidades “como sí” de Deutsch o el “falso self” de Winnicott.
La vida en compartimento genital: Compartimento marcado por el cuidado del semen paterno a los bebés del vientre, al ser invadido este espacio se convierte en una zona de confusión, enfocada en un festival fálico en donde no existe orden, una orgía. En el caso del varón, éste queda identificado con el pene, convirtiendo todo su cuerpo en el falo; mientras la mujer muestra un comportamiento seductor con el objetivo de vencer al pene. El comportamiento es adolescente. Eventualmente, la sensación claustrofóbica lleva a fantasías de enfermedad y embarazo. Al igual, dichos sentimientos claustrofóbicos llevan a pensamientos obsesivos, hipocondría, entre otros. “El pene del padre entra con el objetivo de ser adorado de manera Dionisiaca hasta el punto de agotamiento después de los fuegos artificiales de la eyaculación.[5]” (Meltzer, 2008a)
“La vida en la cabeza – pecho, y en el compartimento genital producen comportamientos rígidos e inmaduros, al igual que una incapacidad en relaciones intimas, pero sí se tiene una adaptación superficial a la realidad.[6]” (Cassese, 2008.)
La vida en el recto: A diferencia de los anteriores, este compartimento da lugar a enfermedades mentales severas. Un espacio en donde existen confusiones zonales (ano – vagina, pene – heces) es una región dominada por el sadismo, la tiranía, y la sumisión. El placer sexual sólo es alcanzado por actos perversos.
Cassese (2008) explica cómo Meltzer menciona que existen diferentes niveles de Claustro abarcando desde la normalidad hasta la psicosis. En adultos que tienen una parte infantil de ellos mismos enclaustrada serán influidos por ésta, desembocando en una distorsión de la perspectiva del mundo externo, ensombrecidos por prejuicios, cinismo, entre otros. En el caso de que la parte infantil continúe en identificación proyectiva con el objeto interno, por ejemplo la madre como objeto parcial, será posible la producción de síntomas tales como la hipocondría, claustrofobia / agorafobia, etc.
Bibliografía.
- Casesse, S (2008): Introduction to the work of Donald Meltzer. Karnac, Londres. Kindle edition.
- Meltzer, D & Harris, M. (1998) The apprehension of Beauty: The role of aesthetic conflict in devolpment, art and violence. Karnac, Londres, 2008. Kindle edition.
- Meltzer, D & Hahn, A. (1994). Sincerity and other works. Collected papers of Donald Meltzer. Karnac, Londres. Kindle edition.
- Meltzer, D (1992). The claustrum: an investigation of claustrophobic phenomena. Karnac, Londres, 2008a. Kindle edition.
- Meltzer, D (1996). El proceso psicoanalítico. Lumen – Hormé. Buenos Aires.
- Radchik, A (2007) El proceso psicoanalítico: Perspectiva y reversión de la perspectiva. Tesis Doctoral. México, D.F.
[1] La traducción es mía.