Publicado en todamujer.com

 

Psic. Ana Laura Huitzil

Sociedad Psicoanalítica de México

 

¿Qué es la ansiedad?, ¿cómo se manifiesta?, ¿por qué la gente se siente “ansiosa”? Hoy en día es común escuchar a muchas personas decir que “están ansiosas”, aún cuando las explicaciones de las causas de tal estado no sean lo suficientemente convincentes para quien se experimenta así.

 

Una de las más frecuentes confusiones al respecto de este tema es la dificultad que presentamos muchas veces para poder definir nuestros estados anímicos. En el ir y venir de la vida cotidiana cada vez nos ocupamos más de las labores y tareas diarias y damos poco espacio para detenernos en medio de ello y conectarnos con nosotros mismos para saber cómo nos sentimos y cuáles son los motivos que tenemos para sentirnos así. Pocas veces reconocemos con claridad cuáles son las situaciones que nos generan ansiedad; no sabemos si llamarla miedo o angustia y pocas veces reconocemos cuándo es una u otra.

 

En general, la angustia es un afecto que se relaciona más con una señal de alarma, es una especie de sensor que nos pone alerta respecto a un peligro o amenaza de nuestra seguridad y bienestar; por ejemplo, sentimos angustia cuando sabemos de un recorte de personal en la empresa que trabajamos o bien, ante la presentación de un examen profesional, e incluso, ante el matrimonio de alguno de nuestros hijos.

 

Es decir, la angustia se experimenta como una señal de alerta ante los cambios que podrían amenazar la estabilidad de la que gozamos y que nos resulta placentera; pero también, puede prevenirnos ante eventos reales para los cuales es necesario tomar precauciones y protegernos. Otras veces, la angustia puede generarse por ideas y fantasías que no siempre encuentran fundamento en la vida real y que obedecen más a situaciones relacionadas con nuestro mundo interno.

 

Cuando este afecto se acompaña de signos físicos como el sudor, palpitaciones, contracción de los vasos capilares, temblor de las extremidades, respiración agitada y otras, lo que el organismo busca es protegerse ante un evento que se experimenta como desagradable y peligroso; entonces hablamos de ansiedad.

Podemos ignorar los avisos que apunta la angustia, podemos preferir “cerrar los ojos” y pensar que a nosotros no nos va a pasar nada que nos dañe, lo que nos coloca en una situación aún más vulnerable. Podemos ignorar los despidos y no contar otras alternativas laborales, podemos no estudiar para un examen o imaginar que una boda no es para tanto; la diferencia entre atender una sensación de angustia o ignorarla es la posibilidad de ser dueños de nuestro destino.

 

Detenerse a sentir la angustia y a entender qué la motiva es un paso importante para orientar nuestra visión de nosotros mismos y el ambiente que nos rodea; no se trata de permanecer angustiados, sino de reconocer qué lo provoca y buscar la mejor manera de resolver las fuentes de angustia.

 

En este caso, al ignorar la señal de angustia, no es difícil experimentar después de un tiempo, una serie de malestares a nivel corporal o emocional que, en muchos casos, utilizan mucha de nuestra energía para el desempeño de otras actividades.

 

Son síntomas que dan cuenta de que “algo” no anda bien con nosotros: puede haber discusiones frecuentes con la pareja; irritabilidad por detalles insignificantes; desánimo y apatía hacia el tiempo libre y la recreación; problemas de relación interpersonal o en la sexualidad; una automatización de respuestas y actitudes; miedos irracionales a objetos, animales o a situaciones específicas, lo que a su vez, sostiene un círculo vicioso en donde la ansiedad va en continuo aumento y generando más dificultades para poder gozar de nuestra familia, amigos, trabajo y tiempo libre. Nos podemos tornar miedosos frente a situaciones que en otros momentos se hacían sencillas o desapercibidas, ante objetos o animales que no resultaban una amenaza.

Existen diferentes expresiones de esta tríada de afectos. Podemos encontrarnos inquietos, molestos, incómodos, llorosos o muy sensibles ante experiencias muy específicas; dependerá de la magnitud de los hechos reales de nuestro entorno y/o del significado personal que cada uno otorgue al mismo la respuesta que tendremos.

No es igual la reacción de dos personas frente al mismo evento; por ejemplo, podemos pensar en las actitudes de dos estudiantes en su examen profesional o en la variedad de respuestas de los miembros de una comunidad frente a un desastre natural; en ambas situaciones la angustia está dada, lo que podría diferenciarse es el grado de ansiedad que las situaciones reales provocan y que está determinada por una serie de significados personales que cada quien relaciona con dichas experiencias.

Habrá a quien le angustie más presentar un examen por representarle experiencias de competencia y agresión para con los demás y hay para quien un examen es un peldaño más para su desarrollo personal y profesional. Son dos maneras distintas de enfrentar un mismo hecho que, a simple vista, es semejante para cualquiera.

Es el mismo principio ante un desastre natural, la magnitud de los hechos es sustancialmente diferente; sin embargo, las respuestas que se generan dependerán de las experiencias personales de los involucrados y de los significados que una situación tal puede implicar para cada individuo.

Lo que resulta importante enfatizar es la capacidad de cada persona para lograr identificar las causas que motivan una reacción más o menos adecuada o desproporcionada ante una situación externa que puede ser o no, suficiente para desencadenar angustia o miedos y ansiedad. Es importante también, subrayar que el punto de atención para reconocer cuándo la ansiedad nos trastorna el desempeño habitual y nuestra capacidad de goce es experimentar un afecto continuo de malestar y desasosiego en el que las explicaciones conocidas no son suficientes para aminorarlo y que, en la medida que aumenta y se desconocen las causas, obstaculiza e invade nuestra persona y su desenvolvimiento en la vida cotidiana.

 

En estos casos, es importante buscar ayuda profesional, como un psicoanalista, para conocer los motivos inconscientes que pueden estar vinculados a una sensación angustiosa y tratar de enfrentarlos para vivir de una manera más plena y satisfactoria.

 

Psic. Ana Laura Huitzil

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