Por: Lorena Correa
Freud, en su teoría del aparato psíquico, explica el fenómeno alucinatorio en el lactante como resultado de su tendencia a la satisfacción del deseo ante la ausencia del objeto gratificador. Lo llama realización alucinatoria de deseos, bajo el dominio del principio del placer. El yo del lactante, ante la vivencia de que la realización alucinatoria de deseos no brinda una satisfacción apropiada, renuncia a él y lo sustituye por otros más de acuerdo con la realidad, con la utilización de pensamientos bajo el principio de realidad.
Sobre el origen del pensamiento, en “Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico”, Freud señala que el pensamiento provee el medio adecuado para restringir la descarga motora y aliviar el incremento de tensión producido por el aplazamiento de dicha descarga.
Con el establecimiento del principio de realidad:
“…Al aumentar la importancia de la realidad exterior cobró relieve también la de los órganos sensoriales dirigidos a ese mundo exterior y de la conciencia acoplada a ellos, que, además de las cualidades de placer y displacer, aprendió a capturar las cualidades sensoriales. Se instituyó una función particular, la atención, que iría a explorar periódicamente el mundo exterior a fin de que sus datos ya fueran consabidos antes que se instalase una necesidad interior inaplazable… Es probable que simultáneamente se introdujese un sistema de registro que depositaría los resultados de esta actividad periódica de la conciencia- una parte de lo que llamamos memoria. En lugar de la represión, que excluía de la investidura a algunas de las representaciones emergentes por generadoras de displacer, surgió el fallo imparcial que decidiría si una representación determinada es verdadera o falsa, si estaba o no en consonancia con la realidad; y lo hacía por comparación con las huellas mnémicas de la realidad [juicio de identidad]. La descarga motriz, que durante el imperio del principio del placer había servido para aligerar los aumentos de estímulo al aparato anímico…recibió ahora una función nueva, pues se la usó para alterar la realidad con arreglo a fines. Se mudó en acción. La suspensión, que se había hecho necesaria, de la descarga motriz (de la acción) fue procurada por el proceso del pensar, que se constituyó desde el representar. El pensar fue dotado de propiedades que posibilitaron al aparato anímico soportar la tensión de estímulo elevada durante el aplazamiento de la descarga…para ello se requirió un trasporte de las investiduras libremente desplazables a investiduras ligadas, y se lo obtuvo por medio de una elevación en el nivel del proceso de investidura en su conjunto. Es probable que en su origen el pensar fuera inconsciente, en la medida en que se elevó por encima del mero representar y se dirigió a las relaciones entre las impresiones de objeto, entonces adquirió nuevas cualidades perceptibles para la conciencia únicamente por la ligazón con los restos palabra”. (p. 226)
Entonces, el comienzo del principio de realidad coincide con el desarrollo de una habilidad para pensar que llena el hueco entre la frustración surgida en el momento en que aparece la necesidad y no es satisfecha, y el momento en que una acción apropiada satisface dicha necesidad. Vemos que la actividad de pensar fue desde su origen, un procedimiento destinado a librar a la psique del exceso de estímulos que la abrumaban. Así Freud le asignó a los pensamientos la función de controlar la tensión y postergar la descarga.
Desde el Proyecto de Psicología, Freud nos dice que los estados de apetito, que se desarrollan como estados de deseo y estados de expectativa, contienen la justificación biológica de todo pensar:
“Dentro del yo impera la tensión de apetito y como consecuencia es investida la representación del objeto amado (representación-deseo)…es preciso posponer la descarga hasta que desde la representación, aparezcan los signos de cualidad, como prueba de que ella ahora es real, es una investidura-percepción…La diferencia entre la representación y la percepción adviniente da luego la ocasión para el proceso de pensar, que alcanza su término cuando las investiduras-percepción excedentes son trasladadas a investiduras-representación, se habrá alcanzado en tal caso la identidad”. (p.409)
Hasta ahora, hemos visto el proceso de pensar pero todavía falta que este proceso devenga consiente.
En La Interpretación de los Sueños, Freud definió a la conciencia como “el órgano para la aprehensión de las cualidades psíquicas” (p.603). Nos explica sobre la conciencia:
“…Es excitable en la vigilia desde dos lugares. Primero, desde la periferia de todo el aparato, el sistema de percepción; segundo, desde las excitaciones de placer y displacer que resultan, como casi la única cualidad psíquica, de las trasposiciones de energía ocurridas en el interior del aparato. Todos los otros procesos que sobrevienen en los sistemas …carecen de toda cualidad psíquica y por tanto no son objeto de la conciencia mientras no le ofrezcan un placer o un displacer para su percepción…el sistema preconsciente hubo de requerir cualidades propias que pudieran atraer a la conciencia, y las consiguió, muy probablemente, por el enlace de los procesos preconscientes con el sistema mnémico (no desprovisto de cualidad) de los signos del lenguaje. Por medio de las cualidades de este sistema, la conciencia…pasa a ser también el órgano sensorial para una parte de nuestros procesos de pensamiento. (p. 566)
Entonces, los procesos de pensamiento, son en sí carentes de cualidad e inconscientes y sólo cobran su capacidad de devenir consientes por el enlace con los restos de percepciones palabra. Cabe recalcar que el enlace con representaciones-palabra todavía no coincide con el devenir consiente, sino que brinda la posibilidad para ello. “Los pensamientos inconscientes son procesos de investidura y desplazamiento pulsionales que requieren de la articulación con representaciones-palabra como condición para acceder a la conciencia.” (p.67).
Vale la pena, para un mayor esclarecimiento, la distinción que hace en Lo inconsciente, de la representación-cosa y la representación palabra:
“…la representación consiente abarca la representación-cosa más la correspondiente representación palabra, y la inconsciente es la representación-cosa sola. El sistema Icc contiene las investiduras de cosas de los objetos…el sistema Prcc nace cuando esa representación-cosa es sobreinvestida por el enlace con las representaciones-palabra que le corresponde. Tales sobreinvestiduras, son las que producen una organización psíquica más alta y posibilitan el relevo del proceso primario por el proceso secundario que gobierna en el interior del Prcc…la representación no aprehendida en palabras o el acto psíquico no sobreinvestido, se quedan entonces atrás, en el interior del Icc, como algo reprimido”. (p.199)
Freud le adjudica a la representación-palabra la capacidad de hacer consiente al recordar. La investidura de las imágenes sonoras y motrices de la palabra, en especial las ligadas a la fonación, al ser acompañadas de noticias de descarga brinda signos de cualidad y debido a ello, despiertan conciencia.
Las asociaciones lingüísticas tienen la capacidad de hacer surgir de nuevo signos de cualidad, y con ello, la facultad de hacer devenir consiente los procesos de cualidad. El devenir consiente, consiste en la admisión del recuerdo entre las representaciones-palabra a él asociadas. La conciencia pasa a funcionar también como un órgano sensorial para la captación de procesos de pensamiento. (p. 441)
Con la formación de un lenguaje cognitivo abstracto por enlace de los restos sensoriales de las representaciones palabra con los procesos internos…estos últimos se volvieron poco a poco susceptibles de percepción. ( p.66)
Con la sobreinvestidura del lenguaje como modo de hacer consiente los pensamientos inconscientes, la proyección (mecanismo que opera al inicio de la vida) quedó sustituida por la transferencia de lo inconsciente a las representaciones-palabra preconscientes.
Lo anterior ejemplifica el desarrollo normal. Como sabemos, en el paciente psicótico, el modo de hacer consiente los procesos de pensamiento inconscientes sigue siendo la proyección, como veremos más adelante.
Sobre esta base, Bion desarrolla una teoría del pensamiento. Nos dice que no basta con tener pensamientos, estos tienen que ser pensados, es decir, el pensar tiene que ser desarrollado como un método o aparato que se ocupe de los pensamientos. Para él, el pensar es la función a través de cuyo ejercicio aprendemos de la experiencia. Para ello la función alfa debe operar sobre la captación de la experiencia emocional e impresiones sensoriales. (p.184).
¿Qué es lo que Bion denomina función alfa? Bion plantea el pensar como una función de la personalidad. La función alfa opera sobre las impresiones sensoriales y las experiencias emocionales percibidas, transformándolas en elementos alfa. Los elementos alfa son aquellas impresiones sensoriales y experiencias emocionales transformadas en imágenes visuales (o que responden a modelos auditivos, olfativos, etc.) en el dominio de lo mental, son utilizados para la formación de pensamientos oníricos, el pensar inconsciente de vigilia, sueños y recuerdos. En cambio, las impresiones sensoriales y experiencias emocionales no transformadas, serán elementos beta, que no resultan apropiados para pensar, soñar, recordar o ejercer funciones intelectuales. (p.61)
Siguiendo la línea de Freud, donde la tolerancia a la frustración inicia el proceso de formación de pensamientos y capacidad para pensar, Bion explica que al tolerar la frustración, se ponen en marcha mecanismos tendientes a modificarla, produciendo elementos alfa y pensamientos. El no pecho (la falta) deviene un pensamiento y se desarrolla un aparato para pensar. Si hay intolerancia a ésta, evadirá la frustración evacuando elementos beta.
El bebé presionado por el hambre, experimenta la necesidad no satisfecha como pecho malo de la cual intenta liberarse. La madre sirve de continente para estos sentimientos displacenteros del bebe. La eliminación del pecho malo dentro de la madre constituye la evacuación de un elemento beta a través del mecanismo de identificación proyectiva. La madre, con su reverie, transforma las sensaciones desagradables ligadas al pecho malo y procura alivio para el bebé. El bebé reintroyecta la experiencia emocional modificada y mitigada, adquiriendo la base para su propia función alfa. (p.63)
Sobre el aparato para pensar los pensamientos, nos dice que dos mecanismos participan en su formación:

  1. relación dinámica entre algo que se proyecta (contenido) y un objeto que lo contiene (continente)
  2. relación dinámica entre las posiciones esquizoparanoide y depresiva.

La capacidad para tolerar el dolor de la frustración sienta las bases para el desarrollo de transformaciones en pensamiento o cualquier otro elemento con cualidad representativa auténtica. La frustración por la ausencia de objeto equivale a un “problema a solucionar,” que para Bion, es el pensamiento propiamente dicho, ya que conduce a la búsqueda de acciones para su solución. Este pensamiento se encontrará con una nueva realización, dando origen a la matriz de un nuevo pensamiento y así sucesivamente. El desarrollo de la capacidad para pensar irá incrementándose con la formación de conceptos, abstracciones, sistemas de hipótesis, etc. La personalidad psicótica por el contrario es incapaz de representar y simbolizar. (p. 65)
Conviene aclarar que la personalidad psicótica, para Bion, es un modo de funcionamiento mental, coexistente con otros modos de funcionamiento. Este estado mental coexiste con otro estado mental llamado “personalidad no psicótica”. Es importante esto ya que el analizando presentará evidencias de ambos, con predominio de uno u otro y con diferentes grados de estructuración y estabilidad.
Cuando predomina el funcionamiento de la parte psicótica, las palabras no representan adecuadamente a los pensamientos, ya que las palabras tienen fines evacuativos y no de vehículos de significados (p.77). ¿Cómo pasa esto? Siguiendo a Bion, la razón es que no se ha podido incorporar una función alfa a consecuencia de una catástrofe primitiva. El continente ha sido destruido, no pudiendo contener y metabolizar sus proyecciones. La persona dirige un ataque contra aspectos del self por lo que las principales actividades mentales, el aparato de percepción y los vínculos con los objetos aparecen mutilados y transformados en pequeños fragmentos que se expulsan violentamente (objetos bizarros) . Utiliza estos objetos bizarros en lugar de usar lo que para la personalidad no psicótica serían pensamientos.
Vemos que en la esquizofrenia, por ejemplo, se observan alteraciones del lenguaje, muchas veces nos parecerá incomprensible, ya que una palabra puede ser usada para toda una serie de pensamientos y no sólo eso, para ellos, las palabras son las cosas reales que designan, no simboliza sino que iguala (p.171). En vista de ello, al analista deberá poner su atención en las sensaciones, impresiones, actitud y todo tipo de manifestaciones no verbales.
Sus dificultades provienen del daño en su formación simbólica. Disponer de símbolos y la posibilidad de fabricarlos es la llave para el desarrollo del aparato para pensar pensamientos. Es por ello que cuando prevalece la parte psicótica de la personalidad no hay creación de símbolos, palabras, sueños o cualquier otra manifestación que tenga la cualidad de representar algo (p. 93).
Comúnmente, dirigirá ataques destructivos a todo aquello que tenga la función de vincular una cosa con otra, a la capacidad del analista de comprender, atacará el lenguaje verbal, el pensamiento, las funciones yoicas, etcétera, lo cual lo dejará desprovisto de un estado mental necesario para el establecimiento de una relación mental de crecimiento. (p. 177)
Como ya vimos, los pensamientos verbales dependen en gran parte de la elaboración de la posición depresiva. La posición depresiva involucra un incremento de la capacidad de simbolización y el desarrollo del pensamiento verbal. Este último a su vez, aumenta el conocimiento de la realidad psíquica y enfrenta al paciente con el dolor de la depresión. Por ello es común que en el proceso del análisis el paciente trate de evitar el dolor, de retroceder a la fase anterior, al principio del placer. Claro, como hemos visto, es necesario que aumente la capacidad del paciente de tolerar el sufrimiento y el dolor.
En el mejor de los casos, en los pacientes con funcionamiento psicótico, gracias al desarrollo y consolidación del aparato para pensar pensamientos el paciente podrá comenzar a pensar y soñar. También buscamos que se restrinja la acción por medio del proceso de pensamiento. Aquí cabe la distinción que hace Bion entre lenguaje de logro y lenguaje de acción. El primero es un preludio a la acción, a una modificación o cambio que significa evolución o crecimiento. Se configura en y con una relación continente contenido (análisis). En el lenguaje de sustitución el lenguaje es un sustituto para la acción, no un preludio de ella. En este tipo de pacientes en especial, se busca que las palabras constituyan un preludio de la acción y no un sustituto de ésta.
La finalidad del tratamiento psicoanalítico es el crecimiento mental y esto se logra al conocer. Conocer para Bion es la actividad por la que el sujeto llega a ser consciente de la experiencia emocional y puede abstraer de ella una formulación que represente en forma relativamente adecuada esta experiencia.
Nos dice:
“El tratamiento analítico ofrece al analizado las condiciones necesarias para que pueda obtener el conocimiento acerca de sí mismo. Pero el intento de conocer implica un sentimiento doloroso que es inherente a la experiencia emocional misma del conocimiento…Si el análisis no trata ese dolor estaría perdiendo la posibilidad de encarar una de sus funciones principales como es la de intentar lograr una contención que lo capacite para una transformación en crecimiento psíquico y no para formaciones sustitutivas”. (p. 221)
Siguiendo a Bollas, el análisis es una situación en la que gracias a las facultades mentales adultas de la persona, ahora presentes y operantes, el individuo podrá por primera vez experimentar elementos de su vida psíquica que no habían sido pensados con anterioridad. (p. 332)
Bollas se pregunta cómo lo sabido no pensado puede llegar a ser pensado: recorriendo para ello los mismos caminos por los que se desarrolló: a través de la relación de objeto. “Así, es sólo a través del uso y la experiencia del otro (analista) por parte del paciente como representaciones mentales de aquella experiencia puede ser portadora del idioma de lo sabido no pensado de una persona y, en consecuencia, representarlo. El analista es instruido en la lógica de la intersubjetividad del paciente y recibe una sensación sobre la naturaleza del existir de ese persona”. (p.336).
En resumen, los trastornos de pensamiento se basan en la intolerancia a la frustración y en la persistencia del mecanismo de identificación proyectiva patológica. Ello como consecuencia de la relación con una madre que ha sido incapaz de realizar su función de recibir, contener y modificar las violentas emociones proyectadas por el niño.
En el análisis, recrearemos esta situación, funcionando el analista como un continente capaz de tolerar lo evacuado y también capaz de devolvérselo modificado.
En el caso de pacientes con funcionamiento psicótico, las partículas expulsadas deben ser puestas nuevamente bajo control para que la personalidad psicótica pueda intentar el desarrollo de un lenguaje verbal, es decir, reintroyectar la capacidad para pensamiento verbal y desarrollarlo. Al proyectar las partes malas en un pecho bueno le permitirá, en la medida que su desarrollo lo permita, reintroyectar lo proyectado de forma modificada, de forma más tolerable.
 
Bibliografía

  • Bion, W. (1962). Learning from experience. New York: Basic Books.
  • Bion, W. (1970). Attention and Interpretation. Londres: Tavistock
  • Bion, W. (1996). Volviendo a pensar, Londres: William Heinemann Medical Books Limited London.
  • Bollas, Ch. (2009). La sombra del objeto. Psicoanálisis de lo sabido no pensado, Buenos Aires: Amorrortu.
  • Freud, S. (1895). Proyecto de Psicología. En Obras Completas, Tomo I, Buenos Aires, Amorrortu.
  • Freud, S. (1901). La Interpretación de los sueños. En Obras Completas, Tomo V, Buenos Aires, Amorrortu.
  • Freud, S. (1911). Formulaciones sobre los dos principios del acaecer psíquico. En Obras Completas, Tomo XII, Buenos Aires, Amorrortu.
  • Freud, S. (1915). Lo inconsciente. En Obras Completas, Tomo XIV, Buenos Aires, Amorrortu.
  • Freud, S. (1925). La negación. En Obras Completas, Tomo XIX, Buenos Aires, Amorrortu.
  • Grinberg, L. (1991). Nueva introducción a las ideas de Bion. Madrid: Julián Yébens Editores
  • Levato, M. (2012). La representación palabra. En: Metapsicología: el inconsciente freudiano, Buenos Aires: Letra Viva.

 
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