Por: Camila Gerdes

El abordaje simplista de lo que de manera cotidiana vemos, limita la posibilidad de reflexionar que, es el fondo de las cosas, los actos y las personas, lo que determina la realidad de la existencia humana. Ver una película podría parecer un acto superficial y ordinario, sin embargo, apreciarla desde el análisis mismo de lo que ofrece una historia, sus personajes y la manera en que se relacionan entre sí, nos permite escudriñar en el ser y actuar de cada uno de ellos, encontrando la oportunidad de explorar, analizar y comprender los procesos inconscientes que influyen en los pensamientos, emociones y comportamientos de una persona.

En la película Réquiem por un sueño, una historia compleja para el espectador al estar plagada de conflictos y dolorosas escenas, podemos advertir un sin número de posibilidades de estudio, que encontramos en la teoría psicoanalítica, para trabajar en la profundización del ser. Situar esta película en la categoría de drama, nos podría hacer creer en la normalización del dolor y el trauma, una verdadera tragedia existencial la definiría mejor y sin la aspiración de influir en la historia, el final, considero, hubiera podido ser distinto de haber sido conscientes cada uno de los personajes de dónde provenía su dolor.

La romantización de la relación madre e hijo, la búsqueda del placer inmediato, la fantasía constante, el deseo y esperanza dibujado en los sueños, la dependencia y codependencia como dinámica relacional, el trauma infantil, las adicciones como una manifestación de la pulsión de muerte, etc., son solo algunos de los aspectos a identificar en esta obra.

Convencida de que el presente ensayo pretende ser mucho más que una buena sinopsis cinematográfica, analizaré la historia Réquiem por un sueño, dirigida por Darren Aronofsky a principios del presente siglo, basada en la novela del mismo nombre de Hubert Selby Jr., de manera general, abordando a los cuatro personajes principales. Deseo resaltar que el autor de la novela que inspiró a Aronofsky a llevarla a la pantalla compartía una inclinación por la denuncia social, que es lo que desea resaltar en su obra, aspectos como la desesperación, la adicción, la alienación y la destrucción que incluía el sueño americano. Por su parte Aronofsky, cineasta estadounidense, se caracteriza por proyectar en sus cintas un enfoque más psicológico, emocional y existencial, llegando a la conclusión que desde las dos perspectivas se logra un mapa excepcional que vale la pena analizar con detenimiento.

Definir el tiempo y espacio en el que se desarrolla la historia es entender con mayor claridad el entorno, que, al ser tan característico, en momentos se lee como un personaje más. Es a finales de los noventa en la ciudad de Nueva York, Coney Island para ser precisos, en donde se enmarca el perfil de Harry Goldfarb, uno de los cuatro personajes, un joven heroinómano que sueña con una vida mejor. Él comparte complicidad con su gran amigo Tyrone C. Love, el segundo personaje por atender, quienes de manera errónea suman voluntades para lograrlo, transitando caminos equivocados. Nuestro tercer personaje es Marion Silver, novia de Harry, aspirante a diseñadora de modas con los sueños centrados en abrir una tienda en donde mostrar su talento, sin embargo, el compartir con su novio las adicciones y el desenfreno, la llevan al mismo callejón sin salida de la desesperanza, la traición y la autodestrucción. El cuarto de los personajes que abordaremos, no por orden de importancia, es la madre de Harry: Sara Goldfarb, una viuda que centra sus aspiraciones en el ayer viviendo una frustración constante que desdibuja mirando un televisor y comiendo desaforadamente, buscando el placer inmediato, lo que la lleva a también abrir puertas falsas, para regresar al pasado volviéndose adicta a las anfetaminas, provocando una psicosis que la consume de manera trágica. Cada uno de estos personajes manifiestan el deterioro emocional y la carga de sus propias historias que, al coincidir, se alimentan entre sí formando vínculos destructivos.

Después de hacer este breve esbozo de los personajes principales, es momento de abordar los trastornos que compartían, las adicciones y entender la manera en que cada uno de ellos va desintegrando su personalidad, perdiendo su sentido de identidad, en la destrucción del yo.

Es evidente que el tema de búsqueda de satisfacción inmediata está latente en cada paso del proceder de los personajes. La necesidad de apartarse de su dolorosa realidad los hace encontrar en las drogas ese placer súbito que adormece las emociones, pero que lleva a un laberinto del cual es difícil salir. Según Freud el principio de placer busca la satisfacción inmediata de las necesidades del infante, sin conocer la demora, ni el rechazo y sin considerar las consecuencias de sus actos (Freud, 1920). Los personajes se encuentran controlados por el principio de placer y su incansable búsqueda por la satisfacción inmediata, que podemos ver claramente en su adicción a las drogas, lo que los lleva a tener acciones autodestructivas. Asimismo, se relaciona el principio de placer con la infancia cuando Freud sugiere que la búsqueda de placer inmediato es una predisposición que persigue al ser humano hasta la vida adulta (Freud, 1920).

Las adicciones son un refugio que les permite evadir la realidad, es la única forma que parecen encontrar para sobrellevar el dolor.

“… los métodos más interesantes de precaver el sufrimiento son los que procuran influir sobre el propio organismo. Es que al fin todo sufrimiento es sólo sensación, no subsiste sino mientras lo sentimos, y sólo lo sentimos a consecuencia de ciertos dispositivos de nuestro organismo. El método más tosco, pero también el más eficaz, para obtener ese influjo es el químico: la intoxicación” (Freud 1930, p.77)

Otra de las manifestaciones que se observan en la desmesurada forma de vida de los personajes y su creciente adicción, es la pulsión de muerte. Freud propone el concepto de pulsión de muerte en su escrito El yo y el ello donde menciona que existe

“…una pulsión de muerte, encargada de reconducir al ser vivo orgánico al estado inerte, mientras que el Eros persigue la meta de complicar la vida mediante la reunión, la síntesis, de la sustancia viva dispersada en partículas, y esto, desde luego, para conservarla. Así las cosas, ambas pulsiones se comportan de una manera conservadora en sentido estricto, pues aspiran a restablecer un estado perturbado por la génesis de la vida” (Freud, 1923, p. 41).

En la película está presente en todo momento dicha pulsión de muerte a través de la adicción, enfrentándose con la pulsión de vida al perseguir los personajes el éxito y la realización, claramente por un camino equivocado.

Creo importante resaltar “la fijación oral” como causa determinante en el proceso de las adicciones, lo cual Freud entiende como resultado de una insatisfacción de las necesidades orales en la infancia. “No todos los niños chupetean. Cabe suponer que llegan a hacerlo aquellos en quienes está constitucionalmente reforzado el valor erógeno de la zona de los labios. Si este persiste… tendrán una motivación intrínseca para beber y fumar” (Freud, 1905 p. 165). En el caso de la película, los personajes manifiestan una adicción primaria a la heroína y las pastillas, sin embargo, durante la trama el fumar y beber se presenta como actividades incidentales, lo cual nos obliga a subrayar este aspecto.

Dentro de la trama es claro, gracias a la efectiva creación de ambientes, incluyendo la musicalización y las técnicas cinematográficas empleadas, el constante anhelo de los personajes por alcanzar un mundo ideal, creando fantasías y desarrollando expectativas inconscientes derivadas de deseos insatisfechos, traumas infantiles y conflictos internos no resueltos, afectando claramente su comportamiento, la percepción de la realidad y las relaciones interpersonales.

Freud menciona en su escrito El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen y otras obras que los “Deseos insatisfechos son las fuerzas pulsionales de las fantasías, y cada fantasía singular es un cumplimiento de deseo, una rectificación de la insatisfactoria realidad” (Freud, 1907, p. 129-130). Freud habla de la fantasía como un mecanismo de defensa ante la frustración de la realidad, permitiendo al sujeto experimentar una satisfacción que no es real (Freud 1907). Los personajes construyen fantasías para escapar de su dolorosa realidad y utilizan esas fantasías para crear una percepción propia de su autoconcepto con la que ellos estén satisfechos.

Retomando el tema de las adicciones es importante resaltar que las drogas distorsionan el sentido de la realidad, apartando a los que consumen de la misma y llevándolos a vivir en un plano de ilusiones. En este contexto, dentro de la trama son una constante los sueños y las alucinaciones, fenómenos mentales que revelan la actividad del inconsciente, revelando deseos reprimidos, conflictos internos y el funcionamiento del aparato psíquico. “Se podría decir, con Freud, que el sueño alucina, es decir, reemplaza pensamientos por imágenes y comparte a veces la extraneidad vivida por el sujeto en la alucinación” (Alvarez-Mullner, 2019, p. 68). Con lo anterior es entendible que los cuatro personajes en su momento construyen mundos ideales como parte de sus procesos inconscientes, revelando la compleja relación entre la fantasía y la realidad, que los aturde momentáneamente.

Una parte que se destaca como principal en esta historia es la relación madre-hijo, misma que se enmarca dentro del amor y la culpa al mismo tiempo, entre la idealización y la frustración. Harry y Sara se mantienen lejanos como parte de la ley de vida cuando los hijos al crecer deben partir, sin que, en este caso, sea por un bien mismo, Harry buscó su independencia a través de la rebeldía sin propósitos reales, la búsqueda se instala en lo inmediato y camina en la fantasía de alcanzar el mundo ideal sin esfuerzos concretos, siendo su adicción uno de los principales obstáculos para lograrlo y el conducto para estar inmerso, cada vez más, en negocios ilícitos y en prácticas que lo llevarán, finalmente, a la autodestrucción. La dependencia y codependencia se hacen presentes en esta relación, que cultiva acciones nocivas en nombre del amor, en donde la madre no es capaz de poner consecuencias a los actos intrusivos y abusivos de su hijo ignorándolos y/o justificándolos.

En su obra Tres ensayos sobre la teoría sexual, Freud menciona que el niño ama a su madre no necesariamente porque sea buena, sino porque simplemente satisface una necesidad (Freud, 1905). Harry afirma amar a su madre, pero detrás de ese amor que no tiene acciones congruentes se deja entrever una de las heridas de infancia que más han transgredido su vida, el no haber cumplido las expectativas de sus padres.

El amor de Harry por su madre lo hace percatarse de que está teniendo problemas de adicción, tratando de ponerla en aviso, sin éxito y sin advertir que la necesidad por conectar con él fue una de las causas de su adicción, al tratar de ser alguien y procurar que se sintiera orgulloso de ella. La falta de límites y el poco o nulo trabajo emocional que se palpa en la familia, es una contribución a las patologías existentes. El escape del caos interno que viven cada uno de los personajes, los entrelaza y al mismo tiempo los mantiene a distancia de una legítima relación afectiva. Sara convierte a Harry en un objeto de deseo inconsciente en su anhelo de conexión, aprobación y realización personal, deseo que la lleva a su propia autodestrucción. Por su parte la añoranza de Sara hacia su esposo muerto destaca esa completud que ella sentía al tenerlo, relación codependiente que implica las carencias del propio autoconcepto, las cuales traslada al hijo que termina siendo ausente en la realidad.

Una de las funciones fundamentales que Freud le asigna al Complejo de Edipo es “La elección del objeto de amor, la cual está condicionada, después de la pubertad, por la libido depositada en el objeto y las identificaciones realizadas durante el Complejo de Edipo y la prohibición del incesto” (Villalobos, 1999). Podemos ver que Harry tiene una dependencia emocional con su madre, pero al mismo tiempo demuestra tener sentimientos ambivalentes hacia ella, lo que nos puede llevar a pensar que existe una conflictiva edípica.

Durante la película es claro identificar la repercusión de traumas de la infancia de todos los personajes, lo que explica en parte sus adicciones, buscando respuestas de la falta de resolución de los conflictos y carencias emocionales en su niñez. En distintos momentos se muestran regresiones de Tyrone a los brazos de su madre, destacando esa necesidad de volver al lugar seguro que se perdió por la muerte de la misma. Por otra parte, se infiere que Harry sufrió negligencia emocional, a través de un padre ausente y una madre atrapada en sus propias ilusiones. En el caso de Marion parece haber experimentado rechazo y expectativas inalcanzables durante su niñez, especialmente en términos de aprobación familiar y de la sociedad. Se sugiere que ha crecido con una baja autoestima y una valoración de sí misma basada en la apariencia y la aceptación de otros, lo cual se convierte en la base de sus relaciones y decisiones.

En la trama es claramente observable la compulsión a la repetición de patrones de conducta destructivos, derivados de carencias y traumas no resueltos, siendo las adicciones el intento fallido por reparar y satisfacer sus deseos inconscientes, dicha repetición revela el no poder enfrentar el verdadero origen del dolor, lo que hace cíclico el comportamiento inadecuado. Freud menciona en su ensayo Más allá del principio del placer lo siguiente:

“Es claro que, las más de las veces, lo que la compulsión de repetición hace revivenciar no puede menos que provocar displacer al yo, puesto que saca a luz operaciones de mociones pulsionales reprimidas. Empero, ya hemos considerado esta clase de displacer: no contradice al principio de placer, es displacer para un sistema y, al mismo tiempo, satisfacción para el otro” (Freud,1920 p. 20).

Los personajes se resisten a la modificación y eso los obliga a restablecer una situación pasada, aunque esta haya sido de displacer.

Aronofsky utiliza como herramienta constante el simbolismo para resaltar, de manera no directa, los profundos conflictos internos de los personajes. Es relevante la connotación que se logra al hilvanar cada recurso visual con la historia de carencias, miedos, deseos reprimidos y compulsiones que viven los personajes y su significado. Propongo a continuación algunos ejemplos: comenzando por lo que simboliza el televisor en la vida de Sara, un producto inanimado en el que refleja su vacío y la fantasía por ser alguien en caso de aparecer en él, lo que refiere su bajo autoconcepto y su necesidad de ser reconocida y validada. Las drogas simbolizan ese objeto de deseo difícil de alcanzar y poseer.

El vestido rojo que Sara sueña con volver a utilizar para sentirse jóven y atractiva simboliza su deseo por regresar a un momento idealizado de su vida. El vestido es más que una prenda; un símbolo de su identidad perdida y su deseo de ser vista y admirada, especialmente por su hijo Harry.

El disparo de secuencias visuales que se da durante el consumo de drogas de los personajes alude a la desconexión con el mundo real, efecto mismo de las sustancias, siendo este otra forma de simbolizar la pérdida de control y la disociación de la realidad. Las imágenes oníricas aparecen en el rodaje de manera constante como ventanas al inconsciente de los personajes, develando sus deseos reprimidos, ansiedades y compulsiones.

En conclusión, las historias reflejadas en la película Réquiem por un sueño, profundizan en los ciclos destructivos del ser a través de sus personajes, explorando cómo las adicciones y los traumas no resueltos se entrelazan con los deseos inconscientes y las dinámicas familiares, conduciendo a la repetición de patrones destructivos y a la fragmentación de la identidad. Esta dinámica refleja cómo las figuras parentales y las relaciones familiares influyen en la formación del deseo y la identidad. Esta fragmentación culmina en escenas finales de alienación total, donde cada personaje se encuentra completamente separado de los demás y de sí mismo. La película ilustra la lucha constante entre el deseo y la falta, Aronofsky nos presenta una obra que no sólo retrata las devastadoras consecuencias de la adicción, sino que también revela las complejidades de la condición humana, atrapada entre los sueños y las pesadillas de su propio deseo.

 

Bibliografía

  • Álvarez Mullner, R. (2019). La alucinación en la obra de Freud. Revista De Psicología, 18(1), 61–76. https://doi.org/10.24215/2422572Xe028
  • Aronofsky D. (Director). (2000). Requiem for a dream [Película]. Artisan Entertainment.
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  • Freud, S. (1975). Más allá del principio del placer. En J.L. Etcheverry (trad.), Obras Completas (vol. 18, pp.1–62). Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1920). p.20
  • Freud, S. (1975). Tres ensayos de teoría sexual. En J.L. Etcheverry (trad.), Obras Completas (vol. 7 pp.109–210). Amorrortu. (Trabajo original publicado en 1905).
  • Villalobos Guevara, Ana Marcela. (1999). Desarrollo psicosexual. Adolescencia y Salud, 1(1), 73-79. Retrieved September 25, 2024, from http://www.scielo.sa.cr/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1409-41851999000100011&lng=en&tlng=es.
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